En una extensa charla con LA NACION, la reconocida periodista, que hizo televisión diaria durante 45 años, repasa su vida y su trayectoria, analiza el rol de los medios y ofrece su mirada crítica sobre los años del kirchnerismo
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Mónica Gutiérrez pasó 45 años de su vida haciendo TV en forma diaria, generalmente noticieros en vivo. Una performance muy poco frecuente. Tan inusual como la cantidad de veces que pateó el tablero, pegó un portazo y renunció a sus trabajos cuando ya no se sentía cómoda o respetada.
Nació en Rosario, ciudad donde siendo una niña ya lideraba el periódico escolar y, con menos de veinte años, era conductora y productora en uno de los principales canales de ese terruño a orillas del río Paraná. Su buen desempeño allí le trazó un puente directo hacia los medios capitalinos.
Fue una figura emblemática del periodismo en los albores de la democracia alfonsinista con coberturas aún recordadas como la que protagonizó en tiempos de la asonada militar liderada Aldo Rico en la Semana Santa de 1987. Durante aquellas jornadas aciagas llegó a dormir en las instalaciones del entonces ATC (Argentina Televisora Color), ya que en su casa no cesaban las amenazas telefónicas.
Noticiero Nacional, 20 mujeres, Las unas y los otros, América Noticias son solo algunos de los espacios televisivos donde dejó su impronta. Audaz, franca y cálida, su permanencia frente a cámaras las convirtió en una de esas profesionales instaladas en la cercanía con el público.
Actualmente, conduce en radio La vida de los otros (los sábados, a las 13, por Milenium), realiza apariciones en diversos ciclos de Telefe y forma un grupo de periodistas que funciona de manera cooperativa organizando encuentros en off con dirigentes para intercambiar información de primera mano.
-Comencemos por el presente, ¿cómo ves al país hoy?
-El común de la gente está haciendo un esfuerzo extraordinario -muy sorprendente- por acompañar a Javier Milei. Hay cosas de él que no me gustan, pero tengo que tener esperanza en que vendrá un cambio, me tengo que aferrar a eso, porque lo que estamos dejando atrás es horrible: los años del kirchnerismo han sido muy duros. El país cayó en la pobreza, en el ridículo, en un manejo perverso de la economía. Como aborrecí todo eso y, además de sufrirlo, di cuenta de ello como periodista, tengo que tener esperanza de que vendrá algo mejor, pero, debido al ajuste, el sufrimiento, para el común de la gente, es fuerte.
-Estabas muy instalada como conductora de América Noticias haciendo tándem, primero con Néstor Ibarra y luego con Guillermo Andino, durante más de dos décadas. ¿Por qué te fuiste en 2019?
-El producto venía muy descuidado por parte del canal: lo que hacíamos era durar. Por otra parte, no tenía una relación fluida con las autoridades, como sí la había mantenido durante tantos años, entonces decidí irme. Fue abrupto, porque hubiera preferido hacerlo a fin de ese año, pero el canal decidió que, ya tomada la decisión, me fuera en ese mismo momento: no confiaron en que me podría ir sin romper nada.
-¿Considerás que tu decisión les daba cierto temor a las autoridades de América, encabezadas por la sociedad Vila-Manzano?
-Posiblemente. Lo cierto es que se venía el apoyo a un proyecto político del cual yo no quería ser la cara visible.
-¿Cómo visualizás el vínculo entre el periodismo y el poder hoy?
-Los periodistas siempre tuvimos muchos problemas con el poder. Funcionamos como un “contrapoder” pero los últimos años han sido muy dramáticos. Nadie orina agua bendita, aunque ha habido periodistas que, con sus investigaciones, le han cambiado la vida a este país. Por eso no se puede generalizar ni decir cosas como “todos son ensobrados”. Eso es apuntar al corazón de la democracia: no hay república sin una prensa libre.
-Los medios, ¿no se degradan al ir detrás de sus audiencias, usando el sesgo de confirmación?
-Por un lado, está la degradación del rol que se hace desde los sitios más altos del poder y, por otro lado, aparece ese fenómeno de concederles a las audiencias lo que ellas quieren escuchar para que nos premien con el minuto a minuto de las mediciones de rating o la cantidad de lectores. Traicionamos nuestra propia independencia. Son las marcas de este tiempo.
