Marita Ballesteros: “Siempre tuve una alegría interna, pero en este tiempo la perdí”
La actriz, que vuelve al teatro con una versión de Julio César, con dirección de José María Muscari, conversó con LA NACION acerca de cómo sobrellevó la pérdida de su marido y de las huellas que le dejó la cuarentena
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Quizá pensaba que su destino era ser maestra, pero su vida cambió cuando ganó el concurso Mujer Maravilla Argentina, en 1978. Por entonces, Marita Ballesteros tenía 28 años y decidió tomar clases de teatro porque empezó a recibir atractivas propuestas de trabajo. En 42 años de profesión protagonizó decenas de programas de televisión, obras de teatro y películas. Por estos días, se prepara para estrenar por partida doble: por un lado, con Julio César, en el Teatro El Plata, donde interpreta a Marco Antonio, y en la puesta Torna amore, en El extranjero, en la que compone a una anciana de 90 años.
De sus personajes, del amor de su vida -Julio Laurindo, fallecido en el 2015-, y de su particular modo de ver la vida, Ballesteros habla con LA NACION, en una charla en la que, además, confiesa que en esta pandemia perdió la alegría interna que tanto la caracteriza.
-¿Qué pensaste cuando José María Muscari te convocó para hacer una versión de Julio César, de William Shakespeare?
-Muscari me llamó para trabajar en varias oportunidades, pero nunca se dio hasta ahora; por mi tipo de personalidad prefiero hacer una cosa a la vez. Me parece extraordinaria la propuesta de hacer esta versión de Julio César con un elenco muy sólido, energético. Estrenamos el 30 de abril en el Teatro El Plata, que pertenece al San Martín, y estamos todos los sábados y domingos a las 17. Y estamos invitados al Festival de Teatro de Mérida, en España; lo inauguramos y vamos a hacer tres funciones entre el 24 de junio y el 6 de julio. Estoy feliz porque Muscari es un gran líder y yo siempre fui una obrera de la construcción.
-¿Y cómo es esta versión?
-Es muy interesante traer la obra al 2022, juega mucho la tecnología, y si bien hay un lenguaje shakespeariano, es una versión libre de Muscari y Paola Luttini. Es una obra muy actual, como si hubiera sido escrita ayer a la tarde, y no va a dejar indiferente a nadie. Tiene mucha fuerza, con un elenco compacto, y de gran entrega: Moria Casán, Malena Solda, Alejandra Radano, Mariano Torre, Mirtha Wons, Vivian El Jaber, Payuca del Pueblo, Mario Alarcón y Fabiana García Lago. Lo interesante es que las mujeres hacen los personajes masculinos, y los hombres, los femeninos. Pero lo bueno es que no somos mujeres haciendo de hombres, sino mujeres haciendo de mujeres pero como hombres; y lo mismo ellos. Y me encanta esta mezcla. Es una obra explosiva. Me acuerdo de Peter Brook que decía que una comedia liviana si está viva es mucho mejor que un clásico que esté muerto. La importancia del teatro es que esté vivo. Y que emocione, claro.
-¿Es tu vuelta al trabajo después de estos dos años de pandemia?
-No, en pandemia hice los diez últimos capítulos de El primero de nosotros (Telefe), interpretando a la madre de Jorgelina Aruzzi. Y filmé una película. Y el 11 de mayo estreno Torna amore, donde hago una mujer de pueblo, de 90 años, medio ida. Vamos a estar los miércoles a las 20.30 en Teatro El extranjero. Me gusta el teatro y me crea mucho nervio también, porque aunque tengo la letra bien sabida, cuando se acerca el estreno me da pánico eso de la página en blanco. Son miedos de la mayoría de los actores; es el lado B de la profesión.
-¿Te permitiste angustiarte en estos dos años?
-Sí, claro. Tuve covid, lo pasé en casa, perdí el gusto y el olfato, me sentí muy cansada pero nada tremendo. Y confieso que no estoy igual que antes.
-¿Por qué?
-Siempre tuve una alegría interna, pero en este tiempo la perdí. Pero no por haber tenido covid, no. Es algo en la energía que hay. No sé explicarlo, pero no estoy igual. Me gustaría recuperar esa alegría porque soy una persona que se contenta con pocas cosas, y a medida que pasan los años necesito cada vez menos. La alegría interna tiene que ver con mi alma, porque no tengo problemas, tengo trabajo, tengo compañeros fantásticos, hago lo que me gusta. Es algo en el alma.
-¿Lo que te pasa se asemeja a lo que sufriste con la pérdida de tu marido?
-No, porque eso fue un duelo, algo lógico. Estuve muy mal durante dos años porque Julio era el amor de mi vida. Hice de todo para estar bien y lo logré. Pero lo de la pandemia no lo entiendo, es algo energético que no sé explicar.
