"El amor es un facilitador de la vida y no un problema más". Así arranca Marina Calabró la charla con LA NACIÓN, convencida que si ese aspecto funciona bien, el resto fluye solo. La tracción de los sentimientos. Nada más ni nada menos.
Lejos de los formalismos de politóloga, Calabró se siente atravesando un buen momento personal y profesional. A los 44 años, luce espléndida. Con la seguridad de quien sabe manejar las claves de la seducción y de quien apela a su verborragia, sostenida con un muy buen background académico, para llegar al otro con lucidez. Así es esta chica con un apellido de querible raigambre nacional.
Sonriente a más no poder, abre la puerta de su living inmaculadamente blanco como su atuendo. Desde su piso de ese Palermo que se mimetiza con La Recoleta, el Río de la Plata refleja un sol porteño brillante que enceguece. Marina luce impecable a pesar de haber participado de Lanata sin filtro en Radio Mitre y de Intrusos en el espectáculo en América. En el medio, una maratónica corrida diaria para salir de un trabajo y llegar al otro puntualmente. La carrera de cada día para cumplir con sus obligaciones en la radio y en la televisión, plataformas en las que la periodista se mueve como pez en el agua. Con esa misma comodidad con la que se dispone a hablar de las, a veces, insondables encrucijadas del corazón. Ahí aparece la otra Marina. La que se olvida de estar informada las 24 horas del día, la que deja de lado su pasión por las Ciencias Políticas, la que, madurez mediante, se permite sentir y hasta llorar abiertamente "a veces demasiado", se reprocha. Alguien podría decir que la "chica seria" de los Calabró está en su mejor momento y esa afirmación sería absolutamente cierta. Esa plenitud tiene varias razones, pero una fundamental: el amor. El amor transcurrido y el amor que colma su presente y tiene nombre y apellido: Martín Albrecht.
-Marina, ¿qué es el amor?
-El amor es Martín. Lo digo con respeto y con cariño para con (Martín) Virasoro que me dio lo más importante que tengo que es Mía, nuestra hija. Y también con respeto para con Maxi (Ambrosio) que fue mi único marido en términos formales ya que pasamos por el Registro Civil y por la Iglesia. Pero siento que el amor empieza y termina en Martín (Albrecht). Es mi universo entero, me cambió la vida.
-¿Cómo definirías ese amor que te vincula a él y que sentís tan diferente a los anteriores?
-Es un amor como el de las novelas. No por lo tortuoso, sino por lo idílico y romántico. No tiene dobleces, no es intricado, no es dificultoso. A veces escucho a los famosos que hablan de sus vidas y siento que la hacen muy difícil, siendo tan fácil. El amor es fácil. Lo que pasa es que cuando uno está en una situación tortuosa, no se da cuenta. Y no digo llegar a extremos como Fede Bal y Barby Vélez, pero escucho mucha otra gente, a algunas amigas, y digo ¡por Dios, que pase el que sigue!
-Al decir que el amor es fácil, le estás dando una muy buena noticia a muchos...
-No hay misterio en eso. El amor cuando es legítimo es fácil. Con Martín no discutimos, no hay sobresaltos ni angustias. Si hay situaciones que al otro le hacen un poco de ruido, se charlan. Yo soy una convencida que cuando el amor es genuino viene a sumar, a facilitar.
-Se dice que la vida es compleja, pero nosotros la complicamos.
-Tal cual. Uno ve parejas donde la cosa es muy complicada. No digo que esos casos no valen la pena porque cada uno sabe cuál es el modo de funcionamiento de su vínculo y donde se siente cómodo. Pero en mí, lo mejor sale en una dinámica de paz, de armonía, y de entendimiento.
-¿Por qué con Martín llegaste a esa instancia de realización plena? ¿Cómo es el?
-Es sostenedor, contenedor, amoroso, dedicado, compañero.
-En ese marco de cuasi perfección que describís, ¿perdonarías una infidelidad?
-¡Todo lo que diga será usado a favor de Martín! Analizado el tema en abstracto, no se qué me pasaría en el hecho concreto. Creo que no me perdería vivir este amor por un error de él, por una cuestión estrictamente carnal. Suena muy exculpatorio, pero es así. Desde ya, hacerle el novio a otra o tener una familia paralela es otra cosa. Pero ante una debilidad o algo que pasó que no significó nada para él, tiendo a creer que no tiraría todo por la borda.
