Después de protagonizar con éxito el musical Kinky Boots, y de tener que suspender las funciones a causa de la pandemia, Martín Bossi ha decidido reencontrarse con su público de forma virtual. El viernes, sábado y domingo, a las 22, ofrecerá vía streaming su espectáculo Bossi clandestino, a través de la plataforma Tickethoy. El show, que será un repaso de su vida en cuarentena a través de monólogos, canciones e imitaciones de personajes populares, surge "como una propuesta íntima, para olvidarnos por un momento de las angustias y los pesares vividos últimamente. Será una invitación a una guarida donde refugiarnos de tanta noticia apocalíptica". Cada día Bossi contará con invitados sorpresa (el primero, aunque no lo confirme, será Juana Viale) y la participación especial de su propia madre, doña Nélida, de inusitada fama en los últimos tiempos por sus videos en Instagram.
-En principio, ¿cómo estás pasando la cuarentena?
-La paso como puedo. Fue y es duro. Es como cuando eras chico y estabas en un cumpleaños con tus amiguitos y de repente te pasaba a buscar tu viejo y en un segundo quedabas encerrado en la pieza de tu casa, porque al otro día tenías que ir al colegio. Y te preguntabas, ¿pero cómo, si yo estaba en una fiesta hace un rato? Es una pandemia que nos ha denigrado muchísimo, nos ha quitado las libertades individuales. El encierro no es mi amigo, yo no soy como la gente que dice "me encontré conmigo, hice clases de zumba y lo pasé bárbaro" o "ahora descubrí quien soy verdaderamente porque el silencio…".
-En las redes se te notó muy cansado de la cuarentena, hasta incluso en contra de ella, lo que provocó varios debates televisivos y peleas mediáticas.
-Hay una politización del tema. Yo no estoy en contra de la cuarentena, dije que estaba cansado de estar en mi casa después de 130 días, creo que tenemos derecho de al menos decirlo. Por otra parte, si estás en contra de la cuarentena sos macrista, ¿viste? Y si estás a favor, sos peronista. Es ridículo. Podés estar cansado de la cuarentena y también ser albertista.
-¿Vos decís que el tema de la grieta se coló en la cuarentena?
-Sí, totalmente. Y es infumable. Algo muy positivo de Alberto y Larreta es que se han juntado y han mostrado un camino de unión al que lamentablemente no le estamos dando mucha bolilla. Nos están proponiendo una unión y sin embargo nos seguimos peleando y peleando. No tenemos cura.
-¿Cuál es tu rutina diaria en tiempos de aislamiento?
-Pasé por todos los estados: de dormir 20 horas seguidas, a levantarme y dormir varias veces al día para que el tiempo pase lo más rápido posible, o levantarme a las ocho de la mañana para hacer ejercicios y decirme: "ahora cambié, soy otro, voy a pelearla". Y de ver series en continuado durante 10 horas a no ver nada, y de comer mucho a casi no probar bocado, de hablar con todo el mundo por teléfono a no emitir una palabra. Hice todo y más.
-¿Y ahora en qué etapa te encontrás?
-Ahora estoy en una etapa feliz porque gracias a Bossi clandestino estoy saliendo a ensayar, memorizando textos y poniéndome en actividad. Entonces tengo un objetivo hermoso, que es llegar a la gente, conectarme con el público, hacer bien, ayudar.
-¿Lo estás pasando solo o acompañado?
-Más solo que, bueno... no voy a hacer comparaciones…
-Te lo pregunto porque en una de tus recientes declaraciones hiciste referencia al sexting. ¿Recurrís a esta práctica?
-No… En mis mayores momentos de desesperación durante esta cuarentena he mirado el split frío-calor con cariño y también al escobillón, y he tenido una relación muy intensa con un Poett, como 15 días de novios. Después pasé a salir con el sillón, pero nada más. El sexting me da paranoia, me llegan a filmar y al otro día salgo en cuero en el programa de Ángel De Brito diciendo: "hola mi amor, tocate para mí" y me muero.
-En los últimos tiempos has compartido muchos videos en Instagram con tu mamá. ¿Te ocupás personalmente de ella, como han tenido que hacer muchos hijos con sus padres en esta instancia?
-Sí, y no es fácil. El primer mes y medio iba a su casa de Lomas de Zamora todos los fines de semana, me atendía detrás de un vidrio y luego le hacía los mandados. Mi mamá es una mujer muy vital pero tiene 70 años y encima acababa de tener un accidente en un brazo por lo que fue operada. Así que necesitaba ayuda sí o sí. Después nos empezamos a aflojar y pude entrar a la casa para ayudarla a limpiar, siempre con distanciamiento, barbijo y todo lo demás. Después tuve que traerla un tiempo acá, a mi casa de Pilar, porque tuvo problemas con el agua y el gas; y yo no quería que fuesen a hacer los arreglos con ella adentro. Así que, permiso mediante, se quedó aquí una semana. Ahora va y viene.
