Matt Damon, Ben Affleck y la hermandad forjada en un patio escolar que ni Hollywood pudo romper
El dúo atraviesa un gran momento en las carreras que iniciaron juntos en la adolescencia
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“Cada uno integra un club de fans individual del otro”, dice Matt Damon sobre Ben Affleck en un artículo de la revista Entertainment Weekly en el que ocupó el lugar de entrevistador de su amigo de la infancia, socio y colega para colaborar en la promoción de su más reciente interpretación en la película The Tender Bar (disponible en Amazon Prime Video), dirigida por George Clooney. Entre chistes y recuerdos, la nota es además un registro escrito del amoroso vínculo del dúo que comenzó hace algo más de cuarenta años en una calle de un barrio de Boston.
Mucho antes de Hollywood, las películas, los premios Oscar, las tapas de las revistas de chismes y todo lo demás, cuando Damon tenía diez años y Affleck ocho, sus madres, ya amigas, decidieron que sus hijos podrían llevarse bien teniendo en cuenta no solo que eran vecinos sino que además ambos amaban el béisbol y la actuación con similar pasión. “Antes de conocer a Matt, pasaba mucho tiempo solo. La actuación era un emprendimiento solitario para mí que nadie entendía muy bien. Y de repente tenía este amigo, Matt, que no solo comprendía el trabajo, sino que quería hacerlo y le interesaba hablar del tema tanto como yo”, recordaba Affleck hace unos años en una entrevista para la revista Parade.
Por su lado, Damon suele destacar que el momento que forjó la amistad entre ambos ocurrió cuando en la secundaria Affleck intervino para que un chico más alto que él no lo trompeara. “Ahí fue que pensé: ‘Él es capaz de ponerse en una situación muy mala para defenderme’. De eso se trata ser un buen amigo”, contó hace un tiempo en un reportaje televisivo el protagonista de Stillwater, un intenso drama disponible -para alquilar- en Flow.
Ese vínculo se hizo fuerte durante sus años de colegio secundario, cuando ambos aprovechaban cada momento libre para ir juntos a Nueva York y presentarse en cuanto casting estuviera disponible. La usual travesía desde Boston resultó en varios trabajos de extras en películas como El campo de los sueños, hasta que consiguieron sus primeros papeles profesionales en el film Código de honor, donde encarnaban a un par de estudiantes de un exclusivo internado durante los años cincuenta que hostigaban a un nuevo compañero, interpretado por Brendan Fraser, cuando se enteraban de que era judío.
Luego de esa experiencia se mudaron juntos a Los Ángeles creyendo que las ofertas de trabajo empezarían a golpear a su puerta sin parar. Claro que no fue eso lo que sucedió: aunque consiguieron algunos papeles en películas interesantes-para Affleck fue Rebeldes y confundidos, de Richard Linklater, y para Damon, Gerónimo-, ninguna llamó demasiado la atención del público en aquel tiempo. Mientras Affleck parecía estancado en personajes de bravucones y villanos ineptos como el que interpretó en Banda en fuga, de Kevin Smith, los productores de Hollywood no sabían muy bien qué hacer con Damon, su aspecto de galán en frasco chico y sus aspiraciones de actor de carácter. Frente a ese escenario, y con las lecciones aprendidas junto a Linklater y Smith, cineastas independientes que lograban poner en marcha sus propios proyectos, los amigos se pusieron a escribir la película que soñaban hacer, la historia de un joven genio de la matemática con más de un trauma y un grupo de brutos y entrañables amigos de las calles de Boston.
La semilla inicial de lo que sería En busca del destino -anodino título local de Good Will Hunting que de casualidad resultó la ideal descripción del momento de vida de sus guionistas/actores-, había sido un cuento escrito por Damon para su clase de escritura en Harvard, la prestigiosa universidad a la que asistió al tiempo que soñaba con ser una estrella. Y sí, como se sabe, resultó que ese guion creado a cuatro manos los convirtió en los chicos dorados de la industria del cine. Nada mal para los amigos del barrio que llevaron a sus mamás a la entrega del Oscar ese año, 1998, se quedaron con el premio al mejor guion original y se convirtieron a los 28 y 26 años en los ganadores más jóvenes de la historia en esa categoría hasta ese momento.
