Murió el actor Claudio Rissi, el Borges de El marginal, a los 67 años
El intérprete, reconocido por su rol de villano en la serie de TV Pública y Netflix –el último de una larga lista de “malos” memorables que creó– estaba internado en un sanatorio porteño
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El actor Claudio Rissi, de una carrera extensa y famoso en los últimos años por su papel en la serie El marginal, murió en las últimas horas en un sanatorio porteño. El intérprete, de 67 años, estaba enfermo de cáncer. Su novia, Natalia Ojeda, confirmó la noticia de su muerte a LA NACION. Rissi estaba internado en la clínica Los Arcos, en el barrio de Palermo.
Si a Claudio Rissi se le aplicara el mismo título que distinguió como ningún otro la carrera de Tato Bores podríamos decir con estricta justicia que estamos ante la presencia del verdadero e indiscutido “actor secundario de la Nación”. O, con igual relevancia, actor de carácter, saltando por encima del equívoco que se nos planteó siempre respecto de la traducción literal de la expresión inglesa “character actor”, que en ese idioma se refiere exactamente a los integrantes del reparto de una obra.
Entre nosotros, en cambio, alude a un tipo determinado de personaje incorporado a alguna obra a partir de algún detalle clave: inusual, excéntrico, llamativo, curioso. Mientras tanto nunca faltan, para sumar complejidad al asunto, aquellos de entienden por “carácter” el gesto de autoridad de quien, por ejemplo, aplica un golpe sobre la mesa e impone condiciones para garantizar la convivencia y el equilibrio de allí en adelante.
Rissi fue todo eso junto. No se vislumbra otra figura con su formación o sus características que haya sido capaz de llegar tan lejos gracias al veredicto de la gente y al reconocimiento de sus pares y de la crítica especializada. Se hizo grande por sus múltiples personajes, por interpretar una galería de papeles tan diversa siempre con el mismo compromiso, y porque en la memoria del espectador sus memorables “secundarios” se transformaron con el tiempo en protagonistas.
Abundan los momentos de la carrera de Rissi, igual de brillante en el cine, el teatro y las producciones audiovisuales para la TV y el streaming, en donde su presencia se pone por arriba de todo lo demás y alcanza un perdurable vuelo propio. La lista es enorme, siempre con el inolvidable Mario Borges de El marginal a la cabeza.
Hay muchos más: el doctor Maciel de Chiquititas, el Fletero de Okupas, el antológico Rey de la noche de 76 89 03 (película de culto dirigida por Flavio Nardini y Christian Bernard), el comisario Filippi de El puntero, el Beto Palazzo de Valientes, el tucumano Cortés de Entre hombres, el padre de Diego Maradona en Sueño bendito.
Rissi también fue Bernardo Galván en el episodio inicial de Los simuladores, García en Un gallo para Esculapio, Carmín en El jardín de bronce y Vito en Planners. Podía componer desde un temible presidiario hasta a un hombre bueno que cae en la desolación más absoluta porque su mujer lo dejó. Pero el papel que mejor le salía era el que se instalaba en la delgada línea que separa al bien del mal.
A Rissi le creíamos todo porque sacaba la verdad de cada uno de sus personajes llenos de códigos, silencios, miradas amenazantes y toda clase de impaciencias. Y también le pertenece uno de los gritos más extraordinarios que se escucharon en el cine argentino, aquel rugido de fuerte acento norteño que invoca por su nombre al protagonista de la película Aballay, el hombre sin miedo.
A esa notable galería no le faltó un memorable aporte teatral. Su interpretación de Tatita en Terrenal (Pequeño misterio ácrata), la pieza de Mauricio Kartun en torno del mito de Caín y Abel que representó durante varias temporadas junto a Claudio Da Passano y Claudio Martínez Bel, lo puso en el pedestal de los grandes actores argentinos con un papel consagratorio que le otorgó importantes premios y el reconocimiento unánime de la crítica especializada.
