Murió Ramona Galarza, la dama del chamamé, a los 80 años

La cantante de chamamé Ramona Galarza murió esta madrugada a los 80 años, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio. Así lo confirmó el presidente del Instituto de Cultura de Corrientes, Gabriel Romero, a través de su cuenta de Facebook.

Conocida como "la novia del Paraná", la artista correntina nació el 15 de junio de 1940 y tuvo entre su legado la responsabilidad de popularizar el chamamé a nivel nacional.

Ramona pasó de ser la cantora favorita de los campeonatos escolares de su provincia, a participar en una orquesta provincial, durante el boom folclórico de los años 60, y construir un repertorio de clásicos como su versión en guaraní de "Kilómetro 11", que la llevó a cantar en el Lincoln Center y en el Carnegie Hall, en los años 70.

Años atrás, en diálogo con LA NACION, la correntina se definió como "una autodidacta", "una cantora natural que surgió espontáneamente", como muchos músicos de su provincia. "El chamamé no muerde. Siempre te recibe con los brazos abiertos, chamigo", decía cuando le preguntaban qué les diría a los que tenían prejuicios sobre este género marginado del folclore.

Con éxitos como "Merceditas", "Pescador y guitarrero", "Río rebelde", "Virgencita de Caacupé" y "Bañado Norte", Galarza logró diferenciarse y apropiarse de un nicho que le pertenecerá aún después de su muerte. Grabó una veintena de discos, participó de nueve películas y fue la difusora de este estilo.

Sobre el chamamé decía: "Está muy arraigado en nosotros, como nuestras comidas, nuestras costumbres. Por eso, cuando los correntinos nos venimos para Buenos Aires nos traemos todo para acá, pero mi pensamiento siempre está en el chamamé y en Corrientes". Y agregaba: "Dentro del mismo litoral, hay diferentes estilos, depende en la zona en la que uno haya nacido. Yo soy de la ciudad de Corrientes, que es la que tiene chamamé, pero Formosa tiene una influencia más paraguaya y Misiones un costado del inmigrante europeo. No nos sentimos dueños, pero amamos nuestra música y tenemos incorporado el chamamé hasta en nuestra forma de hablar".

Su padre era dueño de un boliche donde abundaban los guitarreros, pero murió joven y ella solo conoció esa faceta de él por las historias que le contaba su madre. De él, pensaba, había heredado la pasión por la música.

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