Marcelo Iripino: la depresión que tuvo en Miami, el recuerdo de sus 20 años con Susana Giménez y el consejo de la diva que le cambió la vida
Viajó a los Estados Unidos a probar surte pero una fuerte depresión lo trajo de vuelta al país; el día que llegó recibió un mensaje con una oferta laboral
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Bailarín y cantante, Marcelo Iripino se lució en comedias musicales, infantiles, shows, fue coach de realities y durante veinte años trabajó con Susana Giménez. Simpático y extrovertido, Iripino volvió hace unos meses de los Estados Unidos, donde se fue a probar suerte. En una charla íntima con LA NACION, habla de la depresión que sufrió viviendo en Miami y cómo la superó, cuenta cómo es hoy su relación con Susana y habla de sus proyectos entre los que está la gira del espectáculo Somos bien argentino, que el 18 de mayo estará en el Luna Park.
-Te fuiste a vivir a Miami y no pudiste adaptarte, ¿qué pasó?
-Con Marcelo Frezzia, mi marido, queríamos probar suerte en otro lado. No nos fuimos porque no teníamos trabajo ni enojados con el país sino para vivir otra experiencia. Gracias a mi trabajo, la abogada dijo que yo podía aplicar para una green card. Hicimos el trámite, me pidieron de todo y me la dieron un 6 de enero, pero justo vino la pandemia y recién pudimos viajar en 2022. No fue lo que soñé, aunque nos abrieron las puertas y nos atendieron maravillosamente bien. El primer mes nos instalamos, vimos amigos, hicimos contactos para empezar a trabajar y un día me pegó un bajón tremendo porque habían pasado dos meses y ya empezaba a extrañar, y me costaba adaptarme a esa nueva cultura. No negocio con los sentimientos y emociones y pensaba que se me iba a pasar, pero caí en una gran depresión. Ni yo entendía lo que me estaba pasando porque estaba bien, ya trabajando, con un grupo de amigos, con mi marido, podía mirar el mar, pero no tenía ganas de nada, vivía tirado en la cama. Toqué fondo, no pude más y pedí ayuda. Fui a un psiquiatra y me medicaron. Estuvimos seis meses y cada tanto volvemos para poder tener vigente la green card. Extrañábamos lo cotidiano, no es tan fácil vivir en otro país y también es mentira que te salvás en otro lado. Lo bueno es que pude experimentarlo, porque sino me hubiese quedado con la duda. Y tener la residencia es una buena inversión.
-¿Y cómo fue el regreso?
-El 80% de mi mejora se dio cuando pisé mi país y me conecté con mis afectos. Volvimos a nuestro departamento de Caballito y hace poco nos mudamos a una casa que estamos arreglando de a poco. Llegué y enseguida me sumé a la gira de Somos bien argentino. Fue increíble, bajé del avión y me llegó un mensaje de Ángel Carabajal, que es el director del espectáculo. Así que al día siguiente me tomé otro avión, después hice la temporada y ahora seguimos la gira por todo el país. Y el 18 de mayo vamos a estar en el Luna Park. Soy como una especie de dinosaurio, pero vivo (risas), porque arranqué con Somos bien argentino desde el inicio, cuando se llamaba Sentires. Y canto folklore desde siempre, con mi padre.
-El espectáculo te conecta entonces con tu infancia y tu familia...
-Totalmente. Empecé cantando folklore y no bailando. Es algo mágico, porque a los 7 años llegaba de la escuela y mi papá me esperaba con la guitarra y cantábamos y tomábamos mate hasta la hora de la cena. Cantábamos en cantinas, pero no nos pagaban nada porque era un hobbie. En ese momento, en el repertorio tenía “Samba para olvidarte” y hoy, después de tantos años, también la canto en el show. Además canto tangos y soy un fanático de Cacho Castaña desde que escuché “Para vivir un gran amor” y veía Un mundo de veinte asientos, que se grababa a la vuelta de mi casa, en Caballito. Me acuerdo de que participé de un pedacito muy chiquitito de la novela, tirándole una pelota a Claudio Levrino. Empecé a bailar con las canciones de Michael Jackson y largué el folklore, y después pasé a Cacho Castaña. Cada vez que subo al escenario me siento un niño. Mis viejos, que ya están en el cielo, deben estar orgullosos. En el espectáculo también está Coki Ramírez, el humorista Zaul Showman, el dúo Aruma, los cantantes Mariano Garnero y Juan Pesci y un enorme cuerpo de baile con músicos en vivo. Y para el Luna Park habrá artistas invitados, como el Chaqueño Palavecino, Facundo Toro, el Indio Rojas. Ya palpitamos esa gran fiesta.
