Hace veinte años que Marcelo Polino tiene un programa de radio los sábados al mediodía. Diecisiete los pasó en Radio 10 y ahora, hace tres, conduce el exitoso Polino auténtico en Radio Mitre. "Es un formato de charlas, es el café que nunca tomaríamos por cuestiones de tiempo. Ahí el que tiene ganas, habla. Y nos vamos enterando de lo que nos pasa", cuenta el periodista.
-¿Cómo surgió?
-El programa lo arranqué con Luis Pedro Toni y Viviana Canosa, en Radio 10. Un día se pelean Toni y Canosa y lo echan a Toni.
-¿Por qué?
-Por una cuestión de quién presentaba una nota, una cosa infantil. Entonces, desaparece Luis Pedro, me quedo con Canosa y después también la echan a ella. No sé bien qué pasó, si se peleó con alguien o estaba en otro programa... La cosa es que le digo a Daniel Hadad: "Este programa no lo puedo hacer solo porque es un programa para chusmear, ¿la podés llamar a Marcela Tauro?" Y así se incorporó.
-¿Cuál era la idea del programa?
-Hadad me dijo: "Vení y hacé de Polino". Le divertía cómo hablaba yo y así fueron esos años hasta que nos echaron, de un día para otro.
-¿Te desesperaste?
-No, porque enseguida me llamaron de Radio Mitre para hacer lo mismo.
-¿Por qué no siguió Tauro?
-Porque ella ya estaba haciendo, de lunes a viernes, en la misma radio, un programa con Guido Kaczka. Después tenía Intrusos y estaba muy cansada.
-¿Cómo llegaron Yanina Latorre y Amalia Granata?
-Yanina estaba con (Jorge) Lanata, pero la había sacado porque cuando ella le dijo que iba a hacer el programa de Ángel de Brito, no quería que haga las dos cosas o no le coincidía el horario. Entonces había quedado ahí boyando. Yo dije: "Me encanta, ya laburé con ella en la tele". Y después apareció Granata. Tuvo una entrevista y quedó.
-¿Con Tauro siempre tuvieron buena relación?
-Nunca nos peleamos y con Yanina y Amalia, tampoco. A mí no me gusta la pelea para adentro. Como hice un show de pelear, me gusta estar bien en el trabajo. Nunca me peleé con un compañero. De hecho, yo soy amigo de gente que está re enfrentada.
-¿Por qué?
-Debe ser que como siempre tengo entre cuatro y cinco trabajos, no me puedo andar llevando las peleas de un lado al otro. Hago y suelto y, en general, soy conciliador. No me gusta el lío interno, la incomodidad del otro... Trato de bajar un cambio, de amigar gente. En el caso de la radio, al ser un programa de una vez por semana, no hay tiempo para los conflictos. Quizás si fuera todos los días, cuatro horas, sería más complicado, pero encontrarme los sábados, durante dos horas, es una fiesta. Cuando te querés acordar, se terminó. Amalia y Yanina tienen mucha vida mediática, entonces siempre hay tema. Nosotros vivimos el embarazo de Granata, los cuernos que le metió el marido, lo de Yanina, el fallecimiento de mi vieja, los quince de Lola... Hemos compartido cosas de la vida.
-¿Con Latorre te enfrentaste en un momento cuando tuvo el conflicto con su marido?
-Ella se molestó porque me tomé el atrevimiento de decirle al aire que no hablara tanto y a ella no le gustó, pero fue ese segundo. Después entendió que era a favor de su familia lo que yo le decía, pero no me metí ni a opinar, ni nada.
-Se bancan muchas cosas entre ustedes, ¿no?
-Nadie le dice al otro lo que tiene que decir. Nos sentamos los tres y hablamos. Nos respetamos. Hasta ahora, no sucedió nada que me enoje.
-¿Eras así en la época de Lucho Avilés o, al ser más jóvenes había más competencia?
-Lucho nos tomaba examen de chimentos todos los días. Primero, entraba el Teto Medina, que lo re retaba; Marisa Brel lloraba porque era muy sensible y Marcela Tauro siempre fue brava, entonces ella entraba segura, y al final llegaba yo. Se ve que ya lo encontraba cansado a Lucho y se divertía conmigo. Yo no era de los grandes chimentos, yo ganaba con la forma de decirlos.
