Dueña de una sólida carrera internacional en cine, “surfea” una charla exclusiva con ¡Hola! Argentina
Verano tras verano, una o dos celebridades internacionales logran causar un auténtico revuelo mediático en su paso por Punta del Este. Ese fue el caso de Mia Maestro (42), que llegó a Punta del Este con la idea de descansar y compartir tiempo con sus seres queridos. "Suelo pasar Navidad en Buenos Aires y Año Nuevo en Estados Unidos, pero esta vez quise recibir 2018 con mis padres, mi hermana y mis sobrinos, Agustín y Pilar. Estuve yendo y viniendo entre la Punta, donde se quedaron ellos, y José Ignacio, donde alquilamos una chacra con unos amigos", comenta la actriz –la única argentina que logró construir una sólida carrera en Hollywood–, que hacía cinco años no visitaba Uruguay.
"Si bien de chica los Maestro siempre veraneábamos en Pinamar, tengo mucha historia acá: papá venía en invierno a cazar y a mí me encantaba acompañarlo. Los recuerdos más lindos de mi infancia son en lo de un amigo suyo en el barrio de Carrasco, en Montevideo", continúa la estrella, que en los diez días que duró su estadía sólo accedió a conversar con ¡Hola! Argentina. "Vivo a tres cuadras de la playa, en Venice [un barrio de Los Ángeles conocido por sus canales y su espíritu bohemio], pero la conexión que lográs con la naturaleza acá es única", explica Mia, cuyo papel como una bailarina que se enamora de su profesor en Tango, la película de Carlos Saura que se estrenó en 1998 y fue nominada a un Oscar, le abrió las puertas de la meca del cine de par en par.
"En cinco minutos, estás en una playa desierta y no te cruzás con nadie. Estar sola y en silencio durante mis vacaciones es clave para mí", agrega la artista, que en 2015 fue vinculada sentimentalmente con Gael García Bernal (39), el ex marido de Dolores Fonzi. "Me causa muchísima gracia ese rumor porque conozco a Gael desde hace dieciséis años, cuando filmamos Diarios de motocicleta, y somos amigos desde entonces", se sorprende Mia, que interpretó a Chichina Ferreyra, la primera novia de Che Guevara [el papel de García Bernal], en el film de Walter Salles que fue un suceso y le valió el Oscar a la Mejor Canción Original al músico uruguayo Jorge Drexler.
Por ese entonces, otros dos papeles ayudaron a cimentar el destino de Mia. El de Cristina Kahlo en Frida, el primer largometraje que produjo Salma Hayek –quien se convirtió en una de sus mejores amigas– y el de Nadia Santos en la serie de televisión Alias, donde fue dirigida por J.J Abrams, el creador de Lost.
–Este año se cumplen veinte años desde tu debut internacional con Tango.
–Tenés razón. Ya pasó todo ese tiempo. ¡No lo puedo creer! [Suspira]. Fueron dos décadas fabulosas en las que pude construir una buena vida y una carrera muy linda, porque tuve grandes oportunidades.
Se refiere, por ejemplo, a uno de sus últimos trabajos en la serie de ciencia ficción y terror The Strain, en la que hizo de la doctora Nadia Martínez bajo las órdenes de Guillermo del Toro.
–¿Te considerás una estrella?
–Te pido por favor que no pongas eso en el título. [Se sonroja]. Ni loca me hago cargo del mote de estrella. En todo caso, me considero una laburante de Hollywood porque a nivel trabajo es sacrificado de verdad. Más allá de las fiestas y de los acontecimientos sociales, que son muy divertidos, filmás dieciocho horas al día, todos los días, durante cinco meses seguidos, y no hay nada glamoroso en eso.
–¿Qué te sugiere la fama?
–No pienso en la fama. Amo mi trabajo y el reconocimiento del público es divino, pero no pienso en esos términos. Por suerte, nunca tuve el problema de salir a la calle y ser asediada por los fotógrafos. Me daría una fobia terrible.
–¿En algún momento padecés ser una figura conocida?
–[Piensa]. Hay veces que estás comiendo con un amigo que no ves desde hace años, por ejemplo, y es medio pesado que vengan a la mesa a pedirte fotos o autógrafos. Estás en otra sintonía y es un tanto molesto, pero aprendí que la gente te reconoce cuando estás en la tele y después el furor baja. Hoy tengo una vida normal y paso bastante desapercibida.
–Como actriz, ¿qué deseás para los próximos veinte años?
–Sueño con contar historias desde un punto de vista femenino. En el cine, la psiquis de la mujer, su sexualidad y el modo en que se relaciona con el mundo han sido contados desde la perspectiva de los hombres y de una manera muy mezquina y avara.
HARVEY WEINSTEIN, "EL MONSTRUO"
Son palabras seguras que realzan la claridad de Mia, que no va a esquivar ninguna de las preguntas de la entrevista. 2017 fue un año distinto para la actriz, que lo describió como "un tanto sabático". Arrancó con Terror, una obra de teatro que hizo en Miami y Chicago, estuvo trabajando con la directora chilena Francisca Alegría en el guión de su primer largo, y debutó en el rol de productora de Into The Okavango, el documental más importante en la historia de National Geographic. Pero en la historia de Hollywood, 2017 también va a ser recordado como el año en que se destaparon varios casos de acoso y de abuso en la industria del cine y el año en que "cayó" el productor Harvey Weinstein.
