Es cara recurrente en los festivales folclóricos. Tiene personalidad y un estilo al cantar que le confiere identidad artística. Sin embargo, Natalia Pastorutti eligió transitar la escena acompañando a su hermana Soledad. Lo suyo no fue un segundo plano, sino la posibilidad de apoyar, en algunos duetos, la voz de "La Sole". En 2007 editó Me dejo andar y tres años después mostró Fui yo, sin embargo, y a pesar de esos dos discos, eligió mantenerse algo apartada del centro de la escena.
"Ahora tengo el deseo y la seguridad para largarme como solista. Hubo una época en la que no me sentía capacitada para hacerlo y tampoco tenía las ganas. De todos modos, aunque para mucha gente es difícil de comprender, cuando acompaño a Sole, me gusta estar en ese lugar", explica a LA NACIÓN la cantante que acaba de llegar de Arequito para realizar trámites y cumplir con algunos compromisos en Buenos Aires. Es que los Pastorutti son así: sienten que allí, en la provincia de Santa Fe, está el universo propio, el más sagrado.
Arrancó a los 13, cuando se decidió subirse a ese fenómeno apodado "El tifón de Arequito" y, sin poncho revoleado, fue sembrando un lugar con sonidos propios. "Si se puede, voy a seguir acompañando a mi hermana. Aprendo mucho estando con Sole y lo que hago con ella es diferente a lo que puedo mostrar sola. Creo que puede ser muy positivo hacer las dos cosas".
-Los fanáticos de Soledad te quieren mucho...
-La gente me acepta sin conocerme tanto porque tengo el plus de ser su hermana.
-Editaste dos materiales completos, ¿por qué no profundizaste una continuidad como solista?
-Aquellos discos no eran folclóricos, sino que apuntaban a algo más melódico y pop. Los disfruté, pero, en el vivo, no logré una continuidad. No se dio, o quizás no me sentía cómoda.
-Hoy hay un deseo más concreto.
-Desde hace dos años tenía ganas de volver a grabar zambas bien tradicionales, esas que me gustan tanto hacer y que el público disfruta que las interprete.
-¿Considerás que hay algún factor puntual que estimule este regreso a cantar en solitario?
-Además del deseo, seguramente ahora me siento más segura.
-El repertorio actual incluye himnos como "Pedro Canoero" o "Agitando Pañuelos". ¿Sentís que es un regreso a las fuentes con la que te nutriste en tus comienzos como cantante?
-Sí, tiene mucho que ver con eso, la idea es hacer temas folklóricos bien tradicionales y que ya haya transitado alguna vez en vivo con Sole. De todos modos, trabajando junto con Pedro Pacheco, un baterista que integró la banda de mi hermana, le vamos a dar un sonido diferente a cada tema. Estamos trabajando en la búsqueda de nuevas versiones y en el color de la voz. La idea es darle a la gente algo distinto sobre la base de temas que son muy conocidos.
-Un par de esos temas ya están sonando en las plataformas, la forma ineludible en la que hoy los músicos muestran sus trabajos sin ningún tipo de barreras de territorialidad. ¿Habrá una edición en formato tradicional?
-Sí, la idea es editar el disco cuando tengamos cerca de ocho temas terminados.
-Hoy el disco es un objeto simbólico, tangible.
-Creo que sí, es una forma de tener el trabajo físicamente.
Hermanas
-¿Te acompaña Soledad en este camino?
-Me apoya, me insiste. Siempre me estimula.
-¿No se pone en juego algún rasgo de competencia entre ustedes?
-No, solo los que nos conocen desde hace mucho tiempo pueden llegar a comprender por qué existe ese tipo de relación. Mucha gente no puede entenderlo, pero el que conoce nuestra historia, sabe por qué tenemos este vínculo.
-Pero el éxito, que también tiene una doble faz muy nociva, las podría haber separado o generando una zona de rivalidad entre ustedes.
-Que nosotras seamos tan unidas dependió mucho de cómo nos criaron nuestros padres y también tiene que ver con nuestras personalidades. Cuando acompañé a Sole, disfruté mucho, quería estar ahí.
Ver esta publicación en InstagramCosquin 2020... acompañando a @sole_pastorutti !! #La gringa!! Impecable!!! Ph @laureanafenoyph
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-Son muy parecidas físicamente y en la idiosincrasia, pero, y aunque parezca una contradicción, también se las percibe muy diferentes.
-Tenemos personalidades súper distintas, pero los hermanos siempre tienen algo en común. Mucha gente nos carga porque hablamos igual, tenemos la misma tonada. Nosotros no nos damos cuenta.
-Al hablar tenés una cadencia muy particular y aspiras las eses de manera pronunciada, debo decirte que eso transporta al interlocutor, inmediatamente, a tu Arequito natal.
-Me como todas las eses, es mi forma...
-¿Será una forma de anclarte en tu lugar, de no desarraigarte, de demostrar identidad?
-Seguro, es no perder jamás esa identidad. El hijo de Paz Martínez escribió una canción para mí que se llama "Donde quiero estar" y habla sobre eso. En Sole, que es la persona más expuesta y conocida, lo que el público valora mucho de ella es que no perdió jamás su identidad, ni su forma de ser, pero a las dos nos sale naturalmente. Si se hiciese forzado, se notaría.
-El músico puede ejercer su arte en estudio, editando materiales. De todos modos, el gran modo de expresión es el vivo, en contacto con las audiencias, pero cada artista transita esa experiencia de distinto modo. Para Natalia Pastorutti, ¿qué significado tiene el escenario?