-Durante veinte años trabajaste con Susana, ¿seguís en contacto con ella?
-Casualmente hablamos esta semana porque siempre le mando videos y nos deleitamos viendo musicales. Y me decía: “qué divino, cuánto hace que no hago una cosa así. Quiero, pero ya no se puede”. Charlamos mucho y recordamos y siempre me dice que nunca se va a olvidar de todos los trabajos que hicimos juntos. Después de Susana estuve con las chicas de Bandana y con Mambrú, Operación triunfo, Escalera a la fama. He tenido una carrera muy prolija y muy hermosa. Fue una época maravillosa, a pesar de que en ese momento también sufría porque no contaba que era gay.
-¿Es verdad que a la primera que se lo contaste fue a Susana?
-Sí, porque mi terror era quedarme sin trabajo. Y ella me tranquilizó, me dijo que no me preocupara, que fuera feliz. Eso me alentó a contárselo a mi mamá, que me dijo que era su hijo y siempre me iba a amar. Y no sé si mi papá lo supo o no; yo no se lo dije y él nunca me preguntó. Él no llegó a verme, porque murió en el 94 y apenas me vio empezando en Susana. Mi mamá, en cambio, vio el proceso de todo lo que fui haciendo.
-¿Para ese entonces ya estabas en pareja con Marcelo Fresia? Porque hace 36 años que están juntos.
-Claro. Acabamos de cumplir 36 años juntos. Yo tenía 18 años cuando nos conocimos y ya me había ido de la casa de mis viejos y vivía con una amiga que había conocido en un casting en Canal 9, para los Pimpinela. Quedé y canté en el Luna Park. ¡Lo que son las vueltas de la vida! Al poco tiempo conocí a Marcelo en un boliche gay, donde había ido con una chica que estaba enamorada de mí (risas). Esa noche no pudimos hablar porque yo estaba nervioso, asustado y él también porque estuvo por casarse; yo venía de una relación de novios con una chica. Era otra época y estábamos muy atentos al “qué dirán”. Pensé toda esa semana en él, le inventé un nombre y esperaba ansioso el sábado siguiente para volver a ir a ese boliche, a ver si estaba. Después me contó que iba a ir a bailar con sus amigos a otro lado, pero justo había llegado el Papa Juan Pablo II y había tanto tránsito que decidió ir al mismo boliche. El destino hizo que nos encontráramos en el mismo lugar y nunca más nos separáramos.
-Además de convivir, trabajan juntos, ¿les funciona?
-Si, Marcelo es mi productor y armamos los espectáculos juntos. Nos llevamos súper bien. Sabemos separar las cosas y cuando trabajamos, trabajamos. Nos tenemos mucho respeto y si algo no nos gusta, lo charlamos. Una costumbre que tenemos es tomar mate y merendar hablando de la vida, y así se va alimentando la pareja. Obvio que tenemos discusiones, pero duran un rato y no nos quedamos con rencor. Siempre dije que el día que me desenamore, que espero nunca me suceda ni a mí ni a él, vamos a conversarlo.
-¿Tenés proyectos?
-Además de la gira con Somos bien argentino, vamos a grabar un material de folklore con Ángel Carabajal y pronto voy a retomar un tributo a Cacho Castaña que hice hace unos años y se llama Un Cacho de mi vida. Y también soy jurado de Bienvenidos a bordo, por el trece, de vez en cuando. Después de tantos años de trabajo tengo la bendición de poder elegir lo que me gusta y me hace sentir bien.
Cuándo es el show en el Luna Park
Somos bien argentino. El 18 de mayo a las 21.30 en el Luna Park
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