La actriz, que vuelve al cine y a la ficción, repasa sus inicios, habla de los obstáculos que atravesó y de su relación con Ricardo Fort; además se muestra muy feliz por la familia que logró tener y que tanto le costó construir
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Dice María Fernanda Callejón que tuvo una pandemia próspera siendo parte de la mesa de Polémica en el bar (América) y luego participando del reality Corte y confección (eltrece), en el que se consagró subcampeona. Ahora disfruta del estreno de la película de Nicolás Tete, Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet, y se prepara para sumarse a la flamante ficción de eltrece, La 1-5/18 Somos uno. Sin embargo también pasó por momentos difíciles cuando se intoxicó por inhalar monóxido de carbono junto a su familia, y además se contagió de Covid-19 y estuvo a punto de ser internada. “Tuvimos otra oportunidad como familia”, se convence la actriz. “Es un capítulo olvidable, un trago amargo y quiero pasar la página porque soy así, no me regodeo en lo que pudo haber pasado. Pasó y le sucede a mucha gente porque el monóxido es un asesino silencioso y sé que hay mucho por hacer por parte del Estado y sé que en el Conicet están trabajando en proyectos. Tuvimos un final feliz, gracias a Dios, y transformamos lo sucedido. La pasamos mal, pero estamos bien”, confiesa Callejón a LA NACION. Además habla sobre los tiempos en que fue sex symbol, sobre los prejuicios, sobre su relación con Ricardo Fort y su actual vínculo con su marido, Ricky Diotto, con quien tuvo a su tan deseada hija Giovanna.
-Es importante poder transformar una vivencia fea en algo positivo.
-Claro, porque es una señal más para entender que hay que vivir genuinamente el día a día, disfrutar de las cosas simples y lindas que te suceden. Me pasó de todo, pero fue una pandemia próspera. Aunque no hice ficción, me descubrí en otros espacios que estuvieron muy buenos y fueron de mucho aprendizaje. La convocatoria a ser parte de la mesa de Polémica en el bar fue buena y pude mostrarme como soy. Y Corte y confección fue un reality que disfruté atravesar porque tiene mucho que ver con mi infancia, con mi madre que era modista. Pude resignificar y sanar muchas cosas.
-La película Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet se grabó en pandemia?
-No, filmamos en 2019, en 15 días, y en la casa donde creció el director y donde aún viven sus padres, en Villa Mercedes, San Luis. Es una película de cine independiente y sabemos lo que cuesta para un cineasta tan joven hacer esto, aunque ya tiene su recorrido. Desalojamos por unos días a sus padres y a sus hermanos y estuvo bueno porque lo autorreferencial de la historia de Nicolás Tete fue el disparador. Es una película entrañable en la que interpreto a la mamá de Manuel, Clara. Lo que intento, cada vez que abordo un personaje, es no juzgarlo pero fue un gran desafío contar la historia de la diversidad gay desde el punto de vista de una mamá tan diferente a la que soy.
-Nos creemos deconstruidos pero todavía tenemos un largo camino por recorrer, ¿lo creés así?
-Totalmente. Hemos recorrido un largo camino y mucha gente luchó, pero todavía estamos hablando de la diversidad y falta mucho más camino por recorrer y mucha deconstrucción de las familias también. Lo interesante de esta historia es que está contada desde el seno familiar porque en general se aborda desde la hostilidad y el odio, pero acá hay mucho amor, y frente a lo que les sucede a sus hijos, esos padres priorizan la mirada del otro, el qué dirán, que claramente es un mandato cultural. Hoy tenemos que abrir los corazones y acompañar a nuestros hijos.
-Decías que sos una mamá muy distinta a la del personaje...
-Sí. Construir el personaje fue difícil, pero muy revelador. Es lejano a mi línea de pensamiento porque para mí la diversidad es normal, la incorporé sin prejuicios porque los hubo sobre mí. Sin embargo, elaborar este personaje me hizo profundizar más. La película te identifica desde varios puntos de vista, y espiás lo que viven en la familia, que hacen todo desde el amor porque no hay un libro que te diga cómo ser padres. Gracias a la pandemia, la película hizo un lindo recorrido por algunos festivales y obtuvo varios premios también. Se estrenó en el cine Gaumont y hoy puede verse en la plataforma Cine.ar
-Fuiste vedette, hiciste tapas de Playboy y rompiste muchos prejuicios, también con la maternidad. ¿Cómo se vivía en tu familia?
-Tuve la bendición de tener el acompañamiento de mis padres, más de mi madre que de mi padre, obviamente, porque era muy celoso, con dos hijas que eran una bomba y querían cumplir sus sueños. Quizá nos exponíamos demasiado en un momento en el que el destape todavía no existía. Yo siempre lo viví naturalmente, padecí el prejuicio pero no lo sufrí ni me regodeé, ni permití que eso me cambiara mi horizonte o mi búsqueda. Me formé en un centro cultural muy pequeño en Villa Carlos Paz y vine a Buenos Aires a estudiar con Agustín Alezzo. Era bailarina, pero mi deseo era ser actriz, pero ser vedette durante 15 años fue una casualidad de la que jamás reniego porque formarme en las tablas me construyó como artista.
-¿Cómo viviste ser vedette?
