La cantante conoció a su actual pareja hace poco, pero lo que sintió fue tan fuerte que no dudó en casarse ni en irse a vivir a otro país, así se lo contó a LA NACIÓN
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Militta Bora habla con LA NACIÓN y cuenta que está pasando unos días en Málaga con su “marido”. ¿Su qué? Sí, su marido. Resulta que la cantante se casó en México con Tomás, a quien había conocido unos meses antes, de casualidad, en la Argentina. Instalada en Ámsterdam, pero sin dejar de trabajar, cuenta cómo fue la historia.
-¿Qué pasó?
-Tomás, mi marido, es el hermanastro lejano de uno de mis mejores amigos. Y bueno, él es holandés, pero tiene sangre argentina porque el padre era argentino. Es de Boca, hablamos en español entre nosotros...
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos en diciembre, en Bariloche, en mi tierra, porque yo soy patagónica. Yo viajo seguido hacia allá porque están mis mejores amigos, mi familia... Todos. Fue un encuentro místico.
-¿Por qué?
-Fue una conexión inmediata. Desde el primer día que nos vimos, no nos separamos nunca más y hay toda una historia de trasfondo que tiene que ver mucho con el hogar, porque nos conocimos en una casa.
-¿Una casa?
-Sí, de una amiga mía, en Bariloche. Te explico: el año pasado yo había viajado a Europa para tocar en unos festivales. Me reuní con los productores y uno de ellos justo quería comprar una casa en Bariloche. Entonces yo pensé que esa casa de mi amiga sería ideal. Viajé para abrirla con ella y se la recomendé... qué sé yo. Al final quedó todo en la nada: lo de los festivales y lo de la casa. Yo estaba medio decepcionada. Era diciembre, venían las fiestas y Tomás -que casi nunca viaja a la Argentina- justo había ido a Bariloche y había alquilado la casa de mi amiga. Vino con su socio y su familia. Hicieron un asado, fui y pasó algo mágico con él.
-¿Enseguida pensaron cómo iban a hacer con el tema de la distancia?
-Es que fue re natural porque fui a comer un asado, nos hicimos amigos y como era todo en el mismo barrio, yo me quedé en la casa porque había un montón de amigos y bueno, pasaban los días, hacíamos cosas, íbamos a navegar... Mis otros amigos me estaban esperando y yo tenía esa culpa de estar siempre con él, pero nos estábamos conociendo. Incluso él había armado un viaje a Calafate y a Iguazú y en Año Nuevo me dijo: “Por favor, venite conmigo”. Y yo me fui tipo aventurera. Le dije a mi amiga: “che, perdón, pero me voy”. Y empezaron a pasar los días y estábamos juntos. Después volvimos a Buenos Aires, yo tenía planeado irme a México en febrero, y le dije: “Vamos a México”. Me acompañó, nos fuimos juntos tipo luna de miel.
-¿Vos fuiste a trabajar a México?
-Yo tenía unas reuniones porque el año pasado estuve un mes allá. Después, yo volví a Buenos Aires y él se fue a Holanda desde México. Estuvimos una semana separados y yo dije: “para qué me voy a quedar acá”, me había acostumbrado a estar con él. Era una cosa que se dio de repente, nunca me había pasado.
-¿Y qué hiciste?
-Lo seguí hasta allá, porque hoy en día podemos hacer todo desde cualquier lugar del mundo. O sea, puedo hacer lo mismo que hago en Buenos Aires, que es estar grabando, ensayando, apoyando. De hecho, estoy armando un estudio en mi nueva casa en Ámsterdam. Todavía no terminé porque viajamos mucho.
-¿Y cuándo se casaron?
-Fue en México, pero los detalles me los quiero reservar para mí, porque es re íntimo y súper reciente. Pero más adelante queremos hacer una súper fiesta. Una en la Argentina y otra en Europa, con nuestras dos familias. No quiero poner tanto foco en eso porque todavía no hice la fiesta.
-Pero la movida grande, que es mudarse, la hiciste.
-Sí.
-¿Cómo te sentís allá?
-Me estoy adaptando porque él tiene dos hijos y para mí es como madurar en todos los aspectos. Porque si bien tuve parejas, siempre fui muy solitaria, de cortarme sola, y de repente aprender a vivir en familia es un desafío como ser humano. Cuando te acostumbrás a estar solo, te quedan costumbres como aislarte o pensar sólo en vos y ahora es distinto.
-¿Él a qué se dedica?
-Está en el rubro inmobiliario.
