Mariano Cohn: la infancia junto a su hermano Alejandro, las 48 fatídicas horas que lo cambiaron todo y su incansable lucha
Desde que murió su hermano se hizo una promesa: esclarecer lo que pasó con él en sus últimas horas de vida y pedir justicia; ese largo camino hoy tuvo una respuesta
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El 27 de julio de 2015 Alejandro Cohn llegó al Hospital Municipal Melchor Posse en una ambulancia. Se había descompensado, pero estaba consciente. Incluso, habló con la mujer que lo acompañó en el traslado y con su papá. Dos días después, sin un diagnóstico certero y varias fracturas inexplicables, murió en el Hospital Italiano, donde fue trasladado a pedido de la familia. Tenía 35 años. En el documental Hermanos, una historia de sangre, el periodista Carlos de Elía no solo repasa aquellas fatídicas 48 horas y da cuenta de la incansable lucha del reconocido cineasta Mariano Cohn por llegar a la verdad, sino que, además, rescata la vida familiar de Alejandro y lo retrata a través de la mirada de sus seres queridos.
Una promesa eterna
A lo largo de los 77 minutos que dura el documental, Mariano Cohn habla de Alejando con la mirada llena de tristeza. Solo sonríe una vez, cuando lo recuerda vivo, y se quiebra una vez, cuando vuelve al día de la despedida final. “En el funeral yo recuerdo que dije, adelante de todos, que esto no iba a quedar así. Que yo, por el recuerdo de Alejandro, me iba a encargar de que todo esto que sucedió se aclare. Después lo enterramos. Y desde ese día, todos los días me acuerdo de eso. Y voy a pelear”, dice y no puede evitar que las lágrimas caigan por sus mejillas. “Yo, que espero ver el juicio y terminar. Si no, que lo decidan mis hijos, pero se va a aclarar”.
Hoy, nueve años después de aquella promesa, una extensa investigación y un juicio oral que se llevó a cabo en San Isidro, el juez Facundo Ocampo dictó sentencia: Marcelo Toro Solano, a cargo de la ambulancia que asistió a Alejandro Cohn en la vía pública, y Ana María Sánchez y Carla Setti, responsables de la guardia, fueron encontrados culpables de homicidio culposo. Y allí estuvo Mariano, con la esperanza intacta de esclarecer lo que le pasó a su hermano y la necesidad de que los culpables paguen por lo sucedido.
Un registro familiar en VHS
Para reconstruir la vida de Alejandro, el documental se vale de videos familiares de los 80. La gran mayoría, grabados por Mario Cohn, el patriarca, un camarógrafo amateur que cayó rendido ante las bondades del VHS, el formato casero por excelencia de aquella época. Así, la historia -y la entrañable relación- de los hermanos atraviesa el relato. Así también decide De Elía presentar a la familia de cuatro: los dos niños, alumnos de un colegio bilingüe de la colectividad alemana, y Mario y Beatriz, una pareja de abogados de Villa Ballester.
“Papá filmaba absolutamente todo”, dice Mariano, sentado en su estudio, con una enorme biblioteca de fondo. “Papá filmaba absolutamente todo vaya a saber para que lo vea quién y cuándo, más allá, en el futuro”, completa, Hoy, las postales de aquellos cumpleaños infantiles, viajes por el mundo, paseos junto al mar y actos escolares son una pieza central del rompecabezas que reconstruye el recuerdo y la vida de Alejandro y permite contar, además de cómo murió, quién fue mientras estuvo vivo.
También los fragmentos en donde apareció Alejandro de Televisión Abierta, el programa de TV que Mariano y su socio, Gastón Duprat, llevaron a cabo en los 90, sirvieron para contarlo: mientras Mariano se convirtió en director de cine y televisión, el menor de los Cohn demostró frente a las cámaras de TV su fascinación por el medio y su pasión por el dibujo. ”Alejandro participa activamente en la obra de Mariano. Es su mejor crítico, su complemento. Es el que diseña los afiches de algunas de las películas y en otras, se anima como actor”, explica Guillermo Francella, una de las personalidades elegidas para ponerle la voz al relato. “Hermanos artistas. Hermanos audaces. Hermanos de sangre”.
Un brindis imaginario
Una parte importante de Hermanos... está dedicada a repasar lo que sucedió desde que Alejandro se descompuso hasta que murió. Ese segmento arranca con una imagen del cineasta en el Cementerio Británico, donde el cuerpo del artista descansa junto a sus abuelos. Hasta la tumba se acerca con una gaseosa que apoya con cuidado sobre la lápida, y otra que se toma, pensativo, sentado a un costado. “Un brindis imaginario entre hermanos que nunca volverá a ser real”, dice Antonio Banderas, otro de los invitados a poner su voz en el proyecto.
