Mirta Romay: el recuerdo de su padre, Alejandro, y la historia familiar que la llevó a crear una innovadora manera de ver teatro
La hija de Alejandro Romay festeja un nuevo aniversario de Teatrix con estrenos que fueron éxitos en las salas teatrales
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Creció palpando esa pasión que caracterizaba a su padre, Alejandro Romay, el “zar de la televisión”. Pasó muchas horas de juego en los pasillos de Canal 9 y hasta las reuniones familiares de los domingos algunas veces transcurrían allí. Mirta Romay reconoce que heredó esa pasión y esa fuerza de concretar todo lo que se propone. Ella fue la creadora de Teatrix, la plataforma argentina de teatro por streaming líder en su rubro en Hispanoamérica, que cuenta con más de cuatrocientos títulos en su catálogo, con espectáculos nacionales e internacionales, comedias, dramas, musicales, unipersonales y propuestas humorísticas. Este mes, Teatrix festeja nueve años y sigue sumando obras como Brujas, La última sesión de Freud y Coqueluche, y su fundadora le cuenta a LA NACIÓN qué la llevó a filmar obras de teatro para crear esta plataforma, evoca a su legendario padre y reflexiona sobre el presente y futuro de la industria audiovisual.
-Fuiste una pionera en el streaming, ¿cómo se te ocurrió hacer una plataforma especializada en teatro?
-En ese momento nacía el streaming y yo ya había hecho unas escaramuzas previas. Se necesitaba mucho contenido, y en ese momento fue el teatro lo que tenía a mano y conocía bien. Había vivido la experiencia de Teatro como en el teatro (unitarios basados en clásicos teatrales creado por Nico Fortuna Olazabal y que emitió Canal 9), ciclo que me marcó, como a toda mi generación. Además, en mi familia la filmación de obras de teatro era algo común. No había ninguna resistencia ni contrariedad con eso. De hecho, papá había hecho filmar cuatro o cinco obras que presentamos en Teatrix en los aniversarios. Fue algo natural y esperable que lo hiciera. Mi hermano Omar también había hecho teatro en estudio, en Canal 9.
-Fueron como antecedentes del trabajo que llevaste adelante, digamos...
-Claro, era algo que daba vueltas en nuestra familia. Hay contenido español, mexicano, peruano, colombiano, uruguayo y cada producción tiene sus características, sus temáticas, sus geografías que poco a poco vamos descubriendo. La plataforma está dirigida al público de habla hispana y fue una idea mía original que construimos lentamente porque podemos hacer ese cruce de culturas que se da naturalmente. Hoy hay una gran cantidad de argentinos dispersos en el mundo y noto que la relación con Teatrix está basada en esa nostalgia.
-Deben sentirse como en casa…
-Claro, es un poquito así. Valoran mucho la existencia de Teatrix.
-¿Con qué estrenos festejan estos nueve años?
-Tenemos tres o cuatro estrenos todos los meses. Este mes, por ejemplo, se lanzó Urtain, que es la historia del boxeador español campeón de pesos pesados en los ‘60 y ‘70, y es una superproducción. Para el 25 de mayo estrenamos Porteñas, una hermosa obra que cuenta la historia de cinco mujeres que atraviesan ochenta años de historia argentina. Otra novedad es La lengua es un músculo pero el lenguaje es un virus, una reflexión sobre el choque de palabras, las figuras retóricas, las asociaciones libres, las modas y coincidencias. Y El Golem de Praga, un musical sobre una antigua leyenda judío checa que inspiró a Mary Shelley a escribir Frankenstein. El mes que viene lanzamos una obra mexicana que festeja los 100 años del manifiesto surrealista, El viaje de Bretón.
-¿Cuáles fueron obras más vistas en estos años?
