Miguel Vigna: la relación que lo une a su hermana Flor, cómo descubrió que quería ser actor y quién es su ejemplo a seguir
Protagoniza dos obras en teatro under en este momento. Los recuerdos de la niñez y los juegos teatrales que compartían juntos
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Se llama Miguel Vigna, es el hermano mayor de Flor Vigna y, aunque su nombre no sea tan popular, entró al mundo del espectáculo mucho antes que ella. Es actor y titiritero, dramaturgo y director; actualmente tiene dos obras en cartel, Coto de caza y Tan solo un gesto, ambas los domingos, por lo que va de una sala a otra con apenas el tiempo para salir de la piel de un personaje y meterse en otro muy diferente. En diálogo con LA NACION, profundiza en la relación con la exparticipante de Combate, dice que en ella encontró una aliada, que crecieron inventando divertidos juegos teatrales y revela quién es el artista argentino que toma como gran referente.
-¿En la familia Vigna vos sos el actor “serio” y tu hermana la “popular”?
-Con Florcita tengo una relación muy hermosa. Ella dice que yo la metí en el mundo del arte y se fue contagiando. Y yo creo que es todo lo contrario; de chico me gustaba contar cuentos y era el payasito de la escuela. Y cuando ella nació, era un duendecito pizpireta que cantaba, bailaba las canciones de Xuxa, hacíamos escenas. Encontré a una aliada en ella, alguien con quien compartir mi mundo. Nuestros padres eran comerciantes, tenían un polirubro, pero eran dos artistas en el fondo, dos personajes que te vendían cualquier cosa; y el actor también intenta persuadir, entretener. Me crie en un negocio que era un cocoliche porque podías comprar desde perfumes hasta comida para perros. Creo que todo eso nos llevó por el camino del artista, a Florcita y a mí.
-¿De qué manera?
-Y, de pronto observábamos a los clientes y sacábamos personajes que después representábamos en casa. Tengo una relación muy estrecha con mi hermana porque pasábamos mucho tiempo solos en casa mientras mis padres trabajaban en el negocio que estaba adelante, y yo le hacía la comida a veces, y jugábamos mucho, creábamos cuentos, universos. Tenemos una hermana, menor, Leila, que tiene 19 años y le gusta mucho el cine y la gimnasia artística. Tenemos bastante diferencia de edad los tres. Ella vino a mi vida y me alimentó mucho.
-¿Se dan consejos mutuamente?
-A veces íbamos a los castings juntos y ella ya tenía algo innato. Cada vez que le daba un consejo, ella hacía lo que quería (risas). Tiene mucho ángel. Se hizo famosa en Combate, el programa de Canal 9, y me encantaba porque un poco eran los juegos que hacíamos nosotros de chicos. La exposición quizá complicaba un poco las cosas, y por suerte la manejó bien. Cuando nos juntamos hablamos de nuestras cosas y sabe que puede contar conmigo sin sentir un dedito acusador.
-Como hermano mayor, ¿cómo te relacionas con sus novios?
-Lo que quiero es lo mejor para mis dos hermanas y mientras ellas estén bien, está todo bien. Con las parejas de Flor siempre me llevé muy bien, tanto con los famosos como con los no famosos. (Nicolás) Occhiato me pareció un divino, hemos compartido asados, y con Lucho (Luciano Castro) también. Después, cada pareja es un mundo y trato de no meterme si Flor no me lo pide. Yo también tengo una relación hace muchos años con Florencia Sartelli que es actriz y titiritera como yo, y tenemos un hijo de 5 años que se llama Haru; es un nombre japonés y significa un despertar, un nuevo comenzar. Y él fue eso en nuestra vida.
-¿Cuándo decidiste ser actor?