-Tenemos el título de la nota: "Perdonaría una infidelidad".
-Sí, pero te lo estoy diciendo en abstracto. Seguro no está, si no te pasa. Desde el manual es fácil contestar, boquear cuando no está el problema consumado. Por eso lo de Yanina Latorre me parece muy valorable.
Los caminos de la vida
"Lo que se hace por amor, acontece más allá del bien y del mal", sostenía Friedrich Nietzsche. Algo de eso define a Marina. Hizo y deshizo a su modo. Se equivocó. Aprendió. No se detuvo. No es de las mujeres que se resignan a cumplir el mandato sin chistar. Con los años, le encontró el gusto a patear el tablero. ¡Y vaya si lo hizo! Varias veces. Hoy, es más rebelde que en su adolescencia. Un saludable camino inverso el que transitó la niña mimada de Juan Carlos, su genial e inolvidable padre.
De chica, Marina hizo todo los deberes: buena hija y hermana, notable estudiante, carrera precoz. Cuando debutó en Radio 10 con Desde el principio, su propio programa, pasaba las madrugadas sin dormir preparando los temas que iba a tocar al aire. Tenía solo 24 años y transitaba las cuestiones políticas como una avezada interlocutora que podía entrevistar a funcionarios y legisladores con autoridad. Por aquellos tiempos, noviaba con un compañero de la universidad, aprendiendo los dulces y los sinsabores de los primeros coqueteos. No fue, ni es, mujer de soledades. Aunque las padeció.
-¿Por qué se rompieron tus parejas anteriores?
-No hay una definición para darle a esas rupturas. Si querés puedo darte una explicación metafísica: todo lo anterior sucedió para que llegase Martín en este momento de mi vida. Estaba escrito así. Creo en eso. Te digo más, en la situación en la que yo estaba con Maxi o con Virasoro, muchas parejas hubieran durado toda la vida.
Luego de los noviecitos de la adolescencia y primera juventud, llegó el amor más comprometido. Se casó en 2000 con Maxi Ambrosio, chef y productor de televisión. La ceremonia religiosa fue en la fastuosa Iglesia del Pilar en La Recoleta y la fiesta en el Hotel Alvear, con bombos y platillos. Marina conoció a Maxi una de las tantas veces que concurrió a La Stampa, el restó de la familia Ambrosio. La boda, que contó con la presencia estelar de Mirtha Legrand, entre otros famosos, fue el inicio de un matrimonio breve. Luego, llegó a la vida de Marina, Martín Virasoro, un especialista en counseling que se convirtió en el padre de su hija. De ambas relaciones, rescata lo mejor: "Con ellos no había nada irreconciliable, insostenible, imperdonable".
-¿No habría pasión, quizás...?
-No era... No tenía que ser...
-Más allá de cierto gusto a derrota previa, llegar a un nuevo amor con un camino ya transitado es saludable.
-A Martín llegué con un gran aprendizaje previo, con un montón de cosas que sé que no construyen, que no quiero para mi vida y con otras que sí sé que son el camino a seguir. Nadie tiene nada garantizado ni comprado. Pero ese aprendizaje suma y necesariamente es un mejor punto de partida para una nueva relación.
-Hace poco dijiste en el programa de Tomás Dente: "No se me cruzó mala gente". Eso habla muy bien de tus ex.
-Nadie está exento de cruzarse con un loquito encubierto o con alguien con piel de cordero que es un "hdp", pero, en mi caso, no fue así. Virasoro es el mejor papá que Mía podría tener. Es dedicado, amoroso. Mía lo adora. El es una persona que se ocupa mucho de ella. Se entienden bien, tienen buena conexión. A veces no se da así con las nenas y el papá en la no convivencia, donde todo se vuelve frío o tenso. No es el caso, por suerte.
-¿Qué recuerdo guardás de Maxi Ambrosio?
-Es un encanto de persona. Me ha pasado de ir con Martín al cumpleaños de mi hermana Iliana a La Stampa y cruzármelo a Maxi, y está todo bien. Es un afecto entrañable, hay cariño.