-Lo viví naturalmente, pero también me daba cuenta lo que generaba y si en ese momento hubieran existido las redes sociales no sé si me lo hubiese bancado porque siempre juzgan todo. Einstein decía que era ‘mucho más fácil disolver un átomo que un prejuicio’ y siempre cito esa frase porque pasarán más de mil años y seguirá sucediendo. En mi caso me apoyaron mucho mis padres y siempre me sostuve con mi polenta y mis convicciones y lo atravesé. Y hasta el día de hoy me gusta contarlo porque es parte de quién soy. Los sueños se cumplen si tenés una meta, aunque vayas contra el mundo y si no le hacés mal a nadie, entonces por qué no avanzar y romper con los paradigmas y los mandatos sociales. No hay que comerse el prejuicio del otro.
-¿Era una presión ser un sex symbol y estar siempre espléndida?
-No lo viví así durante esa etapa de mi vida ni tampoco ahora. Soy coqueta y me gusta cuidarme por mí y para estar bien para mi hija. Amo la vida y después todo se refleja, más allá de tener una genética que me ayuda. No vivo pendiente de cómo me veo y si lo hice en algún momento fue porque trabajo con mi imagen. Hoy me interesa sentirme bien y tener una buena calidad de vida, sobre todo por mi hija. Como saludable y variado, tengo una rutina de entrenamiento de toda la vida y siempre hice deportes. Giovanna acaba de cumplir 6 años y tiene una energía increíble y yo tengo que poder seguirla.
-Tu hija fue muy deseada, ¿qué pensás hoy de esa búsqueda incansable?
-Me siento bendecida y estoy agradecida. La tuve contra todos los pronósticos como muchas mamas. La deseé toda mi vida, nunca bajé los brazos y la disfruto todos los días, la miro, la abrazo y pienso que vale la pena luchar por los deseos genuinos. Hay que creer en uno mismo, en que se puede y llevo eso a todos los aspectos de la vida. Los milagros existen y me sucedió. Todos nos merecemos un milagro, yo lo tuve y estoy feliz. Busqué la maternidad y me atraviesa y me hace un ser responsable, una mamá presente y pongo todo el amor a mi vínculo con mi hija. Creo estar yendo por buen camino. Soy mamá full time aunque tengo a Marisa, una mujer que bien podría ser mi hermana y que me ayuda cuando yo tengo mucho trabajo. Por mi historia, no quiero que la cuide una niñera sino yo. Obviamente a veces no puedo, como toda mama.
-Alguna vez dijiste que querías otro hijo, ¿seguís en la búsqueda?
-Ya no porque no hay posibilidad. La única que tengo es hacerme una fertilización asistida y la ley no lo permite porque es hasta los 52 años y ya los pasé. Lo evaluamos con mi marido, obviamente. Me costó tanto tener a Gio y atravesé tantos tratamientos. La busqué media vida porque perdí mi primer embarazo a los 18 años y después perdí otros dos. Quedaba embarazada, pero no podía avanzar y años más tarde descubrí que tenía trombofilia y pasé por muchas cosas muy riesgosas. En ese momento no tenía a Giovanna, pero hoy ella está y no quiero atravesar todo eso con mi hija porque no me parece responsable de mi parte. Hay que aceptar la historia que le toca: es hija única, la atesoro, la abrazo y la acepto. Muchas veces aparece la pregunta retórica de la sociedad: “cómo no le vas a dar un hermanito” o “para cuándo el varoncito”. Y me tiene sin cuidado lo que piense el otro, uno tiene que hacer lo que puede con lo que se le presenta. Entiendo que preguntan desde el amor y no se dan cuenta el daño y la presión que le meten al otro. Son preguntas sensibles que se hacen amorosamente pero bueno... es así.
-Tu marido, Ricky Diotto, ¿también es papá full time?
-Claro. Con Ricky somos un equipo y nos amamos. Todo está súper hablado porque los dos trabajamos mucho. Por suerte Gio pudo incorporarse a su primer año de doble escolaridad y tiene actividades con su papá, conmigo, juntos como familia. Ricky es odontólogo y músico y a Gio le encanta cantar y la música los encuentra.
-Hace unos días contaste que tuviste relaciones sexuales con Ricardo Fort y te criticaron mucho, ¿te arrepentiste de dar a conocer esa intimidad?
-Soy una mina muy honesta, sobre todo conmigo, y siempre lo fui. No pensaba contarlo pero me preguntaron y me salió porque no tengo filtros, aunque soy cuidadosa con lo que comunico. Fuimos muy amigos con Ricardo y es verdad, tuvimos sexo, y solamente él y yo sabemos el vínculo que teníamos. No me daba mentir porque no soy careta.
-¿Qué otros proyectos tenés?
-A mediados de septiembre me incorporo a La 1-5/18 Somos uno y estoy muy contenta porque es un personaje hermoso, que estoy investigando. No puedo spoilear, pero es tremendo. Me tiene muy ilusionada volver a la ficción y en esta reinvención de una productora como Polka. Tengo otros proyectos en otras plataformas también y proyectos para el verano que todavía están verdes. Como fui la subcampeona de Corte y confección, voy a lanzar mis propios diseños, en los que estoy trabajando ya. Voy a expresar toda esa creatividad.
-Parafraseando el título de la película, ¿tenés un muerto en el placard?
-Debo tener, pero no me acuerdo (risas). Lo único que puedo decir es que no meto basura bajo la alfombra, sino que barro, espolvoreo y que vuele.
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