MasterChef Celebrity ya eligió a sus cuatro semifinalistas: ¿quién será el ganador?
A una semana de la gran final, Georgina Barbarossa, Cande Vetrano, Sol Pérez y Gastón Dalmau le cuentan a LA NACION sus estrategias para convertirse en el mejor chef
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Cada vez falta menos para conocer al ganador de esta segunda edición de MasterChef Celebrity. Después de cuatro meses de competencia y de sortear todo tipo de dificultades, Georgina Barbarossa, Cande Vetrano, Sol Pérez y Gastón Dalmau siguen en carrera y pelean por un lugar en la final. Sorprendidos y emocionados por haber llegado tan lejos, los cuatro candidatos coinciden en que no fue un camino fácil, pero están muy satisfechos con su desempeño en el certamen. “Yo no me imaginaba llegar hasta acá ni por casualidad. Lo único que no quería era irme en la primera gala, pero nunca pensé durar más de tres”, le confiesa Barbarossa a LA NACION, la actriz que, noche a noche, divierte con sus estridentes pelucas y sus llamativas personificaciones.
Mientras que los Casi Ángeles aseguran que fue difícil superar los continuos obstáculos pero “le pusieron todo” , la ex “chica del clima” agradece haberse ido en la quinta ronda para volver a entrar con más fuerza en el repechaje. “Esta segunda vuelta fue totalmente distinta para mí. Cambié mi forma de ver el juego y empecé a disfrutarlo, sabiendo que cada noche podía ser mi última gala”, reconoce asombrada por este gran vuelco en las hornallas.
Soy tu fan
Si hay algo que los cuatro semifinalistas tienen en común, además de haber llegado hasta estas instancias, es su fanatismo por este formato que es furor en todo el mundo. Así como para Sol Pérez MasterChef era un desafío que le interesaba sumar a su carrera, para Cande Vetrano fue la posibilidad de descubrir una nueva pasión. “La primera temporada me contagió mucho esas ganas de querer cocinar, sobre todo en un año de pandemia. Cuando me llamaron no paré de imaginarme un segundo ahí, así que tomé coraje y acepté”, cuenta esta joven actriz que califica su decisión como “un acto de valentía”, ya que aprendió a cocinar en cuarentena.
Lo cierto es que el resultado está a la vista. Si bien antes de entrar al reality la actriz se consideraba un 5 en la cocina, ahora las cosas parecen haber cambiado; algo de lo que ella misma se enorgullece. “¡Ahora soy un 8! (risas). Siento que evolucioné y me cambió un montón la cabeza a la hora de cocinar. Ya no salgo a comprar una mayonesa, la hago casera. También aprendí que con tres cosas en la cocina, se puede hacer algo rico”, advierte entusiasmada.
"Siento que evolucioné y me cambió un montón la cabeza a la hora de cocinar"
Cande Vetrano
Además de todo el conocimiento adquirido, este concurso le dio la posibilidad de reencontrarse en pantalla con Gastón Dalmau, su gran amigo de la era “Cris Morena”. Radicado en los Estados Unidos desde hace años, el actor -que interpretaba a Rama en la ficción de Telefe- se reconoce como un gran seguidor de este formato, motivo por el cual no dudó ni un segundo en poner en pausa su vida en Los Ángeles para aceptar esta propuesta. “Yo veía el programa. De hecho, sigo el de España desde hace años. Justo estaba por viajar a visitar a mi familia (que hace un año no veía por el tema Covid-19) y una semana antes me llamaron de la producción. La verdad que no me arrepiento porque, si bien solía cocinar en casa, descubrí un interés que antes no tenía”, revela el único hombre en llegar hasta estas instancias.
Sin dudas, el actor y cantante -que desde hace un tiempo dejó las cámaras para ocuparse del detrás de escena- fue una de las grandes revelaciones dentro de MasterChef Celebrity. “Empecé el programa sabiendo que era complicado llegar a la final pero, una vez que fui aprendiendo, empecé a fantasear con la idea. Pasé por todas las etapas: me enojé, me equivoqué, me divertí, y ahora estoy haciendo platos que nunca imaginé que iba a poder hacer”, confiesa sobre este proyecto que le dio la oportunidad de volver a reencontrarse con el público argentino.
Entre todos los nombres que fueron parte de esta segunda edición, el de Georgina Barbarossa fue -desde un principio- uno de los grandes candidatos debido a sus dotes en el mundo culinario. Sin embargo, la actriz y conductora aclaró que tuvo que tomar clases de cocina para perfeccionar sus conocimientos, ya que “no podés presentar los platos como en casa”. “Yo estaba acostumbrada a una cocina más de los ’80, pero ahora hay otros gustos, otros sabores. Nunca se me hubiese ocurrido hacer una salsa de calabaza con pera”, reconoce quien también tuvo que aprender a emplatar, ya que como típica madre italiana solía cargar los platos y ahora “es todo gourmet”.
