En una extensa charla con LA NACION, el conductor y empresario adelantó cómo será Canta conmigo ahora, el big show que estrenará este lunes en eltrece; la defensa de la televisión abierta y las confesiones sobre una vida personal atravesada por la extrema popularidad
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“El día que grabé el primer programa de Canta conmigo ahora, cuando me desperté volví a sentir en mi panza lo mismo que sentí cuando comencé VideoMatch”, reconoce Marcelo Tinelli en el comienzo de la extensa charla con LA NACION, que se desarrolló en su amplio y coqueto camarín de varios ambientes y paredes inmaculadamente blancas, ubicado a un costado del set donde se hace su nuevo big show y al que se ingresa gracias a un dispositivo de lectura de huellas digitales.
Desde este lunes, a las 22.30, por la pantalla de eltrece, Marcelo Tinelli revalidará sus títulos poniéndose al frente del nuevo formato, adaptación al mercado local de All Together Now, el big show que estrenó la BBC One en enero del 2018, con la conducción de Rob Beckett y Geri Halliwell.
Con un panel de cien jurados, famosos y anónimos, que evaluarán a los participantes amateurs, Canta conmigo ahora se sumará al prime time televisivo buscando restarle audiencia a La voz argentina, el exitoso espacio emitido por Telefe.
Largo camino
Así como Eugéne O´Neill plasmó ese Largo viaje de un día hacia la noche de la familia Tyrone, Marcelo Tinelli recorrió una extensa trayectoria, desde aquel debut en radio Rivadavia, sumándose el staff de José María Muñoz en La oral deportiva, hasta este presente desafiante que lo aparta de su zona de confort, un mérito no menor para alguien que logró todo y más.
“Jamás subestimé al medio y siempre dije que tenemos una de las mejores televisiones del mundo”, sostiene el conductor. La puesta en escena de Canta conmigo ahora es realmente impactante y está a la altura de lo que se observa en las galas de las cadenas europeas como la RAI o TVE. “Los dueños del formato nos comentaban que la majestuosidad de lo que armamos acá es superior a lo que se vio en Inglaterra o Brasil. Estoy feliz y muy emocionado al ver que la televisión argentina puede hacer un formato de este tipo”.
LA NACION pudo acceder a la intimidad de una grabación. Impacta ingresar al inmenso set abrazado por pantallas y donde el panel con cien jueces organizado en varios niveles es la estrella de la escenografía. Para poder montar el dispositivo técnico, se elevó cuatro metros la parrilla de luces.
Dada la cantidad de personas que integran el jurado y la dinámica del juego, también se montó un nuevo sistema de mezcla de sonido y edición posterior.
A diferencia de lo que ha sido un denominador común en la trayectoria de Tinelli, Canta conmigo ahora saldrá grabado, dada la dinámica del formato que cuenta con diversas instancias que requieren una edición posterior minuciosa. “Siempre fuimos como los reyes del vivo y capitalizamos los errores que podían suceder. Ahora, en cambio, la grabación tiene puntos muertos, pausas, pero me da mucho placer hacerlo, será majestuoso”.
Marcelo Tinelli tenía 29 años en aquel marzo de 1990 cuando estrenaba VideoMatch. Ahora la historia es otra. El conductor ya cumplió sus 62 años y es uno de los divos consagrados del medio. En estos 32 años, también su vida personal cambió. Terminó tres matrimonios y algunos escarceos sin trascendencia y le dio cuatro hermanos a Micaela, su primera hija nacida antes del debut de su padre al frente de un ciclo. Este Marcelo Tinelli, con una vida intensa y vivida, miles de horas de vuelo frente a las cámaras y cargos directivos en el complejo mundo del fútbol, es el que volverá a pisar fuerte en el horario de mayor encendido televisivo con una apuesta millonaria. “Elegí el formato porque me encantó ni bien lo vi”.
–Este big show implica que no siempre estés con el tono tan encendido que te caracteriza.
–El formato está adaptado a nuestro estilo, así que juego con diferentes matices, puedo abrazarme con los participantes o escalar el panel y conversar con los jurados.
–Las audiencias locales piden un conductor cálido, cercano, con opinión.
–Cuando miro las versiones del exterior, veo que todo está muy lejos. Acá también, pero soy yo el que se va a acercar a los participantes o al jurado.