Siempre estuvo cerca
-¿Volvés a Rosario con tus pensamientos? ¿Cómo fue aquella infancia?
-No soy nostálgica, me divierte más mirar para adelante. Si miro para atrás, me encuentro con que he tenido una vocación definida desde muy chica. En séptimo grado llevaba adelante el periódico del colegio y, en la secundaria, producía mis audiovisuales. En esa época, me “comía” los noticieros de Mónica (Cahen D´Anvers) y Andrés (Percivale).
-¿Qué heredaste de tus padres?
-Fueron una pareja muy atípica. Mi madre tenía tres títulos universitarios y mi papá solo había terminado la primaria. Él era muy amoroso, dulce y honesto. Mamá, en cambio, era la del mandato, aunque un mandato no sexista. Me decía: “Nada de casarte y que te metan adentro de una casa; vos tenés que formarte, encontrar tu lugar en el mundo, ganar tu propia plata y, después, si aparece un tipo, mejor”.
-Profesionalmente, comenzaste en tu Rosario natal.
-Sí, aunque eran tiempos donde lo que ganaba no me alcanzaba ni para el bondi. Me peleaba con mis hermanas por la ropa: ya hacía TV diaria y no tenía qué ponerme para ir a trabajar. Más allá de eso, siempre viví de mi laburo y viví bien, aunque nunca acumulé fortunas, no me interesó. Siempre acumulé experiencias y viví situaciones extremas en una vida muy vertiginosa. Tampoco me gusta trabajar por nada, el periodista vive de su oficio y vive con honestidad cuando a ese oficio no lo elige en función de hacer determinadas diferencias económicas.
-¿Cómo fueron aquellos inicios?
-A los 18 años ya hacía radio en Funes, una localidad muy cerquita a la ciudad, donde me pagaban con ensaimadas, porque era una especie de pasantía. En ese trabajo me encontraba cuando recibí un llamado de Alfredo Velasco Ferrero, gerente de noticias de Canal 5 de Rosario y hermano de Sergio. Ahí comencé a hacer televisión, pero, de un día para otro, me fui.
-Recién estabas debutando en tu profesión, ¿por qué abandonaste?
-Tenía veinte años y estaba haciendo un programa de mucha audiencia al mediodía con Ercilio Gianserra, un conductor mítico de Rosario. En una oportunidad, el productor del ciclo me dijo que presentara a unos legisladores que iban a hablar sobre la ley de alquileres, pero que no debía preguntar nada, solo dejarlos hablar durante tres minutos. El tema es que yo estudiaba Derecho y se iba a hablar sobre una ley de alquileres, ¿cómo me iban a pedir que no preguntase nada? Al aire les hice una metralleta de preguntas. Cuando terminamos el bloque, el productor me dijo “No me entendiste, así que, desde mañana, harás la presentación del bloque de modas”. Se me nubló la vista, salí del canal caminando en dirección al Monumento a la Bandera y, para adentro mío, me decía “Mañana no venís, mañana no venís”. Y no fui nunca más.
-¿De dónde viene esa convicción?
-No sé si llamarlo convicción: son arrebatos. Como siempre digo, nunca tengo más fría la cabeza que cuando estoy enojada, caliente.
-Siendo muy jovencita, y pensando en cuestiones de género en una sociedad diferente a la actual, la llegada a Buenos Aires, ¿fue traumática?
-Ahí me ayudó el mandato de mamá. Cuando me querían mandar a averiguar el precio del pescado en Semana Santa, yo prefería meterme en otros territorios. Nunca especulé con el género, en la calle era un muchachito más. Eso generó mucho respeto entre mis pares.
De la dictadura a la democracia
-Has sido una profesional de referencia de los primeros años de la democracia, sin embargo, llegaste a trabajar, siendo muy chica, en el noticiero 60 Minutos, que era un baluarte de la dictadura militar.
-Tenía 22 o 23 años cuando conducía y producía Telefamilia, un programa diario en la televisión de Rosario. En una oportunidad, Osvaldo García Conde, que era el gerente de programación del canal, me pidió que fuera a ver al dueño de la señal, Alberto Bollán, quien me dijo: “Acá tenés un pasaje de avión para Buenos Aires, en Aeroparque te tomás un taxi y te bajás en Figueroa Alcorta y Tagle. En ATC te esperará Carlos Montero, que te va a tomar una prueba”. Le respondí, “Yo trabajo acá”. Su respuesta fue: “Acá ya tocaste tu techo”.
