Nic Pizzolatto, el creador de True Detective: "Cada vez que veo la tele siento que me ahogo en basura"
Cada tanto en el mundo repleto de reglas, expectativas y cálculos de Hollywood aparece un personaje único. Un forastero que lo ve todo sin las pretensiones que imponen los modos de ese universo, sin creerse las fantasías y los cuentos de una industria que, despojada del espíritu creativo, no es tan distinta a las demás. Nic Pizzolatto, escritor, guionista, showrunner y, sobre todo, iconoclasta, es uno de esos disruptores que se mueven a su propio ritmo, inclasificable y por eso también fascinante. El creador de la serie True Detective y autor de la novela Galveston -editada por el sello Black Salamandra en la Argentina-, es uno de los participantes de la edición online del Filba, el encuentro de literatura de Buenos Aires que se llevará a cabo hasta el sábado.
Nada de lo que dice Pizzolatto en la entrevista que podrá verse hoy desde las 20, en el canal de Youtube del festival es predecible y, aunque él haya negado siempre el rasgo autobiográfico de sus historias, por momentos sus recorridos mentales se parecen mucho o al menos tienen el tono de los de t Cohle, el personaje de Matthew McConaughey en la primera temporada de la serie de HBO estrenada en 2014. Una ficción ganadora de cinco premios Emmy que llevó al género policial a lugares nuevos, a un recorrido entre filosófico y existencial salido de la mente de su creador.
"Creo que en estos tiempos pasamos nuestras vidas sin relacionarnos demasiado con el arte y el trabajo de los creadores. Parecería que no podemos ir más allá de este plano de contenido incesante que me parece que llega a funcionar como un narcótico. Amo la TV, me crié con ella y en esta casa a la que me mudé hace un par de meses puse un televisor en cada espacio pero creo que no encendí ninguno últimamente. Ya no lo soporto. Cada vez que la miro tengo la imagen de ahogarme en basura", dice contundente el guionista sobre el medio que lo hizo famoso y a propósito de una pregunta sobre el éxito que su novela tuvo en Francia cuando se publicó en 2010.
El estilo de pensamiento transversal que toma al tiempo cronológico más como una sugerencia que como imperativo presente en las tres temporadas de True Detective organiza también el discurso de su autor, que comenzó su carrera como profesor universitario luego de la universidad a la que había asistido originalmente con una beca como artista plástico. Esa forma de pensar el mundo en imágenes, lo acercó más tarde a la producción televisiva a partir de la adaptación para cine de su propia novela, un proyecto que le permitió poner un primer pie en Hollywood.
"Los Soprano, The Wire, Arrested Development y Curb Your Enthusiasm, todos esas ficciones, dramas y comedias, entre finales de los 90 y hasta hace pocos años, empezaron a reemplazar a los efectos más relacionados con la literatura del cine y así el cine se transformó en un espectáculo vacío. Ese contenido serializado tomó el lugar de la sensación de sentarse a leer una novela y sumergirse en ese mundo por un tiempo", explica Pizzolatto y enseguida traza su propia historia de los medios: "En los primeros años de existencia del cine se suponía que era un medio sin demasiada sofisticación intelectual, la gente inteligente leía libros e iba al teatro. Luego llegó la TV y entonces esa era la caja boba y los intelectuales se interesaban por los films y con la aparición de Internet ese era el medio para la gente tonta, pero ahora estamos en un momento de cambio. Porque más allá de la desinformación y la circulación de contenido de poca calidad de las redes también existe la posibilidad de usar Internet a la medida de sus creadores, con originalidad y voz propia".
Precisamente, ese es el camino que él está emprendiendo y aunque tiene varios contratos con productoras y señales televisivas para nuevos proyectos y un par de guiones cinematográficos en marcha, según cree, el futuro de la creación está en otro lado. Tal vez, dice, sea en los videojuegos, un terreno que aun no transitó pero que lo fascina por estos días. Casi tanto como le interesó en su momento la posibilidad de la masividad que le ofrecía la TV comparada con el alcance del mundo de la literatura y la academia.
