La periodista cuenta cómo están llevando el divorcio en el seno de su familia
A cada rato repasa los detalles del último 26 de marzo, cuando él dejó la casa. Ese martes, Diego Santilli (46) –su pareja durante casi veinte años– hizo las valijas y dejó el departamento de Recoleta que compartían con sus tres hijos, Teo (11), Nicanor (9) y Tonio (3). A partir de entonces, Nancy Pazos (45) debió rearmar su vida y volver a empezar "de a poco", dice. El vencimiento del contrato de alquiler de su casa en la calle Posadas fue una suerte de trampolín para cambiar de aire y tomar distancia de la ciudad. Así fue como hace poco más de dos meses se mudó provisoriamente a un Club de Campo ubicado en la zona sur de Buenos Aires. Allí montó un estudio de consultoría de branding y marketing que le permite manejar los tiempos con libertad, sin descuidar a su familia. "Hoy le toca a Diego estar con los chicos", cuenta, mientras prepara las tostadas para el té.
–¿Se organizaron respecto del tiempo que cada uno pasa con los chicos?
–Arreglamos compartir las dos casas. Los jueves, por ejemplo, él se queda acá y yo me voy a nuestra casa de toda la vida en Pilar. En vez de trasladar a los chicos de un lugar a otro, somos los grandes los que cambiamos de casa. Queríamos que nuestros hijos conservaran las rutinas y la idea es continuar con esta dinámica hasta que todo se acomode. Por otro lado, también es cierto que Diego está en un momento de su vida especial, la campaña lo abstrae bastante, así que nos organizamos para que los jueves y domingos él los pase con los chicos. Igual, todos somos muy flexibles. Si de repente él tiene libre un almuerzo, viene acá y se junta con ellos.
" Es duro, porque con Diego compartimos casi veinte años de relación, con idas y vueltas. Fue y es el gran capítulo amoroso de mi vida".
–¿Cómo viven tus hijos la separación?
–Cada uno lo digiere de manera distinta. Teo, el más grande, se arrogó el rol paterno de la casa, y ya me tuve que enojar para que dejara de retar a sus hermanos. [Se ríe]. El del medio es el típico que se evade, vive en la casa de sus amigos y trata de olvidarse de esto. Tonio, en cambio, todavía no entiende nada y es el que más demanda a su papá, quiere estar con él todo el tiempo. Tengo tres hijos varones y es natural que necesiten la presencia del hombre y con Diego hacemos lo posible para que eso suceda.
–¿Y vos cómo estás?
–Bien, este fue un año muy duro y, al mismo tiempo, de mucho crecimiento. Pero así creo que son los procesos, una va pariéndose a sí misma y eso fue lo que tuve que hacer a los 45 años. Hoy estoy trabajando para reencontrarme, para ver mis zonas erróneas y, a partir de eso, reaprender de los fallidos. Cuando uno decide no estar más con una persona es porque evidentemente hay un montón de cosas que ya no le cierran. Y ahí, por supuesto, no pude evitar cuestionarme: "Si este hombre salió corriendo, ¿cómo hago para que mis tres chicos no salgan corriendo también?". [Se ríe]. Y trabajar a partir de eso para que no vuelva a pasar. Es duro, porque con Diego compartimos casi veinte años de relación, con idas y vueltas. Fue y es el gran capítulo amoroso de mi vida.
–Cuando él te planteó que quería separarse, ¿te tomó desprevenida?
–Me agarró con las defensas bajas. Lo primero que hice fue preguntarme por qué y dónde estaba yo que nunca me lo vi venir. Obvio que enseguida cambié de terapeuta. [Se ríe]. Todo ese tiempo había estado mirando otro canal, sin notar que en realidad algo se estaba gestando entre los dos. Y cuando te pasa lo que te pasa sin haberlo elegido, claramente te hacés cargo. Mi primera reacción fue sentirme completamente vacía, de no saber qué hacer con mi vida, estaba hipervulnerable. Sé que tampoco fue fácil para Diego, porque todos en definitiva sufrimos este proceso. En mi caso, opté por aferrarme a la vida, que son mis hijos, y decirme: "Tengo que salir adelante".
–¿Hubo alguna crisis que advirtiera el final?
–Se fueron dando una serie de discusiones en relación con el trabajo y, como ya habíamos decidido no trabajar más juntos (yo lo asesoraba en la imagen de su carrera política), pensé que una vez que cada uno siguiera su camino profesional la tensión iba a cesar. Sin embargo, el verano pasado en Pinamar tuvimos otra pelea y ahí me dijo que se quería separar. El 26 de marzo se fue de casa.
"Diego es una persona que voy a querer toda la vida, es un buen ser humano, más allá de cómo fue conmigo".
–¿Creés que pueden volver a estar juntos?