-¿Así llegás a ATC?
-Sí, porque previamente, García Conde les había hecho llegar una entrevista que yo le había hecho a Roberto Fontanarrosa.
-¿Ingresás directamente a 60 minutos?
-Me recibió Horacio Larrosa, que era el gerente de noticias. No quiso tomarme ninguna prueba. “El miércoles comenzás”, me dijo. Era lunes, tenía novio y estaba cursando Comunicación Social y Abogacía en mi ciudad. Por supuesto, ya era rebelde y, durante mi paso por el noticiero, salía a hacer notas que no gustaban demasiado por determinadas preguntas que hacía, así que fui quedando a un costado. Era una televisión increíble, con grandes presupuestos, pero dura, en plena dictadura, con códigos muy extremos.
-No eran tiempos para tus rebeldías.
-Por eso me dejaron congelada, lo que me produjo mucha depresión.
-José Gómez Fuentes era el conductor del noticiero.
-Al comienzo, el conductor era Fernando Bravo, quien fue muy amoroso conmigo en un mundo muy distinto para mí. “Fernando me voy, no estoy cómoda”, le confesé. Y él me dijo “Te quedás, sufrís y la parís, porque el día que esto se termine, que no faltará mucho tiempo, en tu casa no te va a buscar nadie, pero estando acá tendrás el futuro asegurado en la TV”. A su vez, me llevó a trabajar a Radio El Mundo y luego llegué a Rivadavia, donde trabajé en Rapidísimo con Héctor Larrea.
-¿Cómo fue la transición hacia los tiempos de libertad?
-A fines de 1982 cayó la gestión de Horacio Larrosa e ingresó Roberto Maidana, quien me convocó para trabajar en la redacción diciéndome “Nos tenemos que preparar para la democracia”. Cubrí toda la campaña de Raúl Alfonsín y la asunción. Haciendo una nota en Tribunales, me llamaron de la gerencia del canal y me ofrecieron conducir el noticiero central con Carlos Campolongo. En ese rol estaba cuando cubrí el Juicio a las Juntas y todas las asonadas militares.
“La casa está en orden”
-¿Cómo fue cubrir en 1987 el primer levantamiento militar carapintada liderado por Aldo Rico?
-Hay que situarse en el contexto. Estábamos transitando una democracia recién ganada, en los medios comenzaban a brotar atrocidades como la existencia de los campos clandestinos de detención. Hoy se habla de corrupción, pero, en aquel momento, sacábamos muertos de adentro del placard. Eran tiempos donde íbamos a hacer notas a los lugares donde se había torturado gente. Cuando llegó la Semana Santa de 1987, todos sentimos que la democracia podía colapsar.
-¿Es cierto que dormiste en el canal durante la cobertura?
-Sí, dormíamos en los camarines o en los sillones de las escenografías. La única noche que fui a mi casa fue del sábado para el domingo, pero no pude descansar, porque el teléfono no paraba de sonar con amenazas de todo tipo. Así que tomé un abrigo y volví al canal. Era tal el cansancio que teníamos que nos dormíamos frente a cámara.
-¿Recibieron algún reconocimiento del presidente Alfonsín?
-Estábamos haciendo nuestro trabajo, no teníamos por qué recibir ningún tipo de felicitación. Recuerdo que, una vez que Alfonsín dijo aquello de “Felices Pascuas, la casa está en orden”, me largué a llorar en cámara desconsoladamente. Todos habíamos entendido que se le venían tiempos difíciles, porque él algo había tenido que ceder.
-Cubriste la campaña y la presidencia de Raúl Alfonsín, con lo cual podés dar una semblanza muy cercana sobre su figura.
-Era un hombre extraordinariamente democrático, fue un valiente. Las cosas no le salieron bien, porque este país está lleno de corporaciones y presiones. Su relación con los periodistas era buena. Nosotros nos teníamos una corriente de mucho afecto, pero que se dio después que fuera presidente. Era un cabrón, porque se ponía a los gritos si no le gustaba una pregunta, pero se apagaba la cámara y te pedía disculpas.
