Murió la mujer de Carlos Monti, tras una larga batalla contra la leucemia
Silvia Liceaga había sido diagnosticada hace seis años con la enfermedad y había sido trasplantada de médula
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Este sábado por la mañana, después de una larga batalla contra la leucemia, murió Silvia Liceaga, la esposa de Carlos Monti. La mujer, que había sido diagnosticada hace seis años y desde aquel entonces se enfrentó a diferentes procedimientos, se había casado con el periodista en 1981 y tenía tres hijos junto con él: María Paz, Ignacio y Milagros.
Después de muchos tratamientos, en el último tiempo su estado de salud comenzó a complicarse, razón por la cual transitó unos meses de internación domiciliaria, en donde estuvo acompañada de su familia. El adiós final será este domingo a las 12.30 en el Parque Memorial de Pilar, lugar elegido para que descansen sus restos.
La noticia fue confirmada por APTRA, que emitió un escueto comunicado. “Lamentamos comunicar el fallecimiento de Silvia Liceaga, esposa del querido socio y ex directivo Carlos Monti y madre de la socia Milagros Monti”, expresó la Asociación este sábado.
En mayo de este año, Monti abrió su corazón durante una emisión de Desayuno Americano en donde reveló la larga lucha que enfrentó su mujer contra la enfermedad. “Hace seis años que está enferma. Ella fue trasplantada de médula hace seis años porque tenía leucemia”, comentó el periodista de espectáculos. En el caso de Liceaga, su hermano fue el donante.
“Tuvimos la suerte de que el hermano de ella, Ignacio, era compatible. El trasplante en sí mismo dura una hora, pero hay una preparación previa. Primero le barren su médula a través de una quimioterapia para llegar al trasplante. De noviembre (que es cuando se enteró de su enfermedad) a marzo (que es cuando la trasplantaron) hizo quimio; la última fue la más fuerte de todas porque le dejan la médula en cero“, indicó en ese momento.
Tratamiento integral
A pesar de que la operación salió bien, a las semanas el organismo de Silvia no reconoció la médula y comenzó a atacar otros órganos. “Eso obliga a otro tratamiento que, al principio, no dio el resultado esperado. Ahora está en Fundaleu haciendo otro que se llama fotoféresis, donde le sacan sangre, la licuan en una máquina para atacar los eosinófilos (que son los que la atacan a ella) y le vuelven a meter su propia sangre”, relató sobre este tipo de tratamiento que realiza tres veces al mes, el cual se complementaba con “una batería de pastillas diarias y corticoides”.
La salud de Silvia hizo que la vida de toda la familia cambiara. “Ella está con internación domiciliaria. Tiene kinesiólogo, enfermera, médica clínica. Nos cambió la vida a todos”, dijo entre lágrimas Monti en ese momento, destacando la fortaleza de su mujer para hacerle frente a la enfermedad y a las adversidades que se iban presentando.
“Mi mujer es una luchadora, una leona. Hemos pasado momentos muy complicados, internaciones muy largas, sin embargo, siempre con una sonrisa intentando llevarla hacia delante. Nos tocó esto y con mis hijos y mis consuegros estamos todos empujando para el mismo lado; tratando de llevarla lo mejor posible. No es fácil, pero hay que asumirlo. Uno tiene que seguir trabajando y luchando”, agregó totalmente quebrado.
Liceaga era artista plástica, pasión y trabajo que tuvo que poner en pausa para priorizar su salud y poder realizar todos los tratamientos que necesitaba. “Todos nos readaptamos a la vida de ella. Hace seis años que duermo con un ojo abierto. Escucho como respira y ya me doy cuenta como está. Las veces que yo la he internado porque me daba cuenta que no estaba bien”, aseguraba Monti, quien fue junto a sus hijos y a sus nietos, el principal sostén de la mujer durante los seis años de batalla contra el cáncer.
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