-¿Y ahora? ¿Buscan noticias?
-Nosotros nos chocamos con las primicias. No es que nos juntamos los jueves para ver qué tenemos para el sábado. Vamos contando lo que nos va pasando, si en eso hay una gran novedad, bueno, incluso a veces me pasa que me entero de algo importante y me olvido de decirlo.
A veces me pasa que me entero de algo importante y me olvido de decirlo en la radio
-¿Te dejó de interesar el chisme?
-Es que el programa es un formato más de charla y de cosas divertidas. Y se te pasan las dos horas.
-¿Tu negocio ahora va por otro lado?
-Creo que me hice cargo de un don que yo tengo que es hacer reír, entonces lo puedo explotar en un show, en una temporada de teatro... A la gente le gusta que le cuente el cuentito de los famosos y a mí me fluye más. Me sale bien y lo aprovecho.
-¿Alguna vez tuviste problemas por decir una información, por hablar de más...?
-Siempre hablo de más y lo seguiré haciendo, pero nunca tuve un quilombo. Me hizo un clic cuando me pasó algo a mí, cuando hace siete años empecé el trámite de adopción y me vi en la tapa del diario: "Polino fue a buscar un bebé a San Luis". Yo había ido a averiguar cómo era para hacer la carpeta en San Luis porque esa provincia todavía no estaba en Registro Único de Adoptantes. O sea, nada que ver con lo que estaban diciendo y ahí pensé: "Cuántas veces uno cuando da una información pesada puede dañar..." Tomé conciencia del valor de la palabra. Entonces pensé: soy divertido, a la gente le gusta, voy por ese lado.
-¿Tenés lindos recuerdos de la época con Lucho Avilés?
-Sí, porque como yo nunca estudié nada, mi primer contacto con la tele fue ahí. Empecé de casualidad y ahí hice mi escuela. Nosotros hacíamos la nota, la editábamos, hacíamos todo... Fueron cinco años, como un secundario.
-¿La secundaria la hiciste?
-Sí, la terminé, pero después no estudié nada.
-¿Por qué?
-Porque me vine de Tres Arroyos a Buenos Aires y tenía que trabajar, tenía que comer. Empecé como periodista en gráfica, en Editorial Perfil. Un día fui a un recital y conocí a una mujer que trabajaba en Radio Mitre, pero en la parte comercial. Me dio su teléfono y al tiempo la llamé y le pedí si me conseguía una prueba. La hice y quedé como movilero y de ahí me llamaron para la tele y fui corriendo porque yo no quería ser periodista, yo quería ser famoso. Y el camino que encontré fue ese.
-¿Fuiste cambiando mucho en todos estos años?
-Todo el tiempo trato de cambiar para no aburrirme, pero es algo intuitivo, no planifico.
-Sos un chimentero raro, los famosos te quieren.
-Sí, pero al principio, los primeros amigos famosos que tuve me decían: "Mirá que esto te lo cuento como amigo, no como periodista". Yo odiaba eso, pero era lógico que lo pensaran, porque yo hablaba mal de todo el mundo. Llevó un tiempo que confiaran en mí. Ahora tengo muchos amigos del medio y voy a sus casas, pero no lo pregono, no me saco fotos, nada.
-Saben que vos no vas a hablar.
-No me saldría hacerlo. Sería incapaz.
-¿Entonces cuál es la información que contás?
-La que es visible, qué pasó acá [en referencia al "Bailando"], quién se peleó, quién no...
-Es muy raro tu vínculo con Lali Espósito, por ejemplo.
-Se ve que en algún momento la habré defendido... Yo no me acuerdo, pero a partir de ahí, todas sus fanáticas me empezaron a seguir y un día, en un Martín Fierro, ella me dice: "Vos sos el padrino de mi fandom". Yo no sabía ni qué quería decir fandom. Soy de la edad de la madre, pero tenemos buena onda. Igual que con Juana Viale o la China Suárez.
-El otro día dijeron que el fandom ya no te quería por tu amistad con Amalia Granata y su postura contra la ley del aborto.
-No sé nada, pero hace tres años que estoy con Granata y los padrinazgos no caducan.
-¿Vos te pronunciaste a favor o en contra de la ley del aborto?
