El actor habló con LA NACION sobre las repercusiones de su papel en la serie de HBO Max, María Marta: El crimen del country, sus próximos proyectos y confesó cómo lo trata la paternidad y por qué decidió ofrecer su música a los adultos mayores
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Su presente parece inmejorable. Mientras que en el terreno personal disfruta de la familia que formó junto a su mujer Sofía Vitola, en el ámbito profesional no para de cosechar éxitos. Al gran suceso teatral que es ART (obra que protagoniza junto a Pablo Echarri y Fernán Mirás en el Multitabaris Comafi), se sumó su participación especial en María Marta: El crimen del country, la serie basada en uno de los crímenes que más conmocionó al país y que, a tan solo días de su estreno, se convirtió en una de las más vistas de HBO Max.
En esta ficción -dirigida por Daniela Goggi y protagonizada por Laura Novoa (María Marta García Belsunce) y Jorge Marrale (Carlos Carrascosa)- Mike Amigorena tiene una misión cautivante: interpretar al primer fiscal que investiga la muerte de esta socióloga que, el 27 de octubre de 2002, fue encontrada sin vida en el baño de su casa ubicada en un exclusivo barrio privado de Pilar. Tras varias hipótesis, este letrado logra cambiar la carátula de la causa y, lo que en un principio parecía ser un accidente doméstico, pasa a ser un asesinato, en el cual su principal sospechoso es el marido de la víctima.
“Sin dudas, Marcos Del Río es un personaje cautivante. Estoy muy contento con todo lo que está significando, es un gran giro en mi carrera”, le asegura el actor a LA NACION sobre este papel que por cuestiones legales tiene otra identidad en pantalla, pero está inspirado en el fiscal Diego Molina Pico, el responsable de encarcelar a Carlos Carrascosa durante siete años.
-¿Cómo estás viviendo las repercusiones de María Marta: el crimen del country?
-La verdad que la devolución es muy positiva. No escuché hasta ahora ningún comentario negativo ni denostando a la serie. Al contrario, todos alaban el arte, el vestuario, el maquillaje. Y con respecto a Marcos Del Río, también tengo las mejores devoluciones. Sin duda, es un personaje cautivante, que tiene mucho misterio.
-Un personaje que despierta sentimientos encontrados entre la audiencia...
-Me sorprendió porque hay mucha gente que no lo quiere, que lo ve malo y eso es tan personal... Porque también están los que pueden considerarlo una víctima o un inoperante. De todas formas, estoy muy contento con todo lo que está significando. Es un gran cambio para mí también, me separa de lo que venía haciendo o venían viendo en mi carrera.
-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te llegó la propuesta?
-Me acuerdo que estaba en un rodaje y dije “Guau” porque ya me había olvidado de este caso. Realmente era un caso que, si bien había cobrado mucha notoriedad pública en su momento, ya era viejo. Así que cuando recibí la propuesta me pareció una gran idea. Además me llamó la atención el elenco (lleno de figuras súper admiradas) sumado a la dirección de Daniela Goggi, que no la conocía pero tenía referencias de algunos colegas que la habían pasado muy bien trabajando con ella. Y encima estaba HBO Max detrás. Eran muchos ingredientes que hacían fácil la decisión.
-¿Seguiste el caso en su momento?
-No, porque era muy chico. Había cumplido los 30 y estaba con la cabeza en otro lado. Sí me llamaba la atención de dónde provenía la historia, tan aristocrático; era como una novela de misterio.
-¿Estar en esta serie te cambio tu visión de espectador?
-No, porque siempre hubo un halo de misterio constante en el caso y creo que la serie te da esa posibilidad de final abierto. Viendo la serie te disponés a la ambigüedad constante que tiene que ver con eso que se respiraba en aquella época.
-¿Cómo fue componer a este fiscal? ¿Tuviste contacto con Diego Molina Pico?
-Yo no tuve contacto con nadie externo a la producción. Me base en el guion y en la documentación que hay al respecto: el documental Carmel: ¿quién mató a María Marta?, muchos videos de la época de noticieros, videos del juicio; no me hizo falta más. Simplemente miré todo ese material y después lo recreé desde mi estilo, por supuesto. Claro que, a la hora de crear este tipo de personajes, me es mucho más fácil copiar a alguien que existe y es contemporáneo que cuando hice de San Martín, que uno se lo imagina de determinada manera.
