María Fernanda Callejón, sobre las polémicas "maquinitas": "No voy a dejar que nadie me involucre en una red de estafa"
"Me he tenido que bancar que mucha gente me dijera estafadora y la frase: ‘no te da vergüenza’. ¡Vergüenza es robar, señores! Esa es vergüenza. Yo hago esto desde mi humilde lugar y tengo todo el derecho del mundo a utilizar mi imagen como quiero, y también es parte de mi trabajo", explica María Fernanda Callejón sobre el cuestionado sistema de ventas de la "milagrosa" maquina para el cuidado de la piel. La actriz, que promociona los productos de la empresa Nu Skin desde su cuenta de Instagram, habló con LA NACIÓN para contar su experiencia.
-¿Cómo llegaste a la empresa?
-Me sumé a principios de éste año, después de mucha insistencia y de solicitudes que me llagaban en forma privada a mi cuenta de Instagram, ofreciéndome de todas las formas posibles la oportunidad de generar más dinero. La verdad es que nunca le di mayor importancia hasta que me reencontré con una amiga de años, Andy Sanzo, que es jefa de maquillaje de muchísimas ficciones argentinas, muy prestigiosa, que ha ganado premios. Compartimos muchas ficciones, entre ellas Un gallo para un esculapio. La quiero y la respeto mucho. Cuando me la reencontré, me hizo la propuesta de sumarme a Nu Skin de una manera muy auténtica, probando los productos. Le dije que sí porque me daba mucha curiosidad probar la corporal y la lumiSpa, que son las dos maquinitas que más se ven en las redes.
-¿Y qué pasó?
-Me llevó los productos y yo elegí comprarlos, porque quería usarlos, probarlos y si me parecía bien, los recomendaba a través de mis historias de Instagram. Tengo muchos tips de belleza, soy muy activa en esa red y tengo casi un millón de mujeres que me siguen, en su mayoría de 35 años en adelante. Me pareció bien. Vino a casa, me explicó todo y tuvimos una reunión por zoom con toda la empresa.
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- ¿Y nunca te hizo ruido la propuesta?
-En absoluto. Hace tres años que Andy trabaja ahí y nunca tuvo problemas, y para mi es una garantía porque la admiro como profesional y sabe mucho sobre la piel. La empresa tiene su cuenta abierta al público y se puede ver todo. Andy me dijo que podía sumarme como imagen desde mis redes o bien formar equipos de venta. Me pareció muy bueno que sea de uso domiciliario porque yo hago mucho deporte, entreno todos los días, me gustan los hábitos saludables, cuido mi estética, y voy a esteticistas. Al principio no tenía mucho tiempo de usar la maquinita, pero la pandemia y la cuarentena hicieron que empezara a usarla. Vi que daba buenos resultados aunque sabemos que nada es mágico: todo es un todo, desde la buena alimentación a la constancia, los hábitos saludables, la estética no invasiva. Los resultados se ven. Y ahí empecé a promocionarla en las redes.
-¿Y a ganar dinero?
-Sí. Andy me dijo que si quería comisionar podía hacerlo a través de una cuenta, que es como una especie de cápsula. Y me pareció genuino acercarle a la gente la posibilidad de tener una estética en su casa. Hay que hacer una inversión porque es una empresa americana, los productos son importados y son un tanto costosos. Pero el que tiene acceso a comprarlo no está siendo estafado en lo más mínimo porque el producto lo vale y podés tener tu spa en tu casa.
-¿Y cuánto cuestan los productos?
-La verdad que no sé de precios porque la cuenta me la maneja Andy. Decía que abrí esa cuenta (@fenyvital) para generar equipos, porque así se maneja la empresa. Es una cuenta privada pero pedís entrar y te hace una atención personalizada la misma Andy, que es mi socia o "la madre", como le dicen en la jerga de la empresa. Conozco esa forma de venta americana desde hace mil años, y es la misma que utilizan empresas de ollas, cosméticos. Te puede gustar o no el sistema, pero es abierto, cualquiera puede investigar, cotiza en la bolsa de Nueva York desde hace más de veinte años. Nunca escuché una queja de estafa ni que le haya arruinado la cara a nadie. De última, no hace nada, pero no le hace mal a nadie. En realidad, si sabes utilizar el aparato, da buenos resultados. Supe que podía formar equipos para ayudar a otras mujeres a que tengan sus propios emprendimientos, sin obligarlas a invertir dinero.
