Michelle Pfeiffer, la “impostora” elegida para encarnar a Betty Ford, la primera dama más polémica de los Estados Unidos
En The First Lady, la miniserie de Paramunt+, la intérprete se luce junto a Viola Davis y Gillian Anderson, encargadas de interpretar a Michelle Obama y Eleonor Roosevelt
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En una de las primeras escenas de The First Lady, la nueva miniserie de Paramount+ que relata la vida de Michelle Obama, Betty Ford y Eleonor Roosevelt, tres primeras damas de influencia fundamental en la historia de los Estados Unidos, una mujer baila con despreocupación mientras bebe un cocktail y desparrama revistas por toda la habitación; la secuencia es, sin necesidad de palabra alguna, una de las más atrapantes del ciclo ya disponible en la plataforma. Eso es en parte por el personaje retratado, Betty Ford, esposa de Gerald Ford, el presidente de los Estados Unidos que se hizo cargo de la Casa Blanca luego de la renuncia de Richard Nixon en 1974, y sobre todo por quién la interpreta: Michelle Pfeiffer.
La actriz, una de las estrellas más talentosas y bellas de Hollywood que en los años ochenta y noventa apareció en grandes films como Caracortada, Relaciones peligrosas, Casada con la mafia, La edad de la inocencia, Batman regresa, entre otros, decidió asumir el compromiso de encarnar a Ford, quien la fascinó al punto de colarse en la limitada lista de proyectos que encara en estos tiempos. El personaje público, tan famoso como repleto de matices desconocidos aún para los norteamericanos, tiene muchos puntos en común con la actriz de 63 años, especialmente en lo que respecta al vínculo de ambas con la fama y la opinión pública.
“Soy una mujer ordinaria que tuvo que subirse al escenario en un momento extraordinario. Cuando me convertí en primera dama seguí siendo la misma de antes. Pero por accidentes de la historia me convertí en una persona interesante”. Así se describía Ford en el prólogo de su autobiografía, un recorrido por una vida llena de altibajos, muchos de ellos atravesados a la vista del mundo entero. Y algo de ese espíritu se adivina también en Pfeiffer que, más allá de tener tres nominaciones al Oscar y una carrera extraordinaria para alguien que solía ser seleccionada para aparecer en pantalla por su belleza y no precisamente por sus dotes interpretativas, suele referirse a sí misma como un fraude, siempre temerosa de ser descubierta como tal.
“Es lo que suelo pensar en relación a mis interpretaciones, que ésta será la que me desenmascare como el fraude que yo siempre supe que soy. Eso me viene de no haber estudiado formalmente. No fui a Juilliard. Hice talleres y ese tipo de cosas pero no vengo del teatro. Cuando empecé a trabajar había mucho esnobismo. De hecho, uno de mis primeros trabajos fue en un programa de televisión donde interpretaba a una rubia seductora. Tenía pechos falsos y unos pantalones muy cortitos y apretados, ni nombre tenía el personaje. En el elenco había muchos actores de Nueva York y yo me sentía una paria. Esa sensación nunca te abandona”, decía la actriz el año pasado en una entrevista con la revista The New Yorker. Un síndrome del impostor que su personaje en The First Lady sufrió durante toda su vida pública.
Complejos
De Ford, fallecida en 2011 a los 93 años, se sabe que luego de dejar la Casa Blanca tuvo una muy publicitada internación para tratar su alcoholismo y adicción a los opiáceos, y que su recuperación la inspiró para fundar una clínica de rehabilitación y ser portavoz de la lucha contra esas enfermedades. Menos se conoce sobre su vida antes de ser la esposa de un político prominente que estaba cerca de terminar su mandato como congresista cuando se convirtió en presidente de su país.
“Me aterraba. No tenía ni idea de qué es lo que tenía que hacer, así que decidí ser yo misma”, explicaba Ford cuando recordaba su paso por el puesto de primera dama. Nacida en Chicago en 1918, el sueño de Betty era ser bailarina profesional y lo cierto es que llegó a trabajar con la compañía de la legendaria coreógrafa Martha Graham, pero no pudo convertirse en estrella de la danza y su falta de título universitario-como le sucede a Pfeiffer- agrandó su complejo de inferioridad. Según relataba en su biografía, se sentía “cada vez más pequeña” a medida que su marido adquiría prominencia política.
Más allá de que los libros de historia suele reservar poco espacio a las tareas de las primeras damas y su influencia en la política, hay que decir que en el caso de Betty Ford esa mala costumbre fue además especialmente insidiosa al focalizar sus años de servicio bajo el prisma del alcoholismo. Poco se cuenta de sus intentos de modernizar la institución, de su defensa abierta de los derechos a la igualdad de género, de los homosexuales y el aborto, durante una era en la que hablar de esos temas se consideraba tabú hasta en privado, especialmente si, como ella y su marido, representaban al partido republicano.
Ese costado menos conocido y admirable fue el que atrajo a Pfeiffer al proyecto en el que Viola Davis interpreta a Michelle Obama y Gillian Anderson a Eleonor Roosvelt, otras dos mujeres que aún desde los márgenes del poder lograron imponerse.
“Yo no sabía ni la mitad de las contribuciones que hizo Betty Ford al país. Por supuesto, como la mayoría, conocía sus problemas con el alcohol y las drogas y que fundó la Clínica Betty Ford, pero hay mucho más que contar sobre ella y me siento honrada de que me dieran la oportunidad de hacerlo”, decía la actriz hace unos días en plena promoción de la miniserie de diez episodios que estarán disponibles semanalmente en Paramount+. En esas mismas entrevistas, Pfeiffer explicaba que aceptó el papel aun antes de tener el guion definitivo, pero que una vez que lo tuvo llegó a las grabaciones con tres copias llenas de marcas y anotaciones, obsesionada con la responsabilidad de hacerle justicia a la persona más allá del personaje.
“Salvó millones de vidas, decía lo que pensaba, adoptó una agenda de temas del feminismo y su candor al hablar de cuestiones difíciles como su propia experiencia con el cáncer de mama, expuso temáticas de suma importancia, especialmente para las mujeres, usualmente silenciadas. Su transparencia y naturalidad la volvieron muy popular” , detallaba la actriz que en la miniserie logra transmitir todas las facetas del personaje histórico y honrar la mujer que fue mucho más que el limitado recuerdo que muchos tienen de ella.
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