-¿Por qué están en Málaga ahora?
-Estamos de vacaciones, en una casa, yo estoy haciendo la previa de una película que voy a hacer, la estoy produciendo y codirigiendo con un director amigo, argentino, se llama Leo Damario. Queremos filmar unas escenas acá, entonces también estoy haciendo esa previa. Leo dirigió mis primeros videoclips, ahora está haciendo un proyecto grande también de una peli importante en Argentina, ganó varios premios...
-¿La película la escribiste vos? ¿Cómo fue?
-Sí, es una idea mía, pero también con detalles de Leo. Con él tenemos mucho cine en común, que nos gusta. Entonces hay algunas ideas de él, algunas ideas mías y la verdad que el lugar es hermoso, soñado, así que quiero avanzar lo más que pueda. Voy a filmar estas próximas dos semanas y la idea es después filmar en Ámsterdam. Es una película muy experimental. No hay muchos actores porque es un solo personaje.
-No conocía tu faceta cinéfila...
-Yo dirigí muchos videoclips, siempre utilicé muchos guiños robadísimos de todas las películas que siempre consumí. Hice participaciones chiquitas en películas en la Argentina, una que se llama La corazonada... Y hace rato que tenía ganas de hacer esto y el amor me inspiró un montón.
-¿Y además vas a grabar canciones?
-¡Exacto! Ya estoy en la previa, estoy grabando un disco nuevo con invitados de Europa porque tengo un montón de amigos de la música que siempre quedamos en hacer cosas y ahora que estoy acá, lo estamos haciendo, estoy con un montón de cosas.
-¿Qué otras cosas?
-Un pariente de uno de los socios de mi marido trabaja en Endemol Holanda y me reuní con ellos y estuvimos viendo posibilidades... Lo que sí tengo concreto es para tocar en vivo en un night live show de Ámsterdam, que es re cool, donde siempre tocan bandas de Holanda. En julio toqué ahí también, en un festival gastronómico muy importante, Festival Trek. Es como un predio gigante, lleno de stands, tiene un escenario principal y tocan artistas de la ciudad.
-¿Cómo es ser argentina en Holanda, con esto de Máxima?
-Bueno, yo obviamente cuando arranco el show digo: “hola, soy Militta, soy de Argentina, el país de la reina”, y ya está, con eso me prestás atención como sea.
-¿Extrañás mucho?
-No mucho, pero hace unos días vino mi mamá y sí me re dolió que se vaya, lo sentí como un desgarro.
-¿Estás sintiendo el desarraigo?
-Sí. Yo pensé que iba a ser re canchera, pero al principio me puse mucha presión, como que me sentía rara, me sentí rara mucho tiempo. Lo bueno es que hablaba con amigas argentinas que viven allá...
-¿Allá tenés amigas?
-Sí, tengo. No tantas. Yo pensé que en seis meses me iba a hacer muchas más, como soy yo de amiguera, pero no, tengo una amiga que es la mujer de alguien que trabaja con mi marido. Después también la mujer del socio y después tengo amigas de la organización budista laica, yo soy miembro desde muy chica, desde los 21 años, más o menos, y esta organización está en todo el mundo. Promueve la paz a través de la cultura y la educación. Obviamente en todos los países es distinta la dinámica, en Holanda hay menos gente, pero ahí me encontré con algunas argentinas que también se casaron con holandeses y también me dijeron que al principio sentían que se estaban volviendo locas. Es el duelo migratorio y te sentís culpable porque decís: “ay, pero escuchame, estoy viviendo en un lugar en el que debería estar recontra feliz, extasiada” y estoy medio como en shock.
-¿Te sorprendió esa sensación?
-Sí, yo siempre me planteo que en Buenos Aires estaba sola y era medio nómade porque siempre iba mucho a Bariloche o estaba de gira, o sea que en mi casa estaba unos días, pero siempre estaba en hoteles, no sé, como viajando. Y es raro lo que siento ahora.
-¿La angustia que podés sentir ahora se compensa con el buen momento emocional?
-Sí, la verdad que sí. Es el amor, es todo junto: la convivencia, la familia, madurar, los proyectos nuevos. Yo creo que es bueno vivir en el presente y es bueno el agradecimiento. Me sirvió mucho esto de reconectar con el yoga porque ahí sentí esa cosa de pertenencia. Como que en un momento estaba en una burbuja, aislada en una cosa nueva, completamente distinta y es como que en eso perdés un poco tu identidad. Ahora que me llené de proyectos, de a poco la estoy recuperando, pero no es fácil.
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