Al frente de su productora Salta Violeta, lidera también Como todo, en Net TV y dos ciclos de radio en La 100; aunque condujo programas como Gran Hermano, que fueron un suceso, hoy prefiere elegir espacios vinculados a otro tipo de contenidos
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Con la puesta en el aire del certamen Relatoras argentinas, la TV Pública rompe con el statu quo en torno al universo del fútbol, uno de los ámbitos donde el machismo ha tenido, históricamente, mayor dominio. “Cuando el año pasado comenzamos a hablar con el canal para ver cómo me podía sumar a la pantalla, apareció este formato que estaba en la cabeza de los responsables de la programación, pero aún le faltaba el desarrollo”, sostiene Mariano Peluffo, conductor del programa que se emite por la señal estatal de martes a viernes a las 22 y los fines de semana a las 21. “La idea me encantó y como tengo muchas horas de reality transitadas, me parecía que podía funcionar muy bien”, agrega Peluffo, quien además forma parte de la producción del ciclo con su compañía Salta Violeta.
-Relatoras argentinas propone una competencia que va en busca de una equidad para la mujer en el ámbito del relato deportivo.
-Esa es la idea, es un camino largo y, en el fútbol, muy verde. Pero tengo que reconocer que tanto en el mundo de los jugadores como en el de mis colegas fue muy bien recibido.
-Ángela Lerena es una excepción a la regla.
-Sí, y también lo es Viviana Vila, que está en nuestro equipo y es la comentarista de Víctor Hugo (Morales), pero son muy pocos los nombres. Si pensamos en las transmisiones de los últimos partidos de la Selección Nacional, solo podías escuchar a Ángela Lerena en la TV Pública. Pero ni en el campo de juego ni en el cuerpo técnico había mujeres, a diferencia de lo que sucede en espacios como la NBA que ya tiene coach mujer en la liga de los hombres. Acá todavía no nos pasa.
La pantalla de la TV Pública le otorga al espacio una idiosincrasia federal en torno a la búsqueda de esa mujer que se consagrará como la mejor relatora del país, elegida entre 16 concursantes que se disponen a competir en diversos desafíos ante la escucha atenta de referentes como Tití Fernández, Walter Nelson y Viviana Vila. “En la TV Pública se permite otra búsqueda porque no hay una urgencia en cuanto al rating o el minuto a minuto. Hay una apuesta del canal de ir por un desafío a largo plazo y no caer en el impacto inmediato. De hecho, creo que este programa no hubiese tenido lugar en otro canal que no fuese la TV Pública”, reconoce Peluffo.
Generar herramientas, sumar experiencia y ganar visibilidad forman parte de los intereses esenciales de las concursantes, de las cuales muchas ya son relatoras en alguna liga o transitan el periodismo deportivo. “Para contar el camino del héroe buscamos que no haya participantes eliminadas, el certamen comenzó con 16 y terminará con el mismo número, solo que hay una tabla de puntos que definirá a la ganadora”, dice el conductor.
-Es una forma de estímulo.
-Es que, si a una chica que llegó de lejos, con toda su ilusión, la mandás a su casa durante la primera semana de competencia, no vuelve igual, retrocede diez casilleros.
-No es la dinámica habitual en los reality de la televisión.
-Eso lo permite la TV Pública porque en los demás realities lo que se busca es un poquito de lágrimas, emoción, polémicas, momentos tristes... todo eso construye la curva dramática para retener al público. Acá no buscamos ganar la franja del rating, así que para qué ir en busca de lo que no buscamos ni queremos. Si alguna de las chicas llora en el programa es por emoción, no porque se va.
Tiempo completo
-Tu productora se llama Salta Violeta. Eso habla de una cuestión generacional.
-¡Totalmente! Una vez me crucé en la calle con una chica que se me acercó para decirme que era la hija de Carlitos Scazziotta. Lo primero que pensé fue: “Uy, le tengo que cambiar el nombre a la productora”, pero, por suerte, fue muy cálida y me agradeció, me dijo que su padre se hubiera puesto muy contento.
Carlos Scazziotta fue aquel actor que jugaba con una perrita de peluche a la que arengaba con el grito: “¡Salta, Violeta!”, nombre con el que Peluffo bautizó a su productora. En la actualidad, su agenda laboral es full time: además de liderar Relatoras argentinas es el conductor de Como todo, en Net TV, ciclo gastronómico que también cuenta con su producción. En radio, de lunes a viernes continúa al frente de Sarasa y, durante el fin de semana, de Abierto los domingos, ambos por La 100.