-Más allá del parecido físico que lograste, llama la atención lo gestual; ese rictus serio en tu rostro... ¿Cómo lo trabajaste?
-Con la máscara neutra, una herramienta pedagógica donde uno puede crear -o creer- una textura. Al colocártela, carecés de una expresión facial, logrando un rostro neutro, en equilibrio y sin emociones; lo cual sugiere una sensación de calma constante. Eso, más la mirada de la dirección que me dio el acabado final.
-¿Te llegó alguna devolución por parte del entorno de Molina Pico?
-No, no. Hay que entender que esta es una ficción -una ficción basada en hechos reales-, donde yo interpreto a un fiscal (al fiscal Del Río). Si bien toma como referencia acontecimientos reales, no deja de ser un cuento contado a modo de miniserie entonces no me hago cargo de ser esa persona sí o sí, es una inspiración.
-¿Qué le dirías si te lo cruzaras?
-No busco un encuentro, pero si veo que está cerca lo saludaría. Su pasión desmedida por su labor me llamó la atención; son texturas que me interesan abordar.
Las mil caras de Mike
Tras describirse como un hombre “inquieto” y en constante movimiento, Amigorena reconoce aburrirse rápido de la rutina. Será por eso que cuando pensamos en su larga trayectoria es imposible encasillarlo dentro de una sola rama del arte. A su afianzada faceta como actor, se suma la música; disciplina que no solo le permite expresar su emocionalidad al máximo sino también desarrollar su costado más solidario. Es que, junto a sus amigos Gerardo Chendo y Andrés D’Adamo, el cantante creó Jubilandia; una banda que todas las semanas visita un asilo diferente para alegrar a adultos mayores. Como si esto fuera poco, este artista multitalento sigue con #mik3poccard, un proyecto que comenzó en pandemia y donde -junto a la chef Carolina Poccard- comparte recetas de cocina saludables para hacer en casa.
-Hablemos del teatro, ¿cómo es ser dirigido por Ricardo Darín?
-Ya va a hacer un año que estrenamos y es un divertimento. Primero, por la excelencia dramatúrgica de la obra que habla de los vínculos y sigue siendo tan contemporánea. La verdad que estar en una pieza así todos los días es un privilegio. Más después de la pandemia, donde nuestro rubro estuvo parado tanto tiempo. Volver después de ese confinamiento con ART y que la dirija Darín-Palacios la verdad que es un lujo y un incentivo muy grande.
-Además, tenes compañeros de lujo, ¿ya habías trabajado con Pablo Echarri y Fernán Mirás alguna vez?
-Sí, ya había trabajado con los dos, pero hace mucho en una miniserie así que fue un reencuentro divino. Hay mucha afinidad entre nosotros tres y eso se ve, la gente lo agradece todas las funciones.
-¿Qué es lo que más te gusta de hacer teatro?
-El teatro está vivo todo el tiempo en cambio, la televisión es algo más mecánico pero al mismo tiempo más expeditivo. Es todo menos crónico porque saltás de una escena a la otra por capítulos, aprovechando decorados y locaciones. A mí lo que me gusta es la impermanencia, yo vivo así. Cuando hay algo que me aburre lo cambio, ya sea la música, el teatro, el cine, la tele. Igual creo que la música es lo que más me gusta. ¡Es todo para mí!
-Hablando de la música, ¿para cuándo el tercer disco?
-La idea es sacarlo a fin de año. Tendrá ocho canciones pero ahora, como antesala, voy a lanzar el primer single que se llama “Tesoro” y que se lo escribí a mi hija, Miel. Es un electro-pop hermoso que tiene una letra y un video precioso.
-Ahora que ya todo está más tranquilo con el tema covid, ¿vuelve Jubilandia?
-Estamos recién retomando a mediados de septiembre con el calorcito, que es lo que le hace mejor a los abuelos.
-¿Cómo surgió esta iniciativa de cantarle a la tercera edad?
-Surgió por iniciativa de Gerardo Chendo que tenía a su mami en un geriátrico y empezó a ir a cantarle tangos y recitar poesías a todos los que estaban ahí. Era tanto el cariño que generaba que, junto a Andrés D’ Adamo, nos propusimos hacer lo mismo en otros lugares ad honorem. Hacemos un geriátrico por semana y cantamos nuestro repertorio que va desde folclore hasta tango, pasando por canciones a la patria como “La marcha de San Lorenzo”.
