Mex Urtizberea y los deseos para su nieta: “Que sea feliz, que se divierta en la vida"
Como gurú en la cumbre del cerro, el gran Mex Urtizberea atiende en la cocina de su casa. Enciende el fuego en la chimenea, proyecta cine sobre una pared del living, ensaya en la sala. La casa se prolonga hacia el jardín y la piscina, asciende hacia la terraza, la cocina al aire libre, el futón, la huerta orgánica. La casa es su reino, el refugio donde vive y trabaja, escribe y compone, organiza ensayos, hace asados y celebra fiestas enigmáticas.
"Me gusta ser anfitrión, me divierte recibir gente y comensales. Salgo poco, todo sucede en mi casa. Es algo que armé y diseñé para vivir. Siempre ocurren cuestiones artísticas y fiestas divinas. Tengo los instrumentos, ensayo. Hago todo para que vengan acá. Me gusta que mi casa sea un lugar donde convivir con el desarrollo de algo. Siempre estoy haciendo el fuego", asegura.
Músico, actor y conductor, a principios de la década del 90 tocaba en el Parakultural, donde empezó a hacer algo de teatro y conoció a Alfredo Casero, que lo invitó a tocar el piano en De la cabeza, programa predecesor de Cha Cha Cha. Desde entonces, su marca indeleble fue el humor y la música. Y los personajes, que invariablemente se parecen siempre a sí mismo.
Justamente en su casa de La Paternal hace poco más de un año empezó a gestar su última obra junto a Ignacio Sánchez Mestre, Gerardo Delelisi, Marcelo Chirinos y Pedro Saborido, en colaboración autoral. Le pusieron Mi amigo Mex, y es una pieza teatral en la que se narra el encuentro con su biógrafo (Marcelo Chirinos), que llega hasta él para escribir su biografía en un solo día, por cuestiones presupuestarias.
"Al principio trato de impresionarlo, pero la cuestión es que a medida que avanzamos la vida del biógrafo pasa a ser más interesante que la mía", plantea Urtizberea. En el medio, la obra sobrevuela el tema de la amistad y se burla de la vida glamorosa de ciertos artistas que pretenden vivir en Broadway, cuando nunca cruzaron la General Paz. Además, anticipa que está trabajando junto a Sebastián Ortega en la preproducción de un proyecto de ficción con la productora Underground, mientras todos los viernes sigue en Radio con vos (89.9) junto a Reynaldo Sietecase, donde se pone en la piel del Fiscal, "un personaje al que mandaron los dueños de la radio para levantar un poco el programa, que no anda bien, y los maltrata, pasa audios de ellos en los que se equivocan, o no se entiende lo que dicen, los critica y los juzga. Termina cantando una canción, y ellos se divierten mucho", sigue Mex.
Casado y separado dos veces; padre de la actriz Violeta Urtizberea, cuenta que cortó con su última mujer y el 21 de septiembre debutará como abuelo de Lila.
–¿Cómo te preparás para recibir a tu nieta?
–Preocupado, es raro ver a una hija embarazada, ese bebe que tuve en brazos y ahora va a tener un hijo. Y estoy hasta miedoso, que esté bien, que esté bien Violeta, todo me resulta muy extraño. Pero es como que empieza la descendencia, la familia que uno armó, esa sensación que siente el abuelo, algo que está en su manada, una cosa animal que es divina. Estoy ansioso, con muchas ganas de estar y que me la dejen para jugar y vivir un montón de momentos con ella. Me gusta el proyecto.
–Te separaste hace unos meses. ¿Qué tal la soltería?
–La soltería es lo más difícil de conquistar. Uno siempre tiene que estar con alguien, porque es desesperante, pero conquistar la soltería… mamita. Disfruto mucho de estar solo; no estoy saliendo, ni hago esas cosas de Tinder, menos que menos, porque soy alguien público y me daría vergüenza. Estamos grandes, muchos nidos he armado ya, y la convivencia es difícil, arruina todo. Por momentos es lindo vivir en pareja, pero es difícil.
–¿Cómo te llevas con el paso del tiempo?