"Empecé el programa sabiendo que era complicado llegar a la final pero, una vez que fui aprendiendo, empecé a fantasear con la idea"
Gastón Dalmau
El tiempo: el mayor enemigo
Una de las características de este formato es que los participantes tengan que superar distintos niveles de dificultad a la hora de cocinar sus platos. Ahora bien, para estos cuatro semifinalistas el “cocinar bajo presión” es lo que más nerviosos los pone. “Yo veía la primera temporada y pensaba: ‘¿cómo hacen con el tiempo?’ Me parecía imposible esos tres minutos en el mercado o la cuenta regresiva cuando tenés que entregar el plato. Es para el infarto, no apto para cardíacos”, confiesa Barbarossa que en el apuro metió la mano en el horno caliente más de una vez.
Al agitado ritmo de la competencia, se suma la dificultad para organizarse a la hora de empezar una preparación. “Organizarme con los ingredientes y ver cómo combinarlos es lo más difícil para mí. Al estudiar tanto, siempre quiero tirar todo lo que aprendo en un plato y a veces me mareo. Por eso mi desafío es llevar todo lo que leo al sabor”, reflexiona Pérez, quien dice ser muy aplicada y estudiosa ante cada trabajo que emprende.
Otro de los grandes desafíos en esta competencia es el tener que improvisar, ya que nunca saben con qué receta se toparán cada día. “Al principio me generaba mucha ansiedad no saber, pero después entendí que es genial que sea sorpresa. Te enseña a acomodarte a una situación X todo el tiempo”, señala Vetrano, una de las participantes más auténticas y espontáneas del certamen. “Creo que aporté frescura y color con mis platos. Hice que mi personalidad desfachatada se vea de muchas formas. Siempre traté de divertirme y creo que eso traspasó un poco la pantalla”, analiza mientras su gran amigo coincide en que gracias a este programa pudo mostrarse “sin caretas”. “Nunca había participado de un reality, de hecho le tenía un poco de respeto y temor, pero puedo decir que fue una experiencia muy positiva. Fui cien por ciento real”, indica Dalmau.
Mientras que Pérez es la encargada de ejercitar al jurado con sus sentadillas y flexiones de brazos, Barbarossa es la que los hace llorar de risa con sus ocurrencias y creatividad. “Las pelucas tienen que ver con esa cosa teatral y de show para divertir al público y a mis compañeros. La idea fue de Santiago Del Moro, lo que nunca pensó es que con mi estilista íbamos a redoblar la apuesta y a pensar un look para cada día”, confiesa quien en estas semanas personificó a figuras como Marilyn Monroe, Jessica Rabbit y Tita Merello.
“No es lo más cómodo cocinar así, pero todo sea por sacarle una sonrisa a la gente. Es más, dos veces casi me prendo fuego cuando fui a sacar algo del horno. Entré lacia y salí con permanente. Era Aretha Franklin”, bromea mientras cuenta que sus compañeros se coparon con sus looks y empezaron a aportar cosas para que, gala a gala, sean más divertidos.
Durante esta segunda edición, la química entre todos los participantes es algo para rescatar. Si bien es un juego y solo uno se quedará con el gran premio, sin dudas “el compañerismo” es el gran ganador de esta entrega. “Yo quiero ganar y nunca deje de competir, pero si tengo que frenar mi plato para ayudar a un compañero lo hago. Nadie quiere que le vaya mal al otro”, aclara Pérez orgullosa de este grupo humano que cuenta con un grupo de WhatsApp muy activo.
Sin embargo, la buena onda se termina cuando llega el momento de convencer al estricto jurado -compuesto por Germán Martitegui, Damián Betular y Donato De Santis- al cual hay que conquistar con los sabores, la presentación y la creatividad. Contra todos los pronósticos, los semifinalistas coinciden en que más que temor el sentimiento es de respeto, ya que valoran la posibilidad de poder aprender de los mejores. “Lo que nos enseñan los tres es maravilloso. Son muy generosos, pasan por tu estación y te dan indicaciones, consejos. Es un lujo”, advierte la “tía Georgi” como la llaman sus compañeros.
Para el ex Teen Angel también es imposible elegir solo a uno, ya que “cada uno le aporta algo distinto al programa”. “Me llevo enseñanzas y aprendizajes que seguiré poniendo en práctica en la vida”, señala al tiempo que Vetrano saca una perfecta radiografía de cada uno de ellos. “Germán es el que mejores consejos me da cuando pasa por mi estación. Es muy claro y conciso con sus tips. De Betular quiero ser amiga cuando termine el certamen. Amo sus caras ante la cámara, me parece muy divertida su forma de ser. Y con Donato pegamos muy buena onda con esto de los chistes malos, realmente me divierte muchísimo”, sintetiza la influencer.
"Los tres jurados son espectaculares, recibir clases de ellos, verlos cocinar en vivo; es una masterclass todas las noches"
Sol Pérez
La que coincide en un cien por cien con este identikit es la futura abogada del grupo. “Los tres son espectaculares en lo que hacen, es muy valioso estar aprendiendo de estos tres grandes, recibir clases de ellos, verlos cocinar en vivo; es una masterclass todas las noches”, admite Pérez. Sin embargo, si le dan a elegir se queda con los tips y consejos de Martitegui. “Germán es un dulce de leche. Quizá en la primera etapa no llegué a conocerlo, pero ahora me di cuenta que cada vez que viene y me ayuda, me termino ganando alguna estrella o siendo el mejor plato. Tiene una forma de decirte las cosas que te ayuda muchísimo”, indica en modo fan.
