Se cumple el primer aniversario de la muerte de la actriz de Glee, que logró dejar su marca en la televisión
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Comenzó a trabajar cuando tenía nueve meses y nunca paró: las cámaras la amaban y era un cariño correspondido. Si bien nunca consiguió triunfar en cine, Naya Rivera encontró en la televisión y las redes sociales el sitio perfecto para conectar con personas de todo el mundo y cumplir su sueño de brillar. Sin embargo, lo que debía ser un momento de paseo con su hijo terminó siendo su injusto y temprano final.
Rivera había nacido en Santa Clarita, California, el 12 de enero de 1987 como la primera hija del matrimonio de la modelo puertorriqueña Yolanda y el comerciante George Rivera. Se crió en el barrio de Valencia entre familias latinas con sus dos hermanos, Nickayla, que siguió los pasos de su mamá, y Mychal, quien se convertiría en jugador profesional de NFL. A pesar de todos los trabajos y momentos de su vida, nunca dejó Los Ángeles, sitio que ella consideraba “su lugar en el mundo”.
El carisma y encanto de Rivera eran evidentes incluso de bebé: su primer trabajo fue en una publicidad cuando tenía nueve meses y a partir de allí comenzó a aparecer regularmente en varios comerciales. Con cuatro años debutó como actriz en la sitcom The Royal Family, que solo tuvo una temporada, y luego apareció como invitada en ciclos como The Royal family, The Fresh Prince of Bel-Air, Baywatch, The Bernie Mac Show y Family Matters, entre otros.
Su gran oportunidad de brillar llegaría en 2009 con Glee, en donde consiguió el papel de Santana López, un personaje que comenzó siendo secundario, pero que gracias al talento y belleza de la actriz, pronto comenzó a cobrar más y más protagonismo.
Rivera fue parte de la serie en todas sus temporadas, de 2009 a 2015, y su personaje se volvió incluso más popular cuando salió del closet como bisexual y comenzó a dejar el rol de villana para mostrarse como una suerte de víctima de las circunstancias.
“Cuando mi personaje es sacado del closet por odio fue una historia tan fuerte que recibí miles y miles de mensajes y cartas de personas que se sintieron identificados con ese hecho. Y así creé un vínculo con ellos como jamás imaginé. Es hermoso saber que hay personas a las que tu trabajo les toca el corazón”, recordó entonces.
Así, Naya se volvió una figura relevante para la visibilidad de comunidad LGTBIQ+. Steven Canals, cocreador de la serie Pose, lo puso en estos términos: “Nadie podrá negar la importancia de ver a Naya -una mujer de piel negra con raíces puertorriqueñas- como un personaje queer afro y latino en un show de televisión tan importante como Glee”.
Pero mientras delante de cámara la serie entretenía y empoderaba a la audiencia, el clima en el set era apenas soportable. Años más tarde Rivera apuntaría a Lea Michele: “Cuando Santana comenzó a tomar más protagonismo, ella empezó a ignorarme y con el tiempo llegó a tal punto que no me dirigía la palabra. Lea y yo definitivamente no éramos las mejores amigas y dudo que alguna vez nos sentemos en el sofá a comer juntas de nuevo”.
Si bien en Glee todo el elenco cantaba, Rivera no se caracterizaba por una gran voz, lo que no impidió que interpretara varias canciones en el programa y que lanzara una canción con el rapero Big Sean, de quien se enamoró.
Y es que mientras su fama crecía, la actriz comenzó a tener romances cada vez de mayor perfil. En 2013 sorprendió a propios y ajenos con su compromiso con Big Sean, pero nunca llegó al altar. Sí lo hizo con el actor Ryan Dorsey al año siguiente, luego de numerosas idas y vueltas. El enlace fue en una playa mexicana y algunos meses después tuvieron a su primer hijo, Josey Hollis.
La relación entre Rivera y Dorsey estuvo llena de altibajos: pocas semanas después de que ella pidiera en un tribunal californiano el divorcio en 2016, se arrepintió y volvió a comprometerse con su esposo, pero para fines de 2017 todo volvió atrás, ella fue denunciada por violencia doméstica y decidieron anunciar públicamente su separación. En junio de 2018 llegó el divorcio legal y la custodia compartida de su hijo.
Cuando sintió que la televisión le quedaba chica, probó suerte en el cine, pero sin buenos resultados. En 2014 debutó con la película de terror At The Devil’s Door y, más tarde, en Mad Families, ninguna con repercusión. En 2019 se había sumado a Step Up!, la versión para la pantalla chica de la película homónima.
Los fanáticos seguían con mucha atención sus andanzas en redes sociales, en donde solía contar detalles desconocidos sobre su vida, que luego decidió contar en su biografía Sorry Not Sorry: Dreams, Mistakes and Growing Up, en donde quiso animar a otras personas con un sueño.
La muerte de la actriz llegaría de manera inesperada un año atrás al navegar en un bote con su hijo Josey Hollis por el lago Piru, al sur de California. En algún momento de la travesía, decidió saltar al agua para nadar, pero nunca regresó. Las autoridades se percataron cuando encontraron a la embarcación sólo con el pequeño a bordo.
“Luego de dialogar con el niño especulamos que los dos nadaron juntos en algún momento durante su viaje y que el bote empezó a alejarse y que Naya alcanzó a subir al niño empujándolo desde la cubierta de atrás. Tuvo energías para salvarlo, pero no a sí misma”, dijo el comisario en una conferencia de prensa.
La versión coincide con lo que reveló el padre de Rivera, que habló por videollamada con ambos unas horas antes. “Ella quería ir a nadar con Josey en medio del lago, pero cuando me dijo que no tenía ancla le dije que era una mala idea. Pude ver que soplaba el viento y mi estómago se encogía. Le repetí numerosas veces que no saliera del bote porque se alejaría cuando estuviera en el agua”, recordó el hombre. “Es simplemente desgarrador”, describió luego.
Por decisión del exmarido de Rivera, Josey Hollis hoy es criado por su tía, la hermana de Naya, siguiendo la recomendación de especialistas.
A un año de su muerte, su último posteo en redes sociales es conmovedor. “No importa el momento, las circunstancias o tus obstáculos: cuando estás vivo todos los días son una bendición. Aprovechá el día de hoy y todos los días que te regalan porque nadie tiene asegurado el mañana”.
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