Mónica Antonópulos: "Al tener una voz con alcance, me siento en el compromiso de comunicar cosas"
Mónica Antonópulos se convierte en Juliana, una exitosa conductora de televisión que, tras ocho años en pareja con Bruno (Ezequiel Tronconi), quiere ser mamá y se encuentra con las contradicciones que esta decisión trae en su pareja en el film El Encanto (que puede verse hoy, a las 20, por Cine.ar TV o vía streaming hasta el jueves por Cine.ar play de forma gratuita). En tiempos de coronavirus, la actriz que perdió su trabajo luego de que fuera cancelada Separadas, la ficción de Polka, y que está viviendo la cuarentena con sus dos hijos y su pareja, el también actor Marco Antonio Caponi, habló con LA NACION sobre este especial estreno, sobre la maternidad y el deseo, sobre la industria televisiva y su descargo en las redes sociales contra la productora de Adrián Suar.
-La maternidad es un tema que interpela. Entre el deber ser y el deseo, muchas mujeres quizá postergan la búsqueda mientras que otras deciden terminar su pareja por no estar en la misma sintonía, ¿qué pasa entre Juliana y Bruno en El Encanto?
-Creo que lo que trae esta película es qué pasa cuando la pareja no habla de lo que tiene que hablar. El personaje que interpreta Tronconi evade. Entran temas como la fantasía de perder la libertad, la realidad de perder la libertad. También se habla de qué les pasa a ellos como pareja, si la llegada de un hijo es un deseo individual o si es lo que el vínculo está necesitando o si están aburridos. Además plantea qué le pasa a ella que en el momento de mayor expansión laboral, de reconocimiento, está queriendo tener un hijo, se le juega la presión biológica. Se trata de poner los temas sobre la mesa. Después se ve la reacción de él y al final termina como tendría que haber empezado: con el diálogo.
-Muchas mujeres deciden no ser madres...
-Es una labor de mucha entrega, coincido y acepto cuando hay mujeres que no se lo plantean como opción. Me parece totalmente respetable tanto cuando una mujer decide encararlo, como cuando decide que su vida no pasa por ahí. Son procesos muy fuertes. Tuve dos partos naturales con 6 años de diferencia. En el segundo justo se ponía en discusión la ley de aborto y yo estaba pariendo a mi segundo hijo. No le deseo parir a ninguna mujer que no quiera. Sino pasa a ser algo que para algunas es de una entrega y cambia su vida, a algo malo tanto para la persona como para el ser que llega. Las mujeres que no lo desean creo que necesitan de nuestro abrazo y comprensión.
-La maternidad está en estos tiempos siendo revisada y algunas plantean cierta contradicción entre justamente el crecimiento laboral y tener una familia...
-Creo que en este proceso de aprendizaje en el que estamos, en lugar de decir lo que está bien y lo que está mal, hay que empezar a hacer un trabajo donde convivan lo ambivalente y la contradicción porque sino es como que nos queremos correr de una postura rígida y nos instalamos en otra. Recién ahora estamos empezando a abrir las mochilas y a darnos cuenta de todo lo que estamos cargando y sosteniendo: presiones que nos han impuesto desde el patriarcado y que hemos llevado y que seguimos sosteniendo.
-La cuarentena de alguna manera puso a todos a trabajar en la casa...
-Uno se empieza a dar cuenta también que una cosa es maternar y otras son las tareas domésticas, antes se pensaba que entraban dentro de lo mismo. Hoy te das cuenta que no, uno hace un zoom en la vida personal: la cotidianidad y las tareas domésticas le sacan calidad a tu maternar.
-A eso se suma la escuela en casa, ¿cómo llevás esa parte?
-Creo que esta situación pone en discusión absolutamente todo: desde qué quiero, para qué lo quiero, cuántas horas mi hijo pasa en el colegio, si está aprendiendo ahí. Hoy priorizo más los momentos para salir y respirar y tomar aire que estar haciendo la tarea. Estamos todos poniendo en discusión un sistema que está cayendo. Nos llevó hasta acá donde parece que vivimos para producir, pero pareciera que nos llevó por el hacer en vez del ser. La realidad es que hay un mercado laboral feroz, que no contempla a los hijos. Se tienen que empezar a contemplar los lugares para que las madres y los padres puedan llevar a sus hijos, porque sino la escolaridad pasó a ser un lugar de depósito para que los padres podamos ir a trabajar.
