Hace un año se casó con su pareja, Ariel Polaco, pero decidieron vivir en casas separadas; su proceso de sanación y de qué se trata su nuevo emprendimiento, The Healing Circle
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Hace unos años, Natalia Lobo entendió que lo suyo ya no era la actuación y decidió dar un paso al costado. Hace cuatro años que no trabaja ni en televisión ni en teatro ni en cine. En cambio, se dedicó a transitar con más profundidad un camino de conocimiento que inició hace muchos años. Descendiente de un linaje de mujeres sanadoras, Natalia asegura: “Después de la pandemia sentí que había que volver a las raíces y despertar la conciencia. Creo que llegó el momento de la integración de nuestra vida diaria en la ciudad y la naturaleza”.
En una entrevista con LA NACION, Natalia habla de su nuevo proyecto, The Healing Circle y reflexiona sobre su relación con Ariel Polaco, con quien se casó hace un año; la decisión de vivir en casas separadas y sobre su salud, luego de una operación a la que fue sometida en noviembre de 2019.
-¿Cómo transitaste el primer año de casada?
-Bien, aunque cada uno vive en su casa. Es complicado ensamblar familias: él tiene dos hijos y yo el mío. Intenté en un momento vivir en su casa, pero yo tengo que vivir con Inti, que tiene 21 años y me necesita. Y yo a él. Entonces, con Ariel estamos en el desafío del encuentro, viviendo en casas separadas. Cómo respetar al otro y no dejar de ser nosotros mismos es todo un aprendizaje. Estamos en ese camino que no es fácil, pero hay mucho amor. Todos estamos en la búsqueda de lo que nos hace bien. Antes parecía que todos encajábamos en algún formato y ya no es así. Aquello se diluye, hay nuevos formatos, nuevas familias y cada uno busca lo que le hace bien. El amor es enorme y las diferencias también, y por eso en nuestro casamiento yo llegué en un barco, porque venía de otro lugar. Somos de dos tribus diferentes que se encontraron y estamos armando la nuestra. Nos queremos con el alma y estamos viendo cómo armar un ‘nosotros’ en casas separadas, y cada uno con su patrón familiar.
-En 2019 pasaste un momento de salud complicado y debieron operarte de urgencia, ¿cómo te acompañó Ariel en ese proceso?
-Me acompañó con un amor (se emociona). Se asustó más que yo. Estuvo a mi lado todo el tiempo. Fue difícil porque en un momento así te sentís más viva que nunca, entendés que no querés perder la vida. En el día a día no te das cuenta de lo valioso que es estar bien, porque das por sentado muchas cosas. Hay que levantarse todas las mañanas y agradecer, y a veces yo también me olvido, a pesar de lo que me pasó. Por eso hay que entrenar, agradecer, escanear nuestro cuerpo, ver qué me pasa, qué siento y eso es lo que quiero compartir con la gente. Hay que despertar la conciencia, y enfocarnos en lo bueno.
-¿Cómo estás de salud hoy?
-Estoy bien. Tengo que hacerme controles cada seis meses. El 11 de noviembre de 2019 me operaron y me sacaron 25 centímetros de intestino. Cuatro días antes me habían dado el diagnóstico y lo bueno es que estaba encapsulado y no tuve que hacer otro tratamiento. Fue un aviso. No pude contarlo entonces porque estaba atravesando ese momento, y después vino la pandemia.
-Siempre comiste sano, ¿cambiaste algo de tu alimentación o de tus rutinas?
-En un momento fui vegetariana, pero la verdad es que a veces el cuerpo me pide carne y la como. Descubrí que los lácteos me hacen mal y no como, tampoco azúcar blanca, ni nada envasado. Trato de ser consciente y de comer muy sano. Hace muchos años que entreno y hago yoga todos los días.
-¿Es verdad que la propuesta de casamiento vino después de esa vivencia?
-Sí. Salimos del médico, llegamos a la esquina y me dijo: ‘cuando termine todo esto nos casamos’. Y yo le dije que sí y lo abracé. Fue un momento de mucha unión y potencia. Ariel me acompañó un montón.
Un adiós y una bienvenida
-Hace mucho que no actuás, ¿por qué?
-Dejé la actuación completamente. Un día estaba grabando el unitario Atrapar al ladrón, en Telefe, en 2019, y de repente me sentí fuera de lugar. Sentí que no quería estar más ahí, como si me hubiera despertado de algo. Me asombré y no entendí, porque me encantaba eso y era mi vida. Es como si se hubiera cumplido un ciclo y el camino ya no era por ahí. Y me escuché.
-¿Extrañás?
-No, nada (risas). Es un ciclo cerrado. Y no extraño porque lo que estoy armando con The Healing Circle son como películas y yo soy la directora. Quiero que la gente experimente una película, no que la mire sino que entre en esa película.
-¿Y ahora?
-Ahora quiero compartir todo lo que aprendí en los últimos años. En realidad, es algo que mamé desde chica porque mi mamá, Chavela, habla de vibraciones y de electromagnetismo desde que tengo memoria. Ella me daba libros de (Carlos) Castaneda. A los 12 años leía Las enseñanzas de Don Juan, también a Krishnamurti, sabía de tarot, de piedras. Crecí con esa formación y la búsqueda de algo más, de lo invisible. Mi abuela, Venera, era la curandera del pueblo, en Azul. Yo no me daba cuenta porque era algo natural. Y durante la pandemia entendí que tenía que meterme para dentro, porque no se podía salir. Empecé a conectarme con esa parte que estaba en mí mucho más de lo que yo creía.
-¿De qué se trata?
-Quiero hacer encuentros para compartir lo que aprendí y lo que hago. Ya tuvimos una experiencia en Merlo, San Luis, en noviembre pasado, pero ahora voy a hacer un encuentro abierto a todos desde el jueves 25 de mayo hasta el domingo 28, en Casa La Providencia, en el km 328 de la ruta 7, Alberdi, provincia de Buenos Aires. Va a haber comida rica, arte, rituales, ejercicios. Quiero armar películas de la vida real para que la gente pueda vivenciarlo. Y lo llevo a cabo con mi amiga y socia, Nanda Labiano, que es psicóloga y tiene una reserva ecológica en Merlo, San Luis. Pensamos en compartir todo lo que hacemos desde hace años y nos hace bien, y es la búsqueda del bienestar y del conocimiento. Va a haber gente que va a compartir sus conocimientos, como por ejemplo un chakaruna (hombre puente), que va a hablar de culturas andinas y de cómo los pueblos originarios se relacionaban con la tierra. Y otro que es músico y luthier que armoniza con sonidos. También una cocinera que es la Pachamama de los alimentos. Mi amiga Nanda va a dar un taller sobre los centros de energía del cuerpo y posiblemente yo guié una meditación y habrá caminatas. Creo que llegó el momento de la integración de nuestra vida diaria en la ciudad y la naturaleza, conectarnos con ella y compartir lo que nos hace bien. Es lo que hago hace muchos años. El encuentro se llama Barro & Pampa conectando desde la raíz. Y la idea es hacer más encuentros a lo largo del año y jornadas en Buenos Aires para quienes que no puede viajar. Me gustaría hacer actividades gratuitas, huertas populares. Ideas hay muchas.
-¿Qué es The Healing Circle?
-Es un viaje de sanación.
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