Marcelo Tinelli: el hombre de grandes pasiones que volvió a perder en el amor
Este domingo, a través de su cuenta de Instagram, Marcelo Tinelli anunció su separación de Guillermina Valdés. En su programa de radio, su compañero de eltrece Jorge Lanata puso en el aire escuchas que registraban conversaciones entre Tinelli y Julio Grondona, en su carácter de presidente de la AFA. No fueron horas apacibles para el animador que siempre es noticia.
Tinelli jamás pasa inadvertido: ya sea por su labor en televisión, como por sus acercamientos al universo del fútbol. O porque su nombre está dando vueltas de manera, más o menos visible, en cuestiones que hacen a la política nacional o por los senderos de su vida privada que generan tanto o más interés como lo estrictamente público y profesional. Marcelo Tinelli ha encontrado la fórmula del éxito grande, ese que se escribe con mayúsculas. Quien fuera el discípulo dilecto de Juan Alberto Badía conoce el secreto para llegar a las audiencias masivas. Y, como toda celebridad de su rango, su vida afectiva acompaña ese tránsito por la actividad pública.Todo importa para sus seguidores y los amantes del gossip.
El responsable de ShowMatch no es un hombre de tantísimos amores conocidos. Siempre mantuvo el recato, aunque eso no impidió que se tejiesen leyendas en torno a amoríos no reconocidos oficialmente. Leyendas, como la que lo vinculaba con la animadora infantil Xuxa, que siempre quedarán en ese plano porque él guarda las formas. No hace alardes ni galantea a diestra y siniestra. Al contrario, es un defensor de la estructura familiar, un orgulloso padre de sus hijos, y un celebrador de la vida en pareja. Amó a todas sus mujeres.
Con casi todas construyó largas historias. Sólidas. Siempre le rindió pleitesía a quienes lo amaron. Esas mujeres, siempre bellas, que no fueron tantas y con las que construyó desde el modelo familiar tradicional hasta su última familia ensamblada. Amó y fue amado. Hoy, luego de ocho años de vínculo, su pareja con Guillermina Valdés llegó a su fin. Acaso la crónica de una muerte anunciada para los que saben leer entrelíneas y bucean en pequeños gestos como un anillo que ya no está o un like en las redes que nunca llegó. Ella dio más indicios que él en ese devenir hasta ese punto final que Marcelo confirmó primero y Guillermina un poco después.
Primer amor
San Carlos de Bolívar. 320 kilómetros separan a la ciudad bonaerense de Buenos Aires. Allí, en medio de la llanura sembrada, Marcelo Hugo Tinelli descifró los primeros secretos sobre el amor. En su terruño natal, donde su padre, Dino Hugo era un reconocido periodista, el animador encontró a aquella mujer que significó, por primera vez en su vida, la posibilidad de amar de verdad. Tomar conciencia de lo trascendente. De eso que excede la unión de los cuerpos para convertirse en una experiencia de energías y auras enlazados.
Aquel primer amor se llama María Alejandra Garayalde. Bolivarense. La pareja de un Marcelo casi anónimo que recién comenzaba a descubrir la dinámica exacta de los medios capitalinos. Era ese Marcelo que había sufrido la ausencia precoz de su padre y padecido los sinsabores de la enfermedad psiquiátrica de su madre. Dura infancia y juventud la del ícono de la diversión televisada. Acaso aquellos dolores y ausencias antes de tiempo pudieron ser consolados por esa mujer enamorada del hombre de pueblo, arraigado a esa, su tierra, aunque con aspiraciones de trascender. Cuando se inició como cadete de José María Muñoz, en Radio Rivadavia, estaba convencido de su deseo más profundo. Así fue como llegó a trabajar junto a Juan Alberto Badía, acaso quien lo moldeó definitivamente. En esos tiempos, en los que Badía le dio una oportunidad para hacer radio, Marcelo noviaba con María Alejandra.