-Se lo compara con el Telar de la Abundancia, una forma de estafa, ¿qué pensas?
-Esto nada tiene que ver con el Telar de la Abundancia, como están diciendo. Había que poner muchísimo dinero en dólares, la vuelta giraba y giraba y había gente que no ganaba nunca. Acá nadie te obliga a comprar los productos, vos podes generar tus propias ventas y la empresa te paga y está todo en blanco. Mi experiencia es altamente positiva, y sobre todo guiada de la mano de Andy, que es mi socia y compañera y a quien le tengo confianza y afecto.
-¿Por qué crees, entonces, que dicen que es una estafa?
-Todo lo que se está diciendo, creo yo, tiene que ver con una gran campaña contra la marca porque han salido con los tapones de punta en todos los medios a confundir a la gente. Hablan de una estafa pero nadie puede comprobar que ha sido estafado. Dicen que la empresa tiene juicios y millones de empresas tienen juicios por diversos motivos. He escuchado al jefe de control de calidad decir que nunca tuvo una denuncia. Dicen que hay una dermatóloga que hizo una denuncia pero nadie sabe quién es, ni siquiera cómo se llama. Desde mi humilde interpretación, creo que hay una campaña de desprestigio hacia la marca debido al gran furor en las redes, que agotaron los aparatos como el lumiSpa. Cuando los medios empezaron a hablar de estafa y de aprovecharse del dinero de la gente, me sentí tocada porque todo el mundo me ve utilizar las maquinistas y recomendarlas.
-¿Te enojó?
-Es que yo no estafo a la gente bajo ningún punto de vista y todo lo que recomiendo primero lo chequeo, y me aseguro que no sea nocivo. Tengo mucho respeto a mis seguidoras, y mucha responsabilidad y no voy a permitir que nadie me involucre en una red de estafa, y menos sabiendo que nadie está dando un testimonio certero ni con un argumento sustentable que corrobore que esto es realmente una estafa. Son todos supuestos de supuestos. Hay gente que quizá se sintió tocada porque no ha llegado a generar lo que la empresa desea, porque hay formas de ganar a través de puntos y puntajes. Yo no hago eso, sino que trabajo a través de mi imagen, recomendando la marca, y quienes quieren comprar los productos que uso pueden hacerlo a través de mi cuenta y de la cuenta de mi socia, que va directamente a la empresa. Me pagan en blanco y facturando y todo es legal. Entonces me molesta muchísimo que coarten la salida laboral de mucha gente y que ensucien el trabajo de muchísimas familias y de mujeres jefas de familia que le dan de comer a sus hijos con esta forma de trabajo y hoy se ven damnificadas. Puede ser que algunas personas no hayan tenido buena experiencia porque cuando hablamos de venta independiente, cada uno tiene la responsabilidad de lo que genera. Lo lamento pero doy la cara y cuento mi experiencia. Qué hay detrás de este desprestigio, no lo sé y quisiera saberlo. Ojala se clarifique en breve, y que la empresa tome cartas en el asunto.
-Cambiando de tema, ¿cómo llevan la cuarentena con tu marido y tu hija?
