"Me encantaría ser madre. Sueño con ir a buscar a mi hijo al jardín, hacerle una chocolatada, bañarlo... Mamá [Lucía] fue una madre presente y protectora y planeo emularla", nos confiaba Milagros Schmoll (29) tan sólo nueves meses atrás. Por aquel entonces, la mannequin que logró conquistar las pasarelas más exigentes del mundo con su metro ochenta y sus fabulosos ojos color esmeralda, ya había inaugurado –quizás– el mejor capítulo en su vida. Enamoradísima del empresario textil Agustín Trosman (42), a quien había conocido un tiempo antes, Mili se animaba a visualizar, con ¡Hola! Argentina un futuro que veía de una sola manera: feliz.
"Estoy enamorada y muy contenta. Es reciente, pero vamos bien", dijo en aquel entonces la musa de Jean- Paul Gaultier, quien al poco tiempo de compartir su deseo de ser mamá logró concretar su anhelo. "Fue un año sensacional. Con Agustín consolidamos la pareja y estamos muy entusiasmados con la llegada de nuestro hijo", resume la top en el cuarto de La Mansión del Four Seasons, donde posó con su panza de ocho meses… Y la seguridad y la serenidad de la gran modelo que siempre fue. "¡Hay que aprender a posar con otras dimensiones!", se ríe, mientras se acomoda para la charla.
Hay que saber esperar. Por miedo a la soledad, una se apresura a tomar decisiones y después te das cuenta de que no eras feliz
–Este es tu primer embarazo, ¿cómo lo estás viviendo?
–Estoy feliz. Como todo es paulatino, tenés tiempo para ir adaptándote. La naturaleza es tan sabia que te da nueve meses para prepararte. Ahora, soy mucho más consciente de lo importante que es el descanso y si antes me cuidaba para verme bien y estar sana, ahora me cuido para que mi hijo se alimente bien.
–¿Tuviste las náuseas típicas del primer trimestre?
–Sí, al principio sentí mucho cansancio y malestar. Era como una gripe interminable y todo me daba fiaca. Al cumplir los tres meses, empecé a sentirme bárbaro. Fue de un día para el otro, literal. Con Agustín aprovechamos para viajar y ahora que me quedan seis semanas estoy como al principio: cansada y con fiaca.
–Estás panzona.
–¡Sí! [Se ríe]. La panza ya es parte de mí. El bebé ya está en posición y se mueve muchísimo. Es todo codo, codo, patada, patada. Está muy presente y eso me da mucha alegría y ternura. [Sonríe].
–¿Saben el sexo?
–Es varón. Tenemos un par de nombres pensados, pero decidimos esperar a verlo para elegir.
–Se te ve tranquila, serena…
–El embarazo me dio mucha paz. Es un proceso muy privado: todo pasa dentro de tu cuerpo y sentís miles de emociones distintas. Tengo la fortuna de poder tomarme este tiempo para mí y de darme el espacio suficiente para conectar con todo lo que me está pasando. Parece una redundancia, pero no sabés cómo es estar embarazada hasta que ves el resultado positivo en el test…
–¿Cómo fue ese momento?
–Estaba entrenando un montón y me empezó a bajar la presión. Mi personal trainer decía que era lo normal porque estaba haciendo muchos ejercicios de equilibrio y demás. Estábamos en Miami, en la casa de mi cuñada, y decidí hacerme el test pensando que iba a dar negativo, pero no. [Se ríe]. Agustín había salido con su sobrino para hacer las compras y cuando volvió le di un sobre con el resultado. ¡Casi se infarta de la emoción! Hacía días que lo veía raro y ahí me enteré de que era porque me estaba preparando una sorpresa: tenía planeado pedirme matrimonio y, sin querer, me le adelanté. El pobre iba con el anillo para todos lados y me dijo: "No puedo esperar ni un minuto más". Me pidió matrimonio ahí, ese mismo día.
–¿Tienen fecha de casamiento?
–No. Quiero ver cómo me siento después del parto y me gustaría esperar a que el bebé camine… Sería cute (‘tierno’ en inglés).