-¿El hecho de que tu mamá sea claque (reidora y aplaudidora en programas de TV) pudo haber influido para que te dediques al humor?
-No. En realidad la historia es al revés. Ella es claque gracias a que yo llego a la tele. Yo empecé mi carrera en 1974 cuando nací, en cuanto abrí los ojos por primera vez supe para qué había venido al mundo. A la tele llegué en 2002. En ese momento mi mamá se había quedado sin laburo, y como siempre había querido trabajar en los medios, junto a mi novia de aquel entonces, Kaira, le dimos la posibilidad de laburar de extra en un programa que se llamaba Vale la pena. Y luego, cuando pasé a Eltrece, y como soy amigo de Federico Hope y de Chato Prada, la empezaron a llamar para que aplauda en Este es el show, con José María Listorti y Carla Conte. Ahí trabajó como nueve años. Así que el gusto de trabajar en la tele se lo di yo.
-Y ahora le darás el gusto de trabajar vía streaming, ¿no?
-Sí. Es mi vieja y la quiero, y con tal de que esté entretenida en estos tiempos de pandemia hago cualquier cosa. La idea surgió cuando la traje a mi casa para cuidarla. Me parecieron tan graciosas las cosas que me decía mi mamá durante el día y, a la vez, me daban tanta ternura, que la impulsé a compartir videítos por Instagram, y ahí ratifiqué lo que ya sabía desde hacía mucho tiempo: que mi mamá es técnicamente una actriz y una comediante insólita. Te lo juro, mirá que entiendo de actuación. No es una mamá que se hace la loca; cuando la dirigís, es soberbia, tremenda. Entonces, como tuvieron tanta repercusión nuestros sketches en Instagram, hablé con el director Emilio Tamer (artífice también de sus anteriores espectáculos: El impostor, El impostor apasionado, Bossi Big Band Show y Bossi Master Show) y la pusimos en el show. Ella va a hacer llamados desde su casa y va a opinar de la actualidad. Va a actuar de madre, me va a hacer reclamos, me va a decir que estoy flaco, pero no va a hacer necesariamente de ella, va a interpretar a una madre posesiva y reclamadora. Poder trabajar con mi mamá es como un sueño, poder compartir con ella un escenario, a sus 70 años, es una gran celebración. Es una forma de mantenerla ocupada, ¡imaginate!, hace un mes y medio que está repasando los textos. Los ensayos que hacemos por Zoom son para descostillarse.
-¿Tu mamá se ríe mucho con tu humor o se repite aquello de "en casa de herrero cuchillo de palo"?
-Se ríe mucho conmigo. Pero, ojo, no es un cascabel, es más bien shakesperiana, más de velatorio, más de: "se nos fue Ricardito, era tan bueno y estaba todo tomado...". Es intensa, es extrema, si hay velatorio se llora todo y si hay fiesta se ríe a más no poder.
-Por los videos que comparten en Instagram se nota que es todo un personaje. Por ejemplo, le da consejos al Presidente y le reclama a Axel Kicillof que hable claro…
-Es terrible, una locura. Todos los videos que grabo para Instagram no nacen de un guión sino de charlas que mantengo con ella. Cuando veo que está a punto de caramelo, la grabo. El otro día me dijo: "tengo que contarte algo, estoy enamorada". Es raro, porque jamás desde que murió papá, en 1994, me habló de un hombre. Y me advirtió: "no es por una cuestión política, pero me está pasando igual: estoy enamorada de Berni". ¡Yo me quería matar! Pero me agregó que también sus amigas están locas con él. "Nos gusta también Campi Cafiero, pero es muy joven. Pero Berni…ése sí que es para mí". Yo le dije: "Pero mamá... ¡anda en moto y con un rifle!" Y ella me contesta: "Lo del rifle no me gusta... pero, ay, por favor, qué churro que es con esos sobretodos".
-¿Y vos te imaginás al ministro de Seguridad bonaerense como tu padrastro?
-¿Y pasar a llamarme Martín Berni? No, no, no. No tengo nada contra los políticos, pero yo le digo a mi mamá que no se haga ilusiones, que no puede ser. Pero ella me insiste y me dice que es su "Kevin Cosni".
-Estabas en medio de un mega éxito teatral y de golpe tuvieron que parar por la pandemia. ¿Cómo sobrellevaste la interrupción? ¿La asimilaste bien o te deprimiste?