-En el 2005 empecé a estudiar teatro; mi primer maestro fue Lito Cruz, a quien estoy totalmente agradecido. En rigor, hice teatro desde que recuerdo en centro culturales de Floresta, donde crecí. Como dice Florcita en sus canciones “de Floresta para el mundo” (risas). Siempre me gustó la actuación, y los títeres. Y no paré, seguí con Raúl Serrano, Agustín Alezzo, y tengo la suerte de ganarme la vida como actor. Doy clases, hago funciones en colegios y mucho teatro. También hago títeres para adultos y quedan maravillados, porque es algo que relacionan más con los niños.
-Es una profesión inestable, ¿te ganás la vida de otra manera cuando no hay proyectos artísticos?
-Hoy todo lo que hago está relacionado a la actuación, pero en otro momento hice de todo. Fui cadete, por ejemplo. Creo que hay dos momentos bisagras, uno es cuando tomaba clases con Lito Cruz y me di cuenta que eso era lo que quería para mi vida. Y después, cuando estuve en la escuela de titiriteros del Teatro San Martín. En ese momento tenía mucha carga horaria, tenía que dejar mi trabajo como cadete, y me propuse ganarme el mango en este mundo del espectáculo. Por suerte tuve profesores que me guiaron por el buen camino y me apoyaron. Enseguida empecé a dar clases y a hacer funciones en las escuelas.
-Trabajás mucho en teatro, ¿y en cine y en televisión?
-Aunque soy un actor de teatro, de a poco se dieron pequeños personajes en cine, como por ejemplo Socios por accidente, con José María Listorti y Peter Alfonso, con dirección de Nicanor Loreti, que es un amigo además. Me encantó porque fue mi debut en el cine y tenía una escena de acción, con persecución y estuvo buenísimo. Después hice una participación en Kriptonita. Y en televisión actué con mi hermana en Simona. Hacer televisión es un tema pendiente porque me crie viendo las series de Polka y admiraba mucho a Adrián Suar y a toda la troupe. Era muy fan de Poliladron, y cuando lo hicieron en teatro fui con mi tía; me acuerdo que en ese momento pensé que quería ser actor.
-¿Por qué?
-Me acuerdo que la obra de teatro empezaba con Suar y Diego Peretti en una pantalla de cine que de pronto se rompía y aparecían en el escenario. Salían de la pantalla y pensé “guau, quiero hacer eso en mi vida”. Volví en el colectivo con mi tía contándole eso, que había decidido ser actor (risas). Pero en la vida me fui cruzando con más gente de teatro. Las pocas experiencias que tuve en tele fueron con Lito, cuando tomaba clases con él; hice una pequeña participación en Malandras y en un unitario de la TV Pública. Nunca hice un personaje en una serie o una comedia. Estudié clown y me gustaría tener esa posibilidad de hacer algo que perdure. Hice otras dos películas, Bienvenidos al infierno y Cuando acecha la maldad. Ahora se estrena otra que se llama Fuego contra fuego y se filmó en un día; es mi primer protagónico.
-En este momento estás haciendo dos obras de teatro, y el mismo día, ¿de qué tratan?
-Hago Tan solo un gesto en El camarín de las musas (Mario Bravo 960, CABA), todos los domingos a las 18, y de ahí me voy corriendo al Teatro Polonia (Fitz Roy al 1475) para hacer Coto de caza, a las 20.15. Son dos obras totalmente diferentes. En un rato paso de una comedia a otro género mucho más oscuro. Tan solo un gesto habla sobre las últimas horas de una pareja que se está separando, en tono de comedia. Me pareció un desafío hermoso. Y Coto de caza habla de dos amigos que van a cazar a la Patagonia, y empieza como una comedia que se va oscureciendo. Es un desafío también porque interpreto a una persona de 65 años, y tengo 37. También estoy haciendo Micreoteatro; la obra se llama El ojo y los dientes y termina este mes, pero volvemos en julio con Ana María Cores con una obra que hicimos en febrero. Y en octubre vamos a hacer otra con Leticia Bredice. Es realmente una experiencia hermosa.
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