Todo nació de manera fortuita, como debe ser. Marcelo ya estaba instalado en Buenos Aires y viajaba frecuentemente a Bolívar para visitar familia y amigos. En uno de esos viajes, y en un paseo por la Rural local donde ella trabajaba como promotora, se flecharon. María Alejandra tenía 19 y Marcelo, 22. Al tiempo de iniciado el romance, la chica también se instaló en Buenos Aires para estar cerca de su pareja. En aquellos tiempos, él tenía un modesto auto que les servía para pasear por la ciudad que estaban descubriendo como foráneos. "La Garayalde era mucho para vos. Qué linda mujer", le dijo Juan Alberto Badía al aire, en uno de sus últimos programas en la señal 360°. En aquella época, Marcelo y María Alejandra compartieron algún veraneo con el desaparecido locutor.
Luego de aquellos cinco años de amor, la pareja se disolvió, pero, aún hoy, siguen en contacto. Incluso, un hijo futbolista de ella lo ha visitado en ShowMatch, generando mucha emoción en el conductor. El ex suegro bromeaba con su hija. Amagaba con cobrarle las comidas compartidas, las invitaciones y los paseos pagados por él en tiempos donde la billetera de su yerno era bastante delgada. Los celos de ambos habrían sido una de las causales del fin de la pareja.
Marcelo y Compañía
Tinelli ya tenía un pequeño cartel en las transmisiones deportivas de radio. No era una estrella, pero se había ganado un incipiente lugar. Juan Alberto Badía lo consideraba un hijo. Se reía con sus ocurrencias y con ciertas ingenuidades que deschababan sus orígenes lejos del mundanal desequilibrio porteño. Badía siempre vio en Tinelli un futuro promisorio, olfateaba ese destino estelar a fuerza de trabajo y carisma. Será por eso que lo hizo debutar en televisión reservándole la columna deportiva en Badía y Compañía, aquel programa ómnibus de los sábados a la tarde en Canal 13. Aquellos comentarios futboleros devinieron en sketches junto a Esteban Mellino, interpretando al Profesor Lambetain, y distintas participaciones que le iban haciendo ganar un lugar más destacado al pibe de Bolívar.
Badía y Compañía contaba en su staff con un plantel de cuatro secretarías encargadas de atender al público que colmaba la platea del estudio más grande la emisora de Constitución. El dueño de casa las denominó "azafatas". Una de ellas era Soledad Aquino. Rubia, esbelta, bellísima. Al poco tiempo de compartir las tardes sabatinas, Marcelo la invitó a salir. Flechazo y amor. Se casaron en 1986 y tuvieron dos hijas: Micaela y Candelaria, hoy trascendentes por sus propias vidas y emprendimientos laborales y artísticos. En 1993, la pareja entre Marcelo y Soledad terminó luego de algunos años de sinsabores. Soledad habría atravesado algunos procesos depresivos y esto habría diezmado, en parte, la armonía conyugal. Hoy, Soledad Aquino desea que alguna de sus dos hijas la convierta en abuela, mantiene una gran relación con Marcelo, y es una aficionada a la equitación y a la práctica del baile flamenco.
Amor de perfil bajo
Marcelo Tinelli y Paula Robles se conocieron en Telefe, cuando ella integraba el staff del grupo de bailarinas bautizado como Las T-Nelly’s, en Ritmo de la Noche, aquel show de los domingos a la noche que se hacía en el estudio del canal ubicado sobre la calle Matheu, en el barrio de San Cristóbal. Ella era una excelsa bailarina, una mujer con muchas inquietudes artísticas y una profunda vida interior, características que aún conserva. Un año después de la ruptura con Soledad, Marcelo presentó oficialmente a Paula, con quien se casó el 1° de noviembre de 1997, en Macondo, la estancia que él tenía en Baradero. Paula siempre mantuvo un perfil muy bajo a pesar de ser bailarina y estar conectada con el universo del arte. Incluso ha llegado a participar de Bailando por un sueño, ante la insistencia persuasiva de su marido, conocedor como pocos de los deseos del público. En 1998 llegó Francisco y en 2002, Juana. Paula siempre disfrutó de la crianza de los chicos, al punto tal de relegar su carrera artística para dedicarse al rol de mamá. En 2009, la pareja concluyó.