Además de la afectuosidad de Tinelli, otro de los diferenciales que distinguen a la versión local de All Together Now es la presencia de figuras conocidas en el panel del centenar de jurados, ya que, en el exterior, la totalidad del tribunal está integrado por personas anónimas. En Canta conmigo ahora participarán, en carácter de jueces, figuras como Cristian Castro, José Luis “El Puma” Rodríguez, Coti Sorokin, Cande Tinelli, Susan Ferrer, Manuel Wirzt, Bahiano, Gladys “La Bomba” Tucumana, El Polaco, Locho Loccisano, Los Caligaris, Magui Olave y El Tirri, entre otros. “Hicimos un enorme esfuerzo por traer figuras nacionales y de afuera, en un país con una devaluación gigantesca, con un dólar que hoy está a más de trescientos pesos, pero vale la pena porque es importante que figuras como las que estarán en el programa puedan hacerles devoluciones a los participantes, es muy fuerte”.
Por dinámica del juego, la competencia de Canta conmigo ahora se resuelve en solo seis semanas, a diferencia de certámenes como Bailando por un sueño que estaban al aire más de la mitad del año. “Si anda bien, tendremos otros dos meses y medio”.
–¿Cuántos formatos miraste hasta decidirte y por qué te decidiste por All Together Now?
–En septiembre del año pasado habré visto entre diez y quince formatos. A esa altura, ya sabíamos que el Bailando, que llevaba dieciséis años, estaba bien discontinuarlo, sabíamos que teníamos que cambiar. En cuanto a All Together Now, me impactó visualmente y me atrajo que era fácil de entender, algo que me importa mucho. Tengo que agradecer muchísimo a eltrece por el apoyo y la inversión para hacerlo posible.
Tinelli y su gente recibieron críticas en la apertura de la última temporada de Bailando por un sueño debido a la cantidad de gente que se veía en el set, dando la sensación de no respetar distanciamientos sanitarios: “Tuvimos muchas críticas diciendo que pusimos mucha gente en el estudio, pero no fue así, grabamos la apertura en tres partes y respetamos todos los protocolos. Fue la primera vez que grabo un primer programa, donde solo salí en vivo en el tramo final”, se defiende Tinelli.
–El big show te sienta bien.
–Amo hacer este tipo de programas y fui muy consumidor cuando no se llamaban así.
–¿Mirabas los Sábados circulares de Pipo Mancera?
–Exacto o los especiales que podía hacer Fernando Bravo. Luego me tocó estar en Badía y Cía. y ver de cerca esos grandes shows de la hora final donde podían actuar desde Caetano Veloso a Estela Raval. Luego, yo mismo lo hice en Ritmo de la noche, soy un defensor muy grande del género.
–¿Qué rol cumple la televisión actual?
–Cuando llevo a mi hijo al colegio, cuando entreno o estando tomando un café, me cruzo con mucha gente que me dice que la única compañía que tiene es la televisión. Y es la televisión abierta, por más que haya plataformas. Mucha gente que pasa por momentos de mucho dolor y sufrimiento y está invisibilizada en este país, la única compañía que le saca una sonrisa o una emoción, es la televisión abierta, a la cual hay que revalorizar. En una Argentina muy sufrida y triste, nosotros vamos a estar ahí para acompañar a toda esa gente, más allá de algunos críticos o los hatters en las redes sociales.
–Con tu background detrás, ¿un nuevo debut implica nuevos nervios o estás de vuelta de algunas cosas?
–No estoy devuelta de nada, el día que no me motive hacer televisión, no la haré más.
Afectos
El ambiente principal del camarín de Marcelo Tinelli tiene la calidez de un living, enmarcado por numerosas fotografías donde se lo ve con su familia o amigos íntimos. “Siempre las miro. Ahí están mis hijos, a los que amo profundamente, y mis amigos. Están mis padres y mi abuela. A esa pared la miro mucho más que a la de los premios”.
–Sos de las dos o tres figuras que atraviesan estratos sociales y culturales. Incluso, quien no mira televisión, te conoce. ¿Sos consciente de la envergadura de tu popularidad?