"Lo pensé y me di cuenta que escribir para televisión y ser el showrunner de una serie era un buen trabajo para mí", recuerda Pizzolatto y ni entonces ni ahora el hecho de que nunca había escrito un guion o creado una ficción televisiva le pareció un problema. Simplemente se puso a adaptar su novela y ese material lo llevó a conseguir un representante que le abrió las puertas doradas de los salones de escritores televisivos, donde descubrió que ese espacio era demasiado limitado para él. Así, pasó un tiempo en el equipo de guionistas de la serie Magic City del que se fue cansado de tener que discutir cada una de sus decisiones narrativas para incorporarse a la serie The Killing, un ambiente de trabajo más adecuado para sus inquietudes.
Me di cuenta de que el guion es lo más importante junto con los equipos técnicos, aunque los directores le hagan creer a todo el mundo que sin ellos no se podría hacer televisión, pero no es así
"En The Killing, cuando escribías un episodio eras responsable de él en el set. Y fue ahí donde aprendí cómo son las cosas en una grabación. Me di cuenta de que el guion es lo más importante junto con los equipos técnicos, aunque los directores le hagan creer a todo el mundo que sin ellos no se podría hacer televisión, pero no es así. El creador es el engranaje fundamental de la producción televisiva", dice el autor que cuando llegó el momento de trabajar en su propia serie se hizo cargo de hasta el último detalle. Incluso, cuenta, al estar presente todos los días en el rodaje, a la hora del montaje él sabía con precisión de segundos como se debían editar las escenas. Un nivel de obsesión que probablemente no lo haya convertido en el favorito de los editores y que debe haber complicado aún más su tensa relación con el director Cary Joji Fukunaga, realizador de todos los episodios de la primera temporada de True Detective.
"Intento ver el pasado, el presente y el futuro como una misma cosa que ocurre casi simultáneamente", explica Pizzolatto sobre su estilo de trabajo tanto en televisión como en la literatura. De hecho, Galveston, su novela, bien podría haber sido un spin off de True Detective, una historia de seres marginales atravesando paisajes que cuentan tanto como los diálogos, de ominosos silencios que preanuncian la violencia y el desastre que vendrá. Sin embargo, por esas cuestiones de los derechos y la falta de experiencia Galveston terminó siendo una película que muchos años después -y cuando su nombre ya era sinónimo de éxito en Hollywood- dirigió.
"Fue fácil adaptar mi novela y convertir los diálogos interiores en imágenes que transmitieran para mí la emoción que tenía el material. Pero lo compró otro productor del que me había encargado el guion y ese nuevo productor contrató a Laurent como directora. No tengo nada en contra de ella pero me preguntaba si siendo francesa era la elección adecuada para la historia. Por otro lado, algunas de mis representaciones favoritas de los Estados Unidos fueron filmadas por realizadores extranjeros. Ang Lee, por ejemplo, captó perfectamente el sur del país en Cabalgando con el diablo. El tema fue que no me consultaron nada sobre la adaptación de Galveston. Y no es una cuestión de ego porque la película no modifica mi novela. El film es una entidad separada de mi libro. La cuestión es que cuando me mostraron una versión casi terminada de la película nada funcionaba. Había algo de emoción auténtica gracias al trabajo de Elle Faning y Ben Foster, porque ambos son muy buenos actores, pero ninguno de los puntos fundamentales del relato lograban el efecto deseado en la novela. Me pidieron mi ayuda pero ya no había forma ni material filmado para cambiar la trayectoria de la narrativa. Y, dejame decir, para dirigir y producir una película no se necesita saber ingeniería espacial, no es tan difícil", cierra Pizzolatto sin una pizca de falsa modestia y demostrando que sigue siendo una anomalía en la industria audiovisual.
Alguien que lejos de adoptar el repetido discurso -vaciado de sentido-, sobre el trabajo en equipo y el valor de los esfuerzos colaborativos, prefiere opinar, hacer y escribir a su propio y original ritmo. Y a los que no les guste que cierren el libro y apaguen la TV. Él será el primero en comprenderlos.
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