Agenda completa
Los días de la Calabró son extensos. Amanece con Mía para desayunar con ella y despedirla antes de que se vaya al colegio. Luego, se sumerge en la lectura de los diarios y en la actualidad más cruda, antes de partir hacia los estudios de Radio Mitre. En el programa de Jorge Lanata, hasta febrero conducido por Diego Leuco, se da el gusto de participar en las rondas de temas políticos, como también lo hizo el año pasado en PPT por la pantalla de El Trece, y, además, de pilotear con picardía una media hora con chismes de la farándula. En el programa de Jorge Rial, conducido ahora por Adrián Pallares, integra el numeroso panel de periodistas de la nave insignia de la emisora. Sus atardeceres son más calmos y dedicados a Mía. Aunque también las últimas horas del día las dedica a preparar su momento radial de la mañana siguiente. Los viernes llega el descanso con la "cena de chicas" junto a Mía y su niñera, y Coca Calabró, su mamá: "Vamos a cenar cerca de casa, es una hermosa rutina para arrancar el fin de semana".
-Mía te convirtió en madre, ¿cómo te sienta ese rol?
-Soy permisiva como mamá. ¡Soy un desastre! Mía es la razón de todo. Es dulce, tan buena, tan señorita. A veces me pregunto si no estará muy "sobrada" de cosas, como dicen las abuelas. Pero es una nena buena, cariñosa, en el colegio le va bien, entonces uno la premia. Tiene todos los aditamentos de ser hija única por parte de madre y su padre tiene un hijo grande, universitario. Así que es la muñequita de la familia.
-¿A quién se parece?
-Tiene 8 años, y desarrolló piernas largas, es espigada, ya me llega a la sien. Calza 35 y yo calzo 36. Indudablemente, salió a los Virasoro. Ahora está con el papá en Punta del Este.
Los fines de semana la agenda se arma en torno a los paseos familiares porque "Mía no es de quedarse mucho en casa, es giradora. Así que vamos al cine, al shopping, a los patios de juegos". Si el plan es en casa de Martín, él se encarga de la cena. La cocina no es el fuerte de Marina, al punto tal de agasajar a su futura pareja en la primera noche en su casa con un café con galletitas, pero según remarca ella "él dice que fue la cena más rica de su vida. Pobre Martín, el café batido seguro que estaba frío".
Albrecht también es padre de tres hijos. Uno estudia música en Bostón, otro Economía y Administración de Empresas en la Universidad de San Andrés, y, el menor, Cai, tiene solo 10 años. "Los chicos se llevan bárbaro, en verano compartimos pileta, vemos películas en lo de Martín. Nos divertimos mucho".
Todo nació en un molinete
Martín Albrecht tiene 49 años y es el director comercial de América TV. Allí se conocieron, pero de manera muy azarosa, como suele suceder en el amor.
-¿Cómo fue el primer encuentro?
-Estábamos los dos saliendo hacia la calle y nos cruzamos en el molinete de la puerta del canal.
-Curioso lugar para el flechazo.
-Fue el 5 de junio de 2013. Yo estaba atravesada por el escándalo Rossi, me había separado de Virasoro en noviembre del año anterior y no tenía ganas de conocer a nadie. ¡A nadie!
En abril de 2013 había estallado uno de los escándalos mediáticos y políticos del año denominado "La ruta del dinero K" en el que se involucró a Fabián Rossi, quien entonces era el marido de su hermana Iliana. Dada su actividad, la periodista se vio, lógicamente, involucrada desde lo familiar, pero también en el plano laboral: "No podía no tocar el tema debido a mi trabajo, pero hablé demasiado. Se afectó el vínculo con Iliana, fue todo muy doloroso. Una vez me llamó Jorge Rial y me dijo: ´Marina guardate porque te estamos carneando´. Fue un buen gesto de parte de él ya que no me conocía tanto y no tenía por qué haberme aconsejado, pero lo hizo".
-En medio de ese escándalo, entra en escena Martín, ¿qué sucedió finalmente de ese cruce casual en la puerta del canal?
