La cantante le puso su voz a un personaje de Mi villano favorito 4, que se estrena este jueves 20 de junio en los cines argentinos; en diálogo con LA NACIÓN reflexiona sobre su gran presente profesional y el lado menos amable de la fama
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“La vida de superestrella no es lo que esperaba” dispara, sin filtro, una de las artistas argentinas del momento. María Becerra arrancó 2024 con una presentación ante 50.000 personas en Times Square, en Nueva York, y en marzo se convirtió en la primera mujer argentina en agotar dos shows en el estadio de River; pero ella mantiene los pies en la tierra.
“Ser famosa no tiene nada que ver con lo que me imaginaba”, se sincera con cierta ternura -porque al decirlo recuerda otra versión de sí misma que, repleta de ilusiones, soñaba con este momento- y se dispone a conversar con LA NACIÓN sobre la exposición, la fama y sus proyectos.
Su historia comienza, en realidad, casi una década atrás con un par de videos subidos a YouTube. “Yo sé lo que es que se te inunde la casa, que no anden bien las cloacas, que no te puedan comprar el juguete que querés. También sé lo que es haberme mandado a un montón de castings y que nadie me diera pelota”. Hoy esa vida le es tan lejana como cercana: este mes tiene 15 fechas en España y en septiembre se viene su gira mundial que incluye los Estados Unidos y Latinoamérica, pero María asegura: “No hay nada como estar en casa”.
–Empezaste haciendo videos en YouTube en tu casa, en Quilmes, ¿cuál es la diferencia entre esa chica que soñaba con ser una superstar y tu vida ahora que sos famosa?
–Hay muchas cosas que no son como imaginaba. Eso es porque de chica una se imagina muchas cosas y después te chocás con el mundo real. De eso se trata: de chocarte con las dificultades y no de pensar que es todo color de rosa, como yo pensaba en ese momento. Yo creía que si era famosa lo único que tenía que hacer era vestirme en mi casa, ir a dar un show y volver. No es así. Tenés que hacer un montón de cosas. Hay mucha preparación y ensayos para poder llegar a dar un show. Hay que pasar por mucho estrés. Igual me encanta que sea así. Creo que cuando después de mucho esfuerzo alcanzás lo que querías, la satisfacción es mayor justamente porque sabés todo lo que te costó. Me gusta mucho que las cosas me cuesten. No me gusta sufrir, pero sí que las cosas me cuesten, me lleven tiempo: aprender, equivocarme.
–Cualquier adolescente que te ve puede pensar que tu vida es perfecta, ¿cuál es el lado B de tu fama?
–Lo que más me cuesta es cuando estoy lejos de casa. Todas esas cosas tienen un lado muy solitario. Un lado muy vacío que lo tenés que entender. Tuve que aprender a estabilizarme en esos momentos. Tuve que entender que de eso se trata la vida: a veces estás re acompañada con tus cuatro perros durmiendo encima y a veces estás sola en un hotel en cualquier lugar del mundo, sin conocer el idioma. De todos modos, yo siempre trato de encararlo de una forma positiva. En vez de angustiarme por sentirme extranjera trato de pensar: ´Ok, qué lindo estar en un lugar del mundo donde la gente no habla mi idioma y sin embargo, estoy dando un show acá ¡La gente de otro país canta mis canciones!’. Tengo la suerte de haber nacido en una época en la que existe la posibilidad de hablar con mis amigos y mi familia por videollamada. Pero no es fácil estar lejos. Eso es lo que más me costaba en un principio -y me sigue costando-, pero trato de llevarlo cada vez mejor.
–Tenés una carrera muy exigente. Muchos músicos de tu edad sufrieron depresión o problemas físicos a causa de las presiones, ¿cómo resguardás tu salud mental?
–No lo sé. Siento que es mi personalidad. Si tuviera esa tendencia depresiva, seguro caería en pozos todo el tiempo, porque esto tiene sus momentos. Soy una persona muy tranquila, muy serena. No me hago problema por nada. Además, tengo mucho carácter. Desde el primer día pongo mis límites. Si algo no me gusta, lo digo. Comunico lo que no me gusta hacer. Mi equipo es como una familia: no tengo un equipo que tiene ganas de explotarme ni de decirme: “La canción que sacaste no es un hit como esperábamos” y meterme una presión horrenda. No. Todo es pacífico. Si algo no funciona... la próxima será. Somos gente que vibra en la misma sintonía.
–¿Qué es lo que te da más orgullo de tu éxito?
–Lo que me da más orgullo es saber que mi música queda para toda la vida y que cuando yo me muera va a seguir estando ahí. Me flashea un montón pensar que otras generaciones lleguen a conocerme porque mi música siempre va a estar ahí. Eso es algo muy mágico.