Con Agustín fue amor a primera vista, como si hubiéramos sido novios toda la vida. A su lado me siento amada y contenida
UNA NUEVA VIDA
–En el último tiempo bajaste muchísimo el perfil. Casi no te vemos en eventos y te mostrás muy poco en las redes sociales. ¿Por qué?
–Me aburrí. Las redes sociales me parecen ultrainvasivas. Antes era divertido poner una foto en Instagram, ahora hay tanta información dando vueltas que ya ni miro… Me divierte más ir a tomar un café con una amiga y charlar. No voy en contra del sistema, pero prefiero vivir conectada con el presente y, de paso, cuidar mi privacidad.
–¿Cuánto tiene que ver tu novio en esta nueva actitud?
–Agustín no es una persona pública, pero si lo fuera, viviría nuestro noviazgo de la misma manera en que lo vivo ahora. La exposición no es gratuita, uno paga el precio. Además, ¿para qué generar mala onda cuando estás feliz con tu vida?
–¿Querían ser padres juntos?
–Se dio de manera natural. Siempre me decían: "El día que conozcas a la persona que es para vos te vas a dar cuenta". Y yo pensaba: "Qué chamuyo, ¡no llega nunca!". Cuando conocí a Agustín, lo entendí. Probablemente suene esotérico, pero la conexión con tu alma gemela se da a otro nivel. La energía es tan fuerte que lo concretás. Los dos teníamos muchas ganas de ser padres y de serlo juntos.
–¿Cómo se conocieron?
–A través de uno de mis mejores amigos, Martín Raffa, a quien conocí en 2013, cuando vivía en París. Él es diseñador y siempre me decía: "Tengo un amigo de toda la vida que sería perfecto para vos". Conoce a Agustín desde hace veinte años y para él era obvio que teníamos que estar juntos. Intentó varias veces conectarnos, pero no se dio hasta el año pasado. Cuando finalmente nos conocimos, entendí la insistencia de Martín.
–¿Qué te pasó en esa primera salida?
–Bajó del auto, hicimos eye-contact y fue un flash. Él sintió lo mismo. Fue amor a primera vista, como si hubiéramos sido novios toda la vida… Martín está feliz, por supuesto, y va a ser el padrino de nuestro hijo.
–¿Qué le aporta Agustín a tu vida?
–Me da mucha paz y alegría. A su lado me siento amada, contenida y comprendida. Tenemos un buen diálogo y así como él dice que me estaba esperando, yo también siento que lo estaba esperando a él.
–¿Cómo describirías este momento?
–Llegué al lugar que siempre soñé. Formar una familia era un gran deseo para mí, pero durante mucho tiempo lo sentí lejos. Hay que saber esperar. Jill, una amiga belga, me dijo varias veces: "En algún lugar está, ya va a llegar". ¿Y sabés qué? Es verdad. Por miedo a la soledad, o por inseguridad, una se apresura a tomar decisiones que después no son positivas [Se refiere, quizás, a su matrimonio de un año con el economista Manuel Maximino, o su noviazgo con Carlos Braun]. Nadie tiene la bola de cristal y, en el momento parece lo correcto, pero después te das cuenta de que no eras feliz. Hoy, siento que todo lo que viví valió la pena porque me trajo hasta acá.
–¿Cómo vive él el embarazo?
–Me acompaña a todas las ecografías y está muy atento. Llega de trabajar y le habla al bebé, me cuida… Creo que, para él, todo va a cobrar aún más sentido cuando vea a nuestro hijo. Va a ser el padre que siempre soñé: dulce y cálido.
–¿Cómo te preparás para el día del parto?
–Tengo muchos nervios porque ya estoy cerca de la fecha. Me tomo el tiempo para meditar y visualizar lo mejor. En el fondo, me siento segura porque voy con Agustín de la mano.
Producción: Lorena Gersztein. Maquillaje: Estefanía Novillo, para Estudio Novillo, con productos L’Oréal Paris. Peinado: Juan Olivera, para Estudio Olivera, con productos Schwarzkopf Professional. Agradecimientos: Anushka Elliot, Blue Sheep, Cher, Mishka y Four Seasons Hotel Buenos Aires [www.fourseasons.com/buenosaires]
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