Maxi Ghione y la operación que podría hacer que deje de usar audífonos
Pasó los primeros meses de cuarentena sin trabajar, pero algunas deudas y la proyección de extensión del aislamiento por la pandemia, lo hicieron revisar la decisión de no dar clases de teatro por zoom. Además Maxi Ghione lanzó su canal de YouTube Ajos y poesías, en donde cocina y lee algunos de sus escritos. Ahora el actor se prepara para una delicada operación que permitirá, si todo sale bien, dejar de usar audífonos. En una charla íntima con LA NACIÓN, habló de amor, da detalles de la enfermedad hereditaria que sufre, otoesclerosis, y desmenuza su historia.
"Fueron ocho meses en los que, al principio, vi Breaking Bad: debo ser el único que no había visto esa serie. Son un montón de capítulos que vi en una semana: dormía poco para seguir viéndola. Me cuesta ver series porque soy compulsivo y por eso prefiero las películas. Colecciono cine de acción y westerns en sus versiones originales y me gusta el mundo Marvel y 007. Soy simple. Tengo mis cuatro películas de cabecera, El marido de la peluquera de Patrice Leconte, Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, El impero del león de Claude Lelouch, y Azul profundo de Luc Besson", detalla Maxi.
-¿Y qué más haces en esta cuarentena?
-Estoy con mi hijo Juan, que ya tiene 14 años, mide 1,70 y tiene la misma voz que yo. Adopté a dos gatitos, Kuro y Kimi, que significan "negro" y "la belleza del siglo", en japonés. Mi hijo estudia japonés hace 7 años y nos encanta cocinar comidas de ese país también. Leo bastante, pero sobre todo escribo mucho en Literatura de barro, que así se llama mi libro y mi hashtag en Instagram. Son cuentos o relatos, pensamientos, momentos, alguna poesía. Mi manera de publicarlo es subirlo a las redes, a veces con un dibujo, otras leo yo. Todavía no encontré la editorial que me diga: "Te quiero editar".
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-Sos autogestivo y si las propuestas no te llegan, las generás vos, ¿es una forma de vida?
-Es verdad, no me importa si no me quieren porque yo hago lo que quiero si sé que me va a hacer feliz. Tal vez, gracias a la pandemia, se me ocurrió hacer mi canal de YouTube donde mezclo mi literatura con la cocina, por eso se llama Ajos y poesías. Cocino lo que cocinaba mi abuela, nada gourmet porque yo no soy cocinero, sino cocinador. Soy gordo de mente, además de panza y a los que nos gusta comer, nos gusta cocinar también. Cocino mucha carne, pero los vegetarianos me pedían una receta y subí una de mayonesas veganas. Cociné un sambayón, receta de mi amigo Lolo Picarel y otra del verdadero guacamole. Después de cocinar, leo algo mío.
Por amor al arte... y a la comida
-¿Ganás algo de dinero?
-No, en todo caso es una inversión a larguísimo plazo. Lo hago para divertirme. A veces hago tres videos en un día y una comida me la dejo para el almuerzo o cena y las otras, las congelo. A veces me ayuda mi hijo Juan y siempre Matías Pereyra, que es el director integral y editor. La música es original de un jazzista que se llama Rodrigo Silveyra y el arte es de Gorda Flores. Todo sucede en la cocina de mi casa, que es muy chiquita. El 18 de marzo, dos días antes de que se declarara la cuarentena, pesaba 80 kilos clavados. Estaba flaco divino. En estos meses engordé 18 kilos y los tengo todos en la panza, que es dura y tirante y por suerte no es de las que cae.
-¿Vas a hacer dieta?
