María Carámbula: en qué anda ahora, sus sueños de vedette y por qué sufre aun hoy la muerte de su famoso padre
La actriz, que está fascinada con el mundo del teatro y ahora regresa con una obra de Patricia Palmer, habló con LA NACION sobre su presente, su familia y los agridulces momentos que atravesó, tras la pandemia
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Hace tiempo que no se sabe mucho de ella. En los últimos años el mundo del teatro fue lo que más la atrajo de su oficio, quizá por eso estuvo muchas más veces sobre el escenario que frente a las cámaras de televisión. María Carámbula es una de las protagonistas de la comedia Mujeres que cocinan con huevos y está lista para volver a pisar las tablas, tras el impasse obligatorio que impuso la pandemia, una época en donde atravesó momentos felices como el nacimiento de su nieto Alfonso, pero también dolorosos por la muerte de su mamá Charo Semblat. En una charla con LA NACION, habló de todo esto y, por supuesto, de su recordado padre Berugo.
-¿Cómo vivís este regreso al teatro?
-En la pandemia me preguntaba si alguna vez iba a volver a actuar, si podría aprenderme otra vez un guion porque no tenía concentración ni para leer un libro. Finalmente pude porque es como andar en bici (risas). Me llegó el texto de Mujeres que cocinan con huevos y me pareció alucinante. Patricia Palmer escribió la obra y la dirige. Ella es muy amorosa, pero a la vez muy firme. Es un placer estar ahí. La obra está buenísima, trata sobre cuatro amigas que se conocen en un curso de cocina y son muy distintas. Hay mucho humor, se habla de todo lo que hablamos las mujeres, pero hay un secreto oscuro que la hace todavía más atractiva. En mayo empezamos una gira por todo el país y me encanta porque es un gran motor, siempre en salas nuevas y la gente te recibe con mucho amor. Ahora estamos en el Teatro Picadilly los viernes y los sábados y después en abril solamente los viernes, a las 21.45. Después nos vamos a hacer una gira.
-Es un elenco femenino y siempre está el mito o el prejuicio de cómo es la relación de trabajo, ustedes, ¿cómo se llevan?
-Es hermoso que seamos todas mujeres en este momento del mundo. Trabajé mucho con elencos femeninos: en Menopausia éramos 5 mujeres y el elenco fue rotando y después hice Derechas y éramos 11 mujeres. Siempre fue una fiesta y nos fue genial. Hay un mito es verdad, pero en mi caso siempre tuve relaciones hermosas con mis compañeras. Con Victoria Carreras, Luciana Cárpena y Lorena Acuña decimos que somos la Palmereta (por Patricia Palmer, la directora) como la Scaloneta de la Selección (risas) porque somos un gran equipo.
-¿También se pasan recetas?
-Cero. Todas saben cocinar, creo que la única que no sabe soy yo. Se habla de hombres, de sexo y de todo lo que hablamos en el escenario, pero sin guion. El mundo del teatro es hermoso, es mágico y pasa algo ahí que te cura de todos los males.
-Es cierto, entones, que el teatro sana...
-Totalmente. Parece una frase hecha, pero de verdad es mágico. Hay una ceremonia que amo, nos maquillamos, nos cambiamos, conversamos. Me gusta mucho hacer teatro y de verdad es sanador. Te subís al escenario y se te pasa todo, lo percibo y lo valoro. Es un mundo paralelo.
-Hiciste más tele que teatro a lo largo de tu carrera, sobre todo en los primeros años... ¿Fue casualidad?
-Sí, debuté muy arriba con Risas en el piso 23, una obra de Neil Simon en el ex Teatro Lorange, que ahora es el Apolo, con Carlín Calvo, Alejandra Da Passano y Norman Erlich. Tenía 24 años. Después aparecieron muchas propuestas de televisión. No sé, se dio de esa manera, pero es verdad que hice más tele que teatro.
-Tenías 24 cuando debutaste, ¿a qué te dedicabas antes?
-Fui mamá muy chica, a los 18 años, y deseante además porque Catalina fue muy buscada. A los 14 ya había empezado a estudiar teatro con María Vanner y, en realidad, debuté con mi viejo en su programa Todo al 9, en Canal 9, a los 20. De ahí me empezaron a llamar. No me imaginé nunca hacer otra cosa. De chiquita quería ser vedette, también psiquiatra.
-No te gusta hablar de tu vida privada, ¿cómo manejás la popularidad?
-Es un tema de terapia. Ahora ya no, pero no es que me curé. Me cuesta muchísimo hablar de mí. No me gusta verme en las revistas, que hablan de mí. Yo creo que puede haber un equilibrio: que hablen de vos, pero sin mostrar la ecografía de útero (risas). Algo intermedio. Si estás en la tele te abordan más, en cambio haciendo teatro es diferente. Mis compañeras de la obra se ríen porque mi personaje, Pola, usa escotes y tacos, y una peluca carré, de color rojo. En mi vida jamás usé escotes y tampoco tacos.
-Sos la antidiva...
-(Risas). Sí, pero me gusta estar bien, linda y cómoda.
-¿Te gustaría volver a trabajar en televisión o hacer cine?
