Murió la actriz Nelly Prince, madre de Cristina Banegas y pionera de la televisión argentina
Tenía 95 años y deja atrás una notable carrera que además de la TV se extendió al teatro, a la radio y a los espectáculos musicales. En 2007 grabó por primera vez un disco de tangos clásicos
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Empezó en 1931, con apenas seis años, como figura de una compañía infantil que se presentaba en la radio. Y en 2018, con 92, seguía activa cantando tangos. En el medio hubo un largo espacio de lucimiento radiofónico, grandes apariciones en la TV, teatro a granel, unas cuantas películas y hasta un disco de grandes tangos grabado en 2007. La protagonista de este largo, fecundo y extraordinario viaje fue Nelly Prince. Murió a los 95 años y lo primero que puede decirse de ella, por haber empezado tan temprano y mantenerse activa casi hasta el final, que fue legítima dueña y protagonista de casi un siglo de admirable presencia artística.
El anuncio de su fallecimiento se conoció a través de la Asociación Argentina de Actores. “Con gran dolor despedimos a la actriz, locutora y cantante Nelly Prince. Fue una prestigiosa referente de la cultura y de los medios de comunicación argentinos, con una ininterrumpida y amplia trayectoria artística. Nuestras condolencias a su hija, la actriz Cristina Banegas; su nieta, la actriz Valentina Fernández de Rosa, familiares y seres queridos”, señaló el comunicado.
Prince siempre fue una mujer elegante, desenvuelta, pícara y segura a la vez frente a las cámaras, de sonrisa plena, mirada franca y una cabellera rubia, peinada de todas las formas posibles, que se mantuvo con el tiempo como una de sus marcas. En la última etapa de su carrera quedará siempre como máximo recuerdo Con aire familiar, el espectáculo que compartió con su talentosa hija, Cristina Banegas, en El Excéntrico de la 18, espacio teatral que mantuvo esa impronta familiar. Creado y orientado por Banegas, tuvo siempre entre sus artífices a la nieta de Prince, Valentina Fernández de Rosa.
“Sucedió algo milagroso, no paré nunca. Hice de todo. Es que no hay gente tan mayor con mi cabeza, con mi memoria. Llevé una vida sana, soy coqueta porque me encanta. Y ya digo la edad, no me queda más remedio”, le confesó a LA NACION en una charla llena de recuerdos publicada en octubre de 2020. De la mano de la privilegiada memoria de Prince seguía viva la evocación de aquellos primeros tiempos de la televisión, de los que fue protagonista estelar. Después de ella ya casi no quedan testigos ejemplares de aquel tiempo.
“Nelly, naciste para la televisión”, recuerda que le dijo a mediados de 1952 el productor Eddie Williams, el encargado de los temas radiofónicos y televisivos de la agencia que tenía contratada a Prince en Radio Belgrano. En ese lugar se había afirmado como figura muy reconocida, entre otras cosas gracias a su perspicacia para adquirir un título que por entonces no estaba tan difundido. “Todavía no estaba reglamentada la profesión de locutor. Al reglamentarse fui al ISER y tuve la genial idea de dar examen. Como iba al liceo, tenía conocimientos de inglés y de francés, no de alemán (aunque sabía pronunciar los nombres) y lo aprobé”, recordó ante Jorge Nielsen en el primer tomo de La magia de la televisión argentina, que recorre la década inicial del medio, entre 1951 y 1960.
A partir de esa intuición, Prince estuvo entre los primeros en probar suerte en un espacio tan arriesgado como tentador al que ella siempre le vio futuro. No se equivocó. Y tampoco tardó mucho en convertirse en una de las más importantes actrices-locutoras encargadas de los avisos publicitarios que por entonces se transmitían en vivo. “Aunque no quería, me metí a hacer publicidad. Yo me resistía porque me sentía actriz. Pero en un momento me permiten meterle mano a los textos, poner un poco de humor, abandonar el estilo radial, actuar más y así me empezó a gustar”, le contó en 1998 a Carlos Ulanovsky en un testimonio recogido en el libro Estamos en el aire, una historia de la televisión en la Argentina.