-Es mi segunda casa. En el escenario viví de todo desde muy chica. Es un lugar donde me siento cómoda y si bien se trata de un trabajo, nosotras arrancamos de manera inconsciente y porque nos gustaba y divertía. Así que cuando eso no suceda más, dejaré de hacerlo.
-La idea es no perder jamás esa alegría familiar de los comienzos, cuando recorrían los pueblos en el Ford Falcon familiar y tu papá vendía los discos caseros en las peñas.
-Íbamos tres adelante y tres atrás. Era hermoso. No quiero perder jamás ese disfrute. De todos modos, hay un montón de cosas, detrás del escenario, que uno no disfruta, ahí es cuando preferiría estar en mi casa.
-¿Por ejemplo?
-A mi nene lo llevo casi siempre de gira pero, alguna vez, lo tengo que dejar y me duele. Tampoco me gusta perderme momentos familiares o con amigos. Pero llevo tanto tiempo viajando que ya me acostumbré. Para nosotros un lunes o martes se convierte en fin de semana.
Tiempo al tiempo
Al igual que Soledad, Natalia ha ido evolucionando y no se trata solamente de cuestiones artísticas. Para alguien que debutó a los 13, el crecimiento fue expuesto, a la vista de todos. Así, sus seguidores pudieron verla convertirse en esposa de Andrés y en madre de Pascual, que, este año, ingresará al jardín de infantes. En ese devenir, la niña se convirtió en mujer. En esta mujer que hoy sin perder ese condimento campechano que la hace tan especial, se planta con sensualidad, estilizada y muy cuidadosa de su imagen. "Es un camino difícil. Quizás no te encontrás... Son muchos cambios. Una trata que ese crecimiento haya sido armónico. A veces se logra, otras no".
-Una búsqueda que nunca concluye.
-Sí, incluso no siempre entiendo a los más chicos.
-¿Por qué lo decís?
-La tecnología es un mundo que no siempre entiendo. La dependencia y el mostrar todo en las redes tampoco es algo en lo que me sienta tan cómoda, aunque las uso. Yo también me muestro.
Los Pastorutti viven en el mismo predio, algo así como un country propio de tan solo tres casas. En una Griselda y Omar, los padres; en la otra, Soledad con su familia; y en la tercera, Natalia con los suyos. "Se entra por el mismo portón y cada uno se va para su casa. Nuestros hijos lo disfrutan mucho, van de una casa a la otra y nosotros los monitoreamos por WhatsApp. Una le avisa a la otra cuando los chicos van de visita. Convivimos mucho, está buenísimo. Un martes al mediodía comemos todos juntos como si fuera un domingo porque no tenemos tantos domingos para compartir", explica Natalia que, luego de un reciente viaje a Italia se le despertó la avidez por estudiar ese idioma sin descuidar el inglés que le da más de un dolor de cabeza: "Soy tímida y me cuesta hablar en otro idioma".
Abogada, escribana y con el deseo firme de estudiar Sociología, la cantante disfruta de la música, pero también supo construir otros universos que le dan placer y satisfacción intelectual. "Tengo 37 años, a esta edad cuesta más estudiar". Ella es ordenada. Su hermana, no. Ella es madrugadora al punto tal de tomar una clase de pilates antes del amanecer. Su hermana, no. Sin embargo, la mesa familiar las reúne, confidentes como siempre. Será porque ahí está la sangre, el amor incondicional, y aquellos comienzos donde todo era esfuerzo, incluidas las primeras presentaciones en el Festival de Cosquín al que llegaron para arrasar allá por 1996: "Parábamos atrás de una casa, era como un garaje. Los primeros años en Cosquín, mi mamá llevaba el secarropa porque no teníamos tanta ropa. Lo que se usaba, se lavaba, se secaba y se volvía a usar. Pero disfrutábamos, no era un problema no tener ropa". No fue impedimento para que brillaran en el debut en el consagratorio escenario Atahualpa Yupanqui.
"Ahora se tienen otras prioridades: la gaseosa en la mesa, un celular para cada integrante de la familia, el aire acondicionado. Están buenísimos los avances y que todo el mundo pueda estar lo más cómodo posible, pero antes se vivía sin todo eso y éramos muy felices. Por eso quiero que mi hijo Pascual crezca sabiendo que tener un teléfono, un auto lindo, o una gaseosa en la mesa es fruto del esfuerzo, que entienda que hay que trabajar para lograrlo", sostiene.
-Hay cierta sabiduría en entender que sin todo eso también se puede ser feliz.
-Cuántas veces uno desea un objeto y cuando lo tiene, se decepciona. Ahí uno se da cuenta que no era eso lo que realmente necesitaba para ser feliz.
-¿Fuiste víctima del machismo o sufriste algún grado de discriminación por ser mujer y habiendo arrancado tan chica?
-El día que sacamos "Pedro Canoero" salió la ley de cupo femenino para que un treinta por ciento de mujeres ocupe los escenarios de los festivales. Me pone muy contenta, pero también lo veo desde el lado del productor que tiene que contratar a tantas mujeres cuando, quizás, no hay tantas que canten. El público, de hecho, elije más a los artistas varones. No sé por qué llegan más los hombres que las mujeres. Es complicado tener una lectura correcta del tema. Pero, desde ya, me alegran los avances de los derechos de la mujer, aunque estoy en contra de los extremos. Espero que los extremos nos enseñen a encontrar un punto medio. De todos modos, en el mundo del folclore, jamás sufrí una situación fea por ser mujer.
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