-Todavía me levanto y sueño con la vieja normalidad. Y me imagino abrazando a mis amigos y yendo al teatro Astral.No sabés lo que me dolió dejar semejante éxito como Kinky Boots. Es muy difícil tener un éxito en la Argentina; gracias a Dios a mi me vieron dos millones de personas en 10 años, pero esto era algo distinto. Tuve dudas de cambiar de género (del music hall a la comedia musical), de si le iba a ser útil al director Ricky Pashkus, y de si lograríamos transformar algo tan elitista como es la comedia musical en algo realmente popular. Yo por mi personaje (Lola, la drag queen principal de Kinky Boots) me llegué hasta operar. Esto nunca lo conté: pero me lipomodelé la cintura, me saqué grasa por una cuestión estética (para no estar tan cuadrado como suelo estar) y por una cuestión de salud (porque bailar con tacos me generaba tanto peso que me lastimaba las rodillas). También tuve que hacer dieta. Así que imaginate lo importante que fue esta obra para mí, y el compromiso que me significó. Fue muy lindo conocer a Fernando Dente y al resto del elenco con el que trabajé. Y una gran experiencia, sobre todo por poder sacar mi parte femenina afuera para encarnar a una drag queen. La obra fue una locura, una de las cosas más lindas que me tocó hacer. Hacer de mina, bailar con tacos y ver el teatro lleno, para un actor es lo más. Por eso, luego quedarme de repente sin trabajo, encerrado y viendo cómo se muere la gente fue muy difícil; y lo sigue siendo.
-Siempre se ha hablado de tu buen manejo de la ambigüedad. ¿Lola te permitió por primera vez expresarla íntegramente?
–No, una cosa es con quien se acuesta uno y otra… Yo tengo muy en claro mi sexualidad y aprendí a respetar todas las inclinaciones. Creo que en un futuro no deberían existir los términos heterosexual, homosexual, bisexual o pansexual. Las generaciones que vienen, que son más sanas en ese sentido que la nuestra, no se van a manejar con esos parámetros. Cada uno se puede acostar con quien quiere y tener el gusto que quiera, sin ser catalogado de tal o cual cosa porque, por ejemplo, se acuesta con un ventilador. En mi caso, soy un heterosexual que disfruto mucho de mi sexualidad, y estoy orgulloso de tener amigos diferentes que están orgullosos de su sexualidad. Pero sí tengo una parte femenina, como todos los hombres, y no la niego. Hace 20 años era pecado decir "saco mi parte femenina afuera porque me enorgullece". Yo la tengo y trabajo con ella, he seducido mujeres, he seducido seres humanos de todo tipo con mi parte femenina y con mi parte masculina también y me parece que está buenísimo. Mi parte femenina me ayudó a conocerme mejor, a sacar afuera a mi madre y a mis abuelas, a quienes observé toda la vida. Y a mis novias, todas esas mujeres hermosas, a las cuales tanto admiro y a las que les rendí homenaje a través de Lola.
-Sos famoso también por tu ascendencia y poder de seducción sobre las mujeres mayores, sobre todo las divas. ¿Esas relaciones siempre quedaron en el terreno de lo platónico o alguna se concretó?
-En el caso de las divas, todo ha quedado en el terreno de lo platónico. Yo tengo un profundo amor por Graciela Borges. Cuando nos conocimos, hace mucho tiempo, teníamos dos caminos: el camino menos inteligente y el más inteligente. El menos inteligente era ir a lo carnal y que se termine todo rápido, porque lo carnal siempre se termina. En cambio, fuimos hacia un terreno espiritual y hoy tenemos el amor más puro y más eterno que tuve con una mujer. Y la admiro muchísimo. Graciela es por momentos mi hija; por momentos mi madre, por momentos mi hermana, Graciela es todo para mí. Ella me enseñó una forma de amar mucho más sana, pura y profunda. Después, con Susana Giménez tengo una relación hermosa, pero no tan profunda como la que mantengo con Graciela porque no nos vemos tanto, pero la quiero mucho; y a Mirtha Legrand la adoro y le tengo un gran respeto.
-Ahora decidiste volver a trabajar, aunque sea virtualmente. ¿Por qué? ¿No te aguantabas más en tu casa sin hacer nada o porque lo necesitabas económicamente?
