Se hizo conocido en Casi Normales pero la popularidad le llegó con Historia de un clan, ATAV y Iosi, el espía arrepentido, donde interpreta a Víctor Kesselman; en diálogo con LA NACION habla de su historia, de los prejuicios y de la astrología
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Matías Mayer empezó a cantar a los 5 años, para acompañar a su hermano ocho años mayor, Tomás, que por entonces ya tocaba el piano. Y sin pensarlo demasiado también se metió a actuar en las obras de teatro del colegio.
Su primera experiencia profesional fue en televisión, aunque luego tuvo muchas oportunidades en comedias musicales y brilló como Gabriel en Casi normales, personaje que incluso logró llevar a una puesta de Broadway. La popularidad, sin embargo, llegó con Historia de un clan y Argentina tierra de amor y venganza (ATAV), la exitosa tira de Polka que ahora tendrá su esperada continuación, con elenco totalmente renovado.
Así, bien de a poco, Mayer fue construyendo su carrera y hoy tiene varios proyectos en carpeta. Uno de ellos es Iosi, el espía arrepentido, la serie de Amazon Prime Video para la cual ya está filmando la segunda temporada. “Tuve bastante suerte con los trabajos que me tocaron, buenos grupos humanos detrás del proyecto y creo que cuando eso va bien, el proyecto también”, se sincera con LA NACION.
Sus días ahora transcurren entre libretos, cámaras y sesiones de maquillaje para darle vida a Víctor Kesselmann, personaje central de la ficción de Amazon Prime. “Es el líder de una agrupación política de izquierda en la cual militan varios de los personajes de la serie. Y no quiero spoilear, pero es la pata por donde se infiltra Iosi en la comunidad judía. Ya estamos rodando la segunda temporada”, cuenta. La primera parte de la serie se hizo en Uruguay, a principios de 2021. “Fue de las primeras ficciones que se filmaron en pandemia y era todo nuevo. Tuvimos que usar barbijo, hisoparnos, todavía no estaba la vacuna. Estábamos en burbuja y eso tuvo su lado positivo porque sumó bastante estar enfocados en el proyecto”, aseguró Mayer.
-¿Conocías la historia, basada en el libro de Miriam Lewin y Horacio Lutzky?
-No conocía la historia, pero cuando me llamaron para hacer el primer casting investigué y leí un poco la novela de Miriam y Horacio para entrar en el contexto. Me pareció una historia tremenda porque es un hecho real y eso le da otro peso. Y es magnífica la forma en que está contada, es muy atrapante y escalofriante. Iosi habla delos atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel y cuando sucedieron yo tenía 2 y 4 años, respectivamente, así que no fui consciente, pero después sí tuve información y además mi familia es mitad judía así hay algo de eso que también mamé de chico. Yo no soy judío, en realidad no soy religioso.
-¿Y te interesa la política? Porque entiendo que estás filmando otra película basada en hechos reales...
-Tampoco me interesa la política, quizá porque la asocio a algo oscuro. Me interesa investigar y leer cuando tiene que ver con el trabajo que hago, para meterme en los zapatos de mi personaje y poder empatizar. El año pasado fue de bastante movimiento: filmé una serie para Amazon que va a salir en el transcurso de este año, con Jesús Braceras a la cabeza, que dirigió Monzón. Y filmé una película Un crimen argentino, que se estrena en los próximos meses y está basada en el libro de Reynaldo Sietecase, sobre un hecho ocurrido en los ‘80: la desaparición de un hombre de negocios en la ciudad de Rosario.
-¿Qué hacés cuando no trabajás?
-Soy muy apasionado de mi trabajo y cuando estoy con un proyecto pongo mi foco ahí, pero tengo mi círculo de amigos que me baja a tierra. Hago bastantes deportes, y ahora estudio astrología. Me gusta tener algo donde desenchufar de tanto desgaste físico y emocional, y recuperar el oxígeno con otra cosa.
-¿Por qué te interesa la astrología?
-Cuando empezó la pandemia me anoté en talleres que daba una amiga astróloga. Hice, uno, otro y otro, me copé y el año pasado empecé a estudiar en una escuela, más formalmente.