-Bien, en familia con mi marido Ricky Diotto y nuestra hija, Giovanna. Se hace largo y los días son difíciles. Mi hija tiene cuatro años y me reflejo en un montón de mamás que la están pasando mal. No es fácil entender qué está pasando, es muy apocalíptico. Le pongo onda y lo damos todo en casa, con nuevos hábitos, y todos los cuidados de protocolo, pero también es cierto que vamos aprendiendo día a día, que no sabemos el comportamiento de este virus. Estuvimos 60 días cumpliendo la cuarentena, a rajatabla. Luego se empezaron a flexibilizar algunas cuestiones y mi marido, que es odontólogo, empezó a trabajar. Aplaudimos a los trabajadores de la salud que están en primera línea, salvando vidas, y es impactante verlos vestidos como si fueran astronautas. Pero cuando lo vi a mi marido en las mismas condiciones fue mucho más duro aún. Lloré mucho a escondidas de mi hija, muy preocupada hasta el día de hoy, porque mi marido tiene que atender a las personas muy cerca. Si bien está en dos empresas que lo cuidan mucho, mucho tiene que ver también con el propio protocolo de bioseguridad de cada persona. Así que estoy prendiendo velas, rezando mucho, porque soy muy creyente. Y poniéndole la mejor energía, acompañando a mi hija muy lúdicamente. Gio se la está bancando muy bien, pero también está cansada como todos. Y nos quedamos en casa.
-Cuando se declaró la cuarentena decidiste no hacer Polémica en el bar, programa de América al que te acababas de sumar. Sin embargo, volviste en estos días. ¿Por qué?
-Esta pandemia nos pega a todos por igual en lo económico. Me considero una privilegiada porque hay gente que la está pasando muy mal, yo por suerte tengo un patio, vivo en un bario privado y tengo una casita que me costó mucho. Con esfuerzo elegimos este proyecto familiar para darle una mejor vida a Gio. Nos metimos un crédito UVA y si bien los dos trabajamos mucho, en algún momento la plata se termina. Teníamos nuestros ahorros y hay prioridades. Yo no lo voté, pero me gusta mucho cómo Alberto Fernández encaró esto. Por otro lado, también es cierto que el Estado no puede con todo. Los créditos se han flexibilizado muy poco y nosotros hacemos malabares, como todos. Volví a la televisión después de mucho tiempo y con un formato que no es el que acostumbro. Quería volver con una ficción pero debido a la escasez, aproveché la oportunidad que me dieron Gustavo Sofovich, América y Mariano Iúdica. Estuve un año pensando qué si y qué no. No soy opinóloga ni panelista ni quiero serlo pero como me invitaron a participar a la mesa de Polémica en el bar como mujer, como ciudadana, como profesional, como mamá, me pareció piola.
-¿Y qué pasó?
-Empecé con muchas ganas, pero a las dos semanas se declaró la pandemia y me dio mucho miedo porque no se sabía nada del comportamiento del virus ni de qué iba a pasar en nuestro país. Entonces decidí cuidarme por mi familia, por mi hija y por los otros también. Gracias a Dios, Polémica en el bar me cuidó mi silla durante 60 días, y empezamos a hablar con la producción para volver despacito. Lo cierto es que necesito trabajar y hay que pagar expensas, impuestos. Sé que hay buenos protocolos de bioseguridad, y volví. Me preparo mucho, y con mucho estrés también, cada vez que voy al programa. Fue una decisión familiar y por eso volví a trabajar, sin tenerle miedo al virus pero sí respeto. Voy de casa al trabajo y del trabajo a casa. Llego al canal peinada y maquillada, y me preparo en casa. Hasta aprendí a teñirme sola, que no estaba acostumbrada. Ojala todos podamos volver porque en el fondo, por más que le pongamos todo y más, es un panorama muy triste. El mundo ha cambiado mucho. Ojala esto nos dé más fortaleza y podamos entender para qué nos pasa todo esto. Extraño mucho a los seres queridos, intento generar nuevos trabajos a través de la virtualidad, acompañando esta transición a este nuevo mundo que nos presenta la pandemia.
-¿Tenes proyectos?
-Me convocaron para hacer una ficción sobre un femicidio en plena pandemia, el de Jésica Minaglia, en Santa Cruz. Y voy a interpretar a la mamá, y Florencia Otero a Jésica. Me interesa seguir visibilizando la violencia de género. Estoy muy orgullosa de encarar este nuevo personaje que, si todo sale bien, filmamos en octubre con la producción de Walter Minaglia, que es el tío de Jésica y un productor al conozco desde hace muchos años. El femicidio es una causa que me compromete.
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