Murió el actor francés Gaspard Ulliel, luego de sufrir un grave accidente de esquí
El joven intérprete, de 37 años, es una de figuras de la serie Moon Knight, de Marvel, que se estrena en marzo; a lo largo de su trayectoria obtuvo dos premios César
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El destino quiso que una de las estrellas más prometedoras del cine francés falleciera trágicamente un día después de revelarse el primer anticipo de la producción que con toda seguridad le iba a dar la definitiva consagración internacional. No fue así. Gaspard Ulliel, una de las jóvenes estrellas del cine de su país y protagonista de la próxima serie de Marvel Moon Knight, murió luego de sufrir un grave accidente de esquí. El ganador de dos premios César fue hospitalizado el martes después de sufrir una lesión en la cabeza y no sobrevivió, según confirmó la familia del intérprete y su agente local. Tenía 37 años.
Ulliel fue transportado en helicóptero a un hospital en Grenoble luego de una colisión en las pistas de la región de Saboya. La cadena BFM TV confirmó que el actor no pudo recuperarse del fuerte traumatismo craneal tras un choque contra otro esquiador en la estación de La Rosière, en los Alpes franceses.
El actor, padre de un niño de seis años junto a la modelo Gaëlle Pietri, saltó a la fama en su país con 19 años interpretando al amante adolescente de Emmanuelle Béart en Lejos del mundo, de André Téchine. Poco después conquistó su primer César (equivalente francés del Oscar) como revelación por Amor eterno, de Jean-Pierre Jeunet. Allí era el soldado que enamoraba a Audrey Tautou, que aguardaba su regreso de la Primera Guerra Mundial en una espera interminable.
Los genes artísticos le llegaron a Ulliel casi desde la cuna. Pasaba horas en su infancia dibujando y creando personajes en el departamento que ocupaba su familia en el centro de París, donde nació el 25 de noviembre de 1984. Sus padres, dedicados al negocio de la moda y el diseño de vestuarios, alentaron desde el principio esa vocación. A instancias de un amigo de su madre aceptó incorporarse a una agencia de representación artística y consiguió a los 11 años su primer papel.
“No creo que hubiese un momento claro en el que dijese ‘quiero dedicarme a la interpretación’. Pasó casi por azar. Creo que tenía 11 años cuando actué por primera vez en una película, pero fue una progresión muy normal y lenta. Un día iba un agente me vio por la calle y me convenció de que debía probar suerte. Actuaba una vez al año, entre cursos. Hice pequeños papeles en películas para televisión. Simplemente como divertimento. Luego fui haciendo personajes más grandes, también en televisión. Y entonces llegó el cine”, le contaba en 2017 a la revista Vanity Fair España.
El rostro de Ulliel ya presentaba rasgos atractivos y dignos de atención. Sobre todo desde que a los seis años la garra de un doberman le dejó una curiosa cicatriz bajo el pómulo derecho. Al crecer, ese detalle se convirtió en símbolo de su figura. Varios medios franceses, al conocerse la inesperada noticia de su muerte, se apresuraron a hablar del rostro de Ulliel como “la herida más profunda de nuestra pantalla en mucho tiempo”.
Alentado por esa primera y temprana aparición, Ulliel comenzó a seguir cursos de interpretación durante los veranos y al terminar la secundaria decidió inscribirse en la Universidad de Saint-Denis con el propósito de estudiar cine. No le hizo falta demasiada teoría. La práctica le llegó mucho antes de la graduación, cuando Michel Blanc lo eligió para uno de los papeles centrales de una de sus curiosas comedias, Besen a quien quieran. Un año antes, había hecho un fugaz aporte a una gran superproducción francesa, Pacto de lobos.
Varios directores importantes no tardaron en fijarse en ese muchacho que rebosaba expresividad y le sacaba el máximo provecho a la cicatriz que marcaba su rostro. “Es una comilla que quedó abierta. Una muesca que se arruga cuando sonríe y luego le otorga, según el estado de ánimo y la luz, algo animal. Un lado infantil e inquietante a la vez”, dijo de Ulliel en 2004 la periodista Alexandra Schwartzbrod.
Ese rostro angelical y diabólico al mismo tiempo le abrió las puertas de Hollywood. La cosa se facilitó porque Ulliel hablaba inglés con admirable fluidez. Gracias al ojo del veterano productor Dino de Laurentiis y más de una corazonada, el joven francés se convirtió en el rostro de las primeras y tempranas andanzas de Hannibal Lecter. Estrenada en 2007, Hannibal: el origen del mal fue la precuela oficial que narraba los orígenes del espeluznante personaje retratado muchos años antes por Anthony Hopkins. “Seguir los pasos de Hopkins era una misión desalentadora, por no decir imposible, pero aunque vi una y cien veces las películas de la serie, en especial la primera, que es mi favorita, sólo tomé algunos pequeños detalles de su interpretación”, dijo Ulliel en ese momento.
La carrera de Ulliel se hizo a partir de allí imparable, como una de las más prometedoras figuras del cine francés. Trabajó con destacados directores como Bertrand Tavernier (La princesa de Montpensier) y Bertrand Bonello, para quien llevó adelante el papel que muchos consideran como el más destacado de su carrera, la personificación del modisto Yves Saint Laurent.
En 2017, ahora como mejor actor, volvió a ganar un César, esta vez personificando al protagonista de Es solo el fin del mundo, del canadiense Xavier Dolan, un joven que regresa después de mucho tiempo a la casa familiar solo para comunicarles a sus seres más cercanos que está a punto de morirse.
En Moon Knight, serie de Marvel que Disney+ estrenará en marzo, interpreta a Anton Mogart, también conocido como Midnight Man. Todos imaginaban que a partir de este papel se le abrirían infinitas puertas en el terreno internacional para este actor muy popular en Francia, pero escasamente conocido en otros territorios.
“Desde que era un niño siempre me han dicho que era una persona lenta. A mí siempre me ha gustado hacer las cosas despacio. Sobre todo hoy en día, que va todo muy rápido. Hubo un año que hice cuatro películas y lo odié. Me di cuenta de que prefería tomarme tiempo y pensar realmente en lo que quería hacer. Cuando empezás tan pequeño como yo lo hice te hacés maduro antes de tiempo, pero eso no quiere decir que tus gustos estén definidos o que sepas qué es lo que quieres hacer. Es un viaje largo y no tengo prisa por llegar a la meta. (...) Para mí lo más importante es elegir personajes y proyectos que me permitan ser mejor, superar lo que he hecho hasta ahora. Quiero hacer películas desafiantes que me lleven a territorios desconocidos como actor. Un artista evoluciona constantemente y sigue descubriéndose a sí mismo a través de los personajes y las experiencias. Por eso es tan interesante”, explicaba sobre su forma de entender el oficio.
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