-Hemos estrenado tanques muy fuertes como fue Inmaduros, una comedia con Adrián Suar y Diego Peretti que caminó muy bien. La comedia dramática Los perros, de Nelson Valente, también se vio mucho. Y nos fue excelente con Coqueluche; a la gente le divierte mucho (José María) Muscari. Gusta lo que hace. María Callas funcionó muy bien al igual que Drácula. Hay una buena sinergia en Teatrix de los diferentes teatros hispanoparlantes. Nos nutrimos entre los catálogos.
-¿Ves todas las obras que luego están en la plataforma?
-Antes hacía yo sola la curaduría y ahora me acompaña Elida Martínez, que es la hermana de Oscar Martínez y trabaja en teatro hace muchos años. Y luego está Catalina Casas, la directora audiovisual que ha tomado cada vez más preponderancia porque su mirada es importante a la hora de elegir una obra. Además, hay gente en México que ayuda con la curaduría y terminamos de definir acá. Y yo misma viajo bastante; ahora voy a México y Colombia para ver obras. En España tengo una relación muy estrecha con La Zona Producciones y con Miguel Cuerdo, y todo el tiempo me comentan obras. Hemos logrado algo que es difícil de conseguir, que todos los contenidos de teatro están en Teatrix. Para ver una serie tenés que irte a una plataforma y luego a otra, y a otra, en cambio todo el teatro de habla hispana está en Teatrix. Incluso hay algunas obras de Broadway, porque nacimos juntos con Broadway HD e intercambiamos obras en ese momento ya que ambos estábamos con muy poquito catálogo; tenemos diez obras de ellos y ellos diez nuestras.
-¿Cómo imaginás que puede seguir creciendo Teatrix?
-Con estrenos todos los meses y con la vara alta, tratando de satisfacer al público. Estamos trabajando mucho sobre un modelo de hibridación de la plataforma. Hoy hay una enorme crisis de las plataformas, ya se lee en los medios que los suscriptores van a dejar de ser un tema para la industria, y lo que se pone en juego ahora es sostenerse como negocio dentro de un mercado híper fragmentado. Hay una crisis fuertísima. Han generado una proliferación de plataformas que quebró la industria. Eso seguramente se va a acomodar de a poco. Con Teatrix queremos atrincherarnos en el nicho, sabemos que tendemos un contenido único extendido globalmente en el que invertimos y traccionamos.
-Siendo una Romay, se te relaciona más con el mundo audiovisual que con el teatro. ¿En algún momento fue un dilema para vos?
-Mi papá me llevaba al teatro y vi mis primeras obras de su mano. Teatrix es un proyecto de integración entre el teatro y lo audiovisual ,y son los dos mundos a los que accedí desde muy chica. Canal 9 tuvo un impacto muy grande en todos nosotros, atravesamos con papá la experiencia de su carrera. Y luego, o antes quizá, está el teatro porque él también produjo mucho teatro. Entonces, en mi cabeza están los dos mundos. Sé que para algunos es una especie de herejía esto de llevar el teatro al mundo audiovisual y para mí no existe ese prejuicio. Papá era un apasionado de lo que hacía. Los hijos leen esa pasión y quedan envueltos. Es muy estimulante crecer en una casa en la que el tema está ahí todo el tiempo. Inevitablemente, esa pasión se contagia. Y acá estoy produciendo esta plataforma de innovación. El teatro es presencial, pero también se puede obtener una versión audiovisual muy atrapante, muy rica.
-Pero tuviste una época de rebeldía, en la que estudiaste psicología, incursionaste en plataformas educativas... ¿Cuándo te amigaste con esta herencia familiar?
