Baja del auto con total tranquilidad y una gran sonrisa, besa dos veces como los europeos y ella sola saca charla: "¿Nos conocemos?", rompe el hielo. De total black y sin aires de estrella, Moria Casán entra en la casa donde hicimos el shooting y con un profesionalismo digno de lo que es, una diva, se entrega a la producción. El frío se siente y a ella no se le ocurre hacer un comentario al respecto. "Detesto la queja", avisa.
A punto de cumplir años (el 16 de agosto pedirá tres deseos pero ni loca apagará las velas), vive un momento luminoso. Se la ve muy bien, con curvas que más de una debe envidiarle y volvió a la televisión por partida doble. Su agenda maratónica incluye reemplazar a Jorge Rial en Intrusos y conducir su propio ciclo, Incorrectas (todo por América). También tiene una agenda privada, que implica sacar a pasear a sus nietos y cumplir con una estricta rutina de wellness.
Pensante, auténtica, sin rodeos, Moria se revela muy humana, cálida y de risa fácil.
–Estás espléndida, tenés dos trabajos en televisión, el 16 de agosto cumplís años. ¿Este es un gran momento para vos?
–Mis momentos especiales tienen que ver con el ahora, soy del "momentismo" absoluto. Agradezco al universo mi cuerpo sagrado, que es mi templo. Soy una fanática de la salud desde chica y el eje en la salud me ha dado un eje en mi vida. Yo no pongo en el altar ni el trabajo, ni el sexo, ni la comida, ni la bebida, ni la pareja, ni los hijos. Tengo un sincro con la vida que tiene que ver conmigo: primero hay que quererse, priorizarse y elegirse. Cuando voy a cumplir años me voy para atrás porque lo único que sigo conservando como recuerdo es la niña que tengo dentro y nunca morirá. Soy hija única con un amor muy bien puesto por mis padres. Todo tiene que ver con una niñez fabulosa pese a ser atravesada por el dolor de haber sido abusada por un abuelo. Pero supe no victimizarme y seguir adelante. A los 12 años, además, decidí tener independencia económica y le pedí a mi padre que me pusiera una barra y un espejo en el garaje de casa para dar clases de danza. Quería romper el cordón umbilical aunque no tenía necesidad. Ahí empezó mi real independencia. Me cuesta mucho pedir, a pesar de que no me negaban nada. Siento que todo lo que atraviesa mi vida lo construyo yo. Si anhelo algo mucho, se me cumple en el momento. Pero en el caso de los novios nunca anhelé nada, estaba muy concentrada construyéndome.
La soledad es mi mejor compañía. Estoy sola desde hace unos cuatro años. Tengo amigos con los que salgo, unos más preferibles que otros, pero no una pareja
–¿Ahora estás con alguien?
–No, estoy sola.
–¿Te pesa la soledad?
–¡Nada! La soledad es mi mejor compañía. Estoy sola desde hace unos cuatro años. Tengo amigos con los que salgo, unos más preferibles que otros, pero no una pareja. No quiero. Siempre me sentí con una determinación masculina, muy proveedora sin que nadie me lo pida, en un cuerpo muy femenino.
–¿Decís tu edad?
–Sí, cumplo 72.
–¿Te gusta decirla?
–No. Pero no por el número, tampoco me gustaba decirla a los 15.
–Y a los 72 sos una mujer que…
–Soy una mujer que está en un constante renacimiento, en una constante resiliencia. Surfeo, navego, hago la plancha un rato, buceo. Nunca compré lo que vendí. Soy una mujer en eje, con cable a tierra, lejos del divismo. Creo que la decadencia en el ser humano, sobre todo en este medio, nace cuando empiezan a hablar de ellos en tercera persona o cuando se empiezan a creer lo que ven. Es la negación. Recuerdo que una noche, muy en mis inicios en la revista, aunque ya era una figura, salí del teatro y vi a una pareja que salía y tiraba o se le caía el programa donde se me veía en la tapa. Entonces decidí que no me la iba a creer. A mí el teatro me formó y me enseñó mucho. Todo lo del empoderamiento femenino que está en boga me resulta tan atrás. En un momento que me parece que tienen todas las comodidades creo que lo banalizan. Se pasan de rosca y lo fundamentalizan. Yo lo hice hace muchos años con otras mujeres con las que hemos pasado cosas fuertes. Primero, jamás permití en el teatro que me cosificaran, y eso que era un género que tenía un tufillo de misoginia, no tanto cuando lo manejaba Carlos Petit sino cuando empezó a pasar a la televisión. De a poco, logré un respeto sin divismo. Yo trabajé con todos los grandes. Si rematábamos un chiste lo hacíamos los dos. Vanguardia total. En todo.
