Nacho Elizalde: los amores y los odios que encontró en Bake Off y la dura advertencia que recibió por parte de Susana Giménez
El influencer, que se convirtió en uno de los últimos eliminados del reality de pastelería de Telefe, dialogó con LA NACIÓN acerca de sus sueños y empredimientos
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Es una de las caras de Luzu TV, conduce el streaming del programa de Susana Giménez todos los domingos y, esta semana, se convirtió en uno de los últimos eliminados de Bake Off Famosos. Además, hace teatro en el Paseo La Plaza, es uno de los influencers más exitosos de Instagram y tiene varios emprendimientos personales: una marca de ropa, otra de sándwiches de miga y organiza fiestas en el país y en el exterior. Con ustedes… Nacho Elizalde.
-Estuviste en el programa más exitoso de la televisión. ¿Cómo lo viviste?
-Todo nuevo, una locura para mí. Verme en la tele me parece re raro y más entre toda la gente con la que estuve ahí, así que muy contento. Siempre los realities de cocina me gustaron, así que haber estado ahí fue hermoso.
-Venís del mundo del streaming que es muy masivo y ahora llegás a otro público… ¿Cómo es la combinación de estar trabajando en estos dos mundos?
-Está bueno porque los que estamos en el mundo del streaming pensamos que es re contra masivo y después vamos a la tele y decimos: “Ah, acá esta lo masivo”. Veo gente que me saluda en la calle y digo “esta señora no mira Nadie dice nada, esta señora no sabe qué es Luzu”. La tele es la tele. Mi familia que está en Necochea, mi abuela y mi tía, están prendidas a la tele todas las noches y eso es espectacular.
-Estudiaste en un momento cocina, ¿la gastronomía te gustaba?
-Siempre me gustó. Miraba mucho El Gourmet y Utilísima cuando iba al colegio. Hay algo de la cocina que me da paz, que me relaja, es como una terapia. Estaba estudiando Publicidad, dejé e iba a arrancar Producción en TEA, y como tenia medio año libre mi viejo me dijo que haga algo. Y me puse a estudiar gastronomía en el IAG durante un año. Iba a las clases prácticas pero faltaba a las teóricas porque no quería trabajar de eso. Y ahora, de repente, el mundo conspiró para que esté en un lugar cocinando y me encanta.
-¿En tu casa cocinabas?
-En mi casa siempre se comía mal. Las milanesas eran finitas y con doble pan. La pizza más loca que se comía era la de fugazzeta y el puré instantáneo. Yo preguntaba: “¿Qué vamos a comer hoy? Ok, avísame 20 minutos antes que yo me hago mi puré”. Hervía las papas, las pisaba y me hacia el mío.
-¿Y los dulces?
-Nunca hice en mi vida, por eso estoy aprendiendo una banda. Apenas supe que iba a estar en Bake Off, llamé a una amiga que estuvo en MasterChef y le pedí que me recomiende alguien que me dé clases de pastelería. Es muy difícil, es todo muy metódico, ordenado y prolijo, y eso me gusta. Lo disfruto porque para mí es una terapia. Primero, porque yo laburo todo el día con el celular, entonces estar todos los días en un programa con el teléfono lejos y tocando un producto me relaja.
-¿Cómo fue ese trabajo de dejar el celular de lado?
-Me encanta. No puedo dejar el celular de lado si no tengo nada que hacer, pero si tengo un objetivo lo dejo y es una paz.
-En este mundo de la tele seguramente te cruzaste con personajes que nunca te habías cruzado…
-Sí, todos. A Callejero Fino lo había entrevistado para mi programa de música. A Mariano Iúdica lo conocía porque soy el mejor amigo de su hija Valentina, y a Cande Molfese por Luzu, pero después listo. Amo a Vero Lozano, es mi madrina de la tele. Damián de Santo es la persona más increíble del mundo; no para de saltar, se abre de piernas, hace verticales, te encaja un pico, no para un segundo. A Eliana Guercio la primera vez que la vi le dije que no sea mala en este reality, y después me di cuenta que es una piba espectacular porque es un delirio. De repente, ves su estación y hay harina por todos lados, está a los gritos y entrega.
-¿Quién lloraba más, Andrea del Boca o Eliana Guercio?
-Uff, está peleado eh. Y Cande Molfese se suma ahí también. Las tres eran llanto absoluto. A Mariano se le ha escapado alguna lágrima también.
-¿Cami Homs es el personaje que todos quieren?
