La intérprete se luce en la película autobiográfica de Steven Spielberg que llega este jueves a salas con un rol que, una vez más, volvió a presentarle un desafío y por el que está nominada al Oscar
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Debido a su notorio perfil bajo, cuando Michelle Williams se encuentra en temporada de premios aprovecha para la oportunidad para aludir a diferentes tópicos que le preocupan de la industria, desde la igualdad salarial hasta lo vital que es en su profesión la concepción de roles interesantes para intérpretes femeninas. Por otro lado, cuando agradece un galardón, como sucedió semanas atrás al recibir el Gotham, la actriz de 42 años también hace una suerte de retrospectiva de su vida, del camino trazado que la ubicó en este momento: el momento en el que es una de las intérpretes más talentosas y temerarias. Además, su gratitud es expresada con una elocuencia que conmueve. “Cuando algo bueno me sucede, puedo recordar a quienes están en mi corazón, y una de esas personas es Mary Beth Peil”, dijo Williams en esa ceremonia.
“Cuando la conocí, tenía 16 años y estaba completamente sola. Ella fue la primera artista que conocí en mi vida. No se llamaba de ese modo a sí misma, pero había algo diferente en ella, la manera en la que me hacía preguntas, la manera en la que siempre estaba entusiasmada en el set. Hablábamos constantemente y así me enteré que había sido cantante de ópera, que había sido nominada al Tony, pasaba del teatro a la TV con facilidad, podía hacerlo todo y me mostró que la creatividad es más que una profesión. Su vitalidad me puso en una dirección, nunca hubiese podido interpretar los roles que llegaron luego sin ella y sin Jen Lindley, nunca hubiese podido interpretar a la madre de Steven Spielberg sin haber sido la nieta de Mary Beth”, concluyó Williams, emocionando a la audiencia.
De esta manera, la actriz unía discursivamente su pasado (aquel que comenzó con su rol en la serie teen Dawson’s Creek, en la que Peil interpretaba a su abuela) con su presente, en el que se encuentra recibiendo premios y nominaciones por su sensible interpretación de Mitzi Fabelman en Los Fabelman, la película de tintes autobiográficos de Steven Spielberg. Desde los movimientos corporales, sus uñas en el piano, la forma en la que se emociona ante las filmaciones caseras de su hijo, Mitzi es personificada como una artista que no pudo explotar, pero como una artista al fin, como si Williams supiera lo difícil que resulta abrirse camino dentro de la industria del entretenimiento. Muy pocos logran despegarse de una serie exitosa para construir una filmografía impecable después, y Michelle es una de esas personas.
Ya podíamos ver la humanidad que le aportaba a sus roles con tan solo detenernos en Jen de Dawson’s Creek, esa outisder que llegaba a Capeside desde Nueva York para revolucionar el entorno. Sin embargo, Jen siempre fue más que la joven que acaparaba las miradas del lugar, había una vulnerabilidad en ella que podía rastrearse al abandono de sus padres. Por lo tanto, su abuela -esa inolvidable “Grams” que interpretó Peil- fue la contención que marcó un antes y un después en su vida. La persona que estuvo en el momento justo, como Mary Beth estuvo para Michelle. La fusión de realidad y ficción elevaba así las secuencias de la producción de Kevin Williamson.
Luego, llegaron grandes comedias icónicas de fines de los 90 como Dick y But I’m a Cheerleader, y dramas con los que la joven empezaba a emanciparse de Capeside de una vez y para siempre, Prozac Nation y The Station Agent, los pasos previos a una interpretación reveladora en un film bisagra: Secreto en la montaña.
El inicio de un brillante recorrido y de un amor inolvidable
La película de Ang Lee tenía a dos grandes actores al frente como Jake Gyllenhaal y Heath Ledger, pero también, casi en las sombras, estaba Williams haciendo un trabajo notable como Alma Beers del Mar, esa mujer que descubre la infidelidad de su esposo Ennis (Ledger) con su amigo Jack (Gyllenhaal) y permanece impávida ante ese beso que vislumbra de casualidad. Es un fotograma poderoso con el que podemos leer todo lo que siente y piensa Alma sin que Williams necesite emitir palabra. La sutileza de su personificación le valió una nominación al Oscar, la primera de muchas, por lo que asistió a la ceremonia con Ledger, el hombre de quien se había enamorado en plena filmación. En 2005, la actriz daba a luz a Matilda Rose, fruto de su relación con el actor de quien se distanció dos años más tarde.
"Nuestra reunión inicial, las circunstancias de cómo nos conocimos, fueron cósmicas"
Michelle Williams sobre Heath Ledger
El 22 de enero de 2008, a los 28 años, Ledger moría por una intoxicación aguda de medicamentos y la vida de Williams no volvió a ser la misma. La tragedia la afectó enormemente, como declararía tiempo después. “Nuestra reunión inicial, las circunstancias de cómo nos conocimos, fueron cósmicas (...). Su muerte cambió la forma en que veo el mundo y cómo interactúo a diario”, expresó Michelle, quien tuvo un breve romance con el director Spike Jonze por las razones equivocadas. “Fue una mala idea, pensé que volver a enamorarme era la única manera de salvarme del dolor, pero no fue así”, se sinceró. Asimismo, aludió a cómo fue difícil equilibrar su vida personal y la crianza de Matilda sin Ledger y reveló qué es lo que siempre le dice a su hija: “Tu padre me amó mucho antes de que nadie creyera que era talentosa, guapa o de que tuviera ropa bonita”.
