Mica Viciconte, campeona de MasterChef: su estrategia, sus secretos y la polémica por los cursos previos
En diálogo con LA NACION, y tras una final muy reñida, la flamante ganadora del certamen habló “sin cassette” de su carrera al triunfo
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Nervios, tensión, el último desafío de la tercera edición de MasterChef Celebrity a punto de comenzar, y una sentencia al oído: “las finales se ganan”.
Micaela Viciconte escuchó la frase de su novio, Fabián “Poroto” Cubero, y así comenzó la noche más difícil del certamen que comenzó el 8 de noviembre.
En un mano a mano de entrada, plato principal y postre, la marplatense se impuso sobre el otro finalista, Tomás Fonzi, y se alzó con el título de campeona de un programa en el que hizpo de todo, incluso contar, entre lágrimas, que estaba embarazada: “Aunque estoy acostumbrada a la exposición, me gustó decirlo en MasterChef, que lo ve toda la familia, que es cálido. Un tipo de programa en el que no había trabajado nunca pero que me hizo sentir muy cómoda”, afirmó en “díalogo urgente” con LA NACION.
-¿Cuáles son las primeras sensaciones ahora que tenés el trofeo en tus manos?
-Fueron muchas emociones diferentes, pero no se me ocurre nada negativo. Jamás pensé que iba a ser finalista, y mucho menos ganar. En mi cabeza mi primer objetivo era no ser la primera eliminada. Igual creo que cuando sos competitivo y ves que hay otro mejor que vos, cambiás la cabeza. Yo me dije: “Micaela, si realmente querés avanzar acá vas a tener que estudiar”. Así que me puse a leer, llamé a un chef, hice algunos cursos de técnica básica, cosas que no tenía ni idea. Yo sabía las cosas típicas de una casa, donde no hacés un puré con un movimiento envolvente. Después leí mucho, vi muchas recetas por Internet, Pinterest, Instagram, todo. Ahí me empecé a entusiasmar y dije: “Yo quiero llegar”.
-¿Lo peor fue al principio o al final?
-La última semana fue tremenda. Era consciente de que tenía un 33,33 por ciento de posibilidades, y cualquier error que cometiera me podía dejar eliminada. Tenía mucho miedo, no dormía, estaba pasada de rosca. Pensaba: “Que mi plato no sea el mejor, pero que tampoco sea el peor. Al menos que me permita pasar”...
-Vos sos una persona muy competitiva, ¿qué estrategias utilizaste para llegar a este momento?
-A mí no me gusta perder ni a las bolitas. Yo tenía en mi cabeza tratar de complicar a los que veía como posibles ganadores. Por eso estaba muy atenta al tema de los beneficios. A Paulo (Kablan) me acuerdo que una vez que le había tocado parrilla le saqué diez minutos, porque sabía que por el tipo de cocción lo partía al medio. En esas cosas jugué.
-Te hiciste famosa por ser “la que no presta ingredientes”...
-Mentira, yo presté un montón (se ríe). Ahora, si había alguien que no me prestaba... Ahí no, tampoco la pavada. En el momento que había que jugar algunos podían y otros no. Si está dentro de las reglas, está permitido, y tengo que perjudicar a otro para favorecerme a mí dentro de la competencia, lo voy a hacer. Sería medio hipócrita decir “prefiero quedar eliminado”. Nah, nadie prefiere quedar eliminado. El tema es que yo lo decía, a lo mejor otro lo pensaba y no lo decía y quedaba más buenito. Así es la supervivencia.
-Lo dijiste desde el primer día: “No vengo a hacer amigos”
-Si queremos ser amigos podemos ser amigos afuera, dentro de la competencia, no. Con la Peque (Paula Pareto) me llevo impecable pero cuando le tuve que poner 150 ingredientes se los puse, y no es que se enojó conmigo. Es parte del juego.
-¿Cómo influyó haber transitado el embarazo de Luca en el vértigo del programa?
-Pasé por todos los momentos: ira, sensibilidad... Pobres los que me tuvieron que soportar. El cuerpo cambia, uno está “formando” un bebé, por decirlo de alguna manera, y entonces hubo momentos en el que estuve más cansada, tenía dolores de espalda. Son muchas horas parada, entre ocho y diez, a veces trece. Pero la producción fue impecable, y mis compañeros también. Todos me cuidaban, aunque la mayoría no me conocía. Igualmente Luca también jugó.
-¿Cómo es eso?
-En algunos desafíos, el resto creía que como estaba embarazada no iba a meter el cuerpo, y yo me tiraba encima, corría. Sino a lo mejor estaba cocinando y pateaba, o tenía una contracción. Tuve momentos complicados, pero siempre con Luca fuimos uno y medio, así que tuve ventaja... (risas)
-Conociendo tu historia, tiene lógica que atravesaras el embarazo en torno a la exposición de un certamen como MasterChef. ¿Lo imaginaste alguna vez?
-Para nada. Lo idealizaba más por otro lado, a lo mejor quedándome en mi casa tranquila, sin moverme mucho. Y la realidad es que pude hacer muchas cosas. Hay gente que lo padece mucho más, y por orden médica no puede ni salir a la calle pero me gustó que no haya sido cómo lo imaginaba.