-Sí, y yo la odio (risas). El día que la conocí, dije: “Esta piba no puede ser tan perfecta, tan prolija. Entrega bien, su estación siempre está limpia, está siempre ayudando a la gente”. Me cae tan bien que por eso digo que la odio (risas).
-¿Y Wanda?
-Wanda es Wanda. No la conocía y la amé. Es bárbara, le chupa un huevo todo. Es fresca y graciosa así como se ve en el programa. Es espectacular.
-Sos un emprendedor, todo el tiempo tenés algo en la cabeza: si no son los sandwiches, es tu marca de ropa (Tranca) o la fiesta Polenta...
-No me sale relajar. Me gusta hacer, me gusta estar en movimiento. Son todas cosas que siempre quise hacer y nunca pude porque no tenía plata o no tenia visibilidad o equipo, y ahora que tengo la posibilidad lo voy a hacer.
-Contame de las fiestas Polenta, ¿cómo surgieron?
-Arrancamos hace cinco años. Es una fiesta que hacemos todas las semanas en la Argentina y hemos hecho en Madrid, Barcelona, Israel, Miami, Nueva York. Hoy me entere que vamos a hacer una en Berlín. Las hago con mi socia, Maru Froman, que también es DJ. Somos como 60 trabajando en Polenta. Nos asociamos con productores de allá y la hacemos. Yo tenía una banda (donde tocaba la batería) y no nos llamaban para tocar en ningún lado. Un día mi socia me dice: “¿Estás para tocar en el Matienzo con tu banda?”. Y después organizó una fiesta a la que llamó Polenta, y a mí me encantó porque es como una palabra muy argentina que habla de algo básico como la polenta y también de la fuerza, la garra. Ese doble significado me gustó.
-¿Cuándo fue la primera vez que viste que podía ser un gran negocio?
-Cuando estaba en Luzu agotamos el lugar de 500 personas dos veces y de ahí pasamos a otro espacio para 3500 personas con un miedo terrible; lo agotamos también. Ahí dijimos “ah bueno, ahora a laburar de verdad” (risas).
-¿Cómo se hace para ser un emprendedor en este país?
-Se nota mucho como va cambiando todo. Primero, no me dan las horas del día, duermo ocho horas pero cuando me levanto estoy a mil. Y después tener empleados, pagar impuestos, entender cuándo comprar. El mundo textil es complicadísimo, es uno de los primeros castigados cuando hay crisis, los proveedores te entregan cuando pueden o tienen. Hace un año me la jugué en abrir un local en pleno Palermo y eso significa un alquiler, empleados fijos, gastos, pero me dan ganas de apostar y quiero que sea una marca grande e importante. Sé que va a llevar años, pero voy de a poco.
-Son rubros totalmente distintos, ¿quién te aconseja sobre dónde invertir y dónde no?
-Un poco mi intuición y un poco mis socios. El de Tranca está en el rubro textil hace tiempo y “La Polaca” (su socia de Polenta) esta laburando en eventos y fiestas hace mucho.
-¿Y los sandwiches?
-Estamos en stand by con eso porque nos dimos cuenta que necesitábamos un local. Se tienen que hacer y entregar en el momento, así que estamos esperando.
-¿Tu primera buena plata con qué fue?
-Con Instagram. Puedo hacer Tranca y Polenta porque toda la plata de Instagram la pongo ahí, no me la guardo; la invierto en los proyectos que me hacen feliz.
-¿Cuándo descubriste el negocio de Instagram?
-Estar en Luzu y Nadie dice nada me dio mucha exposición. Las marcas me empezaron a hablar. Al principio por canje, después ya por plata. Yo siempre trato de elegir cosas que realmente me identifican. Hay cosas que no voy a hacer nunca como casinos online y todo eso. Me cuido y digo más no que sí. Uno construye su perfil, y si agarro todo no va conmigo, así que trato de elegir bien, cobrarlo bien y esa plata invertirla.
-También estás en el streaming de Susana los domingos.
-Sí, me llamaron de Telefe y me dijeron que iba a volver Susana y que querían que conduzca el streaming. Obvio que dije que sí porque era Susana y porque Telefe es un canal que me encanta. Lo único que dije es que no quería reaccionar a todo, que quería que sea un programa independiente, así que arrancamos de 9 a 10 con nuestro programa y después de las 10 reaccionamos al programa de Susana. Si hay algo que no nos gusta (por más de que sea Susana) lo vamos a decir. Cuando aceptamos dijimos: “Sepan que vamos a ir con la verdad”. Así que cuando algo nos parece un embole lo decimos.
