Matilda Blanco y una fallida operación estética: “Quedé con daño permanente, pero me daba vergüenza contarlo”
La experta en moda y asesora de imagen se hizo una cirugía plástica hace cuatro años pero nada salió como esperaba y ahora debe tomar medicación de por vida
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La reciente condena por mala praxis a Aníbal Lotocki, animó a Matilda Blanco a contar su propia experiencia. En una charla con LA NACION, la productora de moda y asesora de imagen contó el calvario que sufrió luego de hacerse una cirugía estética, con otra supuesta eminencia de la medicina estética, en enero del 2018. Desde entonces debió hacer varios tratamientos, someterse a cirugías de reconstrucción y además, debe tomar medicación de por vida.
-¿Qué te pasó Matilda?
-Como toda mujer, yo quería hacerme un pequeño touch en la pancita y sacarme un poco de piel, porque había engordado y adelgazado un montón de veces entonces tenía un rollito. Quería estar un poco mejor, como cualquiera, e hice una consulta con dos médicos, una era una persona muy cercana, cirujana plástica. La realidad es que ella no tenía experiencia en ese tipo de intervenciones pero decidí hacerme una dermolipectomia o abdominoplastica. Más allá de sacar la piel sobrante, también hay que cerrar los músculos abdominales. Cuando ella me hizo la operación, sacó piel y no grasa porque no había casi, pero igualmente tendría que haberlo hecho. Y lo que no hizo tampoco es cerrar la pared abdominal y con el tiempo se me hizo una hernia, lo que significa que la operación estaba incompleta. Además me quedó una cicatriz bastante fea. Tenía como una especie de huevo y no entendía, qué pasaba, pensaba que era grasa otra vez. De verdad pensé cualquier cosa hasta que decidí hacerme un estudio y me enteré de lo que me había sucedido. Además, habíamos hablado sobre la posibilidad de mejorar un poco las rodillas pero yo no quería tocarme demasiado. Bueno, ella no tocó las rodillas pero, en cambio, decidió retocarme la cara interna de las piernas con una mini lipo.
-¿Eso también te trajo problemas?
-Sí, porque este tipo de procedimientos ya no se usaban aunque yo no lo sabía. Lo lamentable fue que durante el post operatorio se me empezaron a hinchar las piernas, y tuve miedo de que fuera un problema, una trombosis. Me contacté con una profesional, Fernanda Tossi, que me ayudó a hacerme un montón de estudios en la Fundación Favaloro, que fueron muy dolorosos porque eran por contraste y entonces me inyectaban un liquido a través de los dedos. La pasé muy mal y no me bajaba la inflamación. Me hice drenaje linfático pero no tenía resultados hasta que un flebólogo muy importante llegó a la conclusión de que me habían lipoaspirado parte de las linfas y por eso no drenaba, porque no tenía con qué. Fue un momento muy terrible, la pasé muy mal y me costó muchísimos meses recuperarme.
-¿Y qué te decía la cirujana que te operó?
-A los tres o cuatro días de haberme hecho la intervención, se fue de viaje a Miami. Yo la llamaba para contarle que estaba mal, que no me bajaba el edema de las piernas, que cada vez estaban más hinchadas pero ella me atendía a cualquier hora o, a veces, ni me respondía. Dejó a un asistente acá, que me mandaba a hacer estudios pero no tenía mucha idea de lo que estaba pasando. No pude calzarme durante mucho tiempo, tuve que usar medias de descanso y todavía hoy las uso si tengo un viaje o necesito estar mucho tiempo parada. Y calzo un número más. De por vida, tengo que tomar una medicación para todo lo que es venoso. A todo esto, yo seguía con el problema de la panza que me había quedado mal y que me obligaba a estar fajada todo el tiempo porque sino me dolía.
-¿Cómo lo solucionaste?
