Mi pie izquierdo: la pequeña película irlandesa que consagró mundialmente a Daniel Day-Lewis y que le dejó secuelas físicas y psíquicas
En 1989, el célebre y hoy retirado actor británico conmovió al mundo con su interpretación de Christy Brown, un pintor y escritor con parálisis cerebral
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En una habitación apenas iluminada y con dos de los dedos de su pie izquierdo, Christy Brown saca un disco de pasta de su envoltorio de papel, lo pone en el tocadiscos, baja la púa, la acomoda para que la canción suene desde el principio y se dispone a disfrutar del momento. La escena, la primera de Mi pie izquierdo, anticipa en pocos segundos una historia que, impulsada por sus magistrales interpretaciones y un guion adaptado a la perfección, se convirtió en una joya del cine biográfico. Y si el resultado final logró enamorar al público, cautivar a la crítica y llevar a Daniel Day-Lewis a ganar su primer Oscar como mejor actor, el detrás de escena le da al suceso un valor aún mayor.
Mi pie izquierdo es la biopic de Christy Brown, un irlandés que nació en el seno de una numerosa familia trabajadora de los suburbios de Dublín en 1932. Fue el séptimo de 13 hermanos y llegó al mundo con una severa parálisis cerebral. Sin posibilidad de desarrollar el habla y el cuerpo inmovilizado, los médicos le sugirieron a sus padres, Bridget Fagan y a Patrick Brown, internarlo en una institución, pero ellos decidieron que lo mejor era llevarlo a casa.
Brown creció rodeado de afecto, entre hermanos que lo incluyeron en cada uno de sus juegos y una figura materna que centró sus esfuerzos en incentivar sus capacidades y su autoestima. Con el pie izquierdo, la única parte del cuerpo sobre la que tenía control, Christy aprendió a pintar y a escribir. A los 22 años publicó Mi pie izquierdo, un relato en primera persona sobre la lesión que lo desafió para siempre y que le dio reconocimiento y fama en su país natal. Pero su historia se hizo famosa en el mundo entero cuando la adaptación del libro llegó a los cines de Irlanda. Y de allí a Hollywood.
Un hito irlandés
Mi pie izquierdo surgió del encuentro de dos irlandeses en Nueva York a finales de los años 80 con la firme intención de dar a conocer la historia de un prodigio local. “Tengo que avanzar con esto”, pensó Noel Pearson, futuro productor del film, una vez que terminó de releer el libro. Jim Sheridan, más ligado al mundo del teatro hasta ese momento, había viajado a Estados Unidos para realizar un curso de cine de seis semanas en la Escuela de Cine de Nueva York y recorrer Broadway. Sheridan, quien conocía la historia y el trabajo de Brown, siempre pensó que ahí había una película. Con el productor y el director definidos, el foco se corrió a la elección del protagonista: tenía que ser alguien con la capacidad de expresarse a través de su mirada.
Daniel Day-Lewis tenía en ese momento poco más de 30 años. En su historial como actor, el teatro ocupaba un rol central, aunque su nombre comenzaba a sonar en la industria: luego de participar en producciones como Gandhi, Mi hermosa lavandería y Una habitación con vistas, con el papel de Tomas en La insoportable levedad del ser había logrado cierta fama mundial. De inmediato le mandaron el guion. También llamaron a Brenda Fricker para darle vida a su madre, un personaje central en la trama, y vieron en Hugh O’Conor el intérprete perfecto para relatar los primeros años de Brown.
Los 103 minutos que completaron el corte final de la película se rodaron en Dublín entre el 9 de enero y el 25 de febrero de 1988. Se trató de una producción independiente realizada con un presupuesto acotado. Con las expectativas atadas a la realidad de producción local, la gala de estreno se realizó en Dublín el 24 de febrero de 1989. Cinco meses después llegó a Londres y a finales de septiembre, gracias a Miramax, desembarcó en Estados Unidos. El resto es historia: el público quedó cautivado, la crítica se deshizo en elogios, la recaudación en Estados Unidos pasó los 14 millones de dólares y Mi pie izquierdo se convirtió en una de las películas protagonistas de los Oscar que se entregaron a principios de 1990, con Daniel Day-Lewis y Brenda Fricker alzando cada uno una de las preciadas estatuillas. Además, Sheridan fue nominado a mejor director y la producción compitió en los rubros mejor guion y a la mejor película. La película, por último, impulsó el renacimiento de la cinematografía irlandesa.