-¿Qué te pasó cuando la viste a Susana por primera vez?
-Fui a saludarla y le dije que la amaba. “Qué bien vestida que estás, sos una reina”, le dije. Después le conté del streaming y me dijo: “Si hablan mal de mí, los mato” (risas). En el programa debut nos metimos en el corte y nos dio una nota, y la idea es seguir irrumpiendo. Yo quiero ser Susano algún día. Soy lo opuesto a Dani y Licha, que están súper trabados. Hay que ver si Susana quiere pero es mi objetivo antes de fin de año.
-Además se sumó el teatro…
-Yo estudié teatro durante muchos años. En realidad, mi plan A era ser actor hasta que me di cuenta que me iba a cagar de hambre y dije no, pero mi plan sigue siendo ser actor aunque sea eventualmente. Así que con Valen Iúdica (ex productora de Nadie dice nada y mi mejor amiga) armamos algo en teatro que se llama No se ilusionen y es el rodaje de un Late Night. Ves todo el back: al aire ves al showman increíble, canchero, y en el corte su inseguridad absoluta. Es lo que pasa un poco en la realidad y me pareció interesante mostrar eso. Me daba mucho miedo saber si iba a vender entradas y después enfrentarme a 440 butacas/personas.
-¿Qué te pasa cuando la gente va y compra la entrada?
-Me encanta. Cuando hago un chiste y se ríen es lo más. La respuesta del público en el momento es espectacular. Nunca quise ser un influencer que aprovecha el momento para vender entradas, siempre quise hacer algo que esté bueno, que se vea la producción, que se vean los detalles, y está funcionando.
-Sos influencer, empresario, actor… ¿Hay alguna faceta que más disfrutes?
-La verdad es que todo lo que hago lo disfruto, sino no lo hago. Por suerte puedo elegir qué hacer. Cocinar en la tele me parece increíble, me divierto mucho haciéndolo. El teatro es algo distinto y, si bien estoy cagado en las patas cuando salgo a escena, apenas se ríe la primera persona ya está. El streaming es algo que me queda cómodo, me gusta… Sigo con mi programa de música dos veces por semana que lo amo porque soy fan de la música, de ir a conciertos, soy coleccionista de vinilos así que me nutre mucho hacerlo.
-Hay mucha competencia hoy en el mundo del streaming… ¿Cómo la vivís?
-Sí, a mi no me gusta mucho como la medición de los números. Para mí, la diferencia del streaming y la tele es la comunidad. Más que agarrar tanto porcentaje de gente, lo más importante es armar comunidad y Luzu armó una increíble. La gente va a estar mirando esté quien esté.
-¿En Luzu tuviste tu primer trabajo en los medios?
-Sí, yo estudiaba publicidad así que laburaba para agencias. Ahí lo conocí a Nico Occhiato y él me dio el primer laburo como productor con Nadie dice nada. Renuncié a mi laburo sin saber lo que iba a pasar, pero me gusta producir, pensar ideas, guiones, secciones, llamar a los invitados.
-¿Qué te queda pendiente por hacer?
-Todo, es infinito. Desde tener un programa de música a uno de cocina. Actuar en pelis, series. Tener un barcito con discos. Lo que esté dentro de mis posibilidades lo voy a tratar de hacer.
-¿Los viejos qué dicen?
-Mis viejos me bancan. La tengo dividida por el mundo a mi familia. Mi viejo vive en Necochea, mi mamá mitad acá y mitad en el sur. Mi hermano en París y mi hermana en México, así que estoy medio solo acá. De repente me ven en la tele y no entienden nada. Para ellos es una locura todo.
-¿Vas a Necochea seguido?
-Yo nací en Necochea, pero nunca viví ahí. Mis papás vivían acá, sólo que de diciembre a marzo iban a Necochea y yo nací un 31 de diciembre. Tengo a toda mi familia allá y cada vez que puedo voy en el verano, para las fiestas o algún finde largo. Es una ciudad tranquila, es mi cable a tierra.
-¿Y tu novia?
-Re bien. Ya estamos hace casi 4 años. Ella era estilista de Flor Jazmín y de Nadie dice nada y la conocí ahí y no nos separamos más. Me entiende, me acompaña, me potencia, no me inhibe y eso que no es fácil estar con alguien como yo. Viajo mucho, tengo muy poco tiempo libre y ella me acompaña y no me la complica, así que estoy contento.
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