-Una lectura que puedo hacer a mis casi 70 años es que necesité tener un espacio propio de desarrollo individual y la psicología funcionó como una carrera que abracé muy interesada. Trabajé muchos años en el Hospital Israelita, en el Italiano, en el Sanatorio Güemes. Hice una carrera larga. En el ‘89, comencé a trabajar en Canal 9 y gran parte de mi formación y mis intereses culturales se plasmaron ahí. Y después apareció Formar, un proyecto de educación a distancia muy interesante que tuvo muchos premios y me permitió trabajar en el exterior. Luego hice mis escaramuzas con el streaming con una plataforma que duró muy poco tiempo porque la aceleración tecnológica es fenomenal. La televisión abierta había dejado de ser la reina y también la voluntad política de desarrollo de la ciudadanía había mermado y esas dos cosas se dieron al mismo tiempo. Atravesé todo, desde la radio hasta hoy. Recuerdo jugar con mi hermano Omar en la galería Güemes mientras veíamos a papá frente a un micrófono cuando era locutor, o hacerme la rata en la escuela para ir a Canal 9. Me acuerdo que una vez nos fuimos con una amiga y papa nos recibió y almorzamos con él. Después de la universidad y algún tiempo de trabajo como psicóloga, empecé con estas cuestiones de producción, en el ‘98, y enganché el último período de la televisión abierta trabajando como productora ejecutiva. Atravesé todo el proceso de los medios de comunicación desde un lugar que elegí.
-¿Cuál es tu mirada como hija sobre el aporte de tu papá al medio?
-Recuerdo que teníamos una relación de complicidad muy fuerte. Cuando se enfermó, yo estaba sin pareja y mis hijos estaban grandes y tenían sus familias, y entretenerlo a papá charlando sobre proyectos era lo que nos unía y lo que lo mantenía atento, despertó y conectado con el afuera. Fue una marca muy grande para mí. Compartimos con mucha pasión esa adrenalina de los comienzos de un proyecto, cuando te abismas a un mundo que vas a ir aprendiendo de a poco. En lo personal, necesito de esa adrenalina todo el tiempo. Tenemos en común el ser generadores de cosas. El hacer estuvo siempre en nuestras conversaciones, una modalidad que yo sigo reproduciendo hoy. Él solía contarme sus proyectos y yo le contaba los míos. Nos divertía. En junio de 2015, cuando murió, yo llevaba un año trabajando en Teatrix, pero no pudo verlo. Es difícil escaparse de algunas marcas con las cuales creciste. Con mi papá tenemos muchas coincidencias, una de ellas es jugarse por un proyecto… y sostenerlo.
-¿Tenés alguna anécdota con él para compartir?
-Ya la televisión estaba muy complicada, y recuerdo que habíamos ido al cine a ver la película Mujercitas. Lo vi imaginar una novela, reunirse con autores y participé de todo ese proceso de lo que fue Por siempre mujercitas. Cuando se licitaron los medios, en la época de (Carlos) Menem y las corporaciones de medios pudieron acceder a tener un canal de televisión, papá vaticinó que la televisión se moría porque dejaba de ser un negocio genuino. Terminaba la era de los de los Romay, los Goar Mestre. Fue un negocio importante, una usina permanente de creación de figuras, textos, grandes producciones. Después el negocio cambió.
-Cambió muy rápido todo, ¿no?
-Sí. Y estos nueve años de Teatrix mucho descubrimiento, de disolver resistencias de productores. Vivimos en un mundo complejo con un cambio feroz y todavía no se sabe bien hacían dónde van los medios. En estos años descubrí que los contenidos representan al rey, pero también hay una reina que es la tecnología. Este gran cambio en el mundo de la comunicación se inició con la radio y se aceleró con las redes, y es un proceso que todavía no termina. Hay un cambio abrupto entre el vínculo con el libro y el salto a la radio que puso de manifiesto un tejido social que antes era la familia y el barrio. Y la radio amplió eso al mundo. Yo recorrí todo ese camino. Teatrix es un productor único, de innovación y no competimos con los mismos productos que compiten el resto de las plataformas. Necesitamos un vínculo fuerte con a los productores teatrales unidos entendiendo que hay una necesidad de promover el lenguaje teatral y la única manera de hacerlo es a través del medio audiovisual, que llega a más público que luego retorna luego a las salas teatrales.
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