Moria Casán se confiesa: del "sexo neuronal" con Poidomani al recuerdo de Castiglione
"Sé que se me extraña mucho porque soy una mujer que deja huellas y no cicatrices. Ahí empiezo con mi ego", se ríe Mora Casán de sí misma. "Lo bueno es que los que se acuerdan de mi, siempre se ríen cuando lo hacen. Tengo esa cosa de protectora. Soy como una mamushka: me gusta proteger a la gente, tengo esa cosa pedagógica", contó en Hay que ver, el ciclo de elnueve que conducen Denis Dumas y José María Listorti.
Moria contó que está pasando la cuarentena con Galo, su amigo y asistente. "Estoy feliz porque soy una mujer siempre rodeada de gente pero mi mejor compañía soy yo. Estoy acostumbrada a enriquecer mi vida interior, me quiero, me llevo bien conmigo misma. Mi mejor compañía es la soledad", aseguró. Y dijo que no extraña trabajar, en absoluto: "no me angustia ni me agobia porque trabajé toda mi vida. Y ahora no hago Incorrectas por un tema de salud, por decisión propia, porque yo decidí no hacer tele, porque soy población de riesgo. Amo esta cuarentena porque no tengo responsabilidad ni horarios. Soy una gran lectora. Tengo una gran biblioteca en el baño y no sé qué leer de tanto que tengo. Si voy a un baño ajeno a hacer pipí, leo un prospecto si no hay otra cosa".
Además, Moria habla casi a diario con su marido, el artista plástico Humberto Poidomani. "Se parece a Federico Fellini, que es el amor platónico de mi vida. Un tipo que es un genio, expone en Nueva York, Miami, París. Lo mío es genial, porque me casé y me separé a la semana, porque yo me vine a Buenos Aires y Poido a Miami. Tenemos sexo neuronal. Hablamos mucho, pero no de sexo, sino de la vida. Somos muy filosóficos los dos. No había encontrado una persona con la percepción del arte que yo tengo. Es un enganche filosófico. Estuvimos juntos una semana nada más y le hacía masajitos tipo geisha, con aceites, yo balanceándome sobre su cintura".
'Y cómo se conocieron? "Yo estaba con un amigo y con mis nietos en un restaurante, porque mi hija Sofía Gala estaba en Europa con el novio. Vi a un tipo que me miró y se asustó y pensé que lo conocía. Como estaba con Graciela Borges, fui a saludar y me dijo ella que era dueño de la noche porteña de los 80, un tipo de avanzada, dueño de Pigalle, entre otras cosas. Esa noche hablamos un ratito y le dijo a la Borges que yo le gustaba porque soy genuina. Y le contesté que entonces nos podíamos casar. Me gusta que sea mayor que yo, tiene 77 y me calienta. Siempre me gustaron los hombres mayores aunque tuve un ataque de chongo joven y me cansé. Al otro día su secretaria me mandó una escultura que se llama La muerte se viste a la moda. Pedí su teléfono para agradecerle y empezamos a hablar. A la semana ya se iba y quedamos en comer, después lo invite a almorzar. A los dos días me preguntó si me quería casar y le dije que sí. Y nos casamos en Florencia, en una terraza divina con amigos de él, desconocidos para mí. Fue divino. Fue el 28 de diciembre, día de los inocentes. Estoy felizmente casada con este hombre que viene en septiembre, si se reanudan los vuelos", relató Moria con lujo de detalles.
Siempre con proyectos, Moria dijo estar muy entusiasmada porque tiene dos propuestas de Netflix para hacer una minisere y otra para hacer radio con Ronnie Arias. "Hablé con la gente de La Flia para hacer algo en el 'Bailando', pero no tiene que ser ni como jurado ni en el BAR ni bailando. Tuvimos una charla y nadie me propuso nada todavía".
Con respecto a si volvería a trabajar con Antonio Gasalla, la conductora dio rápidamente su opinión. "Un día lo invité a mi programa Incorrectas y Nora Cárpena le preguntó por qué hacia personajes que siempre dejaban mal paradas a las mujeres. Después fuimos a cenar y me llamó la atención que me habló todo el tiempo del pasado. Al día siguiente me llamó para putear a Nora, me dijo que le iba a hacer juicio, que nunca tuvo un éxito y que deseaba la muerte de su marido. Enseguida pensé: nunca más voy a trabajar con él".
Por último, Moria recordó a Mario Castiglione, padre de su hija Sofía. "Lo elegí porque me volaba la cabeza. Nos conocimos trabajando, pero mezclar la vida personal con la profesional no sirve. Terminás compitiendo. Entre dos que se maquillan, siempre hay una grieta. Mario era muy intelectual. Una vez me vio mirando una película de Olmedo y Porcel y me dijo que no podía creer que yo hubiera hecho esas películas. Y entonces le contesté que sacara el culo del auto importado que yo había podido comprar gracias a esas películas".
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