-Sí, pero la verdad me da un poco de fiaca. Hice solamente cuatro películas y el ritmo de trabajo es particular: hacés la escena 13 y después la 1 y es difícil la espera. Entiendo que la película es del director y mi teoría es que hay que hacer más de seis películas para entender de qué va. Hablo con Cecilia Roth o Mercedes Morán, que hicieron muchas películas y aman hacer cine. Me gustaron las películas que hice, la pasé bien, pero tiene que ver con el proceso de trabajo, que no le cazo la vuelta. Me gusta el teatro porque la respuesta es inmediata y no te editan. Es una adrenalina que está buena. Y me gustaría hacer series. Me encanta laburar en la tele porque tiene algo muy familiar. Estás nueve meses grabando con un esquipo, te hacés amigos. Lo último que hice fue hace mucho, El donante, con Rafa Ferro, Carlos Belloso y Muriel Santana. Antes Femenino/masculino, con Fernán Miras y el Puma Goity. Fueron dos proyectos hermosos que estuvieron a destiempo porque estaban buenísimos y no les fue bien. Estoy abierta a proyectos.
-Tuviste varios períodos sin trabajar, ¿qué hacés en esos momentos?
-Me como los ahorros (risas). Vengo de una familia de artistas. Mi mamá, Charito Semblat, era una gran cantante que empezó antes que papá en Telecataplum, en Uruguay. Estaba con mi madrina que es Gabriela Acher y Henny Trailles, y papá tocaba el contrabajo en la banda del programa, en vivo, y tenía esas caritas que daban risa y lo metieron a actuar. Se enamoraron, se casaron y mi mamá dejó todo. Era preciosa y tenía mucho sentido del humor, buena comediante. No la llegué a ver, pero me lo cuenta mi madrina.
-Vos no seguiste ese mandato de dejar todo cuando fuiste madre...
-No podría. De todas maneras, a veces ellos hacían espectáculos juntos, estaban mucho en el teatro de la Cova. Papá tocaba y ella cantaba.
-En pandemia fuiste abuela (su hija Catalina es pareja del actor Nicolás Pauls), ¿cómo fue la experiencia?
-En la pandemia fui abuela y es lo mejor que me pasó en la vida. Alfonso nació el 27 de mayo de 2020, en el peor momento cuando tenías que pedir permiso para todo. Fue bravo, pero fue todo con felicidad. Soy de las que mira siempre el vaso medio lleno. Lo conocí a los cuatro días, en el cumpleaños de mi hija. No se podía ir al sanatorio y también me parece genial que los padres estén con el bebé esas primeras horas, no quería invadir ese espacio, hubiera sido así con o sin pandemia.
-¿Y cómo es tu relación con Alfonso?
-Siempre decía que quería tener un nieto y superó las expectativas. Es como la mamushka del amor, la veo a ella con su bebé y me rompe la cabeza amarlos tanto. Le digo a todo que sí, le pertenezco (risas). Muchas veces se queda en casa, lo disfruto un montón.
-La llegada de tu nieto debe haber cambiado la dinámica familiar, ¿qué dice tu hijo Vito?
-Vito vive conmigo y con su papá (Pablo Rago), mitad y mitad. Él también está loco de amor con el sobrino. ¡Lo que se aman! Ya tiene 20. Alfonso movilizó a toda la familia.
-En estos años también murió tu mamá, Charo Semblat...
-Mi mamá murió el año pasado de Covid, se lo contagió en el sanatorio porque la habían operado de la cadera y un mes después falleció mi tío, también de Covid. Fue muy movilizante lo que sucedió en estos tres últimos años.
-Tu papá falleció hace siete años y todavía te conmovés cuando lo recordás...
-Mucho. A veces me pregunto cuándo se me va a pasar. No puedo participar de homenajes ni leo las notas que hacen sobre él porque no puedo. Creo que es porque todos me preguntan por mi papá y cuando estaba enfermo también y yo me ponía mal. Tenía una relación especial con mi viejo, cumplíamos años el mismo día, festejábamos juntos. Además me lo recuerdan todo el tiempo, aunque sé que es con amor y no me enojo.
-¿Fue complicado hacer tu propio camino en el medio?
-Hace unos años hice un stand up en el Complejo La Plaza que decía: “Soy Carámbula, peor es ser Videla”. Es mi apellido y estoy orgullosa de mi papá. Después hice mi camino, pero tengo ese legado, ese linaje que me gusta. Soy la hija de Berugo y a mucha honra y también siento que tengo mi espacio y mi lugar. Lo padecí cuando era chica y mi papá conducía un programa para chicos, Súper show infantil, y ellos lo agarraban y yo moría de celos (risas).
-¿Estás en pareja?
-Estoy muy bien, tengo un novio hace dos años. Es médico y no voy a decir nada más.
-Naciste en Uruguay, ¿es verdad que te nacionalizaste argentina?
-No es cierto. Soy uruguaya y a mucha honra, pero resido en la Argentina. Me siento argentina, pero nací en Uruguay. En el Mundial quería que ganen los dos equipos. Cuando perdió Uruguay dije: ‘Pobrecito’, pero yo no podía más con ese sufrimiento (risas). Y amé esta Selección argentina.
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