–¿Y qué es lo que te da más miedo del éxito?
–Lo que más miedo me da es perder la paz, eso para mí es lo más valioso. Duermo 8 horas todos los días. No tengo insomnio, no tengo cosas que me atormenten por la noche. Eso es lo que más agradezco porque sé que es algo que se puede acabar en cualquier momento. No quiero ser pesimista, pero, ¿quién sabe? El día de mañana te encuentran cosas para tirarte hate y la pasás mal. Dormir con la cabeza en la almohada sin que nada me atormente es lo mejor del mundo y lo que nunca me gustaría perder.
Si bien “La nena de Argentina” pisa fuerte en los escenarios, lo cierto es que de a poco empezó a trasladar su música a la pantalla grande. Recientemente, se unió al universo de Rápidos y Furiosos como parte de la banda sonora. Ahora, sorprendió con su trabajo de doblajista en una de las sagas de películas infantiles más exitosas de todos los tiempos: le puso la voz a un personaje en la cuarta entrega de Mi villano Favorito 4.
–A tu faceta de cantante agregaste ahora la de doblajista. ¿Cómo fue el proceso de creación del personaje y de la voz de Poppy en Mi villano favorito 4?
–Fue un proceso súper bonito, muy divertido. Aprendí muchísimo, de repente entré en un mundo que no conocía y que tenía mucho para aprender. Tuve dos coaches con mucha experiencia que me acompañaron con mucha paciencia. Fue todo muy lindo y muy bonito de transitar. Tuve un coacheo desde el casting. Primero probé interpretar la voz de Poppy con acento argentino, con acento neutro, sin seseo, y después con el seseo y el acento neutro y quedó ese último en la película. Fue muy bonito entender al personaje y conectar con ella, por la edad que tiene, las emociones que transita; es medio loquilla, medio chispita y entender bien ese mundillo para poder representarla lo mejor que pudiera; creo que se logró de una forma muy linda.
–¿Te conectó con tu adolescencia?
–Sí, un poco sí, más que nada con mi niñez. La veo muy aniñada a Poppy. El doblaje me conectó mucho con una personalidad “más loca” y me sentí identificada con la hiperactividad del personaje. Poppy muestra una especie de doble personalidad y me sentí representada. Siempre fui, por un lado, una niña muy vergonzosa y por el otro lado tenía un alter ego al que le gustaba salir a cantar y mostrar otro personaje más avasallante. Ella es lo mismo, tiene una personalidad oculta en la que quiere ser una villana, pero en realidad es una nena súper dulce y tierna. Cuando era chica tenía en la cabeza por un lado el mundo de superestrella de Hollywood con el que jugaba arriba del escenario y por otro, en el colegio, era una persona completamente distinta y vergonzosa.
–¿Eso te sigue pasando hoy arriba y abajo del escenario?
–¡Sí! Siento que arriba del escenario soy una versión muy diferente de mí misma. Eso me encanta y forma parte de mí, pero solo sale a la luz en algunos momentos: en el escenario y en otros momentos más de muestreo. Me parece muy copado tener distintos momentos para sacar a la luz distintas cosas.
–¿Eso te protege de la exposición?
–Yo creo que es el show, es lo que a una le nace hacer. Para dar un show extravagante con mucha luz y color se necesita una personalidad que acompañe, ¡Tiene que haber algo fuerte! Así es como yo lo veo y como me gusta mostrarlo. En mi casa soy la persona más tranquila y más serena del mundo, estoy todo el tiempo hablando bajito, no me gusta que nadie hable fuerte, me gusta la música zen, me gusta meditar, prender sahumerios...
–¡No te creo!
–Te juro. Estoy todo el tiempo en patas. Mi casa es un templo, pero puertas afuera soy una cosa completamente diferente.
–No podés sostener esa energía tan potente del escenario todos los días...
–¡No! Yo llego a sostener esa energía todo el día y me muero. En escena es todo más grande, más exagerado, porque hay gente que te está viendo desde lejos, entonces hay que hacer todo mucho más grande. El equilibrio es súper necesario.
–¿Te gustaría enfocarte más en la actuación?
–¡Sí! Hice mucha comedia musical y teatro y me encantaría meterme más en la actuación. Siempre y cuando me interese la propuesta, porque me gustaría hacerlo bien y de una manera profesional. Si aparece un proyecto que me guste, me haría el tiempo. Pero debería ser algo que realmente valga la pena porque debería pausar por un tiempo la música. Las dos cosas a la vez sería muy difícil de sostener. Pero me encantaría.
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