¿Mi error más frecuente en el amor? Yo fui una dealer, una proveedora afectiva, económica, todo. Los acostumbré mucho a la comodidad
De amor, errores y nietos
–¿Cuál fue tu error más recurrente en el amor?
–Yo fui una dealer, una proveedora afectiva y económica, todo. Los acostumbré mucho a la comodidad. Y al mismo tiempo era muy geisha, aunque no como forma de agradar. Si un tipo se me acercaba sin prejuicios me desconcertaba.
–Debe ser difícil acercarse a vos.
–La verdad que no. A todo el mundo le parece eso, pero no. Muchas veces me daba cuenta de que me gustaban por sexo nada más y ellos después se enamoraban y yo los quería hacer a mi manera. Entonces los metía en un cirujano plástico, les cambiaba la nariz. Algunos terminaban compitiendo conmigo. El padre de mi hija [Mario Castiglione, murió en 2000] no, obviamente. Tenía una gran personalidad. A él lo elegí porque me subyugó su cabeza. Era un intelectual y yo también, aunque con un envase diferente. Hablábamos de todo y eso me fascinaba. Apenas nos conocimos me dijo que estaba enamorado y que yo me merecía una hija, porque él ya tenía hijos. Él me lo propuso y fue muy amoroso conmigo. Después me castigó mucho con la misma intelectualidad. Y yo a él. Pero me dejó a Sofía (31), que es lo mejor que tengo en mi vida. También tengo dos nietos divinos, Helena, que va a cumplir 10, y Dante, que pronto cumple 4, una familia divina. [Piensa]. Yo no manejo la culpa. Me juego. Si salgo con un tipo no le pido el prontuario, en una de esas está flojo de papeles, termina en cana y yo también. No me importa nada, no averiguo. Me guío por lo que siento, que por lo general no es amor, es pasión. Y la pasión se termina rápido. Y como a mí se me termina rápido y a ellos no, ahí viene el lío. Soy divina para la convivencia, soy la chica yes.
Si salgo con un tipo no le pido el prontuario. Siempre elegí hombres flojo de papeles, de bolsillo, de todo
–¿Soñás con volver a enamorarte?
–Me cuesta mucho enamorarme. Me quiero demasiado. Cualquier tipo de amor te vampiriza, te saca un poco del eje, si bien es maravilloso y lo he vivido –si no, no hubiera tenido una hija–, pero enamorarme... Prefiero seguir sola. Me encantan los hombres, de hecho tengo amigos con derecho a todo, pero se ponen en un lugar que se confunden, quizás por la fama. Es muy difícil para un hombre: si tiene que trabajar no puede seguir mis horarios, si tiene que ir a comer tiene que gastar una gran cantidad de dinero que no siempre va a poner él... Me pude haber casado con millonarios pero no quise, me muero antes, así que siempre estuve con gente floja de bolsillo, de papeles, de todo. [Se ríe]. Siempre tuve más poderío yo.
–No resulta casual…
–Pero no como una manera de dominarlos. No me gusta tener a un tipo como un geisho. Si me lleva el bolsito que sea por cortesía. Me encanta el hombre con personalidad. Por eso los hombres importantes en mi vida fueron dos: el padre de mi hija y otro con el cual viví mucho en Europa, me llevaba veinte años y estaba casado. A mí nunca me importó. Viajamos por todo el mundo y la pasamos bomba.
–Recién mencionabas a tus nietos. ¿Qué tipo de abuela sos?
–Yo creo que soy bárbara, pero habría que preguntarles a ellos. Igual, yo voy, estoy un ratito con ellos y vuelvo.
–¿Sos de agarrarlos y besuquearlos?
–Poquitito. No los quiero besuquear mucho porque hay muchos bacilos y bacterias. Cuando me voy les doy un piquito. Ellos me miran como a un tótem. Si sé que tienen un rato libre, me gusta llevarlos a cenar, o traerlos a Leloir conmigo y la niñera para que me dé una mano con Dante. Es muy loco que son de distinto padre y se parecen a mí.
Metódica, Moria camina en la cinta todos los días durante 40 minutos y después completa con ejercicios de elongación
Un refugio en Leloir
Según cuenta la diva, "este es un tiempo de reconstrucción, en el sentido de que me saqué muchas mochilas de encima. Aunque soy prusiana con mi trabajo, había algunas cosas que delegaba, no fueron bien atendidas y me trajeron muchos problemas. Me he encontrado con algunas dificultades que las supe acomodar, porque tengo ángel, suerte, o como lo quieras llamar".
–Después de muchos años no vas a estar en "Bailando...". ¿Te peleaste con Marcelo Tinelli?
–No, nada que ver. Nos adoramos. Es un poco de circo mediático. Yo estaba muy cómoda en el "Bailando…". Más allá de eso, me habían ofrecido tiempo atrás hacer televisión sola. Yo fui la primera que hice, hace veinte años, un talk show con mi propia familia. Entonces no me cerraba. Hasta que se dio Incorrectas, con todas mujeres maravillosas, todas muy diferentes, y donde hablamos de todo.