-¿En qué sentido?
-Hace un año me acuerdo de estar llevando a mi hijo mayor al colegio y que me dijera: "Qué aburrido es hacer siempre lo mismo, ¿no?". Esa pregunta la llevé a todo mi círculo íntimo. No podía parar de llorar porque me había interpelado tan profundamente en algo que también me estaba preguntando. Me estaba cuestionando por dónde pasa la vida, salir de casa, llevar a mi hijo al colegio, ir a trabajar... Esta es la manera que conocemos para generar dinero y sobrevivir en esta rueda que lo único que hace es que uno esté corriendo una zanahoria inalcanzable. Me da la sensación de que esta situación nos lleva a parar. Nos encontramos con que todos tenemos los mismos temores. No importa el rango que tengas, si sos un empresario, el presidente, el jefe, todos tenemos el mismo miedo existencial a morirnos. No siento que ahora estemos encerrados y antes estábamos libres. Me lleva a una discusión un poco más filosófica. ¿Qué es la libertad? ¿libre?, ¿de qué? ¿del reloj?, ¿de correr?, ¿de que cada minuto sea producir?
-El aislamiento hizo todo lo contrario, puso el mundo en pausa, ¿qué te trae esta pausa?
-Es hacer un zoom en tu vida, no miremos más para afuera. Con Marco estamos acompañándonos mucho y estamos los dos en un proceso interno de vaciar, como si estuviésemos empachados. Nos ganó ver en el otro cuánta fuerza y amor estamos poniendo. De verdad, desde el primer momento. Entendiendo que esto necesita de mucha colaboración y que los dos estamos haciendo lo mejor posible. Se ponderó el amor que se está poniendo. Estoy haciendo un ejercicio enorme con el celular porque me agota los ojos, la cabeza. No estamos viendo series ni nada. Este tiempo es una invitación a vernos en la crudeza, las 24 horas, la cotidianidad. Es una oportunidad: o nos quedamos llorando por el plan frustrado del 2020-2021 o nos damos cuenta de que somos un pequeño granito más y que nuestras acciones colaboran. Me doy cuenta que tengo una tarea más importante que no es lo individual sino lo colectivo. Puede ser un límite de algo y un umbral también.
-¿Cómo viven la situación de la industria? Los dos son actores y la pandemia dejó fuera de juego todo lo que tiene que ver con el arte y no parece haber una fecha concreta para el retorno de las actividades.
-Los dos estábamos trabajando en lo mismo. Nos encontró familiarmente en la misma crisis, pero nos reconfirmó la forma en que queremos mirar las cosas. Nos encontramos como compañeros de puntos de vista. Vamos a terminar agradeciendo.
Pensar y repensarse
Antonópulos tiene 38 y desde hace varios años que elige no dar notas que pongan en valor la estética, también viene reflexionando -un planteo que se acentuó con el aislamiento- sobre la escolaridad de sus hijos y sobre la necesidad de pensar en forma colectiva. Algo que, cuenta, aprendió formando parte de equipos como los que encara Pablo Echarri, con quien trabajó en El elegido y La leona, a quien define como formador y referente de creaciones colectivas. "Pablo y su equipo hicieron sus propios proyectos, apostaron a su producción y pudieron combinar lo comercial con un texto propio. Además en sus propuestas siempre hay una denuncia y los personajes no son netamente estereotipados", opina. Antes de estrenar el film dirigido por el mismo Tronconi junto a Juan Pablo Sasiaín, la actriz encarnaba un papel que se había ganado la simpatía de todos, era Clara Rivero (en Separadas), una mujer que tras la muerte de su marido, quien no solo le había sido infiel sino que estaba metido en negocios turbios, "despierta" y tiene que llevar adelante a sus dos hijos y todos los pormenores de la casa y sus finanzas.