Acaso Paula sea la mujer que encontró a Marcelo en su mejor momento profesional, pero también la que tuvo que sortear todo lo que ello implica. ¿Infidelidades? Marcelo jamás fue visto en una situación así, al menos en público. Parecían el agua y el aceite. Lo eran. Y, quizás, por eso funcionaron tantos años juntos y formaron una familia sumamente consolidada. Hoy, Paula se dedica a sus proyectos artísticos que fusionan danza, poesía y artes plásticas, junto con la meditación y la espiritualidad, y vinculando esas disciplinas con aquellas cuestiones que hacen a la mujer y sus nuevos roles en la sociedad.
Luego de separarse de Paula, Marcelo estuvo tres años sin presentar una pareja pública. Cuando lo hizo, se trató de Sol Calabró, una empleada de Ideas del Sur, la exproductora del conductor, hoy reconvertida en Laflia. La comidilla de los empleados, mucho antes de que el romance saliera a la luz de los medios, era el gran parecido físico de Sol con Paula. Flacas, altas, morochas y de pelo lacio y largo. Idiosincrasia lánguida para mujeres potentes que se bancaron estar junto a una de las estrellas más poderosas de la televisión local. En 2011 apareció la primera foto juntos. Estaban en Punta del Este, lejos, para amortiguar el impacto. La cosa no llegó al año y parece ser que, como Calabró no se quería casar, Marcelo puso punto final al vínculo.
Último amor
Quizás la relación con la modelo y empresaria Guillermina Valdés fue la que más revuelo generó, al menos en sus inicios. A mediados de 2012 se los vio por primera vez juntos. Aquella foto abrió la puerta al escándalo. Es que Guillermina había sido la mujer y era la madre de los hijos de Sebastián Ortega, de quien Marcelo había sido amigo y con quien había mantenido una estrecha relación laboral. Ortega siempre prefirió el bajo perfil y no brindar declaraciones que pudieran agigantar la sorpresa pública ni fomentar el escándalo. A decir verdad, también Marcelo y Guillermina decidieron guardar un prudencial silencio ante la cuestión, aunque sí mostrarse muy enamorados. La unión con Guillermina le significó a Marcelo el aprendizaje de consolidar una familia ensamblada. Los míos y los tuyos. Guillermina sumó a los Tinelli a sus tres hijos: Dante, Paloma y Helena, fruto de aquella unión con Ortega.
Marcelo y Guillermina tuvieron a Lorenzo. El pequeño Lolo, como todos lo llaman, es el hijo de la madurez de un Marcelo que siempre disfrutó del rol de padre. La pareja Tinelli-Valdés sufrió un par de crisis a lo largo de ocho años. La de marzo de 2015, en su momento anunciada por él, fue la más importante. Se dijo que ella no terminaba de deglutir los deseos de Marcelo por dedicarse a la política y a la dirigencia futbolística. Argumento que hoy vuelve a tomar sentido, aunque solo la pareja, como siempre y lógicamente sucede, es la que conoce las verdaderas razones de la decisión. Por estas horas, ambos continúan viviendo en una torre sobre la avenida Figueroa Alcorta, aunque, tal como fue modalidad de la pareja, habitan pisos diferentes. "Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también". Las palabras de Milan Kundera bien podrían traspolarse a la pareja de Marcelo y Guillermina. Acaso aquel imaginario ideal y primigenio, sobre el que fundaron las bases de su relación, hoy ya no tenga la misma fortaleza.
Este domingo 28 de junio Marcelo hizo pública la separación en su cuenta de Instagram, dando por terminado el vínculo. Pareciera ser que, esta vez, la decisión de ambos fue ponerle un punto final real y, como tal, definitivo a la relación marital. Una vez más, Tinelli es directo a la hora de confirmar una ruptura. Fiel a su estilo, se refiere con amor a Guillermina, como lo hizo con todas sus parejas formales y conocidas, dejando en claro que lo suyo no es mostrar amoríos ocasionales. Así es el hombre de Bolívar que solo expone esos amores que vale la pena mostrar, los que están escritos con mayúscula, con espíritu de trascendencia, pero que, a veces, también concluyen como un fracaso del destino.
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