–¿Viviste instancias de acoso, como las que narraron varias actrices?
–Como mujer una ya vive innumerables grados de acoso todos los días y un ejemplo claro es cómo se habla de nuestros cuerpos en los medios. Nos tratan como ganado. Como actriz, muchas veces me vi en reuniones de trabajo con directores o productores que pensaban que estábamos en un encuentro romántico. Y todas las veces que rechacé una invitación a subir a un cuarto de hotel supe que no me iban a dar el papel.
–Hace unas semanas, Salma Hayek contó su terrible experiencia con Harvey Weinstein durante el rodaje de Frida en una columna que publicó el New York Times. ¿Cómo fue tu experiencia con él?
–Las mujeres nos protegemos mucho entre nosotras y Hollywood no es la excepción. Amigas como Salma y Ashley [Judd] siempre me avisaron con quién podía llegar a vivir una situación incómoda y las veces que me reuní con Weinstein fui acompañada por alguna ejecutiva de Miramax que sabía del peligro de la situación y me respaldaba. De hecho, rechacé muchas invitaciones de él, incluyendo ser su acompañante en una edición de los premios Oscar.
–¿Con qué sensaciones te quedás tras la tormenta?
–Es muy triste que en aquel entonces lo tomáramos como algo normal. Espero que después de todo esto la cultura de violencia dé paso a una de igualdad y respeto y, en ese sentido, es muy emocionante ver que Argentina está liderando el cambio con el movimiento Ni Una Menos.
EN LA INTIMIDAD
"Siempre quise ser actriz. Nunca hubo un plan B", confía Mia con los ojos puestos en el horizonte esteño. "De chica, tenía mi ropero común y el de disfraces y me pasaba el día haciendo personajes distintos. Mis viejos me seguían el ritmo y jugaban conmigo: había veces que hacía de varón durante días y días y ellos me trataban como varón, por ejemplo", rememora la actriz, que encontró en la música otro potente canal de expresión y hoy está escribiendo las letras de su segundo disco.
–Qué inteligencia emocional la de tus padres…
–Un par de veces se preocuparon y a mis 5 o 6 hablaron con un psicólogo, que les dijo: "Si sigue haciendo esto a los 12, hablemos. Por ahora, déjenla". [Se ríe].
Mientras las olas van y vienen en la playa de La Barra, donde se hicieron las fotos, Mia confiesa que subirse a un escenario para cantar es una de las cosas que más disfruta y que con el teatro le pasa algo similar. "Estoy con ganas de hacer teatro en Argentina. Mis padres están grandes y quiero pasar más tiempo con ellos", explica.
–¿Los extrañás?
–Sí. No tenerlos en el día a día es un desafío y si bien ellos viajan para vernos, nunca estamos juntos más de dos semanas. Lo que más extraño es lo cotidiano: caer de visita a su casa y tomarme un té con mamá, por ejemplo.
–Se te ve en eje, en armonía. ¿Siempre fuiste así?
–No, trabajo un montón en pos de mi bienestar. Tratar de ser la mejor versión de mí misma es una decisión que tomé hace tiempo. El ego no es bueno para nadie y menos para un actor.
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Me llevo bien. De hecho, siento que mi vida es mucho más rica ahora que cinco o diez años atrás. A la vejez podés intentar detenerla, lo que te encierra en vos misma, o podés expandirte, abrirte a la vida. Si bien a veces es difícil, yo intento transitar el camino de la expansión.
–Pasados los 40, tu vida sentimental sigue siendo una incógnita.
–¡Sí! Y va a continuar siéndolo.
–No sabemos si estás de novia, casada, divorciada o sola.
–No estoy casada. Es todo lo que te voy a decir.
–¿Creés en la convivencia?
–Sí, convivir es fundamental para conocer de verdad a la persona que tenés a tu lado. Viajo un montón y he tenido novios que viajaban mucho y eso siempre fue un plus porque la autonomía es uno de mis valores supremos. Mucha gente se pierde en las relaciones y eso es algo que no quiero para mí.
–¿Te gustaría tener hijos?
–Me encantaría ser madre y estuve cerca de serlo un par de veces, pero preferí profundizar en mí antes de volcarme a la maternidad. Nunca sentí la presión del reloj biológico y, hoy, la adopción y la ciencia son maneras muy válidas de formar una familia. Con tantos chicos que necesitan contención y amor, veo a la adopción como un muy buen camino para convertirme en mamá.
–¿Estuviste cerca del casamiento?
–No, porque casarme nunca fue un objetivo en mi vida. Quizás algún día decida casarme con un ritual no religioso, creado con mi pareja. Tengo tantos amigos dispersos por el mundo que sería increíble reunirlos y celebrar el amor juntos.
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