“Menem lo hizo”
-¿Cómo viviste la llegada de Carlos Saúl Menem a la presidencia?
-Cuando ganó el menemismo, todos los que estábamos en ATC entramos en una zona de conmoción, fue un momento muy disruptivo para los periodistas, muchos fuimos sacados de nuestros lugares. Pretendieron degradarme, me querían pasar de conductora a cronista, pero no lo acepté y me fui a casa. Fueron los únicos tres meses, en toda mi vida dentro de la televisión diaria en los que tuve un impasse.
-¿Cómo regresás al medio?
-Me llamó Carlos Montero, quien estaba al frente de VCC. Él, en alguna oportunidad, me había dicho: “Quédate tranquila, vos naciste para estar en la tele, la televisión te va a venir a buscar”.
-Montero cumplió con su propia máxima.
-A los tres meses de estar afuera de ATC, Montero me dijo que tenía los fierros, una hora diaria de aire y solo unos viáticos, porque no me podía pagar un cachet. Había que empezar de cero, remarla, desde una señal que se llamó El Canal de la Mujer, donde las tres figuras icónicas éramos Teté Coustarot, Silvina Chediek y yo. Fue un gran esfuerzo de producción. Arrancamos en verano, sin aire acondicionado en el estudio. No sé cuántos kilos bajé, pero a los pocos meses el espacio ya estaba instalado y me empezaron a pagar un sueldo de TV abierta. Duró diez años y, por ese programa, que se llamó Las unas y los otros, me gané tres premios Martín Fierro.
-Decidiste correrte de ATC ante lo que creías que era una injusticia y un destrato hacia tu trayectoria. No es sencillo tomar este tipo de decisiones.
-En general, cuando tomo decisiones, las tomo muy convencida. Me he llegado a ir de un programa estando en el aire, en vivo.
-¿Qué programa era?
-20 Mujeres.
-Muy identificado con los nombres de Fernando Bravo y el tuyo.
-Así es, fue un programa muy exitoso desde su estreno, con picos de rating que no podíamos creer. Era el comienzo de la democracia y fue un ciclo de vanguardia donde hablábamos de violencia de género, divorcios o de sexualidad femenina.
-Con tanta repercusión, ¿por qué dejaste ese espacio?
-Al año, a Fernando (Bravo), un hermano de la vida profesional, le llega una oferta para pasarse a Canal 13, entonces se decide que a 20 Mujeres se incorpore Daniel Mendoza, a quien he respetado y le he tenido mucho cariño, pero trabajar con él no era para mí. Además, sentía que él tampoco era la persona indicada para el programa. Planteé en el canal quedarme solo en el noticiero y correrme de 20 Mujeres. Me dijeron que no, que me quedase. Recuerdo que un lunes comencé a conducir el programa sola y, en el último corte, entraron al estudio las autoridades del canal con Daniel Mendoza. Me dijeron: “Antes de terminar, anunciá que, desde mañana, él se sumará al programa”. Cuando salimos al aire, faltando diez segundos para el final, lo presento a Daniel (Mendoza) y le digo “Te dejo al frente de un programa maravilloso, yo hasta acá llegué”. Cuando salimos del aire, me fui hasta mi camarín y detrás de mí tenía a las autoridades de ATC y a los productores del ciclo, que no podían entender lo que había sucedido.
-Una vez más, habías pegado un portazo, esa vez frente a millones de televidentes.
-Había renunciado a mi rol en el aire. Soy muy honesta, me quedo donde siento que voy a estar bien. El productor Gerardo Mariani me dijo: “Nunca pensé que alguien podría renunciar a esta pantalla y a esta plata”.
-Un gran mensaje de dignidad.
-Siempre trabajé en lugares donde me he sentido cómoda y libre, donde podía ser yo. Cuando me vi inmersa en alguna incomodidad es porque eso se estaba terminando, como todas las cosas de la vida. Cuando comienza el carnaval carioca, hay que irse de la fiesta.
-Renunciaste a un buen cachet en ATC y aceptaste sumarte a El Canal de la Mujer por un viático, ¿qué lugar le otorgás al dinero?
-También me fui de América sin llevarme un peso. Nadie lo puede entender, pero no soy de romper las cosas antes de irme. Respondiendo a tu pregunta, te diría que, desde chica, tuve una gran vocación por el mundo de las noticias y las elecciones laborales siempre fueron por aquello que me hiciera feliz y no por la plata.
