Murió José Luis Díaz, el sonidista de las grandes películas del cine argentino
El trabajo artesanal, metódico y siempre fructífero de José Luis Díaz es el resumen perfecto de lo mejor que dio el cine argentino de las últimas tres décadas y media, desde el trabajo que menos se conoce detrás de las cámaras y que a la vez resulta esencial para la realización de una película. El sonidista de las grandes producciones nacionales del último tiempo, el experto que buscaban todos los directores para lograr que sus películas se escuchen de manera inmejorable, falleció a los 66 años.
Todos en el pequeño gran mundo del cine argentino no trataban a Díaz por su nombre o su apellido. En cada rodaje, en cada proyecto y en cada conversación era el amigo al que siempre llamaban por su apodo, "Ruidito". Ese apelativo tierno es el común denominador del afectuoso recuerdo que empezó a circular en las redes sociales no bien se supo la noticia de su fallecimiento, víctima de un cáncer.
"Trabajar con Ruidito era una delicia, pero conocer a Ruidito era aún mejor", escribió desde Twitter el productor Axel Kuschevatzky. La frase puede servir como síntesis del estado de ánimo de la comunidad cinematográfica local frente a una noticia que provocó inmediata congoja, y a la vez una multitud de cálidas evocaciones y elogios unánimes a sus cualidades humanas y profesionales.
Trabajar con Ruidito era una delicia, pero conocer a Ruidito era aún mejor. Te vamos a extrañar tanto, José Luis Diaz.&— a?el ???c?eva?z?y (@AxelKuschevatzk) September 4, 2020
La trayectoria de Díaz es impresionante. Fue el sonidista de todos en el cine argentino. Su trabajo incluye películas como Los chicos de la guerra, Esperando la carroza, La película del rey, Hombre mirando al sudeste, Un lugar en el mundo, Cenizas del paraíso, Plata quemada, El hijo de la novia, Historias mínimas, Kamchatka, Luna de Avellaneda, Igualita a mí, Metegol, Mi primera boda, Vino para robar, Los que aman odian, Mamá se fue de viaje, 2 + 2, El cuento de las comadrejas, El robo del siglo y muchísimas más. Juan José Campanella, Ariel Winograd, Marcelo Piñeyro, Carlos Sorín, Marcos Carnevale, Adrián Suar y muchos más confiaron siempre en Díaz como el responsable ideal del sonido de sus creaciones.
Tuvo a su cargo el sonido de las últimas tres películas argentinas nominadas al Oscar: El hijo de la novia, El secreto de sus ojos (ganadora del premio) y Relatos salvajes. Y también ocupó ese lugar en destacadas producciones internacionales realizadas en nuestro país y en el exterior como Los dos Papas, Operación final y La red avispa. Al trabajo internacional de Díaz se sumó la supervisión del doblaje argentino en las versiones habladas en nuestro idioma de algunas producciones animadas de Hollywood como Angry Birds 2 y Hotel Transilvania 3. Llevó además durante algunos años sus conocimientos al cine español.
Nacido el 18 de noviembre de 1953 y criado en la zona oeste del Gran Buenos Aires, Díaz fue estudiante de computación y se encaminaba casi de manera natural por seguir estudios superiores de ingeniería electrónica. "Pero cuando estaba haciendo mi ingreso tuve un tipo de alucinación. De golpe me vi con un uniforme midiendo voltajes, siempre a la par de varios televisores en cadena. Me espantó la idea, me dio pánico", confesó en 2015, en una entrevista periodística.
Asustado por esa perspectiva, encontró en el cine una especie de salvavidas para escapar de la ingeniería. "En ese momento recordé que a los 15 años me había escapado del colegio para ver Doctor Zhivago, una película que me impresionó por el esfuerzo de continuidad que requirió. Ese fue mi primer pensamiento cinematográfico", agregó. El sentimiento precoz de amor por el cine se mezcló a partir de allí con su formación técnica. Había descubierto mejor que nadie todo lo que significaba el sonido en ese contexto. Su carrera empezó como sonidista de sus compañeros de estudio.
Cuando le pedían a Díaz una definición de su trabajo respondía: "Soy el tipo que controla la totalidad del sonido, desde la captura directa hasta la mezcla". A esa mezcla entre trabajo de campo y de laboratorio le agregaba la grabación del rodaje y las charlas con el director. Siempre decía que el sonidista era un aliado invalorable del realizador de una película. "Lo ayudo a usar el sonido de la forma más expresiva posible", decía. Como los buenos artífices de su oficio, Díaz pensaba en el sonido como un elemento dramático clave de cualquier historia contada en una película. Con el tiempo, el trabajo de sonido de Díaz junto a su amigo y socio de toda la vida Carlos Abbate se convirtió en una marca registrada del cine argentino.
Así lo recordó el propio Abbate, a pedido de LA NACION: "José Luis fue una persona muy valiosa para el cine argentino en los años 70, en momentos en que el sonido cinematográfico tenía muchas limitaciones. Fue generando cambios que han beneficiado muchísimo a la industria de hoy. Muchas cosas ahora cotidianas en el trabajo de los sonidistas se deben a sus aportes e investigaciones. Fue él quien colocó la vara más arriba. Fue además una persona inmensamente querida en nuestro medio. Nos deja su trabajo y sus contribuciones en una cantidad enorme de películas, y además nos deja en el recuerdo sus ocurrencias". Abbate, otro gran sonidista del cine nacional, hoy es el rector de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), dependiente del Incaa.
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