–No soy consciente de eso, y no lo digo con falsa humildad. Creo que la inconsciencia hace que uno pueda seguir andando. Si fuera consciente, me agarraría un pánico escénico o no podría salir a la calle. Nunca me voy a olvidar del 7 de enero de 1991…
–¿Por qué?
–El día anterior habíamos hecho Ritmo de la noche. Si bien era conocido, ya que nos había ido muy bien con VideoMatch durante 1990, nunca había hecho un big show, Gustavo Yankelevich fue el que me puso a las nueve de la noche para conducirlo.
–¿Qué sucedió el 7 de enero de 1991?
–No podía salir a la calle. No podía caminar ni diez metros, me acuerdo que frenó un camión y se bajaron todos los que estaban adentro para saludarme. No entendía nada, me preguntaba qué había pasado, no me acordaba que la noche anterior había estado haciendo un programa que había medido casi 40 puntos. Me preguntaba cómo iba a hacer con todo eso.
–¿Cómo se hace?
–Lo vas transitando, ya estoy acostumbrado. Al principio, cuando las nenas eran chiquitas, me costaba ir a los actos escolares porque todos me miraban a mí y los padres, en lugar de sacarles fotos a sus hijos, me las sacaban a mí. Cuando era chico también me molestaba que mi mamá fuese a la escuela, no porque fuera famosa, sino porque iba hablar con los maestros por las bajas notas que me sacaba en dibujo y música, las materias que más me costaban. Un día la vi, con todo el spray en el pelo, le negué a un compañerito que era mi vieja y me fui corriendo a pedirle que se fuera. Cómo no le va a dar vergüenza a mis hijos que tienen un padre famoso, pero tampoco me privé de hacer un asado con todos los padres del colegio Waldorf al que iba mi hija o al acto del primer día de la ORT de Francisco.
–¿Cómo te afecta todo lo negativo que puede acarrear la fama?
–No le doy bolilla, hay que tener muy en cuenta de quién viene determinada crítica. No me puedo hacer cargo de la crítica de personas que siento que tienen enormes frustraciones y que las canalizan criticando al otro. Lo primero que me sale es el perdón y tratar de entender a quien dice lo que dice. Muchos hablan sin conocimiento, sin saber quién soy realmente. Eso no quiere decir que no se pueda criticar un programa, eso lo acepto. Lo que no acepto es cuando se meten en cuestiones más personales, desde un lugar de odio o resentimiento. Eso habla más de quien critica que de mí. Hay mucha gente que se ensaña, este es un país donde nos cuesta ver el éxito del otro e intentamos defenestrarlo, sobre todo si esa persona está vinculada a la política o el fútbol, pero yo llevo casi cuarenta años en televisión, me han tocado un montón de gobiernos, no estoy con uno ni con otro.
Ayudas
–Se criticó mucho tu participación en la llamada “Mesa del hambre”.
–Fui una sola vez y estoy muy feliz de haber podido ayudar desde ese lugar que me dieron. Hemos construido siete pozos para las comunidades wichis en Salta. Creo que soy uno de los pocos que puso plata e hizo algo. Pero todavía hay gente que critica aquella participación como si yo pudiese solucionar la pobreza y el hambre de este país, pero no soy funcionario ni político. Y, así como hice los pozos en Salta, también colaboré con Carolina Stanley en el Gobierno anterior e hice muchas cosas junto a María Eugenia (Vidal) u Horacio (Rodríguez Larreta).
A lo largo de varias décadas, Marcelo Tinelli también canalizó la acción solidaria a través de la Fundación Ideas del Sur y la que llevó su propio nombre, hoy rebautizada como Fundación Laflia: “Estamos ayudando en Necochea, al hospital de Bolívar, a una institución de San Juan”.
–Entonces, cautela ante la crítica.
–Y también ante el elogio. Uno tiene que saber quién es y de dónde viene. Nunca tuve privilegios y siempre me manejé con una gran vocación de servicio, algo que también les transmito a mis hijos.
–¿Te deben llegar propuestas de los partidos políticos mayoritarios para proponerte cargos?
–En algún momento sucedió, pero canalicé eso a través del fútbol.
–El año pasado recibiste amenazas.