-Tu papel de Clara en Separadas también ponía foco en la maternidad, pero desde un lugar diferente, ¿por qué pensás que caló tan hondo en el público?
-Ese personaje me convocó y lo quise llevar desde una persona que despertaba. Obviamente caricaturizando los lugares y poniendo las torpezas al servicio de la historia para humanizarlo. Se tropezaba con sus propias torpezas. Me interesaba la posibilidad de mostrar a una mujer que de repente estaba dormida, se había contado una historia (como una especie de arquetipo de "Bella Durmiente"), se despertaba, se le caía la realidad a pedazos, se chocaba y no abría los ojos. Me gusta cuando tengo la posibilidad de poder encarar personajes lo más humanos posibles. ¿Viste que a nosotros nos enseñaron a esconder nuestras torpezas como si fueran debilidad? A veces esas torpezas son las fortalezas que tenemos. Lo que genera empatía, es lo que somos ¡y somos unos monos todavía!
-Se habló mucho de tu química con Sebastián Estevánez, que hacía de Miguel, en la ficción, ¿cómo llegaron a ese entendimiento?
-Disfruté muchísimo del elenco. Me tocaron unas compañeras muy generosas que celebraban mi trabajo también... un equipo increíble de directores, el autor. A Sebastián lo conozco hace muchos años. Me pareció que se lo pudo valorar corriéndose del estereotipo del galán. Se lo pudo disfrutar desde un lugar más nuevo. Agradecí mucho que quiera jugar y la verdad que en las escenas nos divertíamos muchísimo. La pasé muy bien. Disfruté cada momento que estuve, hacía años que no trabajaba en Polka.
-Se habló mucho de tu descargo por la situación de Polka, ¿qué pasó con eso?
-Hice mi descargo por mi red que es la forma de garantizar que se comunique mi propia voz, pero más allá de que siempre están los intereses de querer informar, no fue contra alguien ni algo, ni contra una productora, ni con la cara visible -que es alguien que ha dado mucho trabajo y ha pasado por una situación crítica, que desbordó a todos. En este contexto se cometen a veces desproljidades y especulaciones y, al tener una voz con algo de alcance, me siento en el compromiso de tener que comunicar cosas cuando veo que hay manejos que perjudican en la cadena a los más vulnerables. Está claro que no soy yo. El reclamo no quiso ser desde algo individual sino colectivo. Uno no tiene que dejar de contextualizar que estamos todos encerrados por un virus que pone en riesgo tu vida. No es tu elección no ir a tu trabajo. Es una situación en que todos tenemos que cuidarnos y estamos todos atemorizados, nos pasa que no sabemos cuándo vamos a volver a trabajar. Hay actividades que no van a volver o no sabés cuándo van a volver. Mientras aparecen comportamientos que apuestan al individualismo también aparecen los solidarios. Una de las cosas que se ponía en discusión de los manejos que se hicieron fue lo sucedido con la obra social de los actores (OSA) que se vio muy perjudicada.
-Parte de la crisis tuvo que ver con la situación del coronavirus, pero también la industria viene atravesando otros problemas...
-Acá hubo otra situación, desde el día 1, una empresa dijo: "No se puede". No fue "consecuencia de..." Tampoco comulgo con eso de pegarle a Adrián, que fue un generador de trabajo. Me parece que en todo caso hay que reformular una estructura. Comparto lo que dice él de que hay que sentarse todos los sectores a hablar: sindicales, productores, actores y ver cómo se reformula. Eso no quiere decir que vaya a omitir o a acompañar comportamientos que van en contra de mis valores.
¿Nueva normalidad?
-¿Pensás que los estrenos por plataformas o por la televisión van a ser parte de la nueva normalidad?
-Creo que estas son oportunidades, pensando en que a veces este tipo de películas se proyectan en una o dos salas, en el Gaumont, y que siempre tienen el mismo tipo de público, ahora van a llegar a más gente, de manera gratuita. Veremos qué información trae. Obviamente para la gente que le gusta ir al cine, se pierde la mística, pero hay otras cosas positivas
-¿Cómo te imaginás la industria post pandemia?