–Lo veo muy difícil, creo que todo el trabajo interior que estoy haciendo me cambió, ya no soy la misma mujer que él conoció. Ojo, Diego es una persona que voy a querer toda la vida, es un buen ser humano, más allá de cómo fue conmigo. La verdad es que deberíamos cambiar mucho los dos para volver a estar juntos: yo debería reenamorarme y él, volver a conquistarme. Ya no la remo más. [Risas]. Si hoy me preguntás cuál fue mi error, te lo digo: debí ser más mujer. Tendría que haber dicho más veces: "No puedo, no me sale, soy débil". Pero me resulta difícil: toda la vida la luché sola, tal vez sea demasiado autosuficiente. Por eso, hoy solo espero a alguien que pueda cuidarme, mientras aprendo a dejar el espacio para que eso pase.
DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS
Al poco tiempo de hacer pública su separación, enfrentaron rumores de infidelidad que vinculaban al funcionario del PRO con la modelo Analía Maiorana (39). Lejos de la exposición, Nancy confiesa que, en la intimidad, aclaró el tema con Santilli. "Lo charlamos muchísimo, sin reclamos. Sé lo que es la infidelidad. De hecho, yo alguna vez fui infiel, estaba casada y me enamoré de otro, que fue Diego, y con él estuve veinte años. Te puede pasar. Soy de las que creen que para que aparezca otro, algo tiene que estar pasando dentro de la pareja". Y enseguida agrega. "Yo estuve tan enamorada de Diego que no se me cruzaba otro hombre en mi cabeza. Me sentía una mujer plena, en la cumbre de mi vida… Pero eso no significa que a él le pasara lo mismo. Siempre pensé que si iba a ser un amor para siempre, en algún momento iba a existir la posibilidad de que se cruzara un tercero", explica.
–¿Si te hubiera sido infiel, creés que lo perdonarías?
–Sí, de cualquier forma no se trata de perdonar a nadie... Creo que la fidelidad era posible cuando los seres humanos vivían treinta años. En lo que a mí respecta, Diego va a ser siempre mi familia, él me dio tres hijos hermosos que amo. Nunca voy a hablar mal del él.
–¿Qué es lo más difícil de una separación?
–Encontrarse sola pensando tu día a día sin tener un ida y vuelta con nadie para tomar decisiones tan tontas como: "¿Qué vamos a comer?". También es difícil sentir esa sensación de frustración, el haber fracasado, el no tener un hombro donde llorar, porque ya no te alcanza con el hombro de una amiga. Y a partir de eso, reconstruir todo lo que tiene que ver con los vínculos que tenías cuando éramos dos: las salidas de a dos, las decisiones cotidianas de la casa….
–¿Dónde ponés tu energía hoy?
–En los chicos y en los distintos proyectos empresariales que desde hace tiempo ocupan mi agenda diaria. Además de mi consultora RR by NP, asesoro en imagen y branding a marcas como Cheese & Sweet y Estilo Bebé, que hace más de diez años se dedica a vender ajuares y productos para bebés. Hoy por hoy elijo no trabajar en los medios, porque eso creo que implicaría no tener tiempo para los chicos. Por suerte, puedo desarrollar emprendimientos propios, que me dan libertad y, sobre todo, me mantienen. No me preocupa lo económico, tengo más de lo que alguna vez imaginé.
–¿Qué hacés en tu tiempo libre?
–Volví a mi deporte de toda la vida, correr. De hecho, soy federada de atletismo. Pero dejé de entrenar hace tres años cuando me lastimé la rodilla. Regresé a la lectura, que tanto placer me da; lo mismo que el teatro, cada vez que puedo me escapo a ver alguna obra. También estoy con ganas de escribir un libro contando historias de amor y pasión que también vuelco en mi página de Facebook, a modo de blog. A veces son tragicómicas y eso me da pie para pensar en hacer algo de stand up en algún momento. Nuestra familia ha pasado crisis mucho peores que esta, como la enfermedad de Nicanor, hace siete años. Después de eso, podés superar cualquier obstáculo. Me parece que está bueno salir a decir "se puede", la vida no se acaba después de una ruptura.
–¿Te gustaría volver a enamorarte?
–Estoy abierta al amor, aunque la realidad es que hoy por hoy mi prioridad es la familia. Sí confieso que en algún momento se me cruzó por la cabeza irme a vivir afuera por el solo hecho de que si un hombre me invitaba a tomar un café podía hacerlo con total libertad sin sentir que iba a tener una guardia de fotógrafos en la esquina. Es muy fuerte vivir así. No soy dueña de salir a cenar con nadie, ni siquiera con un amigo. Y no soy dueña porque no quiero que les llenen la cabeza a mis hijos con inventos. Una, como mujer, tiene ese derecho, pero yo no, porque elegí una carrera determinada y me la tengo que aguantar: no quiero que ese costo lo paguen los chicos.
Texto: Jacqueline Isola
Fotos: Mariana Robeda
Producción: María Abelardo
Agradecimientos: Alicia Spandre, para Cerini, Paula Kerbs Cosmetics, Paruolo, Osklen, Mimo y Converse
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