-No, pero hace unos días que estoy comiendo más frutas y verduras y bajo rápido. Mi peso ideal es 78. Hice la primera temporada de la serie de Diego Maradona, Sueño bendito, que se va a ver por Amazon Prime Video y tuve que subir a 105 kilos. Entonces pesé eso durante todo el 2019, grabando en España y en Italia. Fue una experiencia maravillosa porque no hay nada más lindo que viajar trabajando. Si hago la segunda temporada, tendría que subir a 105 otra vez. De la serie no puedo decir nada porque firmé un contrato de confidencialidad. Por otra parte, no estoy entrenando porque no tengo lugar en casa. Tengo pesas y fierros, pero necesito caminar, pero salgo poco porque soy procuarentena. Digo esto y también que mis amigos me han regalado comida porque no he tenido un centavo.
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-Muchos actores se quejaron por no poder trabajar.
-Hasta hace cuatro meses me negaba a dar clases de actuación por Zoom, pero claudiqué. Vi que empezaron a dar clases de teatro inclusive actores que nunca lo hicieron. Soy de los que piensan que es imposible dar clases de teatro por una cámara porque el teatro es en equipo. Entonces doy clases de actuación frente a cámaras. En mi taller presencial que hace años que lo tengo, un día doy clases de actuación frente a cámaras y al otro día, clases de teatro sobre un escenario como corresponde. Ahora tengo grupos de 4 a 7 personas.
-¿Por qué cambiaste de parecer?
-Hablando con Luis Machín le expliqué que siento que a través de Zoom no les veo el alma a mis alumnos y me dijo: "Bueno, le ves el alma por cámara. Adaptalo. Le ves hasta dónde podés ver". Cuando dijeron que la cuarentena iba a ser de doce días, a todos mis amigos les dije que le agregaran un cero y me quedé corto. Ahora creo que van a ser 800 días porque esto se va a normalizar en 2022.
-¿Te deprimiste en algún momento?
-No, estoy pasando la cuarentena mitad con mi hijo y la otra mitad se va con su mamá (la actriz mexicana Carolina Valsagna). Debo ocho meses de alquiler y no se me caen los anillos por contarlo. Soy un laburante, un remador. Los actores terminamos un trabajo y no sabemos si vamos a estar un año sin trabajar o un día. Es la incertidumbre de este oficio tan mágico y a la vez tan peligroso, te genera mucha adrenalina. En tiempos normales vivo feliz y tranquilo con mi taller presencial. Tengo 27 años de oficio y soy bicho de tele y estoy entrenado para eso, aunque también hice mucho teatro comercial y oficial. Me he perdido de hacer muchas películas porque estaba contratado para hacer tele. Muchos actores están haciendo streaming, pero yo no sabría cómo. Tal vez, cuando lo entienda, lo haga. Lo que sé es enseñar. Di clases de tango también durante doce años.
-Muchas veces contaste que te criaste en el campo, ¿qué recuerdos tenés de esa época?
-Aprendí a andar a caballo y a caminar el mismo día. Yo tenía un año y mi papá me subía a un caballo, yo me agarraba de las crines y él me llevaba desde abajo, despacito. Nací en Bahía Blanca y me crié en Punta Alta hasta los 8 años, después nos mudamos a Olavarría, donde mamé el campo. Salto a caballo desde los 7 años, hice equitación, llegué a tener 4 caballos. Mi padrino, Gali Bambaci, me regaló a Mimito y mi primera yegua se llamaba Chavela. Tuve varios caballos que terminaron pastando en el campo, muriéndose de viejitos.
-¿Volvés al campo de vez en cuando?
-Ya no porque en ese campo que es La estrella, cerca de 16 de julio en la provincia de Buenos Aires, ya no queda nadie que conozca. Los caseros, que eran como mis abuelos, fallecieron y ahora están los dueños del campo.
La operación que le puede cambiar la vida
-Hace algunos años contaste que sufrís de otosclerosis, ¿cómo estás hoy?