-¿Qué te llevás de esos encuentros tan amorosos?
-El lema de Jubilandia es “devolverles a nuestros abuelos un poquito de lo mucho que nos dieron”. Es otro plano, otro lenguaje, te llevás la retribución de una sonrisa, la vitalidad ofrecida en cada canción. Esa vitalidad que por ahí manifiestan por minutos y después vuelve a olvidarse; vuelven a estar serios, quietitos. Pero es alimento para el alma porque al menos hicimos felices durante una hora a abuelitos que seguramente en algún momento de sus vidas algo nos dieron. Somos gracias a ellos.
-¿Siempre tuviste esta conexión con los adultos mayores?
-Sí, porque era el más chico de mi casa y había gente muy longeva a mi alrededor. Viví todo el tiempo con mi abuela, que me crió (además de mi madre) y con sus hermanas. Siempre estuve muy rodeado de mis abuelos y de su incondicionalidad.
-También estás a full con la cocina y tus #mik3poccard junto a la chef Caro Poccard...
-Sí, como verás estoy entretenido. De hecho, ahora estoy sacando un plato de diseño para discapacitados para comer pasta larga. Ya lo patenté. Está diseñado para no usar cuchara, tiene un dispositivo que trabaja como si fuera ese cubierto para que la gente que no tiene un miembro pueda comer y empujar al mismo tiempo.
La paternidad a los 50
En febrero de 2020, un mes antes de que se decrete el confinamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus, Mike se convirtió en padre. La llegada de su hija Miel, fruto de su amor con Sofía Vitola, marcó un antes y un después en su vida y cambió por completo sus prioridades. “La paternidad me dio la posibilidad de estar en otro universo”, confiesa quien se define a sí mismo como un padre “muy oyente” y “disponible”.
-¿En qué te cambio la llegada de Miel?
-Un hijo para mí es como la tesis de todo lo que recorrí en mi vida. Fui papá a los 50 entonces hay algo muy cíclico y perfecto que es abrazarse a otra vida y darle lo mejor que vos pudiste recolectar a lo largo de los años. Además, de nutrirte de ese amor incondicional.
-¿Cómo te definirías como papá?
-Soy un papá muy oyente y muy disponible a respetar. Cada “no” que le digo tiene que estar tratado con mucha amorosidad, con la paciencia que nunca tuve; todo es un aprendizaje constante. Es otro universo, no tiene comparación. Es lo mejor que te puede pasar y a la vez el palo en la rueda más grande porque es muy difícil. Y ahí es donde se ve el rol de padre, al tratar de equilibrar la capacidad de seguir teniendo tus sueños y al mismo tiempo estar pendiente de una persona que requiere de tu mirada constante.
-¿Sos miedoso u obsesivo?
-Nooo, para nada. Soy cauteloso pero no miedoso. Estoy disponible a todos los garrones que te pueda dar este mundo pero también entendiendo que la felicidad se logra entre caminos sinuosos.
-Hace un tiempo contaste que estabas construyendo una casita en El Durazno, en Córdoba, ¿hay planes de instalarte allá y dejar la ciudad?
-No, es para vacacionar y escaparnos cada vez que podamos, pero no hay intenciones de instalarnos allá de manera definitiva. Sí, por temporadas, porque la casa está hecha para vivirla, para disfrutarla y porque además está lejos. Es un edén. A medida que pasa el tiempo, cada vez me gusta más la quietud, la naturaleza, los animales. Quiero que Miel se crie en contacto con la naturaleza, con la tierra.
-¿Llegó el momento de bajar las expectativas y disfrutar más?
-Soy una persona muy inquieta y eso hace que no deje de generar nunca, que esté todo el tiempo en un estado de impermanencia como contaba antes. Pero en estos momentos siento un sosiego muy grande que se llama plenitud y tengo ganas de respetar ese sentimiento. Me di cuenta que no quiero tener más, que cada vez me conformo con mucho menos. Me cautiva lo que tengo todos los días más que comprarme algo tangible o material, así que sí. Aparte no tengo asignaturas pendientes, ya hice todo.
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