Murió Ana Albarellos, entrañable jefa de prensa, productora y anfitriona de la noche porteña
Trabajó tanto con Susana Rinaldi como con Gambas al Ajillo y durante una década, junto a Paco Poblet, fue la que programó Clásica y Moderna en medio de shows y de trasnoches que pasaron a la historia de la ciudad
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La noticia dura dice que Ana Albarellos murió ayer, a los 82 años, en el hospital Argerich, en medio de una situación un tanto menor que terminó de la peor forma. Pero Ana, a secas, las durezas, las noticias en frío o lo desangelado nunca fueron cosas de su gusto, de su sensibilidad. Siempre, para todos aquellos que la conocimos, fue la mujer, la tía, la bella dama de fina estampa que estuvo detrás de infinidad de obras de teatro y espectáculos musicales durante décadas.
Ana nació el 8 de mayo de 1940, en Avellaneda. Mucho antes de convertirse en gestora cultura fue profesora de francés en una escuela nocturna de su barrio. Tuvo cuatro hijos: Ana, María Pía, Inés y Diego. En aquellos tiempos, el padre de sus hijos manejaba la imprenta más importante del país. Durante algún tiempo, ella trabajó ahí. Contaba que hasta ayudó a mejorar las cuentas de ese gran emprendimiento.
A finales de los setenta, junto a Graciela Rodríguez y Silvia García Gerghi (madre de la directora Eva Halac), formó parte de la agencia de prensa de espectáculos que se terminó haciendo cargo de los grandes montajes de la avenida Corrientes. Eran tiempos en los que el trabajo periodístico estaba regido por otros usos y costumbres. Cuentan colegas de aquella bohemia que, luego de una noche de estreno a cargo de ellas, el encuentro se prolongaba en un restaurante seguido por una larga sobremesa matizada con tragos o whisky en el bar Ramos para terminar (seguramente, no todos) comiendo medialunas calientes en la panadería La sonámbula (brillante nombre para imaginar a esos banda de críticos, artistas, productores y a estas tres señoras de la gestión cultural como personajes de una película sobre la noche porteña). La agencia a cargo de estas tres señoras duró alrededor de una década.
Cuando terminaba la década del ochenta, cuando el director y actor Lorenzo Quinteros asumió la dirección del Teatro Presidente Alvear, Ana Albarellos fue parte del equipo de gestión. Durante ese tiempo, en la sala que ahora está cerrada convivían propuestas de danza alternativas con obras de carácter experimental. Ana siempre tuvo la virtud, la inteligencia, la sabiduría de conectarse tanto con artistas consagrados como con los emergentes. En 1990, el grupo Gambas al Ajillo, aquel mítico colectivo conformado por Verónica Llinás, Alejandra Flechner, María José Gabin y Laura Market estrenaron La debacle show en el teatro Empire e hicieron luego temporada en Mar del Plata. “Ana Albarellos, que nos venía soportando durante todo el año y aún le quedaba un resto de paciencia, volvió a hacer la prensa del espectáculo”, cuenta Gabin en el libro Las indepilables del Parakultural. Si bien en el Empire la cosa anduvo muy bien de público, la jugada de hacer temporada en La Feliz implicó, sencillamente, una debacle. Esa misma temporada Ana arriesgó por partida doble: fue la encargada de prensa y una de las productoras de La vuelta al mundo en 80 días, obra de Hernán Gené que se estrenó en el Teatro Cervantes. Como sucedió con las Gambas en Mar del Plata, tampoco funcionó. Pero de esas cuestiones nunca se quejaba. Le daba vitalidad rodearse de creadores jóvenes, compartir grandes comilonas, cocinarles en su enorme departamento de San Telmo con vistas al Parque Lezama y bajar al bar Británico a tomar algo.
En aquel montaje que dirigió Hernán Gené aparece Paco Poblet como uno de los socios en la producción. Paco y su hermana Natu estaban a cargo de Clásica y Moderna, tal vez el primer restaurante/librería/concert de Buenos Aires. Ese lugar clave de la cultura porteña estaba ubicado en Callao casi esquina Paraguay. Se había reciclado en 1988. En paralelo, Ana y Paco conformaron una pareja única en lo personal. En lo profesional, durante muchos años y millones de noches, fueron los mejores anfitriones de esas situaciones irrepetibles. El listado de los artistas que pasaron por allí es demoledor: Susana Rinaldi (quien siempre convocaba a Ana para trabajar juntas y que hasta la llevó a la Legislatura Porteña cuando fue elegida como diputada), Horacio Molina, Alejandro Tantanian, Raúl Lavié, Facundo Ramírez, Alberto Favero, Jorge Navarro, Baby López Furst, Julio Pane, Ligia Piro, Jorge Cutello, Mario Clavell, Ana María Bovo, Carlos Garaycohea, Los Amados, María José Cantilo, Leopoldo Federico, Atilio Stampone y María Graña, entre otros tantos artistas. Ana fue la que logró volver a reunir a Amelita Baltar, Marikena Monti y Susana Rinaldi para reeditar el espectáculo Tres mujeres para el show.
Como resaltó en una nota el colega Ricardo Salton (el mismo que despidió a Ana como una “fundadora de una profesión en tiempos más artesanales y personalizados”), en ese período de Clásica sucedieron situaciones únicas. Liza Minnelli hizo un pequeño show privado durante una de las visitas a Buenos Aires; Joaquín Sabina no se perdía las trasnoches (ni los tragos) del lugar cada vez que pasaba por la ciudad; Mercedes Sosa cocinó para un 25 de mayo; Ariel Ramírez y Domingo Cura actuaron fuera de programa y alguna noche se cayó Sandro junto a Olga Guillot y Paquito D’Rivera. Detrás de todo eso estaba ella con su pulsión natural de estar pendiente del otro. “Yo te debo tanto, Ana querida. Te lo voy a deber toda mi vida. Y la cultura argentina también. Hiciste tanto, pero tanto por nuestra cultura que ojalá algún día te lo reconozcan como siempre lo mereciste”, publicó en su cuenta de Facebook el músico Facundo Ramírez, vecino y amigo de Ana.
Paco Poblet murió en 1990. Clásica y Moderna cerró en 2019. En un disco rígido Ana Albarellos tenía infinidad de fotos de aquellas noches únicas que, cosas de la tecnología, se perdieron. En el otro disco rígido del cuerpo, para todo aquel que conoció a esta bella dama de refinada estampa será imposible olvidarse de una gestora cultural exquisita que realizó siempre su trabajo en silencio y con su mejor sonrisa. Sus restos serán despedidos hoy, martes, de 18 a 20, en Tacuarí 420.
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