-Me van a operar en tres semanas. Tengo una hipoacusia entre severa y profunda y si me quito los audífonos bilaterales, me apago porque no escucho nada. Me tenés que gritar muy fuerte con la boca cerca de mi oreja. Tengo una alumna que se llama Gina Romano, es audióloga y fonoaudióloga y presidenta de la Fundación Fanda y a través de ella conocí al doctor Diamente, un otorrinolaringólogo especialista en mi enfermedad. Puedo recuperar entre el 35% y el 40% de mi audición y eso me tiene muy entusiasmado. Me tienen que sacar el estribo y colocar uno de teflón y para hacer eso necesitan quitar la membrana del tímpano y después volver a pegarla. El post operatorio es complicado y durante la primera semana tengo que tener mucho cuidado y hacer reposo, pero después de eso me sacan el tapón y los vendajes y a los 45 días me dan una cuasi alta. A partir de ahí, el cuerpo tarda seis meses en hacer suya la prótesis, ya definitivamente.
-¿Y dejarías de usar audífonos?
-Si recupero el 40% de la audición, más el 5% que tengo, escucharía mejor. La idea es operarme primero de un oído y, cuando cicatrice, del otro. Si Dios está un ratito conmigo, porque siempre digo que tiene cosas más importantes, pero si se distrae y me mira y se detiene, en un año podría no usar audífonos. Fue muy movilizante cuando me lo dijeron. Muy shokeante porque es raro imaginar mi vida sin audífonos. Me transporté a los 7 años cuando escuchaba y me imaginé escuchando el silencio en el medio el campo. Porque ya no escucho el silencio sino un acúfeno, que es como un motor de una heladera vieja, todo el tiempo, pero estoy acostumbrado. En mi caso, es ese ruido constante el que no me deja escuchar porque mi tímpano funciona bien. Ese acúfeno que produce la otosclerosis hace que yo escuche algo que el resto no escucha y entonces no escucho lo que dicen y encima escucho algo que nadie escucha. Parece un trabalenguas pero es así. Si me quitás los audífonos en un lugar público, parezco un nene de dos años perdido.
-¿Cuantos años hace que usás audífonos?
-Me los puse cuando nació mi hijo para escucharlo si lloraba. Debería haberlos usado toda la vida, pero me negaba porque me daba vergüenza. Cuando me los puse, me di cuenta de las cosas que me había perdido, por ejemplo, no sabía que hacemos ruido cuando caminábamos. Aprendí a manejar y a actuar sin escuchar y cuando me puse los audífonos tuve que aprender todo de nuevo porque los parámetros son otros. Cuando grabo me quito el audífono del lado donde está la cámara y si tengo una escena en la que trabajo con doble perfil, me quito los dos y leo los labios, por eso me aprendo el texto del otro actor. Supongo que se me hará más fácil si todo sale bien y recupero gran parte de la audición.
-¿Estás en pareja?
-Estoy solo. Soy una persona muy romántica, creo que nacimos para ser dos porque vi a mis padres, chapaban adelante mío. En mi casa vi nada más que amor. No busco una compañera de vida, pero me gustaría que me encuentre. Soy de los que se flechan. En realidad no me flecha Cupido sino que yo encaro a la punta de la flecha, voy corriendo y me la clavo en el corazón (risas). Creo en el amor y apuesto al amor. Tuve cuatro amores maravillosos y con las cuatro fui feliz y me imaginé de viejito y con las cuatro me imaginé con hijos. Estoy muy contento con los amores que la vida me dio. En 2 años y pico cumpliré 50 y eso me da un poco de impresión.
-¿Qué no harías si pudieras volver el tiempo atrás?
-Si volviera a nacer no hubiese fumado nunca. Soy un fumador con alto grado de adicción. Me biología es adictiva.
-¿Intentaste dejarlo?
-Sí, juro que intenté. Me resulta muy difícil. Una vez estuve dos meses sin fumar y pegaba saltitos en la cama, eso es la abstinencia. Siempre hay un pretexto para no dejar. Sé que se puede y en algún momento está en mis planes hacerlo. Hice una promesa muy íntima y si se cumple voy a dejar de fumar. También bajaría un poco mi ansiedad: quiero estar en cien cosas a la vez y no se puede. Tal vez tendría que ir más lento, eso a veces me jode de mí.
Gentileza: look by Martina di Trento.
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