Trabajo de campo
-En 2015 cubriste las inundaciones en Luján. Eran tiempos donde Daniel Scioli estaba en Italia y se dio a entender que esos informes eran una forma solapada de hacer campaña en su contra. ¿Cómo lo viviste?
-Fue ridículo, pero tenía que ver con lo que había comenzado en 2009 con la grieta y la mala relación del poder con los medios. En primer lugar, debo decir que cubro inundaciones desde 1979.
-Llegaste a nadar rodeada de ratas.
-Sí, en Paraguay, tenía veinte años y estuve casi un mes chapoteando en el barro con mi cameraman. Por otra parte, como soy litoraleña, cubrí muchas inundaciones de mi zona. También cubrí las inundaciones de Santa Fe, donde nos dirigimos con todo el noticiero de América a hacer el programa desde allá y sin cortes.
-Volvamos a 2015.
-Fue durante el período electoral, cuando competían Mauricio Macri y Daniel Scioli. En ese momento, era conductora de América Noticias, pero le había pedido a la gente del canal poder salir a la calle cuando fuera posible porque me sentía asfixiada en el estudio. Sucede lo de las inundaciones, me calcé las botas y salí. Fue posible porque, como era una distancia menor a 75 kilómetros, el canal no tenía que pagar viáticos al equipo de exteriores. Así se manejaban las cosas. La cobertura me salió muy bien, le puse mucho corazón, porque, vuelvo a repetir, nací en el medio del barro y de la inundación. En medio de todo eso, alguien preguntó por el gobernador y salió a la luz que estaba en Italia, pero yo no tenía ni idea de toda esa situación. Luego, durante años, cada vez que llovía, aparecían referencias a mi persona.
-¿Te duele?
-Me da bronca, siempre traté de ejercer mi profesión de la manera más honesta posible, jamás estuve en una “opereta”. En los últimos años, cuando tuve una postura muy clara con respecto a lo que estaba pasando, lo hice desde lo más profundo de mi corazón.
-En la profesión, ¿de qué te arrepentís?
-No sé si es arrepentimiento. La profesión fue muy generosa conmigo, pero me hubiera gustado ser una fotógrafa free lance e ir por el mundo cubriendo acontecimientos extremos.
En familia
-A pesar de tu intenso trabajo, conformaste una familia.
-Esta profesión es muy compleja, atenta contra la conformación de una familia, contra la crianza de los hijos. Tuve que afrontar ese desafío.
-Pudiste.
-Sí, cuando apareció Alejandro (Gawianski) en mi vida, pude concretarlo. Él tenía una convicción muy fuerte de ser padre y armar una familia y yo también. Por mis características de personalidad, no creía posible poder lograrlo. Obviamente, renuncié a un montón de cosas, pero no me arrepiento. No podía hacer todo pariendo, atravesando el puerperio y criando a los chicos.
-Fuiste mamá cerca de los 40.
-Fui madre a los 39, 40 y 43. La biología estuvo de mi parte, fui una coneja. Si arrancaba antes, podría haber tenido hasta seis hijos. Los embarazos fueron una fiesta, tuve tres cesáreas, pero fue una maravilla.
-¿Qué hacen tus hijos?
-Una es nómade digital que trabaja para una ONG en cuestiones de cambio climático, la otra es arquitecta y el varón se está por recibir de economista.
-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
-Lo mido en función de lo que queda por delante y, cuando se tienen muchas ganas de vivir y hacer cosas, es un poco angustiante. En lo personal, me siento en un momento de mucha plenitud. Al irme de América, y luego de un breve paso en un programa en eltrece, compré libertad, vivir la vida desde otro lugar. Me pasé 45 años haciendo televisión a diario, por eso ahora viajo, hago lo que no he podido hacer en toda mi vida.
-Hace poco, tu esposo fue protagonista de un error involuntario al aparecer desnudo en cámara: podríamos afirmar que sabe dónde colocar el iPad.
-Ya lo creo, salió muy bien, tiene buen porte. Fue el día del paro y mucha gente me escribió para decirme que les había alegrado el día. Otros me dijeron “le cagaste el paro a Moyano”.
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