“Realmente queríamos hacer una película sobre la clase trabajadora de Dublín de manera positiva, no sólo sobre la miseria y las privaciones sino también sobre la calidez y el amor”. En otras palabras, la pobreza no era miseria”, explicó Pearson sobre las intenciones del estudio. El film, además de la vida de Christy, muestra con calidez y crudeza la vida de una familia irlandesa de los años 30, un retrato de época de lo que sucedía en ese momento en los alrededores de Dublín.
El método de Day-Lewis
La fama de Daniel Day-Lewis de ser un “actor de método”, aquellos intérpretes que se ponen en la piel del personaje y recrean sus condiciones de existencia para experimentar una memoria sensorial que los ayude a construir el personaje, tiene gran parte de su fundamento en su trabajo como Christy Brown. “Puedes llegar a extremos increíbles en un viaje enormemente tortuoso y serpenteante para llegar a comprender la vida de otra persona”, explicó en una entrevista que le concedió al diario The New York Times en 1992, cuando comenzó a ser sinónimo de entrega.
El primer planteo que pasó por la mente de Day-Lewis tuvo que ver con sus expectativas sobre cómo hacer para que la condición de Brown no acaparara la total atención del público durante las dos horas del film. ‘’Después de todo, no es una historia sobre la discapacidad’', le explicó a The New York Times, ‘’sino una historia sobre el crecimiento. Es una historia realmente complicada sobre cosas realmente simples: vivir con la familia y lidiar con tu sexualidad cuando no tienes privacidad; las peleas que tienes con tu padre; ser cabeza de familia cuando no estás preparado para ese papel; la competencia por el amor y la atención, cosas muy comunes”.
Para simular una parálisis cerebral, el actor pasó meses sacudiendo su cuerpo y su voz, hablando con el acento arrastrado de quien no controla los músculos de su cuerpo y movilizándose en silla de ruedas. En varias oportunidades, incluso, pidió que le dieran de comer en la boca. Day-Lewis llevó a Christy en su cuerpo durante todo el proceso de filmación. Y no lo hizo solo para poder adoptar sus gestos. Permanecer en el personaje lo ayudó a experimentar muchos de los problemas de la discapacidad que no son físicos, sino sociales: la mirada de los otros, la molestia de algunos por tener que asistirlo y el trato condescendiente de otros tantos más.
La entrega total al personaje le dejó a Daniel Day-Lewis algunas secuelas físicas y otras tantas emocionales también. Según contó Hugh O’Conor, el joven que le dio vida al Christy niño en la edición especial del DVD Making of My Left Foot, el actor se rompió dos costillas por estar encorvado en su silla de ruedas durante las semanas que duró el rodaje.
Sobre la nostalgia del trabajo perfecto, habló el propio actor. Es que en Mi pie izquierdo confluyeron muchas circunstancias particulares difíciles de reunir de nuevo: un guion brillante, una producción íntima, un presupuesto acotado y muy pocas expectativas del estudio. “Cuando hice Mi pie izquierdo pensé: ‘esto es todo’”, explicó pocos años después del suceso. “Así es como necesito trabajar para que todo esté bien. Al final no me dejó con desnutrición interior”.
La mano de Harvey Weinstein
Si Harvey Weinstein fue fundamental para la llegada de Mi pie izquierdo a las grandes ligas, el film tuvo un rol central en el despegue de Miramax, la empresa que fundó con su hermano en 1979. Hugh O’Conor, en una nota con The Irish Times, reconoció que nadie involucrado con la película pensó, durante el rodaje, que iba a triunfar fuera de Irlanda o Inglaterra. Después de todo, se trataba de una película de bajo presupuesto sobre un escritor irlandés poco conocido. “Fue una verdadera sorpresa”, explicó. “[El corresponsal de cine del Irish Times] Michael Dwyer nos apoyó. Funcionó bien aquí. Pensamos que estábamos hechos”, repasó. “Luego Miramax la eligió como su película para los Oscar y en ese momento todo comenzó”, recordó y contó que fue Weinstein quien viajó a negociar con la pequeña productora. Mi pie izquierdo le dio al gigante de la industria cinematográfica su primera nominación en toda su historia a mejor película en los Premios Oscar.
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