-Yo estoy a favor y se lo expliqué bien a Amalia. He tenido situaciones muy cercanas y muy pesadas de gente que se me ha acercado, adolescentes violadas por familiares. Intervine en un caso porque no le permitían abortar a una niña down que la había violado un vecino, el embarazo avanzaba y las leyes no se movían. Me agarró la polinada y empecé a llamar. Yo sí estoy a favor de que salga la ley, pero respeto a Amalia y el trabajo que hace, por el que la gente lo votó.
-¿Te gusta involucrarte en temas sociales?
-Sí, soy de molestar. Una vez de una escuela del Impenetrable me contactaron porque necesitaban sólo un pozo de agua, entonces lo llamé a Santiago del Moro y en el aire se lo dijo a un diputado.
-¿Por estas cosas te eligieron embajador del Inadi?
-No sé exactamente por qué te eligen, me llamaron y me puse re contento. Es para colaborar con lo que pueda. Igual, los funcionarios ayudan más por miedo de lo que vas a decir, que por las ganas de ayudar. Cuando empezamos a boquear con Santi con esto del pozo, enseguida se movieron.
-¿Con situaciones personales usaste el poder de los medios?
-No tuve necesidad, pero lo haría.
-¿Por qué no avanzó tu trámite de adopción?
-Después de que me reuní con el presidente Macri en Olivos, con otros periodistas de espectáculos, me empezaron a llamar pero para ofrecerme grupos de hermanos. Al mes me ofrecieron cinco niños. No es que no me llamaron, pero mi carpeta apuntaba a un niño en edad preescolar.
-¿No había ninguno?
-En este país hay muy pocos niños que no estén con grupos de hermanos. Y, además, la ley dice que somos todos iguales, pero las estadísticas demuestran lo contrario. Primero se lo dan a los matrimonios, después a las parejas, después a las mujeres solas y, por último, a los varones solos. Yo estaba en el último eslabón. A la tercera renovación, desistí.
-¿Se te acerca gente para ofrecerte cosas?
-Me dicen "no aflojes" o "mirá, hay un hogar..." La gente se confunde. Me pasó en una gira que se me acercó un matrimonio pobre que me quería regalar el nene porque estaba esperando una hija. Pero la adopción sólo la puede dar un juez.
-¿Tu mamá qué dijo cuando abandonaste la búsqueda?
-Yo no tengo hermanos, era la única oportunidad que ella tenía de ser abuela, pero lo entendió. Hace seis años, mi mamá podía hacer un café con leche y llevarlo al jardín. Después, ya no.
-¿Te desgastó mucho ese proceso?
-Y, en siete años pasé por muchos estados: la ilusión, la bronca, por qué no me toca, será que el universo dijo que no... Tomé la decisión de abandonarlo cuando tenía que empezar todo de nuevo.
-¿Te pusiste triste?
-No llegué a deprimirme porque siempre estoy en contacto con niños, trabajo mucho con minoridad en riesgo, entonces estoy cerca de chicos con problemas. Ayudo a los hogares a conseguir cosas y hago trabajo de campo. También arrastro gente. A mis amigos famosos los vuelvo locos.
-¿Cómo estás después de la muerte de tu mamá?
-Me estoy adaptando a una situación de orfandad. La palabra suena de una manera hasta que la vivís. Ya desarmé la casa de mi vieja, estoy en un proceso de duelo.
Soy obsesivo con mi imagen. Me hice un lifting de párpados, me pongo bótox y hago medicina ortomolecular
-¿Hacés terapia?
-Hace diecisiete años. Soy constante y no falto. Me sostiene en lo emocional y me ordenó laboralmente y en lo económico. Me plantó en lo que soy y en lo que quiero. Tengo la autoestima alta, es mi mayor capital. Más en este trabajo, que estás a merced de la mirada del otro.
-¿Qué sería lo peor que podrían decir de vos?
-Que soy aburrido. O que estoy mal iluminado.
-¿Sos obsesivo de tu imagen?
-Sí, me hice un lifting de párpados, me pongo bótox, hago medicina ortomolecular, voy al gimnasio, me cuido en la alimentación, no tomo alcohol, no tomo café. Tengo una disciplina importante.
-¿Vivís solo?
-Sí.
-¿No pensás incorporar a nadie?
-Por ahora, no.
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