Su debut como actriz televisiva fue en 1952 con Una ventana a la vida, en compañía de otro de los grandes actores-locutores de la época, Adolfo “Fito” Salinas. “Era una comedia muy sencilla en la que frente a cualquier excusa, en las situaciones más insólitas, a la chica se le aparecía un vendedor de televisores”, recordó Williams, productor del ciclo, en Estamos en el aire.
El primer gran momento de Prince como estrella de la TV llegaría poco después en compañía de Guillermo Brizuela Méndez, con quien compuso una pareja televisiva perdurable, capaz de superar cualquier desafío en esos tiempos artesanales. Ellos fueron los rostros de una célebre campaña de avisos para la mueblería Eugenio Diez, en la que ambos se prestaban a todo tipo de escenas risueñas con disfraces preparados para la ocasión. Podían vestirse de novios, de viajeros, de expedicionarios o de indígenas.
Algunos años después llegarían al extremo en esas cosas de disfrazarse con Ahí viene el circo, uno de los primeros programas escritos por Hugo Moser, donde encarnó al payaso Rabanito. Se estrenó en Canal 7, en 1957, en un momento de gran expansión de los ciclos infantiles, fogoneados por la aparición del Capitán Piluso de Alberto Olmedo.
Le tocó descubrir ese arte en el barrio de Pompeya, con frecuentes visitas al circo del padre de Carlos Scazziotta, que formaba parte del elenco del flamante envío. “Brizuela y yo íbamos dos veces por semana a aprender cómo caer, a caminar con los zapatones, algunas piruetas y algunos truquitos de magia. Ese circo también nos mandaba los animales, que eran mi drama. Siempre pasaba algo, yo era la única mujer. Me ponía esos zapatos, me pintaba la nariz como un rabanito, las cejitas azul y blanco, la boca blanca, una peluca cortita cortita color zanahoria. Una vez un mono me dio un beso, se pasaron años cargándome, decían que el mono se había enamorado de mí”, contó, risueña, en La magia de la televisión argentina.
No fue esa la única vez en la que Prince tuvo un curioso encuentro con animales. En Estamos en el aire recordó que cuando estaba por aquéllos años, también con Brizuela Méndez, al frente del ciclo de entretenimientos ¿Y usted, qué sabe hacer?, un día llegó al estudio un criador de caballos enanos que empezaron a perseguirla por todo el estudio. El programa era un desfile de personas que mostraban sus destrezas, hobbies o talentos, hasta los más estrafalarios.
Aquella experiencia de Ahí viene el circo la llevaba siempre a sus recuerdos infantiles más tempranos, relacionados con el arte cuando todavía era una niña. Había nacido en la Capital Federal el 27 de julio de 1925 como Nélida Couto y cuando tenía apenas seis años ya formaba parte de La pandilla Marilyn, un programa vespertino de radio dedicado a buscar y presentar al público nuevos talentos infantiles. Esa “pandilla” estaba integrada en cada temporada por unos 30 chicos, que se lucían cantando, bailando, actuando o zapateando. Además de Prince, de allí surgieron figuras como Beatriz Taibo, Raúl Rossi, Delfy de Ortega y Guido Gorgatti.
Dos años después, a los 8, hizo su primera aparición en un radioteatro, y a los 10 debutó en un escenario teatral en una versión de Cumbres borrascosas. Integró luego las compañías de Eva Duarte, Blanca del Prado, Alberto Migré y Nené Cascallar. Cuando estaba representando una obra de esta última autora, La chica de al lado, por Radio Belgrano, fue convocada para probar suerte en la TV.
Gracias a la lectura en vivo de los avisos y a través los programas en los que empezaba a adquirir protagonismo, Prince se ganó su primer gran reconocimiento en TV como una gran comediante. Siempre recordaría entre los programas que más disfrutó el ciclo Telesolfas musicales, en 1957. “Era muy divertido. Ibamos en un horario central, gustaba muchísimo. Como soy medio payasa, toda la vida me encantó hacer ese tipo de programas cómicos. Se parodiaban operetas y algunas óperas. Nos pasaba de todo… mientras bailábamos teníamos que sostener un decorado que se nos caía encima. En la escena de amor de Romeo y Julieta pasó un utilero delante de cámaras”, contó en La magia de la televisión argentina.
