A los 69 años, murió el actor Daniel Fanego
La noticia fue dada a conocer por la Asociación Argentina de Actores, que informó, además, que sus restos serán despedidos este viernes en la Legislatura Porteña
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El reconocido actor Daniel Fanego murió este jueves 19 de septiembre. La noticia fue confirmada por la Asociación Argentina de Actores a través de su cuenta oficial de X, en un sentido mensaje. “Con gran tristeza despedimos a nuestro afiliado y exdirigente del sindicato, el actor y director Daniel Fanego. Con amplia experiencia en teatro, televisión y cine, fue uno de los actores más queridos y premiados de su generación. Enviamos nuestras más sinceras condolencias a su familia y seres queridos, acompañándolos en este difícil momento”, expresa el texto que recibió decenas de respuestas en tan solo minutos.
A su vez, se informó que la despedida del actor se realizará el viernes 20, de 10 a 14, en la Legislatura Porteña, ubicada en la Avenida Presidente Julio A. Roca 575 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Según indicó su hijo Manuel, el actor falleció en su casa, “rodeado del amor de familiares y amistades, absolutamente en paz”.
Nacido el 30 de marzo de 1955, antes de dedicarse de lleno a la actuación, Fanego cursó casi completa la carrera de Derecho, pero a los 23 años decidió que debía seguir su deseo más profundo y se subió a los escenarios, el lugar que prefería por encima de todos. Debutó, como Carlos Calvo, Alicia Aller y otros actores de su generación, en una obra polémica que se convirtió en un clásico de la escena porteña: La lección de anatomía, en 1977. Al año siguiente, lo convocaron para formar parte del elenco de Doña Rosita, la soltera, y siguió con La mujer silenciosa y Pigmalión.
A lo largo de su extensa carrera, participó en numerosas obras como Porteños, Las tres hermanas, Camille, Doce hombres en pugna, Pareja abierta, Medea, El misántropo, Pigmalion, Vuelo a Capistrano, Cartas de la ausente y El león en invierno, Modestamente Fanego, entre muchas otras. Como director, presentó las obras Sardinas, Después del ensayo, Cristo Vence, Roberto Zucco, A propósito de la duda, Cumbia morena cumbia. Además, fue uno de los fundadores del ciclo Teatro x la Identidad. “En mi juventud, no tenía una militancia ni una relación política con la realidad. Más bien tenía una desconexión, y el teatro me fue conectando y dándome integralidad de pensamiento. Si hubo un lugar donde me formé fue en el teatro y eso fue lo que me llevó al punto más alto de mi nivel de expresión política, Teatro x la Identidad, donde trato de participar todos los años”, le contó el actor al blog Noticias Educativas.
Pero más allá de su nutrida carrera sobre los escenarios, la televisión no tardó en sumarlo a sus filas, primero como “galancito” y luego como protagonista de telenovelas, a los que les prestó su estampa porteña. Su primer protagónico fue en Romeo y Julieta (1981), un especial de ATC que lo unió a la entonces adolescente Andrea Del Boca. Luego, fue uno de los muchachos de la barra de El Rafa, el gran éxito de Canal 9 de comienzo de los años ochenta. De allí, paso directamente a encabezar telenovelas diurnas como galán. Señora Ordóñez, junto a Luisina Brando y Arturo Bonín; Amar... al salvaje, junto a Gabriela Gili y Antonio Grimau; y La Cuñada, la creación de Alberto Migré en la que compartió cartel con María Valenzuela y Gustavo Garzón; y Chiquilina mía, también con Garzón y Margarita Ros, le sirvieron para ganarse un lugar propio dentro del mundo del espectáculo.
En 1993 decidió darle un giro a su carrera televisiva e incursionó en la comedia, en el programa Vivo con un fantasma, que se emitió con éxito por Canal 13 y que lo tuvo como protagonista junto a Mario Pasik y Alberto Martín. Inmediatamente después llegaría Los Machos, la comedia dramática semanal que marcó una época y en la que compartió cartel con Rodolfo Ranni, Darío Grandinetti y Garzón.
A lo largo de los años, participaría de algunos de los programas más queridos por el público y valorados por la crítica, como El marginal, Epitafios, Tratame bien, El reino, El elegido, Mujeres asesinas, Archivo Negro, Resistiré, El primero de nosotros, Culpables y El jardín de bronce.
En cine, participó de una amplia variedad de películas, entre las que se destacan Betibú, El Ángel, Luna de Avellaneda, Desde el abismo, Acusada, Eva no duerme, Akelarre, El mundo contra mí, Los amores de Laurita, Las nubes, El profesor punk, Casi no nos dimos cuenta, Todos tenemos un plan y El Fausto criollo. A esa larga lista se le sumará El Jockey, la película de Luis Ortega que se estrena en cines el próximo jueves.
“Elijo los roles a partir de la empatía que tengo con ellos, eso es fundamental y luego también le presto mucha atención a la empatía que tenga con el director”, decía en una entrevista publicada por LA NACIÓN, al ser consultado acerca de cómo elegía qué roles interpretar. “Se trabaja muy cuerpo a cuerpo en este oficio, así que si no existe esta empatía en algún momento vas a tener problemas. Eso es así más allá de las posibilidades laborales y de que uno trabaja de esto. Yo digo que a mí me gusta hacer lo que quiero hacer y trato de poner deseo en lo que hago, si no es muy difícil trabajar en algo tan subjetivo como es la actuación”.
Gracias a su talento, recibió numerosas distinciones. Obtuvo el premio ACE al mejor director por Roberto Zucco, otro como mejor actor dramático por El león de invierno; un Cóndor de Plata al mejor actor de reparto por Luna de Avellaneda, otro por El Ángel y un tercero por Todos tenemos un plan; el Konex por su trayectoria teatral y también por su trabajo en el cine y un Martín Fierro por su desempeño en Resistiré.
Ni siquiera en sus épocas de galán permitió que su vida privada se convirtiera en una cuestión pública. Celoso de su intimidad, Fanego pocas veces hacía referencia a sus vínculos amorosos, aunque sí hablaba con orgullo sobre sus hijos, Manuel, que siguió sus pasos en la actuación, y Camila. “Fue el mejor papá del mundo”, lo despidió el actor de Cris Miró (ella), en un emotivo posteo en sus redes sociales.
“Yo soy budista, pertenezco a una agrupación religiosa que se llama Soka Gakkai, que es japonesa; practicamos tanto mi mujer como yo el budismo”, decía en enero del año pasado, en diálogo con el sitio Portada de Punta del Este. “Creo que la Ley de la Causa y Efecto es algo que maneja el universo y que es una verdad mística ineludible. (...) Nosotros, cuando invocamos, lo hacemos por la paz mundial, por la felicidad de todos los seres vivientes. Porque cuando uno enciende una lámpara para iluminar el camino de otro, ilumina el propio. Cuándo uno abre su corazón no hay imposibles, cuando uno abre el corazón no existe el imposible”.
Con información de Pablo Montagna
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