Murió a los 95 años María Duval, ícono del cine argentino de los años 40
La actriz tuvo su época de esplendor a mitad del siglo pasado junto a estrellas de la época de oro del cine argentino, como Mirtha Legrand
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María Mogilevsky, más conocida como María Duval, ícono del cine argentino y quien brilló a mediados del siglo pasado frente a la pantalla junto a figuras como Mirtha Legrand, murió a los 95 años rodeada de sus seres queridos.
“Mi abuela se despidió ayer por la noche, a una semana de cumplir sus 96 años, y tras vivir una vida de película”, expresó su nieto Nicolás Grosman a LA NACION al confirmar la noticia de su partida.
Nacida en Bahía Blanca el 17 de mayo de 1926, la intérprete fue considerada una de las actrices más representativas del cine argentino de la época y llegó a filmar 21 películas hasta su retiro, que se produjo en 1948.
“Mi abuela se fue en paz, no sufrió. En su último mes tuvo una recaída y ahí se le complicó un poco el cuadro, pero previo a eso y hasta hace poco vivió con mucha felicidad, siempre con su alegría y recordando su pasado con mucha energía”, remarcó su nieto. “Tuvo una vida muy feliz, siempre rodeada de mucha familia”, agregó.
A pesar de su prometedor futuro, Duval se retiró tempranamente de la actuación. “Cuando se retira del cine, a pedido de mi abuelo, lo hace también por amor al prójimo, a la familia, y por lo que fue creando y haciendo en relación a otras actividades a beneficio: tuvo un comedor y trabajó durante más de diez años para el Hospital Israelita”, menciona su familia.
Reticente a realizar entrevistas, “porque quería que la recordaran por sus años dorados en el cine”, Duval había aceptado recientemente dialogar con LA NACION con motivo de una nota que sería publicada con motivo de su próximo aniversario de vida. “Mi abuela estaba feliz por haber aceptado esa nota, quería que quedara ese recuerdo. Con el tiempo, se dio cuenta de que la gente quería saber un poco más de ella”, señalan sus descendientes.
A María Duval la suceden tres hijos, doce nietos y diecisiete bisnietos, fruto de su matrimonio con el empresario José Grosman, con quien se casó en 1948. Recientemente, la actriz había recibido un reconocimiento en su Bahía Blanca natal, donde fue declarada ciudadana ilustre.
“Cuando mi abuela se retira y lo
anuncia, hacia 1948, se casa con mi abuelo en una sinagoga y cortan tres cuadras de calle por la cantidad de tumulto de gente que se acercaba a querer saludarla luego de que anunciara que se retiraba. Hay recortes de diario de esa época”, cuenta Nicolás. Y menciona el contexto en que Duval se insertaba entonces en el espectáculo: “Mis abuelos eran judíos y para el mundo del arte y las instancias de aquel momento, el judaísmo y las actrices no eran lo compatibles que suelen ser hoy”.
Grosman recuerda que su abuelo procesaba lana y la exportaba al mundo en aquellos años dorados de la Argentina de mitad del siglo XX. Duval y su esposo recorrieron una gran cantidad de lugares “inhóspitos” y su luna de miel duró más de un año, con desplazamientos en barcos que los llevaron a distintos parajes de Estados Unidos y Europa.
Su paso por el cine, el teatro y la radio
Tras interpretar versos de Gabriel Mistral y Belisario Roldán por la radio y luego de ganar un concurso de lectura que se transmitía desde el Teatro Municipal, la actriz dio sus primeros pasos en la interpretación a raíz de un certamen organizado por el periodista Chas de Cruz, uniéndose al elenco de la película Canción de cuna (1941), de Gregorio Martínez Sierra.
Al año siguiente, filmó seis películas, entre ellas Su primer baile, de Ernesto Arancibia; La novia de primavera; Cada hogar un mundo, con Homero Cárpena y Los chicos crecen, con Carlos Hugo Christensen, que la dirigió también en Dieciséis años (1943), para la empresa Lumiton. Además, la actriz protagonizó Cuando florezca el naranjo, junto a Ángel Magaña y con dirección de Alberto de Zavalía, y en 1945 encabezó el elenco femenino del film Besos perdidos. Un año más tarde, participó en Las tres ratas, donde formó un exitoso trío junto a Amelia Bence y Mecha Ortiz.
Duval trabajó con Roberto Airaldi y con Narciso Ibáñez Menta como primera figura. En teatro, llevó a escena la pieza No es cosa para chicas, en 1944. Luego de encarnar a Margarita en Milagro de amor (1946), interpretó al personaje de Julia en La senda oscura (1947), de Luis Moglia Barth, y a Olga Arévalo en La serpiente de cascabel (1948), con Beba Bidart como bailarina.
Al finalizar 1947, Duval era una de las actrices más destacadas de la época. En 1948 realizó uno de sus papeles más importantes en la superproducción Historia de una mala mujer, bajo las órdenes de Luis Saslavsky. Luego intervino en El extraño caso de la mujer asesinada. En 1948 contrajo matrimonio con José Grosman y, al poco tiempo, se retiró de la vida artística. A partir de entonces, se volcó a obras de beneficencia para el Hospital Israelí.
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