-Gracias a Dios la gente me regaló la posibilidad de que hoy no tenga problemas para comer y cuente con una casa propia. Así que la necesidad vino por otro lado. No daba más, psíquica y físicamente estaba muy mal. Encerrado todo el día en mi casa me sentía un león enjaulado. Hay una cuestión química, tené en cuenta que desde los seis años juego en clubes, corro y necesito el sol para vivir; y no lo digo por esnobismo, no soy un runner que sale con anteojos oscuros por Palermo. Cada uno sabrá cuáles son sus necesidades esenciales. Si no hago deportes, me siento mal. Y si no actúo, me muero. Y también percibí que había un vacío de buenas noticias y un exceso muy llamativo de malas noticias por parte de los medios, vaya a saber uno por qué, más allá de la gravedad a nivel mundial de la pandemia. Cuando esto termine la gente le va a dar la espalda a muchos periodistas, a los que va a asociar con el dolor y la muerte. Todos los programas de televisión deberían tener un psicólogo en el estudio, porque no es lo mismo hablarle a un país confinado sin trabajo que a un pueblo con todas sus necesidades básicas satisfechas, sobre todo cuando el periodista que habla no ha perdido el trabajo y no debe quedarse obligatoriamente en su casa. Y para colmo te dice lo que te dice a un centímetro de distancia de otro colega y sin barbijo.
-¿De la necesidad de brindarle esperanza a la gente en medio de la pandemia surge Bossi clandestino?
–Exactamente. Sé que mi trabajo y el de los artistas en general no es esencial, si lo comparamos con el de los médicos y el de la gendarmería, que tanto vienen haciendo en estos meses. Pero el arte también salva vidas. ¿Qué hubiera sido de la gente sin libros, sin Netflix, sin música, sin monólogos por Internet? Una vez más la actividad artística cumplió una función fundamental en tiempo de crisis. ¿Qué hubiera sido de esta cuarentena sin el arte? El arte no brinda sólo entretenimiento, brinda esperanza. En Bossi clandestino quiero hablar de esperanza, con mucho humor y amor.
-El título remite a lo oculto, a lo prohibido…
–Es que se va a hacer desde la clandestinidad, concretamente desde un sótano, desde un teatro under (del director Emilio Tamer). El show va a girar sobre un tipo encerrado en su guarida, tomando café, cantando, bailando, haciendo humor y mucha catarsis. No vamos a redundar mucho en la catástrofe actual, pero es innegable que Bossi clandestino nace en medio de una guerra que estamos viviendo todos. Técnicamente es un late night show teatral, porque se televisa y porque lo hacemos desde el escenario de una sala. Es un lanzamiento mundial, ya que se podrá ver en todos lados. Ya tenemos una preventa muy grande, exagerada porque el público es el mundo. Vendimos más de mil entradas en los Estados Unidos.
–Este sería el efecto secundario positivo de la pandemia. Ante la imposibilidad de trabajar en forma presencial para un promedio de 500 personas, accedés a un público global, sin límites.
–Sí, tal cual. Trabajar vía streaming te da la posibilidad de llegar a todo el mundo. Cuando mis productores (Ezequiel Corbo, Chato Prada y Federico Hope, de Dabope) me avisaron que había entradas vendidas en España y Francia pensé que era una joda, pero no. Y en cuanto al mercado latinoamericano, creo que hay un gran espacio para un showman. En términos generales el showman murió, no existe más; y no me refiero al capocómico, sino a alguien que cante, baile, haga comedia, imitaciones y "estandapee". Y yo puedo tener muchos errores como actor pero, sin dudas, reúno todas esas habilidades, por eso soy un showman. En Bossi clandestino haré todo eso y más, habrá imitaciones, pero sin máscaras. A los 45 años creo que es más importante lo que tengo para decir y el ser que el parecer. Hoy para mí la imitación es un recurso más, hace ya mucho tiempo que dejé de ser el pibe que imita. El show será en vivo y a tres cámaras. Y tendrá un contenido internacional porque esta crisis nos atañe a todos, entonces nadie se quedará afuera si hablo de la cuarentena, de la angustia del encierro, de los ruidos insospechados que escuchamos por la noche en nuestros departamentos, del fenómeno universal de Tik Tok. En un momento me referiré a las series que consumimos tanto nosotros como el resto del planeta. Y cantaré canciones de Ricky Martin y Shakira, hiperfamosísimas, y también de Julio Iglesias, Romeo Santos y Camilo Sesto. En definitiva, Bossi clandestino es un show pensado para todo el mundo. Pusimos tres fechas, pero que creo que por la proyección va a dar para más. Si hay tanto público tal vez vuelva a hacerlo cada quince días. Por como venimos podemos redondear las 12.000 ó 15.000 entradas, lo cual es una locura, y si eso lo multiplicamos por 2.3 (que es el público real que se estima por cada entrada vendida en cada hogar) llegaríamos a una audiencia estimada en casi 40.000 personas, un estadio de River colmado ¡No puedo creer que esta sea la ventaja inesperada que nos da esta p… pandemia!
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