Nadia Epstein, la “más mala” de Gran Hermano: la maternidad a los 16 años y por qué es irreconciliable la relación con su familia
Fue una de las participantes más odiadas de Gran hermano 2007 y todavía hoy la recuerdan como la “más mala”. Hasta el año pasado, Nadia Epstein tenía el récord del porcentaje más alto de expulsión de todos los Gran Hermano del mundo, con el 93%, pero su récord quedó en manos de la brasileña Viih Tube en 2021. En diálogo con LA NACION, Epstein cuenta cómo el reality le cambió la vida y pasó de trabajar de playera en una estación de servicio a estudiar periodismo y producción y ser parte de los medios de comunicación. Además, habla de su intimidad, cuenta por qué se fue de su casa a los 13 años, fue mamá a los 16 y sueña con ser abuela a los 40. Hoy es parte del debate de los viernes, en Telefe y conduce El confesionario, todos los lunes a las 20, en Radio Tu.
-¿Por qué fuiste la más mala de todas las malas de Gran Hermano?
-Por una jugada que me salió bien, pero después me ensañé tanto que se me dio vuelta y terminé poniendo a Marianela Mirra en el lugar de ganadora. Además, se hizo la víctima y lo aprovechó, lo que me parece bien. Supo cómo seguir su juego y dio el batacazo con la espontánea a Diego Leonardi y se consagró ganadora. A pesar de las diferencias que tenemos, fue la mejor jugadora de todos los Gran Hermano de nuestro país.
-¿Cómo manejaste esa mala onda cuando saliste de la casa?
-La gente me odiaba y a donde iba me insultaban. Me acuerdo que en un boliche en el Chaco yo estaba firmando autógrafos y un pibe me pegó un ‘hielazo’ a muy corta distancia y me desmayó. Me desperté en el hospital y no entendía nada. Pero la realidad es que no lo sufrí. Lo que sucedía me divertía y alimentaba mi papel de mala. Lo capitalicé y me sirvió.
-¿Seguís en contacto con quienes compartiste esos dos meses y medio en la casa?
-Todos somos bastante unidos, nos juntamos al menos una vez al año, y el que no viene es porque vive en el interior o en el exterior. Con ellos hacemos videollamadas.
-¿Con qué objetivo habías entrado?
-Con ninguno. Fue toda una casualidad. Estaba con amigos y salíamos de bailar de La diosa, pasamos por la puerta de Telefe y vimos una cola enorme. No sabíamos de qué se trataba, preguntamos y nos dijeron que era el casting de Gran Hermano y nos pusimos en la cola. Todos hicimos el casting, me llamaron para una segunda entrevista y me interesó como experiencia, y después en la tercera pensé que estaba bueno el premio, porque en ese entonces mis hijas no tenían su casa y lo vi como una oportunidad.
-Ya eras mamá...
-Mis hijas, Yael y Michelle, tenían 8 y 9 años, y hoy tienen 23 y 24. Hasta ese momento, yo trabajaba como playera en una estación de servicio.
-¿Qué pasó después?
-Ni bien salí de Gran Hermano, Jorge Rial me llevó unos meses a Intrusos, como panelista. Conocí a Luis Ventura, que me propuso trabajar en el diario Crónica y ahí decidí estudiar periodismo y producción. Hice las dos carreras, me recibí y empecé a trabajar con Ventura en sus producciones y en su productora, El trébol. Hasta el día de hoy sigo con él. Me interesa el detrás de cámara, sobre todo porque mi exposición fue negativa y la gente se sigue acordando de eso hoy.
-¿Pasaron 15 años y la gente sigue sin quererte?
-En redes sociales no, pero personalmente me tiran buena onda. Laboralmente me gusta más el detrás de cámara, pero sé estar adelante y no me disgusta. De hecho, la paso bien en los debates de los viernes.
-¿Siempre estuviste conectada al reality luego de tu participación?
-Desde que salí de la casa siempre estuve involucrada porque estaba ligada de una u otra forma, como panelista de los debates o en la producción. Estuve al tanto de los participantes y de la dinámica del juego. Esta vez estoy muy enganchada desde el lugar de espectadora, me atrapó y eso no me había sucedido en otras oportunidades.
-¿Por qué?