-¿Cuándo descansás?
-Para serte honesto, son días largos, pero estoy muy contento porque hago lo que me gusta. Trato de descansar todo lo que puedo para que no se me haga tan cuesta arriba el año, pero, como dice el refrán, sarna con gusto no pica.
-Alguna vez dijiste que a los 45 querías estar “hecho” económicamente. Tenés 50, ¿cómo dan las cuentas?
-Llegamos a la instancia de elegir qué hacer, pero eso no tiene que ver con estar “hecho” económicamente, sino que se trata de decidir cuándo y para qué correr o no. Me parece que está buena esa decisión, hay un momento de la vida donde no hay que ir a trabar con la cabeza todas las jugadas.
-Condujiste temporadas del reality Gran Hermano que lograban récords de audiencia en Telefe. Si bien nunca dejaste de ser una figura reconocida, con los años te fuiste corriendo de la exhibición y te volcaste a la producción. ¿Te arrepentís de esa decisión?
-No, para nada. En realidad, no hubo arrepentimiento ni planificación, se fue dando. En aquel tiempo me preguntaron mucho por qué me iba de Telefe...
-¿Por qué te fuiste de Telefe?
-Es que no me fui. Es como en el fútbol, quizás cambia el técnico o uno se da cuenta que se para distinto en la cancha y entonces se busca por otro lado y todos contentos, nadie se enoja. Diego Martínez se fue del Manchester porque quería ser titular, es lo mismo.
-Además de Gran Hermano, fuiste cabeza de varios tanques.
-Hice Talento argentino y MasterChef cuando salía una vez por semana, pero hubo un momento donde necesité buscar más minutos por otro lado. Es que no solo Telefe se fue renovando, la tele está en constante renovación. En aquel tiempo se había sumado el Chino Leunis, ahora está Iván (de Pineda) con Pasapalabra, hay mucho movimiento siempre. Y a veces hay mas conductores que programas, pero a mí no me molesta correrme, buscar, apuntalar más la producción que la exposición, no tengo problemas al respecto. Es más, lo que hago en Net TV se da porque me moví de otros lugares y pude aceptar la propuesta de Guido Kaczka y Martín Kweller.
-¿Cómo evaluás las dos últimas temporadas de MasterChef Celebrity con el liderazgo de Santiago del Moro?
-¡Una bomba! ¡Una locura! Cuando a mí me tocó hacerlo una vez por semana, me impresionó el nivel de cuidado y producción. Ahora, que se le sumó la frecuencia diaria, lo que se hace es descomunal y el resultado está a la vista. La fórmula del éxito nadie la tiene, pero cuando se tiene un producto probado, una muy buena inversión y un equipo de gente que sabe hacerlo, es muy raro que no te vaya bien. Lo mismo sucede con La Voz Argentina. Me encanta este MasterChef y me parece un acierto que sea con celebridades, te acorta un recorrido. Hacerle descubrir al público quién es quién, toma un tiempo. En cambio, si tenés a Alex Caniggia o Georgina Barbarossa, no hay que explicar nada, ya hay empatía desde el comienzo.
Desde aquel debut en la señal para niños Cablín hasta hoy, el hombre nacido y criado en Floresta transcurrió más de la mitad de su vida frente a cámaras, pero pudo sortear con éxito y sin padecer alienado picos de rating de 50 puntos en Gran Hermano o la audiencia incipiente de Net TV, el último canal de televisión abierta en ser inaugurado y que se encuentra en un período de búsqueda de su identidad y de su público.
Se lo percibe centrado, entendiendo los vaivenes de su profesión y las ganancias y costos de sus decisiones: “Trato de no volverme loco y que las seguridades personales y laborales no estén vinculadas al resultado, para no entrar en un sube y baja emocional difícil. Desde hace mucho tiempo solo hago lo que me gusta y, por esa razón, lo disfruto mucho. El resultado es otra cosa, puede acompañar o no. Hay coyunturas, el momento social, lo que la gente tiene ganas de ver, lo que ofrece el canal de enfrente, cuestiones muy variables. Disfruté tanto MasterChef como Cuestión de peso, porque me paro en un lugar diferente al de la conveniencia. Mis dados están echados, hoy ya sé que voy a ser y hacer y que no voy a ser ni hacer”.