–Mi familia estaba muy preocupada, ya que también habían llegado amenazas concretas para mis hijos. Así que tuve que pedir una licencia en San Lorenzo, algo que les molestó a algunas personas. Que una pelotita entre o no entre, no es una ciencia exacta, pero, en el mundo del fútbol, si no hay goles sos un corrupto y ladrón y, si hay goles, sos un genio.
–Un exitismo mucho peor que el que se ve en el universo de la televisión.
–Totalmente. De todos modos, me encantó ser dirigente de San Lorenzo y orgulloso de todo lo que le di a la institución. El tiempo siempre acomoda las cosas, pero jamás me voy a olvidar de mi paso por San Lorenzo, fue algo maravilloso donde conseguimos algo increíble como la Copa Libertadores de América y haberle dado las tierras en Boedo.
Nacionalidad
–Podrías vivir en cualquier parte del mundo, pero te quedás en Argentina, en un momento muy duro a nivel social, político y económico.
–Yo soy muy argento, me encuentro cómodo y tengo a mi familia acá. Entro a la casa de todos desde hace mucho tiempo, entonces mi casa está, de alguna manera, en la casa de toda esa gente. A mí me saludan como a un pariente. Me dicen “qué hacés” y ahora ya sé que es por la tele, pero hubo un tiempo en el que preguntaba si nos conocíamos. Y lo mejor es que me asocian con lo más lindo de la vida, lo que me dan es amor puro, jamás recibí algo feo, eso lo llevo en el corazón.
–Entonces, argentino ciento por ciento.
–Me gusta el asado, estar con los amigos, ver nuestra tele. Leo todas las noticias, me preocupo, no me veo viviendo afuera. Tengo dos hijas en el exterior y una que, quizás, se vaya en un futuro y eso me da tristeza, pero es la elección de cada uno.
–Ese público es el que forma parte de una sociedad que evolucionó y que sigue a un Marcelo Tinelli que se deconstruyó. Pensemos en el corte de pollera a una mujer, en algunas cámaras ocultas o en las peleas de “Bailando por un sueño”, un tipo de televisión que ya no te resulta orgánica.
–Todos nos hemos deconstruido. Antes nos reíamos de cosas que hoy no nos causan gracia. Si yo tuviera una grabación de mi primer día en el colegio, hoy se diría que ese chico sufría bullying de parte de sus compañeros.
–¿Qué te decían?
–Era objeto de burla porque me comía las eses, me decían que era boliviano en lugar de bolivarense, aunque siento un gran respeto por el pueblo de Bolivia, o me catalogaban de cabezón. Yo tampoco me río de algunas cosas que hice en la tele.
–Hay autocrítica.
–Por supuesto, pero todos nos reíamos de eso en ese momento, y también con el humor de Alberto Olmedo y Guillermo Francella, pero hoy se maneja otro humor.
Dolores
Soledad Aquino, su primera mujer, a quien conoció en el programa Badía y Cía., madre de sus hijas mayores Micaela y Candelaria, el año pasado debió someterse a un trasplante de hígado, pero el proceso sufrió complicaciones, haciendo peligrar su vida. En ese momento, Marcelo Tinelli y Guillermina Valdés, entonces su pareja, estuvieron junto a Aquino, acompañándola en el duro trance: “Fue un momento muy fuerte. Soy un padre presente, más allá de la edad de mis hijos, con lo cual debía estar allí, muy cerca. Por otra parte, siempre estuve muy cerca de todas mis ex. Tengo una muy buena relación con Sole, Paula (Robles) y Guillermina (Valdés)”.
–¿Cómo recordás esos días complejos?
–Nos tomó muy de sorpresa. Me acuerdo que Micaela estaba en Estados Unidos cuando Sole sufrió dos paros cardiorrespiratorios, mientras sucedía el trasplante. Cuando sucedió el primero, no la quise llamar, pero cuando se repitió la situación, cuando ya pensábamos que se nos iba, y toda la familia estaba llorando, le avisé. Fue muy fuerte hablar de eso con ella, mientras se preparaba para regresar corriendo para ver a su mamá.
–Hoy Soledad está muy bien.
–Es una felicidad verla actualmente en México disfrutando con mis hijas, se va a quedar casi todo el mes.
–Te llevás bien con tus ex, algo que no siempre sucede, pero es un modelo de familia muy sano.