-Di con un medico que hace cirugía plástica y reparadora, Gustavo Ghiglione. Hicimos estudios nuevamente para saber cómo estaba la zona, porque me decía que podía volver a operar pero no sabía con qué se iba a encontrar. A simple vista se veía que no estaba cerrada la pared abdominal y que tenía una hernia. Programamos una operación para el año pasado y finalmente el doctor dio en la tecla; fue una operación bastante larga pero logró cerrar mi pared abdominal, reconstruir los rectos que estaban por cualquier lado porque tardé dos años en entender qué estaba pasando, y además iba a la misma doctora que me decía que estaba todo bien. Este médico me salvó, de laguna manera, y pude sentirme mejor. Hoy estoy bien después de muchos tratamientos y mucho tiempo. Lo más triste es que la doctora era conocida mía, se fue de vacaciones y me dejó a la deriva durante veinte días. Mi familia y amigos estaban atemorizados y yo también, porque me sentía muy mal. Lo tremendo que a los dos meses de su regreso, nos juntamos con unas amigas, ella vino a esta comida y después de un par de copas confesó que el procedimiento que me había hecho en la cara interna de las piernas no se hacía más. Imaginate mi sorpresa ante esa confesión, porque no entiendo por qué me lo hizo, porque es muy arriesgado y puede comprometer linfas y muchas otras cosas. Encima no estuve controlada, porque ella se fue de viaje, no me buscó un flebologo. Fue el doctor Ghiglione quien realmente me ayudó a reencontrarme con mi buena salud y solucionó mi problema abdominal, me llevó con un flebologo muy importante con el que hice tratamientos, seguí con los mansajes y ejercicios que necesitaba. Un poco, restablecí todo ese desastre que me hicieron. Aunque, claramente, todavía sigo padeciendo todo esto.
-¿Iniciaste acciones legales?
-Sí, con mi abogada, la doctora Sara Levi, decidimos iniciar acciones legales por mala praxis y abandono de paciente. Y que no haya obtenido un resarcimiento no significa que no haya sucedido. Fui una damnificada. Por eso lo cuento, porque siento que tengo que hacer este aporte y contar mi historia para que otras no se operen con cualquiera y se arruinen la vida, el cuerpo, la salud. Confieso que me costó muchísimo contarlo, me daba vergüenza porque la realidad es que lo primero que dice la gente es ‘que se embrome, ¿para qué se operó?’. Pero realidad, la víctima no es culpable de nada.
-¿Qué pasó con el reclamo?
-La compañía de seguros me hizo un ofrecimiento paupérrimo, ridículo, algo que le puede provocar enojo a cualquier persona. La Justicia y la aseguradora debilitan bastante la voluntad del paciente de querer seguir con el reclamo y hacer justicia. Los abogados de las compañías de seguro están lejos de ejercer defensas reales, son sanguinarios que victimizan una y otra vez a las víctimas, minimizando el daño además de ofrecer montos irrisorios. Por la cercanía y mi vínculo con la profesional, la verdad es que dudé en iniciar el reclamo, porque jamás pensé que me iba a pasar una cosa así con una persona que yo conocía. Por otra parte, te hacen pericias médicas y es tremendo porque es un procedimiento indigno, tenés que mostrar las partes de tu cuerpo dañadas, hablar con médicos. Lo hice porque creí que, de alguna manera, podría generar un cambio. Lamentablemente no fue así. Y obviamente pagué las siguientes operaciones de reconstrucción. Tengo daño permanente a nivel linfático y flebológico, y no digo el nombre de la doctora que me lo causó por recomendación de mi abogada.
-¿Pero el reclamo sigue?
-No seguí adelante porque el ofrecimiento fue como una tomada de pelo. La compañía de seguros y el abogado de la médica eran impresentables con el trato que nos daban. Y mientras yo estaba expuesta en cada sesión, la médica se quedaba en otra habitación y nunca dio la cara.
-¿Te quedó temor?
-Sí, me quedó bastante miedo.
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