Mariana Fabbiani: un recorrido desde los inicios de su carrera, la relación con su abuelo y cómo se toma la presión de las redes
El ciclo LA NACION + Cerca Protagonistas con Pablo Sirvén contó esta semana con una distendida charla con Mariana Fabbiani; te mostramos el backstage de la entrevista y lo que nos contó la conductora de su gran presente
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Llegó a LA NACION directo desde el canal América, en cuanto terminó DDM, el nuevo ciclo de su reconocido programa. “Quiero cambiarme porque la entrevista lo merece. No puedo aparecer igual que en el programa. Siempre hay que dejarlo todo”, le dice Mariana Fabbiani a Pablo Sirvén, con su característica sonrisa de oreja a oreja.
Una persona le indica dónde está el camarín y sus acompañantes entran con ella apurados. Luego de unos 20 minutos la puerta se abre y se la puede ver aún sentada frente al espejo mientras le dan los últimos retoques de maquillaje y la vestuarista le hace los últimos arreglos. Se levanta sonriente indicando que ya está lista y con muchas ganas de charlar con Pablo Sirvén.
Mientras camina por los pasillos de la redacción hasta llegar al estudio de LA NACION +Cerca, Protagonistas se escuchan sus tacos y su risa tan particular. Durante la entrevista, Fabbiani y Sirvén mantienen una charla amena y animada, en la que repasan toda la carrera de la invitada. ¿Si se siente artista? La respuesta es contundente: “Artista es una palabra grande, pero me siento más artista que periodista”, reconoce ella. Sin embargo, hoy hace una gran labor periodística al frente de su programa, aunque Mariana dice que el periodismo se asocia más a la última etapa de su trabajo. “Cuando me preguntan siempre digo que hice la carrera de periodismo mientras estaba al aire”, señala.
La docuserie que realizó Fabbiani en los últimos dos años aún no vio la luz, pero adelanto algo de su contenido. “Allí abordamos temas que nos interpelan a través de la moda. Temas que me generan preguntas. Estuvimos trabajando durante dos años, pero aún no salió al aire. Me encantó hacerlo, aprendí mucho. Me gusta aprender cosas nuevas e incluso empecé a escribir”, dice con el entusiasmo que la caracteriza.
Después del tiempo que estuvo ausente de la pantalla, Fabbiani hace unos días estrenó la nueva temporada de su ciclo DDM. “Volví pidiéndole menos a la tele. Me di cuenta este tiempo fuera del aire que había una vida más allá de la televisión”, dice la conductora con total sinceridad.
Tanto es así que prefiere no conocer el minuto a minuto del rating. “Te hace perder la conexión con lo que estás haciendo. La competencia que tengo es conmigo misma. Por otro lado, DDM ya tiene su identidad. Lo que más me interesa es abordar notas a las que tal vez no se apostarían de entrada, televisivamente hablando, o que no son mediáticas. Quiero que nuestro programa marque agenda”, sostiene convencida, esta vez sin sonreír. No quiere que queden dudas.
Pero más allá de toda su experiencia como conductora y periodista la actriz aún está ahí, dentro de Fabbiani, esperando para entrar en escena. “Me formé para ser actriz. No tenía pensado ser ni conductora, ni periodista. Quería ser actriz dramática. Y mi profesor de teatro de ese momento me dijo que servía para el humor. Yo sentí que lo que me había querido decir era que no era tan buena. Pero después me di cuenta de lo difícil que es hacer reír. Y siento, efectivamente, que soy mejor para la comedia. Me gusta reírme y hacer reír”, reconoce. Tantas ganas tiene de mostrar su lado actoral que sostiene que tiene muchas ganas de hacer ficción.
La charla entre Sirvén y Fabbiani continúa amena, cálida, donde las risas son moneda corriente. La conductora habla sobre su posición ante el fracaso, sobre su trabajo en el exterior y, por supuesto, sobre el videoclip que hizo con Luis Miguel. Por cierto, revela una interesante anécdota al respecto.
Se emociona hasta las lágrimas cuando ve el video en el que aparecieron sus abuelos, su tío, su primo y su mamá. Muy bajito, casi como hablándose a sí misma, comentaba cada escena que miraba. “Siempre me emociono cuando veo al abuelo. La relación que tuve con él fue hermosa, porque era muy lúdico. Era como un niño”, asegura mientras se seca las lágrimas que brotan de sus ojos. También recuerda el duro golpe que fue para su familia el fallecimiento de su tío, a los 38 años y la hermosa relación que tenían sus abuelos.
Antes de terminar la entrevista se refiere a los nuevos desafíos y a las exigencias del público actual. “No podés equivocarte porque hay temas que son cada vez más sensibles. Hay que aprender a expresarse porque se puede ofender al otro. Tenemos que deconstruirnos, incluso los comunicadores, para aprender a hablar de cosas que al otro le ofenden. Eso para mí también es un aprendizaje permanente”, sostiene la conductora de DDM.
“Pasaron ocho temporadas desde aquella primera edición de DDM. ¿Qué le diría a la Mariana del primer ciclo?”, quiere saber Sirvén. “Que estuvo bien. La Mariana de la temporada uno estaba con muchos miedos. Le diría que atravesó muy bien la tempestad”, responde ella con orgullo y con una gran sonrisa.
Antes de terminar la entrevista, la conductora habla sobre la importancia que le adjudica a las redes sociales. “Son un indicador más. Si estuviera pendiente de las redes no podría hacer el programa. No dejo que las redes me condicionen”, asegura.
Sobre el rating es también contundente y se pone seria. “Para mí no vale todo por el rating ni por el ‘qué dirán’. Quiero llegar a mi casa y sentir que lo que hice es coherente con lo que pienso, con lo que hago. Ahí está mi credibilidad y el ejemplo para mis hijos. Tengo el límite clarísimo. Si empieza a suceder esto me voy a mi casa feliz”, finaliza.
Las cámaras se apagan pero la charla sigue. Fabbiani y Sirvén continúan hablando como dos amigos que se encuentran después de mucho tiempo. “Hoy estoy buscando la calma y la encuentro en mi familia y en los momentos cotidianos”, asegura. Le sacan el micrófono y camina hacia la otra escenografía para hacer algunas tomas fotográficas. Posa y sonríe mientras trata de seguir conversando con Sirvén.
Ella no está apurada. Se toma el tiempo necesario para cumplir con todos los pedidos que le hacen sus asesores y la producción del programa. Cuando termina con todo saluda a cada uno de los presentes. Se vuelve a cambiar y sale rápido. Mariana quiere encontrarse con su familia que la espera en su casa y que es, según sus propias palabras, la calma que tanto desea en este momento de su vida.
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