A partir de allí, las palabras de Cohn se mezclan con las de los testigos que lo vieron aquella noche junto a su moto; de la mujer que lo acompañó en la ambulancia hasta la guardia del hospital; del médico que se acercó hasta el Melchor Posse para ver qué pasaba con Alejandro; del Jefe de la terapia intensiva del Hospital Italiano que lo recibió cuando ya no había nada por hacer y del abogado de la familia.
“En el lapso de cuatro horas mi hermano de estar vivo, sano, está en la cama de una terapia intensiva peleando por su vida”, dice Mariano en medio de la cronología. “Nunca vi algo tan brusco: en seis horas comerse un paciente que entró caminando”, asegura Matías Nicolás, cirujano torácico del Hospital Italiano que, por su cercanía a la familia, aceptó acercarse hasta el Melchor Posse para examinar a Alejandro. “¿Qué le hicieron a este hombre? ¿Qué paso? ¿Lo golpearon? ¿Se cayó de la camilla? ¿Qué pasó?”, se pregunta luego de describir las lesiones Sergio Giannasi, jefe Terapia Intensiva del mismo hospital, donde finalmente Alejandro murió.
Alzar la voz
Dos años después de la partida de Alejandro. Mariano decidió hacer público el caso. Lo hizo en el discurso de agradecimiento de uno de los tres premios Platino que el Ciudadano Ilustre, film que dirigió junto a Duprat, ganó en 2017. “Yo quería dedicar este premio a mi hermano Alejandro, que trabajó con nosotros en todas nuestras películas. Alejando fue víctima de un crimen impune, en Argentina. En esta semana se cumplen dos años de ese brutal hecho. Voy a seguir pidiendo justicia todos los días y por eso quiero dedicarle el premio a mi hermano Ale. Muchas gracias”, dijo, y se quebró.
De inmediato, los medios se plagaron de noticias sobre lo sucedido y algunos funcionarios hablaron de forma pública sobre el caso. Juan Aníbal Viaggio, subsecretario de Políticas de Salud y Tecnología Médica, aseguró que Alejandro había ingresado al hospital con meningitis. Susana Abelleira, subsecretaria de Salud de San Isidro, sostuvo la hipótesis de un accidente de tránsito. Las dos, versiones desestimadas por la investigación.
“Para mí, Alejandro entró a la guardia del hospital, no lo atendieron como correspondía, lo dejaron ahí y cuando se dieron cuenta que estaba mal -porque había pasado un montón de tiempo sin que lo atiendan-, convulsionó. Se quedó sin oxígeno en el cerebro, ocho minutos sin oxígeno. Eso es prácticamente equivalente a una muerte cerebral. Y cuando se avivan de eso, hacen un desastre atrás de otro para atenderlo y le provocan todo ese daño irreparable en su cuerpo”, sostiene Mariano.
Un “dandy absoluto”
El documental termina con el recuerdo de quien fue Alejandro en vida. “Le gustaba actuar. Pero poquito”, dice su hermano y sonríe por primera vez. “No quería ir a laburar 40 días a un rodaje. Entonces hacía unas participaciones chiquitas, explosivas, unos personajes muy graciosos”, agrega. En ese momento, aparece su trabajo en El artista, la primera película de la exitosa dupla y sus habilidades quedan al descubierto. También se ven los dibujos con los que ilustró los créditos de El hombre de al lado.
“Ale era un dandy absoluto. Fuera un almuerzo de domingo o una boda, él iba recontra bien vestido, siempre con muy buen gusto. Yo creo que eso tiene que ver también con su oficio. Realmente era alguien que donde llegaba llamaba la atención”, cuenta Margarita García Robayo, escritora y amiga de Alejandro. “Era fanático de la televisión, era fanático de la radio. Sabía de la tele más que nadie”, recuerda Fernando Casas, otro compañero de la vida de Cohn.
Además de la tele, a Alejandro le gustaba Michael Jackson -a quien dibujó en todas sus facetas- los juguetes retro y la pilcha, objetos que aún se encuentran intactos en el departamento en el que vivió hasta el día de su muerte. También tenía un perro, Paco, que lo sobrevivió. “Me cuesta mucho aceptarlo, no puedo hablarlo en tiempo pasado. Él es. Es Ale. Y está, pero sé que está muerto”, dice Mariano parado en el living de la casa de su hermano. Tras un largo silencio y una tristeza infinita, agrega: “Y contra eso... no hay nada que hacer”.
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