-Personalmente me gusta cómo juegan, estoy totalmente sorprendida. Me encanta Coti y su juego. Al principio vi un casting bastante diverso y me pregunté qué podía salir de eso. Más allá de que hace tiempo que el reality no estaba al aire, me llama la atención la evolución del ser humano con respecto a todo. Por ejemplo, lo que dijo Martina en el casting sobre la homofobia y después dentro de la casa fue lo contrario. Hay un abismo entre el Gran Hermano de 2007 y este.
-¿Quién te gustaría que gane el juego?
-Me gustaría que gane Coti. Pero hoy veo muy fuerte a Agustín y todo puede cambiar de un momento a otro.
-¿Y quién no te cae bien?
-Romina, la diputada. No me cae bien porque leí cosas de su vida personal que no me gustaron e imagino que lo va a contar en algún momento. O se va a saber.
-¿Alguna vez te arrepentiste de entrar a GH?
-Nunca. No reniego de ser una ex GH y eso que en Argentina, y no pasa en otros lugares del mundo, siempre sos una ex GH y eso te devalúa. Sin embargo, yo nunca lo sentí así, aunque me perdí oportunidades laborales por haber estado en la casa. Muchas veces me sucedió. GH me abrió un montón de puertas y me hizo ver lo que realmente me gustaba, que es el periodismo. Me cambió la visa.
-¿Volverías a entrar a la casa?
-Nunca digo nunca porque si la oferta es buena, bienvenido. Pero por elección propia, no. Sí me gustaría entrar una noche, compartir la fiesta de los viernes con los chicos, por ejemplo. Pero convivir no.
-¿Tenés proyectos personales?
-Quiero ser abuela, pero mis hijas no quieren ser madres (ríe). Me dicen que voy a tener que tener otro hijo para ser abuela. Una estudia para ser maestra intérprete de señas y es hipoacúsica, y la otra es maestra jardinera. Son súper independientes, trabajan, estudian, viven solas. Son lo más. Fui mamá muy joven, a los 16; después estuve con el padre de las chicas durante doce años y si bien nos separamos hace mucho, tenemos muy buena relación. Nos juntamos a comer afuera los cuatro, o vamos a la casa de la abuela que cocina. Solemos hacer esas cosas.
-¿Fuiste mamá tan joven sin pensarlo?
-Mis dos hijas fueron muy deseadas. Me fui de mi casa a los 13 y a los 16 estaba bastante curtida de muchas cosas. Conocí al papá de mis nenas y me enamoré por completo y decidí formar mi familia junto a él.
-¿Tenes relación con tu familia de origen?
-No tengo trato. Solo con mi hermano Mariano. Con los otros tres no y tampoco con mi mamá. Mi papá ya falleció.
-¿Por qué te fuiste de tu casa?
-Porque en mi casa se vivía un ambiente de violencia y gritos, y ya a esa edad sabía que no era lo que quería para mí. Por eso es tan importante hacerse respetar. En mi casa era todos contra todos. Hablé mucho con mis padres en ese momento, les dije que no quería eso. La situación no cambió, deduje que no les importaba que la violencia me estuviera haciendo mal, así que una noche me armé un bolsito y me fui.
-¿A dónde te fuiste?
-A la casa de una amiga, y después de otra y de otra, porque no podía contar que me había ido de mi casa. También he dormido en bancos de plazas. Iba así por la vida hasta que conseguí laburo en un fast food y trabajaba a cambio de una habitación para dormir, que tenían en el mismo local.
-¿Volviste a hablar con tus padres alguna vez?
-Con el correr de los años me volví a encontrar, pero eran los mismos de siempre y nada había cambiado. No tengo ningún mambo con eso, más allá de psicoanalizarme, siempre fui muy autocrítica. No es una cuenta pendiente en mi vida. Y trato de canalizar lo que aprendí, porque no quiero que mis hijas vivan lo que yo viví. Mi familia son mis amigos y los súper valoro.
-¿Seguís siendo amiga de quienes te albergaron a los 13 años?
-Si, claro. Y todavía hoy nos reímos de las respuestas que dábamos y cómo mentíamos cuando los padres preguntaban por qué me quedaba tantos días en su casa. Siempre tuve las cosas claras y los pies sobre la tierra. Tuve mis momentos de vulnerabilidad y eso me fue haciendo fuerte. Muchas noches me acostaba, me invadía la tristeza y me preguntaba por qué tenía que ser así. Aprendí que necesito salir para adelante porque no puedo cambiar lo que sucedió.
-¿Estás en pareja?
-Si, hace poco. Se llama Guillermo y tiene una inmobiliaria en Villa Bosch.
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