–Bien, tengo algo a favor, y es que siempre pienso en cosas nuevas; miro joven, y eso me da el impulso para vivir muy en el presente, pero por supuesto uno ya empieza a ver el final del carrete, ¿no? Voy a cumplir 59 en octubre, el año que viene voy a ser sexagenario. Por otro lado es como que está todo bien, ya hice un montón de cosas, sigo pensando en cosas nuevas sin la locura de antes, todo más masticado. Será la experiencia. Se vive más lindo el presente, siempre pensando en cosas para hacer.
–¿Tenés nostalgia de cuando tenías 20?
–No, no, no. Me impresiona ver fotos de más joven, darme cuenta de que pasó el tiempo, y eso. Pero no, no... no. Me gusta estar en este presente, del pasado veo como que no sabía un montón de cosas, era más inexperto, no disfrutaba algunas cosas, era raro. Soy cero nostálgico de todo.
Siempre pienso en cosas nuevas; miro joven, y eso me da el impulso para vivir muy en el presente
–¿Siempre viviste del arte?
–Hice de todo, pero siempre trabajé para hacer lo que me gusta, armándome un lugar donde estuviera cómodo. Donde voy copo, me gusta armar, coordinar algo para que exista, y me gusta hacerlo, llevarlo a cabo. Ver cómo funciona todo, entiendo de eso, y es lo que más me divierte. Me gusta estar en el desarrollo de algo nuevo.
–¿Cómo es tu rutina de trabajo?
–Soy bastante casero. Escribo acá, leo, releo. Ahora estoy en esa etapa de estar trabajando en la escritura y desde una máquina. Me gusta más la noche, a las seis de la tarde yo ya arranqué, y más temprano también, es muy tranquilo este lugar. Me acuesto tarde, y el silencio de la noche es compañero para todo eso. Los jueves escribo la sección del Fiscal, los sábados estoy con la obra, y los domingos, cita obligada, hacemos asados con Violeta y sus amigos. Después hago gimnasia dos veces por semana en Plaza Irlanda. Troto y hago mucha elongación, tengo una rutina de entrenamiento que me hace muy bien.
–¿Cómo te relacionás con el dinero?
–(Piensa) No sé… me gusta tener dinero para vivir, estar bien. Mi ambición es hacer cosas que me gusten y si me dan dinero mejor, pero primero tiene que gustarme. No tengo una ambición de ganar plata, sino de estar bien, de pasarlo bien, no más que eso, que es mucho. No es que estoy pensando en hacer algo para llenarme de guita. Nunca me pasa eso por la cabeza, porque además no lo sé hacer, no es lo mío. Trato de juntarme con gente que sabe hacer plata para poder desarrollar mis cosas, y que ellos se dediquen a eso, pero en lo personal no tengo la ambición de tener cinco microondas.
–¿Hacés o hiciste terapia?
–Sí, hice de todo. Pero no soy todo lo carne de diván que le gustaría a mi hija que sea (risas). La que más me duró fueron unos tres años, una psicóloga sistémica, y después hice otras terapias más cortas con otras personas. Pero no siento la necesidad de tener un terapeuta permanente, que es algo muy común, sino que hablo lo que preciso con gente determinada en distintos momentos. Tendría que hacer, pero no lo hago.
–¿Qué cosas te angustian?
–Y… la situación del país, el tipo que no puede llegar a lo que quiera hacer, todo eso socialmente me duele. También me angustiaría estar haciendo lo que no me gusta. Por suerte no me pasa, siempre estoy en acción ahí funcionando.
–El año que viene cumplís 60: ¿qué balance hacés?
–Lo único que pienso de los 60 es que voy a hacer una fiesta acá con toda la gente, vamos a hacer música, es lo único que tengo en la cabeza. Con los 60 es como que empezás a acomodarte de otra manera, pensás otras cosas, y qué sé yo, es una fecha importante, entrar a la vejez, una cosa así, la máquina es otra.
–¿Qué enseñanza te gustaría dejarle a tu nieta?
–Que sea feliz, que se divierta en la vida. Y yo me voy a encargar de eso. Saber qué es lo que quiere hacer, y acompañarla, que profundice, que experimente, que sea curiosa, que trate de entender cómo funcionan las cosas. Que las cosas pueden ser, se pueden hacer y pueden existir. Sea lo que sea.
Mi amigo Mex. Con Mex Urtizberea y Marcelo Chirinos. Sábados, a las 21. Cultural Morán, Pedro Morán 2147. Entradas anticipadas, 300 pesos; en la puerta, 350 pesos.
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