–Se dice que Tinelli podría ser candidato presidencial. ¿Qué te parece?
–A él le gusta hacer cosas y ha logrado mucho, es un hombre de la televisión. Creo que lo de la AFA para él fue un golpe duro. Es una persona con una gran capacidad, ahora no sé si capacidad de liderazgo televisivo es capacidad de liderazgo político. Tampoco funcionaría como un outsider porque es muy conocido.
Algunas cosas que delegaba no fueron bien atendidas y me trajeron muchos problemas. Me he encontrado con dificultades que supe acomodar, porque tengo ángel, suerte, o como lo quieras llamar
–¿Cómo ves nuestro país?
–No resiste análisis; nosotros tampoco. Es un país de locos, vivimos con la adrenalina a tope. A la vez, no viviría en otro lado porque me aburriría. Amo la Argentina, tengo todo acá y estoy acostumbrada a esta locura. He vivido en Europa y Estados Unidos sólo porque se dio. Trabajé toda la vida, me sacan de impuestos más de lo que gano, me sobra trabajo y no me puedo quejar. Pero lo que veo es bastante enquilombado. A pesar de todo tiene algo angelado: el Papa, más allá de que estés de acuerdo o no, es argentino, Máxima Zorreguieta es reina de Holanda, Maradona y Messi son de acá. Siempre pasa algo y resurgimos. Yo, desde mi lugar, como nunca espero nada del gobierno de turno, sigo laburando como siempre, trato de entretener, que es lo mío, tengo demasiado con ocuparme de mi familia, de mis cuentas, así que intento no molestar a nadie.
–¿Cómo viviste la votación sobre la ley del aborto?
–Fue medio zaraza. Pero me imaginé que eso podía pasar. Conozco este país.
–En Incorrectas, algunas de las que te acompañan están dando sus primeros pasos. ¿Las aconsejás?
–No, las veo directo en el piso. El primer día les dije que si hacía un programa coral era porque somos todas iguales. Al verme a mí tan profesional, es todo de mucha fluidez. Esto de anfitrionar me gusta y soy muy relajada para trabajar.
–¿Cómo es acompañar a Nora Cárpena en estos momentos? ¿Vos la convocaste?
–Sí. Somos amigas desde hace años. Hicimos casi 3 mil funciones de Brujas. La llamé y le dejé un mensaje contándole que estaba por empezar un programa. Le dije que sabía que no era muy amiga de trabajar sin libreto, pero que sabía que si se animaba la gente se iba a sorprender con su gran personalidad, maneja una acidez y una ironía impresionantes. Yo no sabía que los últimos cuatro años Bredeston no hablaba. Fue muy duro lo que pasó.
–¿Creés que tenés sucesora?
–No. Hay un espacio grandísimo difícil de llenar. El combo no es fácil de conseguir. La que tiene la cultura del trabajo no tiene ángel, o le falta la sonrisa. A la vez, con esto de las redes, hay una cultura voyeurista donde todo termina siendo un Truman Show. No quieren que se metan en sus vidas pero te muestran cómo desayunan. Y no hay encuentro.
–¿Tenés contacto con la gente?
–Sí, claro. No me privo de ir a un shopping ni de parar a comer algo en la Costanera. ¿Qué puede suceder pasado el primer estupor de la gente? Lo máximo es que les diga que me esperen a que termine para que no se me enfríe la comida. La gente me responde bien. No quiero estar encerrada en un lugar que yo misma construí. Por supuesto que me encantaría comer tranquila, pero hace cincuenta años que transito eso, estoy curtida. También voy al cine, que es mi pasión. Saco las entradas en la boletería, nada de sacarlas por teléfono. Y no llego cuando las luces están apagadas, me gusta estar desde los cortos.
–¿Vivís sola?
–No. Vivo con Coquito [su chofer], y Galo [parte fundamental de su equipo], que está instalado en la parte de atrás. Allí recibo sólo a mi familia y a mis íntimos. Me encanta que nos juntemos, pedimos comida y lo pasamos bárbaro. Ese es mi refugio, un oasis verde a sólo 30 minutos del caos.
Asistente de fotografía: Juan Ignacio Roncoroni. Agradecimiento especial: Ximena Puig. Equipo Moria Casán: Sol Oberti (maquillaje), Daniel Capri (imagen), Miguel Romano (pelucas), Galo Sotto (asesoramiento general), Maxi Cardaci (prensa oficial), Luli Gugli (manos). Agradecimientos: Dot Store Laurencio Adot, Vevu, Sathya, Rosh, Carmen Steffens, Las Juanas Night, Carolina Giménez, Chuches y Deco.
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