A partir de allí, todos los sueños de Hollywood parecían estar al alcance de la mano del dúo. Pero los estudios decidieron separarlos. Affleck, para ellos, tenía pasta y estampa de héroe de acción y hacia allí lo llevaron con Armageddon, mientras que Damon era el tipo pensante, serio al que le tocó hacer Rescatando al soldado Ryan. Lejos de las percepciones de los estudios y el público ellos estaban desesperados por mantener la buena racha.
“Si me hubiesen ofrecido Armageddon la habría aceptado feliz”, comentaba Damon en la nota de Entertaiment Weekly en la que su amigo confesaba que desde el principio la trama de la exitosa película de Michael Bay era “totalmente absurda”. ¿Por qué entrenaban a los excavadores de petróleo para ser astronautas? ¿No era más fácil entrenar a astronautas para ser excavadores? Pero fue divertido, aunque yo fui un poco ingenuo con las opiniones que el público y los productores tendrían de mí por ese papel”, recordaba Affleck en la misma nota publicada en la portada de la revista de este mes. Aquel acercamiento a la acción moldeó su carrera y su imagen pública. Su presencia constante en los medios para promocionar películas de ambiciones taquilleras y sus excesos con el alcohol transformaron a Affleck en el blanco preferido de los paparazzi, mientras que Damon se volvió el actor serio y discreto personaje público que sigue siendo hasta hoy.
Con el tiempo, claro, ambos construyeron carreras exitosas y en el caso de Affleck hasta sumó la dirección a sus actividades en películas excepcionales como Desapareció una noche, Argo, Atracción peligrosa, aunque sus logros artísticos -el Oscar a la mejor película para Argo incluido-, muchas veces quedaron en segundo plano y enredados en sus conflictos personales. Así, el fracaso de su primer intento como superhéroe, Daredevil: el hombre sin miedo, ocurrió al mismo tiempo que su primer noviazgo con Jennifer Lopez, y su decepcionante aparición como Batman en los films de DC quedó sincronizada con sus intentos de rehabilitación y su divorcio de Jennifer Garner. Y a cada uno de sus pasos, firmes o en falso, ahí estaba Damon para acompañarlo, sostenerlo y defenderlo de los muchos ataques que recibió los últimos años. Mientras acumulaba películas prestigiosas y grandes éxitos de taquilla y hasta su propia versión de héroe de acción en la saga Bourne, Damon parecía ser uno de los pocos que entendía que detrás de los memes, las fotos robadas y los escándalos amorosos Affleck tenía mucho más para dar.
Curiosamente, una vez que decidieron volver a escribir una película juntos, El último duelo, el resto del mundo se reconcilió con la idea de darle a Affleck una segunda oportunidad. Así como él y Lopez volvieron a intentarlo, la industria del cine parece estar redescubriendo que Damon no es el único gran actor en el dúo. Con una merecida nominación a mejor actor de reparto en los premios del sindicato de actores (SAG) por su papel en The Tender Bar y la firme posibilidad de recibir también su primera mención como actor en los Oscar, el intérprete y director está atravesando el tipo de renacimiento que Hollywood tanto ama y celebra. Aunque para él, lo más importante siempre estuvo ahí.
“Esta carrera, la fama, no siempre fueron fáciles para mí. No sé si todo lo bueno que me sucedió habría sido posible si me tocaba atravesarlo solo, sin alguien con el que crecí, a quién quiero y me quiere. Alguien que siempre me apoyó y creyó en mí y al que la popularidad de mis películas o lo que la gente decía de mí, nunca le harían cambiar lo que piensa de mí. Esta amistad ha sido esencial y formativa y sumamente importante en mi vida. Hubo tiempos difíciles, que son privados y prefiero no compartir públicamente que solo menciono para contar que tu apoyo fue tan profundamente significativo para mí que no creo que hubiese podido triunfar sin él”, concluía Affleck en la entrevista con su viejo amigo, ese que parece estar devolviéndole la gentileza y el apoyo que sintió allá lejos y hace tiempo en aquel patio del colegio donde soñaban a dúo con ser las estrellas en las que se convirtieron.
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