–Cuando uno recién se separa las cosas son mas tensas, pero la vida va ordenando todo. Hoy puedo decir que tengo una buena relación con ellas porque lo que más me importa es que mis hijos estén bien. Además, uno nunca se separa como padres, sino que lo que se corta es el vínculo amoroso de dos personas adultas. Siempre seremos padres presentes con las mamás de mis hijos, ahí no hay separación.
–¿Esa es la instancia actual con Guillermina Valdés?
–Por supuesto, somos papás y tenemos relación por eso.
–A determinada edad, si es que tal cosa es posible, ¿se cierra la puerta al amor?
–Es muy difícil decretar eso, no creo que se le puedan poner razón a los sentimientos. Algo se enciende o no se enciende y no hay una edad para determinadas cosas. Tampoco creo en la edad de los números del calendario y no lo digo por mi edad, es una cuestión de energía y vibración. Cuando establecés un vínculo con otra persona, de la edad y el sexo que sea, se da o no se da. Eso no se puede pensar, hay puertas que no se cierran. Distinto es tomar una decisión como la de no tener más hijos, eso si es posible, te haces una vasectomía, ahí sí estás cerrando una posibilidad.
–El recordado actor Juan Carlos Thorry se casó siete veces y argumentaba que no se trataba de fracasos, sino de la gran convicción sobre la institución de la pareja. ¿Compartís esa mirada?
–Creo profundamente en la pareja, aunque es toda una experiencia vivir solo. A veces cuesta más y otras menos. Sucede lo mismo con el matrimonio, no siempre es igual. La vida es un camino, no es llegar a algo, y en ese camino hay nacimientos y muertes todo el tiempo. No todo es para siempre y uno va teniendo ideas diferentes, bienvenidas sean esas ideas diferentes.
–Cambio es evolución.
–Cambiar está buenísimo, no entiendo a aquellas personas que se sostienen en una misma idea toda la vida. Cuando se dice que una persona no resiste un archivo me parece una pavada. Bienvenido el archivo para ver cómo se pudo cambiar y evolucionar. Morir con las botas puestas me parece un anacronismo de hace setenta años. Los cambios significan crecimiento.
–¿Pensás en la competencia?
–La televisión está muy competitiva, nosotros tenemos enfrente a Telefe, canal al que le va muy bien, con programas muy fuertes, pero contamos con un gran equipo y jugaremos contra otro gran equipo que está muy instalado.
–¿Qué busca el participante de un certamen como Canta conmigo ahora?
–Creo que, fundamentalmente, vienen para visibilizar su arte. No creo que en un reality como el nuestro la gente solo busque fama, ya que para eso hay otros productos. Acá tiene que demostrar un talento.
–A diferencia de Gran hermano donde no se apela a ningún tipo de virtud.
–Es otro juego, en nuestro caso tienen la valentía de pararse frente a cien jurados y demostrar lo que saben hacer para lograr trascender con eso.
–¿Te interesa el rating?
–La tele se mueve por números. Esperamos hacer dos dígitos y, si no va bien, aunque me importa mucho el rating, también me pondré feliz debido al producto que estamos haciendo.
–¿Con qué se sueña cuando se llega a un status como al que vos llegaste?
–Nunca fui ambicioso, no me planteaba querer tal o cual cosa. Nunca pensé en vivir en Buenos Aires y una tragedia de mi vida, como lo fue la muerte de mi papá, nos impulsó a esta ciudad. Jamás hubiera pensado trabajar en radio Rivadavia, a la que escuchaba en Bolívar.
–Descreías de Juan Alberto Badía cuando te decía que tenías talento para la televisión.
–Me daba fobia la tele, pero Juan vio algo. Y luego Yankelevich me puso a conducir. Por eso, nunca sé qué será de mi vida. Lo que te puedo decir es que duermo muy bien y que mi soñar es placentero, ya que me siento muy feliz por hacer cosas y, como todo hacedor, tengo aciertos y equivocaciones.
–El que no hace, no se equivoca.
–Estoy muy conforme con lo que tengo y con lo que no tengo, con lo que sigue y lo que perdí en el camino. Todo me sirvió para crecer, a mi edad sigo aprendiendo y creo que así moriré. Lo único que busco es estar en paz, tranquilo y que las personas que yo quiero estén bien, y que quienes en la Argentina están muy mal, estén un poco mejor.
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