-Ese día festejaba su cumpleaños mi hermana. A la fiesta iba a ir Rossi porque Iliana no estaba separada, él ya había vuelto a la casa familiar.
-¿Tu vínculo con Iliana cómo era en ese momento?
-Yo estaba como estaba con Iliana. Si no iba al cumpleaños era peor, le sumaba un conflicto mediático más a la cosa. Así que tomé coraje y fui. Esa tarde, salía del canal pensando en qué me tenía que ir a casa, ducharme, cambiarme e irme al cumpleaños a verle la cara a Rossi. En eso estaba cuando me lo cruzo a Martín que salía muy alegre, mientras terminaba una llamada con su padre. Cuando corta, de la bronca que yo tenía por la cena que me esperaba, le dije: "Que sonriente que estás". ¡Yo, en cambio, estaba odiada! Con la peor cara que se pueda tener.
-¿Sabías qué hacía en el canal?
-¡No sabía quién era! Pero como yo estaba tan mal, le dije eso con bronca y él me respondió: "Hoy es mi cumpleaños".
-¿Te gustó a primera vista?
-Sí, me pareció guapo, pero odié que él estuviera tan contento y yo frustrada. Luego de esa breve charla, voy a buscar el auto, y me lo vuelvo a encontrar porque él estacionaba en el mismo garaje.
-Y ahí se pasaron los teléfonos...
-No. A los pocos días, un productor de Infama, Rodrigo Espector, me dice que alguien de comerciales de América le pidió mi teléfono para pasárselo a Martín Albrecht. A lo que yo le digo: "¿Quién es? No lo conozco, no le pases mi teléfono a nadie, no quiero estar con nadie". Entonces me dice: "Sí, lo conocés". Y yo insisto: "No sé de quién me hablás". Mi amigo Rodrigo Espector insiste: "Es el director comercial del canal". Yo vuelvo a mi negativa: "Un gusto, pero no sé quién es". Hasta que mi amigo me dice la frase crucial: "Es el que te cruzaste en el molinete".
-Las palabras mágicas, ¿qué le respondiste?
-No lo dudé: "¡Ah, ¿el del molinete? Pasale mi teléfono". Y así empezó todo.
-En la peor circunstancia personal, aparece la persona indicada que te cambia el destino. Causalidades...
-Martín llegó en un momento justo. Estaba muy sola sobrellevando esa situación tan fea. Y, además, se sumaba la enfermedad de mi viejo. Estoy convencida de que papá me lo dejó en la tierra para que siguiera con su misión de cuidarme.
-¿Juan Carlos lo llegó a conocer?
-Sí, estando internado. Fuimos con Martín a verlo y papá le dijo: "Pibe, lamento conocerte en estas circunstancias, pero ya iremos a comer". No pudo ser.
Marina no puede nombrar a su padre sin que sus ojos comiencen a humedecerse. Su relación actual con su hermana y su madre es excelente. Siempre fue así, a pesar de algún sinsabor no provocado por ellas. Con todo, no puede desprenderse de la desazón que le produjo la partida del gran cómico. "Me hubiera encantado que con Martín se conocieran más. Mi viejo hubiera disfrutado mucho de verme enamorada. El me conocía mucho. A veces se daba cuenta antes que yo cuando se terminaba una relación. Es muy loco, pero teníamos una conexión muy fina".
-Estar bien en el plano afectivo es una buena manera de sobrellevar la pérdida.
-Martín me acompaña mucho, ocupó un gran vacío en un momento especial de mi vida.
-¿Qué es lo peor y lo mejor de Marina como pareja?
-Lo peor es que trabajo mucho y estoy muy tironeada con los tiempos. Y lo mejor es que soy fácil en el día a día. Tengo buen carácter. Me jacto de eso. Tampoco soy de las que tienen días buenos y malos. Soy estable, pareja, previsible.
Marina y Martín se comprometieron. Formalizaron una "unión" como prefiere definirla él. Y lograron juntos la maravillosa proeza de amarse, y de ensamblar los afectos de cada uno en el nuevo proyecto familiar en común.
-¿Le marcás el paso?
-¡Para nada! No voy por la vida resaltando la falta del otro. Soy comprensiva y tolerante. Muy fácil de llevar.
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