-Cuando se ingresa en la segunda mitad de la vida, eso es una tranquilidad.
-Por supuesto. Es como cuando un jugador sabe que ya no le va a tocar ni el Milan ni el Real Madrid, por lo tanto, eso le saca presión. Hoy la rompe Darío Barassi, tiene veinte años de conductor por delante y me encanta, está perfecto.
Las mediciones del rating centralizadas en el eje porteño y el conurbano, monopolizan la percepción sobre la repercusión de los programas. En ese sentido, un formato como Relatoras argentinas, al emitirse en una señal como la TV Pública, obtiene una injerencia no menor en el mapeo federal: “A veces el rating es medio mentiroso, porque un programa último en su franja puede ser un gran negocio y uno que lidera no recupera la inversión. Detrás de eso hay muchísimas variables”.
-Vayamos a situaciones hipotéticas. Tengo la sensación de que nunca te hubieras sumado a ser participante de Gran Hermano.
-Ni de ningún reality, porque, a esta altura, uno ya sabe dónde el mago esconde el conejo. Pero sí soy consumidor de programas como MasterChef. En algún momento fue vilipendiado el género, pero, claramente, es un generador de negocios y acaparador de audiencias en un tiempo donde el público se va a lo online y al streaming. ¿Por qué se volvió a los 25 puntos de rating? Porque están La Voz Argentina y MasterChef.
-¿Tuviste especial empatía con algún participante del MasterChef que te tocó conducir?
-No, uno se encariña, pero mantiene ciertos protocolos, como los médicos.
-Conducís Relatoras argentinas y tenés 3 hijas, el matriarcado es lo tuyo.
-Aunque tengo dos hermanos varones, ese universo se me dio vuelta con hijas que hoy tienen 19, 15 y 10 años. Está muy bueno ser contemporáneo de todo lo bueno que le sucede a la mujer, aunque todavía padece cosas que no están nada bien. Estamos viviendo un cambio de paradigma, pero no se hace de un día para el otro, ni va a ser ordenado o prolijo. Muchas veces me encuentro interpelado por mis hijas por algo que dije y me parece muy bien, todos estamos aprendiendo y las revoluciones no son metódicas sino caóticas y toman tiempo. Una de las críticas que recibió Relatoras… era que lo conducía un hombre.
-¿Por qué no?
-Eso le respondí a una amiga locutora que me cuestionó.
-¿Hablaste con tus hijas sobre la ley de interrupción del embarazo?
-Hablamos de todo, lógicamente del modo en el que corresponde de acuerdo a la edad de cada una. No tenemos temas tabúes. Todo lo que se puede poner sobre la mesa, se charla.
-Estudiaste la carrera para recibirte de contador, emulando a tu abuelo y a tu padre. Imagino que te sirvió para estar al tanto de las finanzas de tu productora, ¿no?
-Hice casi media carrera y me sirvió un montón. Me viene bien para entender sobre la viabilidad de los proyectos. Inmediatamente en mi cabeza aparecen los números.
-No seguiste el mandato de tu padre.
-Él tenía el temor de todo padre ante un trabajo no tradicional y un medio desconocido. Más de una vez me preguntó si no tenía intenciones de terminar la carrera. “Por si la necesitás”, me explicaba. Me acuerdo que una vez le dije: “Papá, le estoy dando el alta al empleado número 30 en la productora y tengo 45 años. Si esto, alguna vez, no va, no me puedo poner a liquidar impuestos a esta edad”. Pero yo lo entendía, esas eran cosas de todo padre.
-A pesar que no seguiste su profesión, ¿admiraba tu trabajo?
-Cuando falleció, mi mamá me trajo la caja con los recortes de las revistas o los diarios donde salía mi nombre.
-¿Te acordás de la última charla con él?
-No de la última, pero estaba muy presente. Vivía cerca de casa, así que pasaba o me llamaba. Y era un súper abuelo.
Ante el dolor, Mariano Peluffo busca esa otra cara que le permita sobreponerse sin el regodeo de la tristeza: “Siempre busco lo positivo y mover desde ahí. Son decisiones, uno elige donde pararse. Siempre intento darle una vuelta a la situación para salir adelante”.
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