Nacido y criado en Boedo, su mamá era costurera y su padre tenía distintos rebusques como trabajador en el Hipódromo, en la corporación de transporte, en la administración de una empresa petrolera, en un taller mecánico, en un bazar, en una regalería o como aparador de calzado, entre tantos. También tenía una hermana mayor, que junto a su madre le brindaron el primer apoyo para que siga su vocación por la actuación. No así su papá, que se opuso terminantemente.
Tenía tan solo diez años cuando en los actos escolares descubrió el amor por la actuación, pero recién a los 18 comenzó sus estudios de teatro vocacional en el Club River Plate. De ahí ingresó en la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde se formó con maestros como David di Nápoli y Lorenzo Quinteros.
“Yo arranqué en la Escuela Nacional de Arte Dramático haciendo humor. Después, por determinadas razones que son cuestión de terapia, me quedó este rostro adusto. Siempre jodo con esto de que cuando los productores necesitan un personaje que sea un criminal, dicen: ‘Llámenlo a Rissi que ya el muerto se lo trae de la casa’. Sé hacer muchos de esos, y además me divierte”, bromeaba durante una entrevista con este diario hace tan solo un año.
En 1979 llegaría su primer contrato con el Teatro Presidente Alvear y, poco a poco, comenzaba a recorrer un largo camino como actor de teatro (Terrenal, Kilómetro Limbo); cine (Lugares comunes, Aballay, La novia del desierto, La sombra del gallo, Erreway 4 caminos, Juan y Eva entre muchas otras) y TV (Poliladron, Okupas, El puntero, Maradona sueño bendito, El jardín de bronce, Un gallo para Esculapio, En terapia, Los vecinos en guerra, Epitafios, Valientes, Tiempo final, Gasoleros, Chiquititas y muchas más), con los altibajos propios del oficio.
“Cuando aún no trabajaba en televisión me iba a ver grabaciones, a ver cómo grababan estos grandes actores, como Miguel Angel Solá o Gerardo Romano. Esos tipos me incentivaban el deseo de hacer este laburo. Me gusta mucho actuar, me gusta mucho el escenario. Actuar para mí es sanador, muy vivificante. Y hasta hoy disfruto mucho del trabajo de mis compañeros”, expresaba en febrero de 2022.
Para él, el arte dramático era todo. “A pesar de esta cosa dura que tengo, también soy bastante payaso, payaseo todo el tiempo, hago cosas raras con el cuerpo, y esos juegos son como ropa que guardo en el placard. Así, cuando me toca hacer un personaje, lo saco y digo, ‘Ah, esta camisa por ahí me sirve, y aquel pantalón también, o esos zapatos’. Son herramientas, emociones o comportamientos que están guardados allí y nunca sobran”.
Despedimos con gran tristeza a nuestro afiliado, el actor Claudio Rissi. Durante su trayectoria de más de cuatro décadas se destacó en televisión, cine y teatro. Acompañamos a sus seres queridos en este duro momento. pic.twitter.com/MZG9VBrz3x
— Asociación Argentina de Actores (@actoresprensa) February 2, 2024
En pareja con Natalia Ojeda, Rissi apostó a la convivencia cuando la pandemia lo encontró en Resistencia, Chaco, en la casa de su novia. El actor no tuvo hijos, dedicándole el 100% de su vida a su pasión por la actuación. Su biografía en su perfil de Instagram afirmaba: “Los sueños son el motor para que la vida no sea nada más que un trámite aburrido y mediocre”.
Al conocerse la noticia de su muerte, se multiplicaron los homenajes de colegas, colaboradores y admiradores, como Axel Kuschevatzky, Verónica Llinás, Osvaldo Santoro y Nicolás Furtado, el Diosito de El marginal, quien lo despidió con una historia en Instagram que los mostraba abrazados en pantalla bajo la lluvia.
Con la colaboración de Fernanda Iglesias
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