-¿Tuviste miedo?
-Y, un poco sí, los típicos de una madre primeriza. Capaz había que hacer un desafío, y pensaba: “si yo estoy nerviosa a lo mejor él también”. Lo volvía loco al obstetra, preguntándole todo. Pero me decía que disfrute, que me cuide pero que no me esté condicionando.
-Especialmente al principio se te vio muy beligerante, ¿algunos enojos trascendieron la competencia?
-¿Sabés que no? De mi parte seguro que no porque yo decía todo a la cámara, así que era lo mismo. No es que tengo una cara para el resto, y otra para el programa, soy igual.
-¿Me vas a decir que nadie se fue del grupo de WhatsApp?
-Sí alguien se fue pero no me acuerdo, pará que me fijo. Acá está: Luisa (Albinoni) se fue, pero no por un problema con el resto, sino por temas tecnológicos y esas cosas. Fue un re lindo equipo de trabajo.
-¿Y con los jurados?
-Con una mano en el corazón, cuando entré al reality los conocía de nombre a los tres, pero no tenía idea quiénes eran, su historia, qué habían hecho. Cuando empecé a averiguar me di cuenta de que eran tres monstruos de la cocina. Ahí entendí que podía aprender muchísimo, y así fue. La verdad es que no soy la misma que cuando entré. Aprendí a disfrutar de los sabores, y eso fue gracias a ellos. Martitegui me dijo una vez: “Cada vez que vayas a un restaurante no pidas lo mismo, probá”. Ahora lo hago y tenía razón, pruebo y me sorprendo.
-Volvamos a la final: se comentó mucho que estuvieran Fabián y sus hijas, y no tu familia de Mar del Plata: ¿Qué pasó?
-Que nos enteramos muy sobre la hora, y mi familia está toda allá. Pero con Fabi y las nenas somos una familia, más ahora que viene un bebé en camino. Fue un momento muy lindo para mí, me ayudaban, me alentaban, trabajamos como un equipo. Ellas no están acostumbradas a la cámara, pero que estuvieran ahí haciéndome el aguante fue súper importante.
-A Fabián se lo veía muy cómodo, incluso Santiago del Moro jugó con la idea de que sea parte de MasterChef Celebrity 4.
-Sí, viste que dijo que cocina mejor que yo... (se ríe). Fabi vivió el minuto a minuto, porque me veía en casa preparándome para la final: practicando con un cronómetro, mejorando el tiempo, con la cocina toda dada vuelta, puteando porque no me salía algo…
-Comiendo lo mismo durante una semana…
-Claro, comió como tres veces la entrada y el plato principal. Un día me dijo: “¿Hoy podemos cambiar de menú?”. Y no, porque era el de la final, así que tenía que seguir probando. En cambio las nenas estaban chochas, porque les encantaba el postre, que era un cremoso de chocolate, y también lo comieron tres veces. Me decían “este te salió mejor que el otro”, y yo pensaba: “¿Y qué tenía el otro?”. Me anotaba en una hojita los pasos, el orden para ganar tiempo. Los últimos días fueron así.
-Cómo viviste cuando en algunos programas se mostraron chats que decían que habías hecho cursos, y que mentías al decir que no sabías cocinar.
-No me importó. Un periodista tiene que averiguar con la fuente, no se puede agarrar un mensaje de Twitter, de gente que encima tiene mala onda conmigo, y mandarlo al aire. Hay que tener dos dedos de frente, ¿no ven de dónde viene?
-¿Y de dónde venía?
-No sé, pero hay gente que tiene ganas de dañar, ensuciar o perjudicar a una persona. Además tampoco estaba mal que haya hecho cursos. MasterChef mismo te da los cursos para enseñarte algunas cosas básicas, como trozar un pollo, cortar un pescado, usar algunas máquinas. Sofía Pachano, Claudia Fontán, no son profesionales pero llegaron al programa habiendo estudiado muchísimo. No incumplí ningún tipo de reglamento. Además cae de maduro que no soy profesional, yo soy profesora de natación y guardavidas. Hice clases y contraté a algunos chefs, como lo hicieron también el resto de mis compañeros, como Mery del Cerro, Denise Dumas o Cathy Fulop.
-En este caso también se involucró a tu hermana.
-Siempre es fácil golpear a alguien gratuitamente. Mi hermana lo que hizo fue vender pastas durante la pandemia, porque es profesora de educación física y los gimnasios cerraron. Pero ni siquiera hizo un curso. Entonces, ¿qué necesidad de mentir? Pero bueno, el medio es así.
-Sos la ganadora de MasterChef Celebrity 3, ¿ahora qué viene por delante?
-Tengo fecha de parto para la primera semana de mayo, así que no sé qué va a pasar. Estoy con ansiedad, tengo molestias, dolores en la panza más intensos. Miedo todavía no, pero creo que va a llegar cuando empiece el momento. No sé cómo me va a pegar el nacimiento de Luca, voy a dejar que fluya. Si me permite trabajar, algo aunque sea chiquito quiero hacer; si me sale quedarme tres meses encerrada con Luca, me quedaré. No soy una persona de las que se queda en su casa, pero la prioridad va a ser el bebé.
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