Si bien la actriz sigue asegurando que Ledger fue uno de los grandes amores de su vida, con el tiempo volvió a enamorarse y se casó en dos oportunidades: con el músico Phil Elverum (de 2018 a 2019) y con el director de teatro Thomas Kail en 2020, con quien tiene dos hijos. La pareja se conoció en el rodaje de la extraordinaria miniserie Fosse/Verdon cocreada por Kail, en la que Williams deslumbró con su interpretación de Gwen Verdon, la actriz y bailarina que siempre fue mucho más que “la mujer de Bob Fosse”. De hecho, cuando la serie estaba en preproducción, el foco iba a estar puesto en el director y coreógrafo, hasta que se tomó la decisión correcta de darle el mismo protagonismo a esa artista tan completa y brillante, la mente detrás de muchas de las creaciones de su marido.
Por su trabajo, Williams ganó el Emmy y, como es habitual en ella, brindó un discurso que le valió un ruidoso aplauso. “Quiero agradecerle a los productores por habarme pagado igual [que a Sam Rockwell], porque entendieron que cuando valorás a una persona, la entusiasmás a que haga lo mismo”, expresó, haciendo referencia a cómo invirtieron en clases de danza y canto para que ella pudiera prepararse como quería. “Cuando una mujer te dice que necesita algo para hacer bien su trabajo, hay que escucharla, hay que creerle, porque un día se encontrará con vos y te agradecerá por permitirle triunfar en su carrera”.
El discurso estaba ligado a la controversia que se generó cuando Williams reveló que su coprotagonista en Todo el dinero del mundo, Mark Wahlberg, había ganado 1500 veces más que ella, lo que generó un efecto dominó. Muchas otras actrices alzaron la voz al respecto y, desde entonces, el tópico de la equidad salarial siempre tiene una lupa encima.
El rostro del cine independiente y de las sutilezas
Además de formar parte de películas mainstream como La isla siniestra de Martin Scorsese y El gran showman de Michel Gracey, Williams se convirtió en una de las caras del indie gracias a la superlativa dupla que conformó con la cineasta Kelly Reichardt. Los trabajos más indelebles de la actriz los encontramos en esas pequeñas joyas como Wendy & Lucy, El atajo de Meek y Ciertas mujeres. Su cuarta colaboración, Showing Up, compitió el año pasado por la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes.
“Nuestra comunicación sobre los personajes siempre empieza con libros y películas. Ella me dice qué tiene presente en su cabeza y yo lo tomo como influencia. Hablar con Michelle es como ser niño otra vez y jugar con palos en la tierra. Las palabras importan, pero el espacio que compartimos es lo que lo hace especial”, expresó Reichardt.
Asimismo, en films como Blue Valentine de Derek Cianfrance, Mi semana con Marilyn de Simon Curtis y Manchester junto al mar de Kenneth Lonergan también hay un approach despojado, un acercamiento frugal a esas mujeres que están en un momento de quiebre. Ya sea una joven que sabe que su divorcio es inevitable como una estrella de Hollywood que es desestimada por sus pares, Wiliams aborda cada rol con esa sensiblidad que la acompañó desde los inicios. Por esas tres interpretaciones cosechó nominaciones al Oscar, y siempre estuvo a un paso de alzar la estatuilla dorada. Este año, vuelve a competir en la categoría principal.
A partir de este jueves, en salas comerciales, podemos ver a la actriz en Los Fabelman, donde entrega otra personificación memorable por el que cosechó una candidatura al galardón de la Academia. “Ella tiene una energía secreta que termina saliendo a la luz, como cuando interpretó a Gwen Verdon”, contó Spielberg en diálogo con el New York Times. “Ese trabajo hizo que Michelle fuera mi primera opción para interpretar a Mitzi”. Esa mujer, inspirada en la madre del realizador, Leah Adler, fue reimaginada por él junto a su coguionista Tony Kushner, y es el corazón que impulsa al protagonista, su hijo Sammy (Gabriel LaBelle), a permanecer en el camino del arte, a nunca soltar la cámara. “Es una película muy teatral en cierto punto”, manifestó Williams.
“Eso me intreresaba mucho porque me encontró en una etapa en la que estaba buscando volver a un escenario [entre otras obras, Michelle fue el rostro de Cabaret en 2014]. Yo me preparo mucho para una película y aquí pude tomar muchos elementos, el material era muy rico”, añadió esa mujer que, ya sea trabajando a gran escala con Spielberg como en un proyecto independiente con Reichardt, sabe leer a los personajes que llegan a sus manos y sabe cómo darles su impronta sin dormirse en los laureles.
Como confesó hace poco: nunca deja de tomar clases de actuación. “Es el modo en el que encuentro para calmarme antes de un rodaje, para prepararme, para sentir, cuando llego a filmar, que merezco estar allí”.
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