-Hay cosas que tienen que ver con la crisis económica, otras que tienen que ver con cómo cambió el audiovisual. Los formatos que funcionaban se tienen que aggiornar a otra forma. Se habla de crisis pero ves las plataformas y explotan, la gente está dándose atracones. Por eso creo que hay que reformular, porque hay algo que tiene que ver con el progreso de la tecnología. Y la tele veremos cómo se adaptará a estas nuevas necesidades o quedará como un formato clásico, no sé. También entender como a veces las decisiones de poner programas enlatados perjudicaron. Me parece que llegó el momento de que haya una meta de trabajo, que se junten todos. Hoy hay una fuerza muy grande con los jóvenes que son una potencia. Ojalá que traigan una forma nueva de trabajo, no una reinvención de lo de siempre. Mucho más colectiva. Nosotros somos un pequeño núcleo más o menos privilegiado pero hay mucha gente que se queda afuera.
Los estereotipos y la responsabilidad
Madre de Camilo, de 8 años, fruto de su relación con Coraje Ábalos, y de Valentino, de 2, que tuvo con Marco Antonio Caponi, Mónica cuenta que estaba en el proceso de destete de su segundo hijo pero que la cuarentena y estar tanto tiempo en casa retrasó el proceso. Además revela cuando arrancó su lucha contra los cánones de belleza y perfección que rigen el mundo de las celebridades. "Cuando nació Camilo, estaba en pleno puerperio, laburando y me vinieron a hacer una nota en la que decía que me sentía estafada y que no entendía como podían decir "estoy en mi mejor momento" , "tengo más pasión que nunca", "estoy mas sexual que nunca", después de parir. Esas frases te dan una culpa y te generan una presión porque vos todavía te estás recuperando de tu parto, te estás reencontrando con tu cuerpo. Estaba indignada", cuenta. Y agrega: "Ese caretaje se sigue proponiendo: venden nubes de rosas generando presión, enfermedades, estándares de belleza, de felicidad cuando en realidad somos ambivalentes". Si bien ese mensaje no fue bien visto, la actriz piensa que quizá hoy se leería de forma diferente.
-Hay algo en tu discurso que humaniza a la actriz, ¿cómo conviven esas dos facetas de tu persona?
-En el ultimo tiempo, me saqué el peso de querer sostener el muñeco desconectado como si fueran dos personas que conviven: la celebridad y el humano. Empecé a hacer un uso más responsable de mi pequeña voz y traté de que no haya tanta contradicción entre lo que pienso, mi forma de educar a mis hijos, mis valores y lo que comunico. Intento que haya un criterio. Eso me llevó a no aceptar dar notas a muchas revistas, a no ponderar ni mostrar una vida de rica que no tengo, a no colaborar a comunicar que la felicidad es el tener o la belleza. Me hago cargo que respondo a un estándar pero intento mostrar que eso no te asegura nada.
-Justo todo esto se puso de manifiesto días atrás con la tapa de una revista que hablaba de un look "plus size"...
-Creo que es un momento donde hay dobles discursos. Por un lado somos feministas y, por otro, seguimos comulgando con cosas que cuentan otra historia. Hablamos de que hay que aceptar nuestros cuerpos como son y de que no queremos ser vistas como objetos y, sin embargo, nos seguimos mostrando, vistiendo y comunicando como si fuéramos estereotipos de objetos de deseo. Se critica algo grosero y que enferma pero después muchos de estos personajes se muestran con el culo en la nuca en una tapa. Por momentos las posturas tienen que ser extremas. Con este mismo criterio, elijo los personajes, mis proyectos. Vienen y te dicen "este personaje es empoderada femenina" y leés el guion y está al servicio del protagonista. Es como un mal entendimiento del empoderamiento. Decís lo mismo que antes pero de otra manera. Me sigo poniendo en funcionamiento como objeto de deseo de un otro y como objeto de deseo de la mirada patriarcal de siempre. Hay que estar muy atentas en no caer en las mismas trampas y colaborar entre mujeres, muchas no despertaron todavía.
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