La receta ganadora
A una semana de la gran final, cualquiera de los cuatro son grandes candidatos a quedarse con el triunfo. Sin embargo, solo uno será el ganador y para ello, cada uno pondrá en marcha su propia estrategia para subir al podio. “Estoy meditando mucho para estar tranquila. Creo que tengo que cocinar cosas que tengan que ver conmigo. Mostrar un poco más mi ADN”, analiza Barbarossa mientras justifica por qué debería ser ella la elegida: “Yo creo que estoy dándolo todo. Además de los platos, mi intención es alegrar a la gente porque creo que estamos todos muy tristes y preocupados en este momento que nos toca vivir. Entonces si puedo lograr que la gente se ría desde su casa, ya estoy hecha”, agrega.
Según la actriz y conductora, sus contrincantes son “unos nerds del estudio”. Lejos de ofenderse, Vetrano, Pérez y Dalmau se hacen cargo y confirman que se la pasan repitiendo las recetas de memoria “como si fuera el Padre Nuestro”. Mientras que Pérez asegura que su paso por la universidad le sirvió para poder memorizar mejor las recetas, Dalmau dice que sumó un gran arsenal a su colección, ya que quiere estar lo más preparado posible.
"Este programa es un aprendizaje sobre la frustración"
Georgina Barbarossa
Lo que sí tiene bien en claro este galancito es con quién quiere llegar a la última gala. ¿Cande Vetrano, tal vez? Esto no es ningún secreto, de hecho hasta la propia actriz admitió sus ganas de enfrentarse con su gran amigo de la adolescencia en la final. “A mí también me gustaría llegar con Gasti porque lo quiero mucho. Además siento que se esfuerza muchísimo por aprender. Sin dudas seríamos una gran dupla para todos los fans de Casi Ángeles”, imagina Vetrano.
Tras confesar que no tiene estrategias ni trucos para quedarse con la victoria, Vetrano confiesa que fue su intuición la que la llevó hasta este lugar. “Estrategia nunca tuve en mi vida, menos la voy a tener para esta situación. Confío en que las cartas ya están echadas y va a ser lo mejor para cada uno de nosotros. Por ahora mi objetivo es no pifiarla, seguir concentrada y confiando en mi intuición, que es la que me llevó hasta acá”, admite mientras resalta su gran transformación a lo largo del certamen. “Creo que tendría que ganar porque fui tal cual soy y eso es lo que la gente agradece. Siempre me mantuve en mi cordura, en mi equilibrio y lo disfruté mucho porque la cocina es goce”, reflexiona.
“Yo tendría que ganar por la perseverancia, el esfuerzo, por nunca bajar los brazos. En esta segunda vuelta dije: ‘Voy por todo. Voy a disfrutarlo y a seguir aprendiendo’”, interrumpe Pérez quien asegura que, sea cual sea el resultado, ella ya ganó.
Lo cierto es que haber llegado hasta estas instancias es un gran privilegio y honor para los cuatro, algo impensado por aquellas primeras galas donde se perdían en el mercado o no tenían idea de cómo se hacía una crema pastelera. “Más allá de todo lo gastronómico -que fue un intensivo a diario- aprendí a desenvolverme, a verme expuesto y a manejar la presión. Puedo decir que MasterChef fue una experiencia cien por ciento positiva, de la que me llevo gente querida, mucho aprendizaje y anécdotas que recordaré por siempre”, asegura el chico de ojos cristalinos.
Si miran hacia atrás, los semifinalistas coinciden en que, más allá de los conocimientos culinarios, este certamen les dio la posibilidad de descubrir nuevas pasiones y, sobre todo, de aprender a manejar sus emociones. “Este programa es un aprendizaje sobre la frustración. Te enseña a tomarte tus errores con humor, a entender que la vida siempre te da revancha”, advierte Barbarossa. En el mismo sentido, Pérez reconoce que su paso por MasterChef la ayudó a superar algunas cuestiones de su personalidad. “Yo soy una persona con un carácter muy fuerte y a veces me cuesta cuando fallo. Este reality me ayudó a entenderme a mí misma, a entender que no siempre tiene la culpa el otro”, admite la modelo y conductora que estuvo involucrada en algunos escándalos mediáticos.
De acuerdo con sus compañeras, Vetrano destaca la huella que este desafío de cocina dejará por siempre en ella. “Encontré un costado mío súper vulnerable que aprendí a aceptar. Aprendí a tenerme compasión, a saber que hay días que estoy bien y otros que estoy mal y a abrazarme cuando las cosas no salen como una espera. Aprendí a transformar mi energía, mis frustraciones y mis broncas en algo positivo”, concluye con una sonrisa.
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