-¿Sos de mirar tu carta astral, tu revolución solar? Mucha gente toma decisiones apoyada en la astrología...
-Recién arranco y lo hago porque me gusta estudiar, aprender y es un tema que me sorprendió. Por el momento, es puro disfrute. No sé si me imagino trabajando de eso y definitivamente no tomo decisiones apoyadas en la astrología. Justamente lo que me gusta es que no tiene nada que ver con mi trabajo y no lo hago con un fin. Estudié canto, danzas, todo orientado a mi carrera como actor, y tuve mi desliz con una carrera universitaria que, la verdad, nunca usé hasta ahora: Administración de Empresas.
-¿La terminaste por mandato familiar?
-No. A medida que fue pasando el tiempo me di cuenta que, claramente, mi camino iba a ir por otro lado, pero ya había hecho más de la mitad de la carrera y decidí terminar.
-¿Tenés registro de cuándo decidiste ser actor?
-Mi hermano Tomás fue mi primer referente dentro de todo esto. Actualmente es uno de los integrantes de Les Luthiers [reemplazó a Carlos Núñez Cortés desde su renuncia en 2017]. Es músico, y muy groso. De chico él tocaba el piano y entonces empecé a cantar, para acompañarlo. Es 8 años mayor y tenía absoluta admiración. Y sigo teniéndola, pero desde otro lado. Cuando tenía 5 años fui a verlo al colegio, en el musical El mago de Oz. Y me voló la cabeza. Amé el musical primero y después conocí otras formas de actuar.
-Hiciste muchos musicales en tus inicios, ¿ya no?
-Hay mucho prejuicio. Me costaba salir de ese mote de ‘actor de musicales’. Porque hacer musicales y ser buen actor parece que no fuese posible.
-¿Es prejuicio de los actores o del público?
-No lo sé, pero lo sentí y eso alimentó aún más mi deseo de revocarlo, de alguna manera. Quería mostrar que podía actuar en cualquier lado. Y creo que lo logré, a pesar de todo. No me gusta que me encasillen, sino expandir los límites. Era una motivación extra, y la verdad es que estoy contento con el camino que hice.
-La popularidad llegó con la tele, ¿es así? Y tu personaje en ATAV dio mucho que hablar.
-El primer proyecto que tuve en mi vida fue Jake y Blake, una serie de Disney producida por Cris Morena. Yo estaba terminando la secundaria. Pasaron un par de años, empecé la facultad y me abrí un poco hasta que me llamaron de Señales, otra tira infanto juvenil. Pero después llegó Historia de un clan, y ahí fue otro el camino. Yo veía los proyectos de Underground (la productora de Sebastián Ortega), y lo único que quería era poder conseguir un casting. Eso me abrió muchas puertas, porque pude mostrarme como actor. Hago musicales, pero estoy formado para poder hacer teatro, televisión, cine. El crecimiento se fue dando paulatinamente y eso me ayudó a hacer un camino más natural. En cuanto a ATAV, sé que están grabando la segunda parte con un elenco nuevo. Mi personaje terminaba con el de Minerva Casero y nos íbamos de viaje, porque éramos los dos músicos. Un lindo final. Ojalá les vaya increíble porque es un proyecto que quiero mucho. Tengo continuidad, pude independizarme y estoy muy agradecido porque no es una industria fácil, para nada. No hay que dar por sentadas las rachas buenas, porque no es una constante.
-¿Te costó hacerte de un nombre y que te reconocieran?
-Me costó un montón. No fue fácil llegar a tener un personaje en un musical porque hay gente muy talentosa. Siempre quise formarme; fue el motor a lo largo de mi carrera y eso ayudó. Pero aún así, me cuesta sostenerme, crecer y cumplir objetivos. A veces hacés proyectos que están buenos, pero eso no te garantiza nada. Siempre digo que esto es una maratón y no una carrera de cien metros; hay que estudiar y trabajar. Esa es mi filosofía, es fundamental reinventarse, tener herramientas y estar en constante formación. Cuesta, pero de a poco, vamos.
-¿Y qué dice hoy hermano de tu trabajo?
-Habría que preguntarle a él (ríe), pero creo que le gusta mi laburo; siempre me apoya a full. Estamos en mundos que van de la mano y cada uno se especializa en un área.
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