Allí contaba también que esa TV de tiempos pioneros le dio una extraordinaria agilidad mental, porque había que resolver todo el tiempo en vivo situaciones imprevistas y desafíos inesperados como el de la comedia El niño de los Dariño, protagonizada por una familia que tenía un hijo invisible (con la voz de Nelly Beltrán). También le tocó compartir cartel con José Cibrián y Ana María Campoy, a la que siempre reconoció como “la mejor actriz argentina”.
La trayectoria posterior de Prince es una sucesión permanente de muestras cabales de ese espíritu multifacético y de un compromiso artístico que siempre nacía de la comedia, pero que podía extenderse sin problemas hacia otras expresiones. Así ocurrió en el teatro, que la tuvo como figura de comedias brillantes (Boeing Boeing), clásicos (Don Gil de las calzas verdes), obras costumbristas de cuño porteño (Discepoliana, Como con bronca y junando) y recientes homenajes (Póstumos). Fue menor su aporte al cine, del que muchos recuerdan sobre todo apariciones en éxitos de su tiempo como Veraneo en Mar del Plata, Pimienta y La sonrisa de mamá.
Con gran dolor, despedimos a la actriz, locutora y cantante Nelly Prince, prestigiosa referente de la cultura y de los medios argentinos. Nuestras condolencias a su hija, la actriz Cristina Banegas, su nieta, la actriz Valentina Fernández de Rosa, familiares y seres queridos. pic.twitter.com/lyZNO9qQMe
— Asociación Argentina de Actores (@actoresprensa) May 6, 2021
Muchos la descubrieron, ya octogenaria, como exquisita intérprete de tangos. La música era una asignatura postergada en su caso. “Yo canto desde que tengo dos años canciones andaluzas. Mi madre era de Granada. Ella cantaba maravillosamente. No fue artista porque sus padres no la dejaron. Yo agarraba cualquier mantel, colcha o mantón de Manila, me lo ponía y empezaba a cantar frente al espejo. Nunca a media lengua. Siempre fui un monstruito”, le confesó a LA NACION en 2018, cuando cantaba tangos con su hija Cristina Banegas.
Una década antes, en 2007, grabó Tarde, su primer y único álbum discográfico. “Ella empezó a cantar de chica mientras hacía radio… Ella, la pionera de la televisión argentina… Ella es mi madre. Cuándo es tarde para cantar”, escribe Banegas en el booklet de esa edición de Acqua Records que incluye bellas versiones de tangos clásicos como “Melodía de arrabal”, “Naranjo en flor”, “Fuimos”, “Tinta Roja”, “Maquillaje”, “Como dos extraños”, “Desencuentro” y “La última curda”, con arreglos del guitarrista Edgardo Cardozo y la producción artística de la propia Banegas. Cerró así una larga etapa de compromiso tanguero que se había iniciado junto a Alberto Castillo en Yo tengo un tango en el alma.
Prince se quedó con el sueño sin cumplir de grabar otro disco, pero nunca dejó de estar activa y vigente. No dejó nada sin hacer. En teatro, en televisión (con apariciones recientes en Los Roldán, Rosa, Violeta y Celeste y la reciente miniserie La caída, entre otras producciones) o recorriendo el país o el exterior con espectáculos en los que unía música y poesía. Hasta en pandemia siguió comprometida con nuevos proyectos, en este caso vinculados a la lectura. Vivió para el arte y el arte fue su memoria y su legado, transmitido a través de las generaciones. “Yo cumplí con el deseo de mi madre de lo que no pudo ser. Y una de las cosas que yo no logré es hacer todo lo que hizo este monstruo que es mi hija”, dijo en 2018. Nos dejó Nelly Prince, una artista de pura sangre.
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