-¿Y vas a recuperar esa alegría?
-No tengo ni idea. Sé que a mucha gente le pasa lo mismo, y a gente joven. No quiero inventar, es lo que me pasa. Y eso que soy una persona positiva. Me parece que la angustia también tiene su lado positivo porque el alma se está templando, pero no es lindo vivirlo.
-Contabas que tu marido fue el amor de tu vida… Debe haber sido un golpe muy duro perderlo.
-Fue muy duro. Lo conocí a los 52. Nunca pensé en casarme ni tuve deseos de ser madre. Era raro contarlo en ese momento, porque había que casarse y tener hijos, pero nunca me interesó en la vida. Y hoy no siento una ausencia por no haber tenido hijos. Hagas lo que hagas, la gente siempre te mira raro y eso me enojaba antes, pero luego entendí que cada uno ve hasta donde puede y desde su punto de vista.
-¿Estás contenta con tus elecciones en tu vida?
-Sí, de mi vida personal y profesional. He hecho cosas lindas y no tanto, pero siempre di todo. He dicho que no y me han dicho que no. Pero una vez que digo sí, le dedico todo y me entrego, lo cual no significa que el resultado sea genial.
-¿Qué trabajos disfrutaste más?
-Me gustó mucho Como pan caliente, por ejemplo, porque era un programa fresco, con un elenco hermoso. Hice muchos episodios de Alta comedia que estaban basadas en clásicos. Trabajé con mucha continuidad en estos 42 años. Y en teatro recuerdo mucho una obra que hice en el San Martín, en la sala Casacuberta, Amanda y Eduardo, de Discépolo. Porque hay personajes que son para vos y otros no tanto. Y otra obra que también disfruté mucho fue una que hice con Alfredo Alcón.
-¿Qué significó ganar el concurso de Mujer Maravilla Argentina, en el que fue el inicio de tu carrera?
-Tenía 28 años y no me imaginaba una carrera artística; jamás había pensado en eso. Fui maestra, maestra jardinera, y trabajé durante 7 años en Aeroparque llevando a los pasajeros al avión y todo lo que hice me encantaba. Gané el concurso y empecé a estudiar teatro y a trabajar, inmediatamente. Y desde ese momento entreno una técnica que me mantiene el cuerpo y las emociones flexibles y se llama sistema consciente para la técnica del movimiento, de Fedora Aberasturi.
-¿De qué se trata esta técnica?
-Lo que hace este sistema es que a través del pensamiento consciente vas rescatando ese cuerpo energético sin que entre en juego nuestra razón, porque nuestra cabeza opina todo el tiempo. Con esta técnica se une lo que pensás y lo que hacés, y nada es intelectual. Digo, soy y hago lo que digo, eso no tiene que estar separado. Y cada vez sos más feliz cuando no separas lo que decís de lo que haces. Hasta el último día de mi vida voy a trabajar en eso. Lo empecé por el teatro y después me di cuenta que me ayuda para la vida.
-¿Estás contenta con lo que lograste en tu vida?
-Sí, porque si me muero hoy mismo, creo que me voy un poquito mejor de como vine. Mi destino está puesto en el crecimiento personal. Además, tengo una familia hermosa, una hermana con quien me llevo muy bien, cinco sobrinos y 19 sobrinos nietos a los que veo mucho, amigos, trabajo, buenos compañeros. Pero mi viaje es personal. Y claro que estoy contenta con mis logros profesionales también, porque soy mejor actriz que cuando empecé y con mis 71 años ya casi soy la más grande de todos los elencos.
-Decías que cada vez necesitas menos cosas... ¿Es verdad que cuando te mudaste regalaste todo?
-Sí. Viví 20 años en Recoleta y cuando mi marido se murió me quise mudar, me compré un departamentito en Palermo, chiquito, reciclado. No necesito más. Regalé casi todo; no soy una persona apegada a las cosas. Solamente extraño a mi marido, pero no la casa, ni los muebles, ni nada. Tampoco tengo fotos, no me interesa. En casa no hay ni una sola foto. Ni guardo nada tampoco.
-¿No te quedaste con nada de tu marido?
-No, porque lo que me importa en la vida es la presencia de las personas. A la semana ya había regalado y donado todo lo de mi marido, ropa, libros. Era un tipo austero y me encanta eso. No soy una persona que vive de recuerdos, pero tengo el alma ensanchada porque mi marido hizo eso: ensancharme el alma. Conocí a mi alma gemela y es algo raro en la vida. Nunca fui enamoradiza, pero de él me enamoré.
-¿Nunca te habías enamorado antes de conocerlo?
-No, había salido con hombres claro, pero no me había enamorado. Y de Julio me enamoré como loca. Era mi alma gemela, de verdad. Creo que hay mucha gente junta y pocas parejas, porque ese es un destino. Y me tocó.
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